Libros que he publicado

-LA ESCUELA INSUSTANCIAL. Sobre la urgente necesidad de derogar la LOMLOE. -EL CAZADOR EMBOSCADO. Novela. ¿Es posible reinsertar a un violador asesino? -EL VIENTO DEL OLVIDO. Una historia real sobre dos asesinados en la retaguardia republicana. -JUNTA FINAL. Un relato breve que disecciona el mercadeo de las juntas de evaluación (ACCESO GRATUITO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA). -CRÓNICAS DE LAS TINIEBLAS. Tres novelas breves de terror. -LO QUE ESTAMOS CONSTRUYENDO. Conflictividad, vaciado de contenidos y otros males de la enseñanza actual. -EL MOLINO DE LA BARBOLLA. Novela juvenil. Una historia de terror en un marco rural. -LA REPÚBLICA MEJOR. Para que no olvidemos a los cientos de jóvenes a los que destrozó la mili. -EL ÁNGULO OSCURO. Novela juvenil. Dos chicos investigan la muerte de una compañera de instituto. PULSANDO LAS CUBIERTAS (en la columna de la derecha), se accede a información más amplia. Si os interesan, mandadme un correo a esta dirección:
repmejor@gmail.com

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domingo, 27 de agosto de 2017

Ruindades (3)

