Libros que he publicado

-LA ESCUELA INSUSTANCIAL. Sobre la urgente necesidad de derogar la LOMLOE. -EL CAZADOR EMBOSCADO. Novela. ¿Es posible reinsertar a un violador asesino? -EL VIENTO DEL OLVIDO. Una historia real sobre dos asesinados en la retaguardia republicana. -JUNTA FINAL. Un relato breve que disecciona el mercadeo de las juntas de evaluación (ACCESO GRATUITO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA). -CRÓNICAS DE LAS TINIEBLAS. Tres novelas breves de terror. -LO QUE ESTAMOS CONSTRUYENDO. Conflictividad, vaciado de contenidos y otros males de la enseñanza actual. -EL MOLINO DE LA BARBOLLA. Novela juvenil. Una historia de terror en un marco rural. -LA REPÚBLICA MEJOR. Para que no olvidemos a los cientos de jóvenes a los que destrozó la mili. -EL ÁNGULO OSCURO. Novela juvenil. Dos chicos investigan la muerte de una compañera de instituto. PULSANDO LAS CUBIERTAS (en la columna de la derecha), se accede a información más amplia. Si os interesan, mandadme un correo a esta dirección:
repmejor@gmail.com

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martes, 25 de mayo de 2021

Y el tío va y se pone a hablar de 2050

     Cuando España andaba enredada en asuntillos como la irrupción entre folklórica y dramática de una tromba de 8.000 inmigrantes ilegales por una playa de Ceuta, un conflicto diplomático con Marruecos neciamente inducido, la formación de un gobierno regional catalán que vocifera sus amenazas separatistas, un paro juvenil del 37'7% o una pandemia en declive pero aún viva, como si tuviera poco que resolver en 2021, el presidente del Gobierno va y se pone a hablar de 2050. La escenificación de esta enésima venta de humo -una más de las galas comerciales tras las que este gobernante acostumbra a esconder su vacío-, todos la habréis visto, así que entraré directamente en las profecías del documento, porque esa es la única palabra que cuadra a una tomadura de pelo que se puede refutar con solo una sencilla pregunta: ¿cómo sabe usted lo que va a pasar dentro de 29 años? Hace falta tener desfachatez para despacharse con un trampantojo así y ya es el colmo que su artífice, para colgarse sin el menor sonrojo medallas que no le corresponden, lo equipare con la Transición de los años 70, hito histórico en el que lo que se abordó sin dilaciones y con hechos reales y verificables fue el paso de una dictadura a una democracia. 

    ¿Cómo sabe Sánchez que el 50% de los españoles tendrán estudios superiores? ¿Cómo sabe que la jornada laboral de 2050 será de 35 horas, cuando nadie en su sano juicio sería capaz de decir cómo será la de 2022? Este es el tenor de la ensoñación, que retrata muy bien a su autor. Pero hay cosas aún peores: partiendo de la premisa de que España tendrá reducida su fuerza de trabajo -cínico eufemismo para esconder el estoicamente esperado envejecimiento de la población- Pedro Sánchez propone la entrada de entre 191.000 y 255.000 personas por año, lo que arrojaría sin contar con el actual la llegada hasta 2050 de entre 5.539.000 y 7.395.000 inmigrantes. ¿Cómo sabe que van a ser esas las cifras? ¿Por qué está tan seguro de que van a ser las convenientes? ¿No se le ocurre otra solución para "limitar la reducción de la fuerza de trabajo"? ¿Qué hay, por ejemplo, del fomento de la natalidad? Recuerdo muy bien que en las últimas generales el PSOE fantaseó con esta medida. No sé, a lo mejor sería demagogia, o mentiras. ¿Dirá Sánchez alguna verdad antes de abandonar el gobierno? Debería darse prisa, porque cada vez huele más a expresidente. 

