Hoy ha salido en El País una entrevista con el encarcelado líder batasuno Arnaldo Otegui, aunque tampoco está nada claro esto del liderzago, porque lo primero que se le pregunta es si habla a título personal o de dirigente abertzale y responde con un galimatías que no hay quien se aclare. Lo que si queda claro son otras cosas: la servil cautela con que habla de ETA (buen síntoma son las preguntas a las que no responde: sobre condenas a atentados, sobre Josu Ternera...), que hace muy dudosa esa desvinculación de la que nos quiere convencer; las atenuaciones que pone al referirse a realidades como el abandono de las armas (parece desprenderse que para él deben abandonarlas tanto ETA como las fuerzas policiales) y la persistencia en sus planteamientos radicales: llama presos políticos vascos a los presos de ETA o habla de un "proceso democrático hacia la solución definitiva" y todos sabemos que lo que él entiende por proceso democrático y por solución definitiva son eufemismos que nominalizan inviables delirios de radicales. En estas condiciones, lo que uno concluye de esta entrevista es lo siguiente: que la imagen de buen chico que quiere dar Otegui no es para nada creíble, que la cárcel le ha atemperado mucho los ánimos (como a un buen puñado de correligionarios suyos) y que esa misma cárcel lo ha convertido en un don nadie en su partido.
Cabría entonces preguntarse por qué un periódico como El País dedica tres páginas a entrevistar a nadie. Este modesto guachimán opina como otros muchos que el asunto viene ya de lejos, sospecha que empecé a confiaros en aquel articulillo que titulé ¿Una ofensiva gran escala del nacionalismo vasco? Hablaba allí de que parecía que ciertos movimientos que se estaban produciendo en el entorno del nacionalismo vasco, desde el pacto presupuestario del PNV hasta el último comunicado de ETA, estaban destinados a fortalecer al nacionalismo en su conjunto y que uno de los frutos inmediatos perseguidos era conseguir que Batasuna pudiese presentarse a las cercanas elecciones municipales. Prudente como soy, no quise expresar entonces en voz alta mi temor de que la operación no se quedaba ahí, sino que era de mayor aliento y alcanzaba a otro beneficiario, José Luis Rodríguez Zapatero, quien estaría de nuevo acariciando la idea de reconstituir su decaída imagen apuntándose un tanto en la lucha antiterrorista. Poco después, salieron las declaraciones de Jesús Eguiguren (a quien, por cierto, Otegui llama amistosamente Jesús en la entrevista) pidiendo la legalización de Batasuna y, más tarde, la consumación del pacto presupuestario PSOE-PNV y el nuevo romance entre ambas formaciones, aun al altísimo precio (aunque tal vez no para Zapatero) de dejar en muy mal lugar al PSE, a Patxi López y al actual gobierno vasco. Y ahora, esta entrevista. ¿Estará ahí el sentido de que se entreviste a nadie?
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