   Lo vimos en las etapas más álgidas de la ofensiva independentista vasca y sucede también con la catalana: la ilimitada fe que los nacionalistas depositan en el visionado internacional de sus "conflictos" hace que por nada del mundo se pierdan una oportunidad de salir en la "tele": a la menor expectativa de que un evento vaya a tener repercusión internacional, se lanzan en picado. El sentido goebbelsiano que tienen de la propaganda les lleva a la siguiente estrategia: repitamos mil veces ante el mundo nuestras mentiras y conseguiremos que el mundo las acabe considerando la verdad; de ahí vienen las pitadas en los partidos milimétricamente preparadas, el asunto aquel de las giraldillas, la vía catalana...: espectaculares anuncios de un pésimo producto, pero no podemos olvidar que la publicidad puede hacer pasar por bueno lo malo, y mucho me temo que los gobernantes y políticos españoles no están contrarrestando bien esta táctica.
   Con esta premisa y sabiendo como sabemos lo justitos de decencia que andan los nacionalistas, ¿existe alguien que se haya sorprendido de que tomasen por asalto incluso un evento como la manifestación de ayer sábado, que se suponía que era para mostrar el rechazo ante unos sangrientos atentados terroristas, pero ellos la han infectado de su beligerancia separatista? A estos señores no les importan ni los muertos. Ya ayer por la mañana, varios medios coincidían en el término "encerrona" para referirse a lo que le esperaba al rey unas horas después y no cabe duda de que acertaron, pero no porque fueran adivinos, sino porque estaba cantado. Señalada ya esta gran ruindad general de la grosera usurpación, vayamos, una vez más, a los hechos concretos de otras más particulares.
    -Comité de recepción. En un breve artículo titulado Fue una celada, informa "El Mundo" de que el lugar desde el que debían partir las autoridades nacionales y el rey, antes de que estos llegaran, ya estaba tomado por unos tres mil radicales provistos de esteladas y cartelitos de esos que no te haces tú en tu casa, quienes enjaularon prácticamente a la comitiva y la sometieron a hostigamiento durante todo el recorrido de la manifestación. Señala el diario que ese punto de partida era un dato de carácter reservado: si es así, alguien de la organización tuvo que facilitárselo a los "espontáneos" manifestantes, y esto señalaría a la Generalidad o al Ayuntamiento de Barcelona; en la misma línea apuntaría otro dato que aparece en ese artículo: que la presunta representación civil que precedía al rey y al Gobierno de la nación también se giró para importunarles con carteles semejantes a los de los hostigadores. Si esto también es verdad, las instituciones organizadoras han saltado de la indecencia a la traición, que Dios nos pille confesados en todo aquello en lo que estén envueltos estos personajes tan carentes de límites.
    -Los cartelitos. Fijaos en esta foto sacada de "El País":
   Vista de la manifestación contra el terrorismo, en el paseo de Gràcia.
    Me he decidido a poner este mural que se me come medio artículo porque en él se aprecian bien esos carteles de fabricación industrial -azules, rojos, verdes, amarillos o blancos- que prácticamente inundaron la manifestación. La primera pregunta que nos sucitan es: ¿con qué fondos se han pagado? Y es pertinente, porque, si se ha hecho con fondos públicos, dado que están repletos de ataques al rey y al Gobierno de la nación, no sé hasta qué punto esto no debería investigarse. Lo siguiente que llama la atención son sus mensajes (se ven mejor en las ediciones en papel de los periódicos), en primer lugar, por las lenguas en que están escritos: catalán, inglés y, ¡prodigioso!, español. Aquí entra en escena el factor de propaganda goebbelsiana del que hablaba antes: la mente que está detrás de esta manipulación quiso muy bien que todo el mundo se enterase de lo que deseaba decir, así que se dejó de remilgos segregacionistas y se avino a instrumentalizar hasta la odiada lengua española, por la sencilla razón de que esa cuidada edición de consignazos fue el vehículo de lo más rastrero de sus injurias, cosas como "Felipe, quien quiere la paz no trafica con armas" o "Mariano, queremos paz, no venta de armas", más la contrapartida, es decir, el utopismo hipócrita que los ladinos autores de estos carteles quieren hacer pasar como su beatífica propuesta, sandeces fuera de contexto como esa de "Imagine a country that doesn't sell arms": puestos a no respetar a los muertos, estos genios tampoco tenían por qué respetar a John Lennon. No cabe la menor duda: iban a estar las "teles" de todo el mundo, así que había que manipular alto, claro y archirrepetido.
    -Algunas cosas que no son ruindades, pero que no deberíamos pasar por alto. Una vez pasada esta marea, hay una serie de cuestiones que afectan más al buenismo y la corrección política que a la vil manipulación, pero que considero perjudiciales o inadecuadas y quiero, por tanto, señalar. La primera está ya más que recalcada, pues han sido muchos ya los que han dicho que el lema de toda esta reacción, No tinc por, es bastante desafortunado, por mentiroso y por insensato: ¿cómo no se va a tener miedo a locos capaces de hacer lo que hacen los islamistas? ¿Qué sentido tiene jactarse de algo que es falso e irracional? Mucho me temo que detrás de esta estúpida elección lo único que había era el afán de eludir cualquier frase condenatoria, ni siquiera destinada a asesinos tan abyectos como los de Barcelona y Cambrils, los remilgos del buenismo carecen de sentido del ridículo. Y esto, por no hablar de otro matiz que en lo que atañe a la tragedia de los atentados es irrelevante, pero que, si cambiamos de ámbito y atendemos a la más que probada manipulación que el nacionalismo ha ejercido sobre este asunto, importa mucho: una vez más, el español ha quedado relegado: tendríamos que hacer lo posible por dejar de complacer a los separatistas en el juego de convertir al español en una lengua vergonzante, segundona, que hay que usar pidiendo perdón y con la inmediata traducción al catalán para no pecar, a no ser que seamos tan gili_ _ _ _ _ _ de no habernos dado cuenta de que la anulación y estigmatización de la lengua española es una de las bazas esenciales de los planes separatistas, que llevan años castigando su uso y a quienes la usan. Tampoco es desdeñable el posicionamiento que se ha adoptado ante el islam: este asunto es tremendamente delicado, así que convendría que, incluso mentes tan fanatizadas como las del nacionalismo catalán, lo tratasen con muchísimo cuidado, me explicaré. En la demencial variedad de frases de los cartelitos de colorines, junto a las temerarias acusaciones contra el rey o el presidente del Gobierno de la nación, había otra que decía: "No a la islamofobia". Uno podría preguntarse dos cosas: primera: ¿no podría dar la impresión de que para los manifestantes los malos de esta película eran Felipe VI o Mariano Rajoy, antes que un puñado de asesinos que han matado en nombre del islam? Segunda: está claro que los islamistas no son el islam, que este no debe ser criminalizado y que debemos respetar a los millares de buenos musulmanes que viven en España, pero, ¿acaso esa manifestación estaba motivada por algún ataque contra el islam? Por supuesto que no: estaba motivada por horribles atentados cometidos por, nos guste o no, personas procedentes del islam, así que ese cartel era completamente inadecuado, y no solo eso, sino que podría suministrar argumentos a los círculos de los que proceden los asesinos, lo cual sería lo único que nos faltaba: que un día saliera cualquiera de esos mamarrachos que actúan como portavoces del terrorismo islamista diciendo que atentaron aquí porque somos unos islamófobos. Todas estas razones valen para otra cosa que me parece un tremendo error: haber dado la voz a una musulmana en la lectura del comunicado final: está muy bien que queramos que no se estigmatice a los musulmanes, pero, habiendo víctimas de más de treinta nacionalidades, ¿no parece un despropósito conceder tal relevancia precisamente a la comunidad de la que procedían los asesinos? ¿No cabe incluso la posibilidad de que esto haya herido la sensibilidad de alguna víctima? Habrían tenido los organizadores de la marcha que ser más serios con esto: la muerte y el terror deben ser tomados muy en serio y sus víctimas tratadas con mimo, pero ellos han preferido decantarse por un buenismo frívolo y superficial: cualquiera diría que no han aprendido de la trágica experiencia que por desgracia nos han aportado a los españoles lo desmanes del nacionalismo radical vasco.  

