Libros que he publicado

-LA ESCUELA INSUSTANCIAL. Sobre la urgente necesidad de derogar la LOMLOE. -EL CAZADOR EMBOSCADO. Novela. ¿Es posible reinsertar a un violador asesino? -EL VIENTO DEL OLVIDO. Una historia real sobre dos asesinados en la retaguardia republicana. -JUNTA FINAL. Un relato breve que disecciona el mercadeo de las juntas de evaluación (ACCESO GRATUITO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA). -CRÓNICAS DE LAS TINIEBLAS. Tres novelas breves de terror. -LO QUE ESTAMOS CONSTRUYENDO. Conflictividad, vaciado de contenidos y otros males de la enseñanza actual. -EL MOLINO DE LA BARBOLLA. Novela juvenil. Una historia de terror en un marco rural. -LA REPÚBLICA MEJOR. Para que no olvidemos a los cientos de jóvenes a los que destrozó la mili. -EL ÁNGULO OSCURO. Novela juvenil. Dos chicos investigan la muerte de una compañera de instituto. PULSANDO LAS CUBIERTAS (en la columna de la derecha), se accede a información más amplia. Si os interesan, mandadme un correo a esta dirección:
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martes, 27 de octubre de 2015

Demencia

   Lo que podríamos llamar FSIC, o sea, Frente Surrealista Independentista Catalán, formado por una pintoresca alianza entre Junts pel Sí y la CUP, ha dado hoy un nuevo paso en su demencial deriva hacia lo imposible (y quizás hacia un gravísimo conflicto que parecen buscar con ahínco) firmando en el parlamento catalán un acuerdo para poner en marcha de forma efectiva la independencia de Cataluña. Este acuerdo incluye unos términos y unas propuestas ya tan explícitamente inadmisibles que ha forzado la inmediata respuesta del presidente del Gobierno, bajo la forma de un comunicado breve y rotundo en el que declara que nada de lo acordado por el FSIC podrá llevarse a efecto. 
   La primera respuesta a este comunicado por parte del FSIC ha venido de boca de Neus Munté, vicepresidenta de la Generalitat, quien ha estimado que Rajoy habla así porque está en campaña electoral y que el acuerdo no es ninguna provocación, sino la obediencia democrática al mandato de las urnas. Se ha mostrado además entristecida por que se hable de provocación e insinúa que la respuesta gubernamental es una falta de respeto a la democracia y la libertad de expresión. ¿Habla en serio esta señora? En caso afirmativo, habrá que entender que padece en grado avanzado una demencia muy común entre los fanáticos: la de creerse al cien por cien sus propios delirios. También pudiera ser que no hablase en serio, en cuyo caso sería ella la que estaría faltando gravemente al respeto de la ciudadanía, a la que parece tomar por imbécil; en el clima de discordia cada vez más creciente que están creando los propios independentistas, este tipo de bromas dejaron de tener gracia hace tiempo. 
   Parece ser, sin embargo, que la demencia es contagiosa. Durante todo el día de hoy, la SER ha estado tratando este asunto reprendiendo al FSIC que planea desastres y también al presidente del Gobierno que ejerce su obligación de advertir que no va a permitirlos; hace algo más de una hora, Àngels Barceló iniciaba su edición con una entrada en la que le reprochaba a Rajoy que no dialogase. ¿Pero de verdad se creen en la SER que es pertinente que el presidente de un Gobierno dialogue con quienes albergan proyectos como los del FSIC? ¿O acaso lo dicen solo para desgastar a Rajoy? Si es así, me parece una frivolidad bastante demencial, en la que la SER lleva empeñada ya demasiado tiempo. Es, además, bastante estúpido criticar a Rajoy por una cosa que está haciendo bien, cuando tiene por ahí unas cuantas que ha hecho bastante mal.   

