No soy amigo de interpretar la historia ni la política en claves conspiratorias, pero, viniendo del nacionalismo vasco, dada la ejecutoria que presentan sus formaciones estrella, estoy abierto a esperarme cualquier bellaquería y sucede que, últimamente, está envuelto en tantas noticias y operaciones que uno empieza a preguntarse si, lejos de tratarse de episodios inconexos, no estarán ligados en una estrategia premeditada y nada casual. Las marcas políticas del nacionalismo vasco se encuentran en muy mal momento y les urge una revitalización, porque la miseria es muy mala compañera, y más si se añoran los días dorados de Ibarrretxe, del pacto de Estella, de las arbitrariedades de Balza, ¡qué tiempos aquellos! En cambio ahora, ¿qué hay?: ETA, en caída libre; Batasuna, frita y refrita por esa odiosa ley de partidos que la tiene en la que debería haber sido siempre su zahúrda natural, la ilegalidad; el PNV, despojado del trono de Euskadi y suspirando por él como suspiraba por la Alhambra aquel moro fantasma de la vieja canción.
Así no hay forma: el glorioso nacionalismo vasco necesita cuotas de poder. Y sucede que la coyuntura política ha puesto a su alcance algunas parcelas donde pillar tajada. Así, para el PNV se presenta la ocasión de sacar sus réditos a cambio de apoyar a Zapatero en la aprobación de los presupuestos de esa España-chollo a la que tanto van a añorar como algún día se independicen, mientras que, para los batasunos, una vez más, se acerca una posibilidad de enganchar fondos (también de las repulsivas arcas del estado español, miren por dónde) si consiguen colocar concejales en los ayuntamientos, pero ocurre que, para eso, necesitaría ser legal, lo que no es el caso, de modo que se presenta, como ya ha sucedido en ocasiones anteriores, la gran cuestión: ¿qué subterfugio se puede hallar para ser legalizados y pillar pasta y concejales?
La hipótesis que voy a presentar ahora parte de mi convicción de que estos grupos siempre han jugado en equipo, convicción que no es caprichosa, sino que viene abundantemente avalada por experiencias anteriores. Lo que planteo es que, cuando al PNV se le abrió una vez más la oportunidad de agarrar las riendas a través del pacto presupuestario, se puso en marcha el mecanismo de agregación de beneficiados, no por generosidad, sino por conveniencia. Si el PNV, podía "pillar" en Madrid, bueno sería que la prima Batasuna "pillase" también en Euskadi, porque ya se sabe que así "pillaría" también la pobre tía ETA, que está tan necesitada. El siguiente paso de ese mecanismo puesto en marcha fue el comunicado de EA y Batasuna pidiendo a ETA no se sabe muy bien qué, pero pretendiendo con ese papelucho dos cosas: la derogación de la Ley de Partidos y la consiguiente posibilidad de que Batasuna concurriese a las municipales. Al servicio de este propósito estaría también el tercer paso: el nebuloso comunicado en que ETA acaba de anunciar que dejaría las armas... en las condiciones que solo ella sabe, con lo que subliminalmente lo que quieren decir, más o menos, es: ahora que hemos demostrado lo buenos chicos que somos, a cambio, dejen ustedes que Batasuna participe en las elecciones. Supongo que quienes tengáis buena memoria recordaréis que esto ya se hizo en la última tregua, y funcionó. El cuarto paso y colofón lo pone el nacionalismo democrático (?), es decir, el PNV, con su fantasmagórico comunicado de hoy, que no es ni más ni menos que el elemento de ambientación de otras veces: para dar verosimilitud a la comedia, el actor que se ha puesto la máscara de buen chico finge estar muy indignado con ETA, pero, nótese, no se muestra remiso a aceptar la pildorita envenenada de Batasuna, lo que equivaldría a decir que no le importaría -de hecho, lo ha defendido siempre- que esta formación se presentase a las elecciones municipales, sin pararse a reflexionar demasiado en lo que los batasunos hacen con los fondos que les llegan cuando tienen concejales.
En definitiva, lo que pregunto es esto: ¿no estaremos ante un gran circo, una nueva estrategia coral en la que, a base de crear falsas expectativas, los nacionalistas vascos se están apoyando entre sí para sacar todos tajada y poder seguir siendo fuertes en su estrategia común? No estaría de más que nuestros gobernantes tomasen precauciones ante esta hipótesis, porque las tajadas que saca el PNV suelen llevar el sello de la insolidaridad, mientras que las que sacan Batasuna y ETA se destinan directamente a sus planes criminales. Ojo: algunos forman equipo aunque quieran aparentar otra cosa.