sábado, 26 de agosto de 2017

Ruindades (2)

   Se veía venir: si la indecencia nacionalista no conoce límites, era de esperar que, tal y como insinué en mi artículo del pasado día 20, esta peña iba a seguir agregando basura a la que ya había empezado a segregar entonces. Vayamos, una vez más, a los datos concretos:
   -Carles Puigdemont. A solo una semana de los atentados de Barcelona y Cambrils, se descuelga acusando al Gobierno español y manipulando de una manera tan estulta como miserable la actuación de los mozos para hacer propaganda de su plan separatista. El fanatismo, la obcecación y la falta de principios de este sujeto son difíciles de superar, cómo será la cosa que hasta él mismo hace constantes alusiones a que la cárcel está en el horizonte que le espera.  
   -Ada Colau. ¿Cómo es posible que haya llegado tan alto un personaje como esta señora, cuyos principales adornos son la hipocresía, la mediocridad, el autoritarismo, la incompetencia y un rencoroso encarnizamiento contra todo aquello que su mentalidad de ácrata apolillada señale como enemigo, ya sea lo español, los aficionados a la selección o unos militares que van a presentar su oferta educativa en una feria? Para explicarlo no basta la anómala situación política que han dejado en España la crisis y la desmesurada corrupción de las últimas décadas, sino que hay que tomar en consideración que lo de la política catalana es muchísimo peor: aquello es ya un repugnante esperpento. Entonces se empieza a entender. En su afán por capitalizar la manifestación de hoy, se  ha permitido declaraciones como estas
    El acto seguirá como tenemos programado. Todo aquel que venga tendrá un lugar. Hemos vivido una semana intensa atendiendo a las víctimas. La ciudadanía ha tenido una respuesta ejemplar que culminará con una manifestación por la paz.
    En apariencia, estas palabras son impecables, pero, contextualizándolas en la actual situación política española, ocultan una serie de mensajes implícitos muy lastimosos. Está en primer lugar ese "tenemos" que subrayo: o es un plural mayestático o es un plural a secas que incluiría a ella y a los de su bancada, esos que han conseguido secuestrar la respuesta mediática a los atentados, pero desterraría a todos los demás: en cualquier caso, es una traición del subconsciente, una forma que confirma lo que todos sabemos: que la señora Colau ha puesto un particular empeño en relegar a un segundo plano a todo aquello que no fuera de su gusto, o sea, el rey, el presidente del Gobierno, los ministros...: lo "español", el "Estado", en suma. Y si alguien no lo ve así, que observe cómo la alcaldesa que padece Barcelona, con las siguientes palabras que pronuncia, insiste en recalcar que ella es la dueña de la manifestación: "Todo aquel que venga tendrá un lugar". ¡Pues claro, señora Colau!, muchas gracias por darnos permiso para adherirnos a "su" manifestación, pero no era necesario, ¿o es que no se ha enterado de que en España existía el derecho de manifestación desde mucho antes de que a usted la hiciera alcaldesa un delicado equilibrio de fuerzas políticas? En este país cualquiera tiene lugar en cualquier manifestación, incluso aunque no lo diga usted. Queda, por último, lo de la manifestación "por la paz"; sí, la paz está muy bien, pero sucede que España no está en guerra y esta manifestación está motivada por unos brutales actos terroristas, así que no es una manifestación por la paz, es una manifestación contra el terrorismo. Desde su primera reacción, la alcaldesa de Barcelona ha estado eludiendo este término e intentando taparlo con las palabras "paz", "solidaridad" y otros dignísimos conceptos que no venían al caso, sin darse cuenta de que este truquito de los eufemismos hace mucho tiempo que ya no cuela, porque ya lo dejaron muy resobado los batasunos, el PNV y otros farsantes de parecido pelaje. 
    Me temo que esto continuará.   
    