martes, 13 de octubre de 2015

Batasunización

   Hoy hemos conocido la patética actuación ante los tribunales de Irene Rigau, aunque no ha sido ninguna sorpresa, porque el personaje no hacía esperar nada mejor. Cuando le han preguntado por el referéndum aquel de ahora hace un año por el que tanto pecho sacaron ella y todo el independentismo, ha optado por no dar la cara de la manera más sonrojante.  Ella no organizó nada. Ella (que parece ser que no era nadie) solo informó de que los colegios podían usarse para el referéndum-piñata. Los que lo organizaron todo fueron los voluntarios. ¿Estos son los líderes del independentismo? ¿Así asumen sus proyectos? ¿"Donde dije digo, digo Diego"? ¿"Yo no fui, fueron ellos"? Una rata abandonando un barco seguro que demuestra mucha más dignidad, contentos habrán quedado los voluntarios a los que doña Irene Rigau endosa las responsabilidades.

   Ya desde el primer momento la escenificación tuvo algo de farsa grotesca: esa aparición con carita de víctima y rodeada de todos esos notables del catalanismo, andando a pasitos de hormiga, como si alguien se la fuera a comer. Pero, con todo, lo peor no ha sido eso, lo peor ha sido el poco tranquilizador sitio al que varios centenares de correligionarios suyos han sometido al Palacio de Justicia donde esta señora declaraba y la posterior serie de concentraciones y manifestaciones en rechazo de la llamada a declarar de Mas, Ortega y Rigau, reacción que constituye una auténtica desmesura. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha descalificado, y con toda la razón, este amenaza contra la independencia del poder judicial, inaudita en un país civilizado, que es la enésima muestra del inadmisible camino de crispación que han tomado los independentistas, acaudillados por Artur Mas. 
   El independentismo catalán lleva ya algún tiempo demostrando su convicción de que la única ley que vale es la de la calle, dictada, por supuesto, por las manifestaciones que ellos mismos organizan. En Cataluña estamos asistiendo a una cada vez mayor batasunización de la política, impulsada desde el propio gobierno autonómico, un disparate más. A mí esta situación me preocupa, aunque está claro que no pasa nada y es que yo soy bastante idiota. Llevo tiempo diciendo que esto puede acabar muy mal, porque la batasunización -todos en España lo sabemos- es una cartilla política catastrófica, además de repugnante. Insisto, de todos modos, en una cosa: de los resultados a que nos lleve esta espiral de conflicto, solo podremos hacer responsables a quienes la crearon y la alientan, y esos son únicamente los independentistas: acharcárselo a otros, como están haciendo algunos con un cálculo político tan miope como estúpido, es una irresponsabilidad y una bajeza.  

