A principios de octubre, aprobó el Gobierno el RD 31/2020 de 29 de septiembre, el cual implantaba en la educación algunas medidas urgentes y provisionales para hacer frente a las consecuencias de la pandemia. Entre las más criticadas, se encontraban unas instrucciones de evaluación que en la práctica suponían la posibilidad de obtener los títulos de ESO o Bachillerato con asignaturas suspensas, con alguna restricción en el caso del Bachillerato, pero no para la ESO. Esto es así digan lo que digan los defensores de la norma (incluida nuestra inefable ministra), y quien quiera evitarse estériles especulaciones, que le eche un vistazo al artículo 6, donde la disposición se hace efectiva negro sobre blanco. Y, atención, recalco una cosa para que se entienda la gravedad del asunto, estamos hablando de TITULAR, no de promocionar, aprobar curso o pasar de curso, como he visto en algunos medios, que en esto han creado alguna confusión, sino del escalón más alto de los criterios de evaluación, la concesión de títulos, y, con ese artículo 6 en la mano, en el curso 2020 - 21 (como mínimo), se podrá perfectamente obtener el título de Graduado en ESO con cinco asignaturas suspensas y no sería inviable obtener el de Bachillerato con dos, incluso con más.
Todos entendemos que las situaciones excepcionales hay que afrontarlas con medios excepcionales, pero, sinceramente, creo que la señora Celaa ha aprovechado la excepcionalidad que nos mortifica para arrimar de forma tramposa y abusiva el ascua a sardinas que son muy de su gusto, tales como el aprobado general o las restricciones a la repetición de curso, a las que también se refiere el decreto. Esas trampas no mejorarán la enseñanza, porque además me quedo con la duda de si la provisionalidad con que hoy se adoptan estas medidas no será el puente hacia una implantación definitiva.
Porque las intenciones de Celaa en lo referido al empobrecimiento de los currículos son muy inquietantes y, aunque en apariencia no tenga nada que ver, el debilitamiento de los criterios de evaluación influye mucho en ellos, pues, por maravillosos que sean, si el alumno sabe que va a aprobar de todos modos, podrá permitirse el lujo de despreciarlos. Para mayor escarnio, publica hoy "El País" una noticia que nos informa de que, con la ley que tiene en el horno la Sra. Celaa, la llamada LOMLOE, las autonomías y los centros podrán establecer contenidos de los currículos en una medida aún mayor de lo que ya pueden. Con lo que sabemos que está pasando en Cataluña y otras autonomías, esto es sencillamente echar gasolina al fuego, un acto disparatado que desacredita (una vez más) a la señora Celaa como gobernante, pero que no extraña, si se tiene en cuenta que lo va a acordar con Podemos y la constelación nacionalista. Llevamos años viendo cómo el particularismo autonómico ha introducido monumentos de burricie en los programas; nadie hoy puede ignorar el arrinconamiento o acoso al español en la educación de diferentes partes de España (Cataluña, Valencia, Baleares, la comunidad vasca, Navarra y Galicia); solo irresponsables como Celaa pueden volver la cara a las conductas adoctrinadoras en la escuela que está llevando a cabo el nacionalismo; desde ámbitos educativos guiados por la prudencia, por estos motivos, se está reclamando la recentralización de las competencias en enseñanza...: y ahora, la LOMLOE que el PSOE ha pactado con sus actuales compañeros de viaje lo que va a hacer es reforzar la intervención de autonomías y centros en los currículos. Pero tampoco hay que extrañarse: si el mayor desastre educativo que ha padecido España, es decir, la LOGSE, es obra del PSOE, el lógico que este partido se empeñe en ahondarlo.
Porque resulta que detrás de esta medida está el espíritu de la LOGSE. Veamos este párrafo de la noticia de "El País", enternecedor de puro perverso:
Fuentes que han participado en la negociación argumentan que en los centros educativos se han gestado las grandes experiencias de innovación pedagógica, y que la petición de disponer de autonomía curricular por parte de las corrientes renovadoras ya fue planteada hace 30 años durante la elaboración de la Logse, la ley educativa aprobada en 1990 por el PSOE que configuró la estructura actual del sistema educativo.
¿Pero todavía estamos con esta retórica? ¿Todavía creen que vincular la autonomía de los centros con patrañas como la innovación pedagógica o las corrientes renovadoras es prestigiarla? ¿Por qué sigue el progresismo educativo mintiendo o autoengañándose? Lo que en España se ha vendido como experiencias de innovación pedagógica no ha sido más que una colección de disparates; los actos de autonomía que más han practicado los centros han sido el empobrecimiento de los programas y el regalo de las notas, presionados, precisamente, por innovadores o progresistas (el PSOE, CCOO, los apóstoles de la idea, la secta pedagógica y demás, sin olvidarnos de la propia Administración) que han ido durante décadas en la misma dirección a la que ahora se ha subido la señora Celaa y que solo ha conseguido cargarse la enseñanza e inocular en la sociedad la convicción de que sin esfuerzo se puede aprender o que el aprobado es un derecho inalienable. ¿No se dan cuenta de que queda un pelín patético seguir llamando innovaciones a "innovaciones" planteadas hace ya 30 años? Y yo añado lo ya dicho: que en realidad son solo ensoñaciones disparatadas, como fue la propia LOGSE y promete ser su nieta o bisnieta, la LOMLOE. Solo un apunte más: después de 30 años con unas estructuras educativas creadas, ciertamente, por la LOGSE, ¿no deberían sus defensores empezar a reconocer que alguna culpa tendrán esas estructuras de los no pocos males de nuestra enseñanza actual? ¡Ah, no!, que eso es por culpa de la enseñanza memorística en que se empeñan los fachas de los profesores. Pues eso: más autonomía, más innovación, más LOGSE... Treinta añitos más, que para eso dentro de dos días vamos a tener la flamante LOMLOE.