domingo, 20 de agosto de 2017

Ruindades

   Por increíble que parezca, algunos no han sido capaces de guardar la compostura y controlar sus miserias ni siquiera en situaciones tan delicadas como la producida por los recientes atentados en Barcelona y Cambrils. Veamos unos ejemplos:
  -Joaquín Forn, el consejero de Interior de la Generalidad, ha informado acerca de las víctimas del atentado de Barcelona haciendo diferenciación entre las catalanas y las de "nacionalidad española". Tenéis más información aquí. Habíamos visto ya a este señor dando claras muestras de sus posturas totalitarias, así que no extraña mucho esta mezquindad, que demuestra que tampoco es que sea muy respetuoso con las desgracias personales.   
  -De la ANC lo raro hubiera sido un comportamiento decente. En una de sus cuentas de Twitter, pide que no se utilice la bandera española para mostrar la solidaridad con las víctmas de los atentados. Podeís verlo aquí.
   -La CUP no irá a la proyectada manifestación contra el terrorismo si va el rey. ¿Por qué? Porque, según su diputada Mireia Boya, él y el Gobierno (el de la nación, por supuesto), son "imagen de un imperialismo económico que ha financiado los atentados del jueves pasado". Podéis ver aquí esta nueva muestra de sensatez de los cuperos, sin cuya colaboración sería inviable la orgía de despropósitos en que consiste la política del actual Gobierno de Cataluña. El tufillo batasuno de la CUP no debería ser menospreciado en absoluto.
          Si buscase un poco más o esperase unos días, seguro que podría sacar más muestras de la acendrada calidad moral de los independentistas catalanes, pero creo que estas tres perlas son ya suficientemente significativas. 

viernes, 18 de agosto de 2017

Atentado en Barcelona

   En homenaje a esos amigos que han muerto o han sufrido daños en el trágico atentado de ayer en las Ramblas.