jueves, 8 de octubre de 2015

Permítame que me carcajee, Sr. Maroto

   Si en algo estoy de acuerdo con Artur Mas (que habló tímidamente de esto hace algún tiempo y, como suele sucederle a todo aquel que osa hacerlo, le cayó encima un fuego graneado), es en que el asunto del cupo navarro y los conciertos vascos deberá ser revisado más temprano que tarde, si es que de verdad queremos que reine la armonía en la fiscalidad de las comunidades autónomas, armonía que será imposible mientras existan esos dos regímenes tan escandalosamente privilegiados. Viene esto a cuento porque, últimamente, parece que han empezado a cuestionarlos desde el PSOE y Ciudadanos, con la consecuente oleada de furibundas reacciones en contra desde los tradicionales sectores de los territorios implicados, que ven como un sacrosanto derecho legitimísimo e inalienable lo que a otros nos parece más bien un desafuero. Íñigo Urkullu habla de ataque a un sistema pactado y legal y de inadmisible traspaso de una línea roja, lo cual sorprende en el presidente de un partido como el PNV, que para otras cosas de muy gran calado no se ha mostrado muy escrupuloso ni con los ataques a la legalidad ni con el traspaso de líneas rojas. En Navarra, Uxue Barkos se ha tapado la nariz y se ha mostrado dispuesta a pactar hasta con la mismísima UPN (que, por cierto, de entrada, no ha dicho que no, se ve que la pela es la pela en todas partes, y no solo en Cataluña) en defensa de este régimen que, me figuro, le de debe de parecer el colmo de la legalidad, una legalidad que, ¡oh, paradojas!, en otras ocasiones esta señora ha demostrado no apreciar mucho.
   Leo hoy que Javier Maroto, vicesecretario del PP en el País Vasco, ha declarado que el concierto vasco es "una línea roja muy importante que no se debe tocar", empleando, por cierto, casi las mismas palabras que anteriormente había usado Urkullu, lo que presumo que no debe de hacer mucha gracia en el seno del PP. El señor Maroto ha usado las habituales endebleces para defender la legitimidad del concierto vasco, pero ha añadido algo que me parece sensacional: según él, este es un arriesagadísimo sistema que ha de estar a las duras y a las maduras, lo que se traduce en que, si alguna vez al País Vasco le vinieran mal dadas (lo que no se ha producido en los lustros que llevamos con este sistema, ¿por qué será?), se tendría que sacar las castañas del fuego él solito, sin poder pedir ayuda al gobierno central. ¡Ja, ja, ja, ja!, permítame que me carcajee, señor Maroto: ¿alguien puede de verdad creerse eso que dice usted? ¿Alguien puede creer que en esta España de no asunción de responsabilidades podría llegar a darse una situación así? No quiero ni imaginar el pollo que agitarían los de siempre en el País Vasco si, en una situación de venirles mal dadas, esos de ahí abajo no les ayudásemos a sacar las castañas del fuego, o se las sacásemos todas directamente, en cumplimiento, por supuesto, de nuestra inobjetable obligación, porque ¿quién se cree que, en tales circunastancias, el PNV, el PSE o el PP vasco iban a sacar a relucir las obligaciones que supuestamente le imponen al País Vasco los conciertos? Yo desde luego, no.
   Está muy bien que se abra este melón, al que sin duda habrá que hincarle el diente. Algunos de los que no quieren ni oír hablar de ello son de esos que no han parado de invocar la necesidad urgente de reformar la Constitución, a la que, curiosamente, para este asunto consideran intangible. Así es este país nuestro, del que algunos quieren largarse... menos para lo que les conviene quedarse.

martes, 6 de octubre de 2015

Con diez camiones por banda

   Parece ser que, en los últimos días de la campaña electoral de Cataluña, circuló el rumor de que el Banco de España estaba sacando a todo meter (¡qué paradojas más geniales adornan los escritos del guachimán!) la pasta de su sede de Barcelona, para lo cual utilzaba una flotilla de diez camiones. Se aseguraba que, ante la posibilidad de que Cataluña se independizase, por si acaso (solo "por si acaso"), la entidad que oficia como máxima autoridad bancaria de nuestro país, tomó la decisión de poner a salvo el oro español, no fuera a suceder lo que en el 36, que acabara apoderándose de él una horda revolucionaria. El rumor tenía sus aderezos; así, se aseguraba que el fantasmal convoy actuó en secreto y con nocturnidad, cosa lógica, ya que tan delicada operación de estado no podía ponerse en riesgo por una indiscreción: ¿os imagináis que hubiera sucedido esto?




 Resultado de imagen de convoyes de camiones

La aviación de la República Independiente de Catalunya 
destruye el convoy del Banco de España
    No es más que un supuesto, claro, pero preferible evitar riesgos. Bueno, amigos, la realidad es que sí hubo camiones, o, para ser exactos, furgones, y hay fotos de ellos, aquí tenéis una:

    ¡Qué decepción!: ni plan secreto, ni bombardeo de la aviación catalana, ni na de na. Ni siquiera eran camiones, sino simples furgones blindados, de los que se usan habitualmente para el traslado de fondos, como aclara la noticia de la que saco la foto
    ¿El Banco de España llevándose la pasta de Barcelona el 23 de septiembre por si el 27 ganaba Mas, se declaraba ipso facto la independencia y se la quedaba el Estat Catalá? ¡Qué broma! Ya hubieran querido los de Junts pel Sí que hubiera ocurrido semejante disparate, porque hubiera representado que una de las instituciones españolas más importantes reconocía implícitamente que era viable ese imposible de la independencia. ¡Menudo favor! Pero a nadie se le ocurrió la insensatez de hacérselo, claro.
   Las leyendas urbanas es lo que tienen: en cuanto escarbas un poquito en su (in)coherencia, se derrumban hechas trizas.