    Si descendemos al terreno de las medidas concretas (por decirlo de algún modo), nos encontramos con un buen puñado de inventos desagradables envueltos en papel de celofán. Así, en el capítulo medioambiental, todo avance o novedad se presenta vinculado a un impuesto: subidas fiscales en general, impuesto sobre los hidrocarburos para fomentar el coche eléctrico, modificación de la fiscalidad sobre la compra de vehículos, gravamen sobre los residuos (cuya gestión quedará a cargo del consumidor), impuestos verdes..: Sánchez nos cuela una granizada fiscal envuelta en un caramelito verde. Y no olvidemos que ya tiene muy perfilado el peaje hasta para los caminos de cabras, un abuso muy difícil de disfrazar: es cobrarnos por vías muy amortizadas, algunas, centenarias o casi, por no hablar de la fiscalidad que ya soportan los vehículos, incluido un impuesto llamado de circulación.

    En lo que se refiere al capítulo laboral, esta es la utopía que nos tienen preparada de aquí a 2050 Pedro Sánchez e Iván Redondo, no Donald Trump ni Margaret Thatcher: pensiones privadas, elevación de la edad de jubilación y frases como estas para optimizar el mercado laboral: "El empleo por cuenta ajena y a tiempo completo va perdiendo peso"; "Ganarán relevancia los autónomos, los freelancers y los trabajadores on-demand". Quiero recordar que propuestas idénticas fueron las que se encargó de sembrar el PP allá por 2011, para crear el caldo de cultivo apropiado para descargar la cotización a la seguridad social exclusivamente sobre el trabajador y para vender esa reforma laboral que ahora cínicamente critica el PSOE. No estará de más señalar también que sobre pilares como estos se sustentó la aparición de una nueva categoría laboral: el precariado. ¿De qué van Sánchez, Redondo y el Gobierno que padecemos?  

    Llegamos por fin al capítulo de la vivienda, asunto acerca del cual no he visto que el proyecto mencione una sola medida para acabar con un gravísimo problema, la okupación, aunque también es verdad que no me he leído sus 676 páginas, que sin duda serán apasionantes. Es este un capítulo particularmente vago, con referencias nada claras a fiscalidad favorecedora del alquiler y utilización de viviendas vacías, más una serie de inconcreciones demagógicas referidas a la vivienda pública, aunque sí hay una medida muy zapateril y expresada en términos fashion: la apuesta por el cohousing, presentada además como una forma de hacer nuevas amistades: ¿qué más pueden pedir quienes aspiren a tener un techo bajo el que cobijarse?

    En efecto, queridos: no hay una sola cosa que ilusione. ¿Esto es lo que Redondo y Sánchez nos tienen preparado para 2050? Pues se lo pueden quedar para ellos. Está claro que  están en decadencia, ya están perdiendo hasta la capacidad de embaucar. La joven escritora Ana Iris Simón les ha hablado de cosas que sí podrían ilusionar y de paso ha puesto el dedo en algunas llagas: facilitar el tener hijos, recuperación de la España rural, fomento de la natalidad, creación de empleo para los jóvenes, lucha contra la precariedad laboral, defensa de la familia, recuperación de nuestro tejido productivo... Cosas efectivas y tangibles, de esas que hacen que la vida y las personas prosperen, pero, claro, esas cosas se consiguen con trabajo, acuerdos positivos, anteposición de los intereses generales a los particulares e inconfesables y una elección adecuada de los aliados políticos. Justo lo contrario de lo que está haciendo Sánchez, por eso, cuando tiene la desafortunada ocurrencia de ponerse a vender futuros, le sale una birria como el plan España 02050. 

sábado, 8 de mayo de 2021

Miquel Iceta y el acceso a la función pública

     El pasado 22 de abril, Miquel Iceta, ministro de Administración Territorial y Función Pública, compareció en el Senado para explicar algunos proyectos inmediatos acerca de esta última. Entre esos proyectos, aparte de deslizar la desafortunada afirmación de que en nuestro Estado "las técnicas federales son la mejor guía para solucionar los problemas", incluyó un Plan de Captación de Talento que sembró mucha inquietud, ya que, bajo esa  etiqueta, que no es más que el pretencioso nombre que le ha puesto a la selección de funcionarios, se ocultaban indicios de que pretende imponer procedimientos de ingreso más fáciles. 