Tienes un amigo

martes, 8 de agosto de 2017

Pisarello, Fachín y una dama de Madrid

   Hace algún tiempo, acudí a un acto en el Ateneo de Madrid en el que participaba una señora madrileña en calidad de delegada en Madrid de las organizaciones independentistas que están a favor del referéndum secesionista en Cataluña. La situación, como veis, ya era de partida bastante surrealista, como no es raro que suceda en torno a este asunto del prusés, pero la guinda colaboré yo mismo a ponerla cuando, en el turno de preguntas, le planteé a la madrileña representante del independentismo catalán la siguiente cuestión:
    -Yo nací en Barcelona, pero vivo en Madrid desde hace muchos años: ¿para ustedes soy catalán?
    Respuesta:
    -Usted será lo que usted elija.
    O sea, que, según los organizadores de este circo, si mañana elijo ser jirafa, picaporte de latón o marciano, eso está hecho. Naturalmente, la cosa no iba por ahí, sino por otro lado que aquella señora sabía muy bien, por eso eludió la respuesta varias veces, hasta que al final yo mismo dije en voz alta la razón: aquella catalanista madrileña se negaba a reconocer que yo soy catalán porque, tal y como han planteado su referéndum los independentistas, si se llevase a cabo, podrían votar en él los nacidos en Cataluña residentes en el extranjero, pero no los residentes en el resto de España, como es mi caso, naturalmente, porque los separatistas saben que somos casi todos contrarios a su montaje. Una prueba más del carácter excluyente del separatismo catalán, como de todo separatismo que se precie. 
    Casos de intrusos que se permiten meter el cucharón en un potaje que no es el suyo los hay mucho peores que el de esta señora de Madrid. Poco antes de las elecciones autonómicas de 2015, un provocador llamado Alfred Bosch montó una miniguerra de banderas en el Ayuntamiento de Barcelona de la que me ocupé en un artículo titulado Manual de perversiones. Incluía allí este vídeo, en cual puede verse cómo Gerardo Pisarello, el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, no hubiera tenido inconveniente en que se colgase la estelada del balcón consistorial, pero interviene airado en cuanto aparece la bandera española:

    El argentino Pisarello ha tenido algunas otras actuaciones muy desafortunadas, en especial, la retirada del busto de Juan Carlos I del salón de plenos del Ayuntamiento de Barcelona.
     Estos días está sonando el nombre de otro paisano suyo, este, de Bahía Blanca, el señor Albano Dante Fachín, que se ha visto envuelto en una polémica con Pablo Iglesias acerca de si los podemitas catalanes tienen o no que votar en ese referéndum previsto para el 1 de octubre. Gracias a don Albano, me queda claro que España tiene que ser un Estado plurinacional, pero este aún va más lejos y tiene la poca cabeza de decirle a Iglesias que, obviamente, no votará en ese referéndum porque es un chico de Vallecas. No sé lo que le habrá dicho Iglesias al señor Fachín, pero yo, que soy un poco terco, a este chico de Bahía Grande le pondría ante el mismo conflicto que ya le planteé a la señora aquella de Madrid: ¿qué le parece que en ese referéndum sobre la independencia de Cataluña que él encuentra tan perentorio no se me permita votar a mí, que soy un chico nacido a dos pasos de las Ramblas? Ni que decir tiene que lo que yo reclamo no es el derecho a votar en tal evento, pero la contradicción ahí queda.
    Lo que sí reclamaría es un poquito de prudencia. ¿Quién era aquella señora de Madrid para regatearle a uno de Barcelona su condición de catalán? ¿No le parece al señor Pisarello un buen manojo de excesos venirse desde Tucumán a independizar Cataluña y ofendernos a los españoles arrinconando a Juan Carlos I y postergando a nuestra bandera? ¿No cree el señor Fachín que, hablando de asuntos de España, es una muestra de prepotencia que alguien nacido en Bahía Blanca ironice con el origen vallecano de quien sea? ¿Quién es él para recomendar que España sea plurinacional, metanacional o antinacional? ¿Qué narices saben de España los argentinos Pisarello y Fachín para mangonear en su ordenamiento territorial, que es una cosa importantísima? El régimen de libertades en que vivimos y la elogiable generosidad con que acogemos a los de fuera son dos virtudes de nuestra sociedad de las que han abusado estos dos personajes. Particularmente en el caso de Gerardo Pisarello, preocupa que pueda llegar tan alto como ha llegado para hacer las cosas que está haciendo: por si no tuviéramos suficiente con nuestros impresentables de aquí, nos vamos a buscarlos fuera.