    La verdad es que resulta bastante tediosa esa insistencia de los políticos en la pirotecnia verbal vana. ¿A qué viene eso de llamar captación de talento a la selección de personal de toda la vida? ¿Por qué se ha decantado Iceta precisamente por ese titulito para su plan? ¿Acaso presupone que los sistemas vigentes hasta ahora están destinados a captar la mediocridad? De ser así, estaría insinuando que esta impera entre los actuales millones de servidores públicos -que tendrían derecho a sentirse ofendidos-, pero podemos estar tranquilos los españoles, porque ese dislate él y su Gobierno, en un nuevo alarde de coherencia, lo van a remediar poniendo pruebas más fáciles. Esta tendencia a la mistificación y a vender como novedosa maravilla lo que se cae por su propio peso que vemos ya en el título de la presentación permanece en todo su desarrollo. Empecemos por estas palabras:

    El ministro ha facilitado datos que justifican la necesidad de incorporar el talento joven: en 10 años, el 51% del personal de la AGE se habrá jubilado y apenas el 12% del personal tiene hoy menos de 40 años

    ¡Pues claro!, las plantillas envejecen y hay que renovarlas, eso se ha hecho siempre y para ello se ha buscado siempre a los  aspirantes más capacitados. ¿Qué novedad hay aquí? ¿La de añadir el término "talento" como concesión a la demagogia y al halago? Hojarasca verbal, falsificación, repito, dos de los vicios del zapaterismo que el sanchismo ha heredado con toda naturalidad.  Y en cuanto a lo de los menores de 40 años, es un mero dato objetivo que no es ni bueno ni malo, salvo si uno padece aquella enfermiza efebocracia que caracterizaba al zapaterismo, ¿será también el caso de Iceta? A la hora de concretar su replanteamiento de los mecanismos de selección, ha señalado que busca perfiles que tengan vocación real de servicio público, una nueva perogrullada, porque ¿qué otra cosa se puede buscar en alguien que aspira a ser funcionario? Pero esta vaciedad tiene su calado y no creamos que es bienintencionda, porque tiene su modelo en los disparates que en su día dijo Isabel Celaa cuando le tocó hablar de la selección del profesorado. Tiene además las mismas motivaciones torcidas; cuando la ministra de educación quiso defender la eliminación del actual sistema de oposiciones, se apuntó sin pestañear a unas tesis tan falsas como miserables del pedagogismo de las que se infería que con el sistema de oposición no se seleccionaba ni a los más capacitados ni a los más inclinados hacia la enseñanza, cosa que sí se conseguiría al parecer, con los disparates que ellos proponen. Las mismas trampas y desprecios a los profesionales, como se ve, pero, lamentablemente, este no es el único paralelismo que existe entre lo que está ya muy arraigado en la educación y lo que ahora pretende Iceta. 

    Luego ha añadido que "necesitamos un acceso a la función pública en el que se tenga más en cuenta la capacidad y la aptitud y menos la habilidad memorística", afirmación para la que encuentro algún desarrollo en una noticia de "El Mundo", con explicaciones no sé si del propio ministro o de su gabinete. Sostienen que el alto contenido en pruebas memorísticas presente en las oposiciones las hace poco atractivas para los jóvenes universitarios (descarado embuste que desmentiría la alta afluencia de aspirantes a cualquier convocatoria), lo cual vinculan con el hecho de que estén acostumbrados a un sistema educativo que "se focaliza cada vez más en la adquisición y desarrollo de competencias genéricas, críticas y creativas". A esta menestra de sinrazones vendidas como razones le colocan este colofón: que la fuga del talento ante tanta dureza hace que, en las oposiciones libres a los cuerpos superiores, se cubra menos del 70% de las plazas. 

    Y se quedan tan anchos. ¿No debería el cruce de estos síntomas, en lugar de llevarnos a suavizar los procesos selectivos para la función pública, hacernos pensar que quizás tengamos un sistema educativo deficiente? Los que llevamos años batallando dentro de la escuela contra la vergonzosa cruzada contra el conocimiento y el esfuerzo nos conocemos ya muy bien la retórica de los que la impulsan, por lo cual estamos al cabo de la calle sobre esto: los ataques a lo memorístico y a la memoria no son más que un arma usada de forma artera. A lo largo de un proceso que tiene al menos medio siglo, los defensores de las peores propuestas educativas, esos que han impuesto en España un sistema demencial, primero la desprestigiaron con los procedimientos que no voy a repetir aquí, para luego convertirla en arma fácil contra toda propuesta educativa seria -contraria por tanto a sus espejismos-, esas que requieren estudio, esfuerzo y memoria. Que ahora, después de haber dañado gravemente a nuestra enseñanza, sus cómplices actuales en la Administración utilicen el desastre que ellos han perpetrado como justificación para hacerlo extensivo a los sistemas de selección de empleados públicos es el cínico remate de una aberración. Si de nuestras universidades salen demasiados titulados que aborrecen la memoria (o sea, el conocimiento y el estudio) y por tanto mal preparados, ello no debería inducirnos a seguir demonizando a tan esencial capacidad humana, sino a liquidar un sistema que deja a demasiados alumnos con una formación deficiente. Por otra parte, entre las falsedades que repite sin cesar el pedagogismo está esa de oponer memoria a creatividad, sentido crítico y mil virtudes más, pero ninguna de ellas está ausente en esos buenos estudiantes que utilizan su memoria para aprender, mientras que, por el contrario, la presuposición de que en los demás van a surgir por arte de magia del aprender a aprender y demás pamplinas es una pura estafa. El estudio no atrofia el surgimiento de otras virtudes, sino que lo potencia. Sería una atrocidad que el aberrante sistema logsiano, esa malcrianza que consiste en premiar a los alumnos por no hacer nada, lo trasladásemos a la selección de los servidores públicos, porque equivaldría a seleccionar a los peores, lo contrario de lo que hipócritamente predica Iceta. 

    El PSOE ya se cargó la educación, esperemos que ahora no se cargue la función pública. Es pronto para sacar conclusiones, porque Iceta ha anunciado que el plan lo presentará de forma más perfilada en septiembre, pero lo avanzado deja una pésima impresión, y eso que es poco. Esperemos que el documento final sea mejor o que el engendro que salga de este embrión nunca llegue a implantarse. 

miércoles, 5 de mayo de 2021

Patada (y de las buenas) a Sánchez en el culo de Gabilondo

     Como es de rigor al comentar unas elecciones, lo primero que hay que hacer es constatar quién ha sido el vencedor y felicitarle, y en el caso de las elecciones de hoy en Madrid no cabría duda de que el vencedor ha sido el PP, si no fuera porque hoy no ha habido vencedor, sino vencedora, Isabel Díaz Ayuso, y por tanto debe ser ella la destinataria de las felicitaciones, que se hacen extensivas a su partido. Hay que destacar además que la izquierda ha sufrido un importante descalabro, que Ciudadanos ha desaparecido del parlamento madrileño y que el PSOE, es decir, Pedro Sánchez antes que Ángel Gabilondo, ha salido seriamente dañado. Con el 99'39% de los votos escrutados, los resultados (que os transcribo junto a los de las anteriores elecciones) han sido los siguientes:

 Partido 

 Elecciones 2021

 Elecciones 2019

 PP

 65 (1.610.958 - 44'72%)

30 (719.852 -  22'23%)

 Más Madrid

 24 (611.100 - 16'96%)

20 (475.672 - 14'69%)

 PSOE

 24 (607.295 - 16'86%)

37 (884.218 - 27'31%)

 Vox

 13 (328.851 - 9'13%)

12 (287.667 - 8'88%)

 Unidas Podemos - IU

 10 (259.663 - 7'21%)

 7  (181.231 - 5'6%)

 Ciudadanos

  0  (128.379 - 3'56%)

26 (629.940 - 19'46%)

    Es necesario señalar que en 2019 la participación fue de un 64'27% (3.251.386 votos), mientras que en 2021 ha sido de un 76'24% (3.624.693 votos). Este incremento de la participación se convierte en un dato significativo, sobre todo, en aquellos aspectos en los que se vea combinado con diferencias considerables en crecimiento del apoyo electoral o en las distancias entre opciones. Veamos este cuadro:

Concepto

2019

2021

Participantes y porcentaje

sobre el censo electoral

3.251.386 (64’27%)

3.624.393 (76’24%)

Votos  y porcentaje

PP + Ciudadanos + Vox

1.637.459 (50’36%)

2.068.188 (57’06%)

Votos y porcentaje

PSOE + Más Madrid + Podemos

1.541.121 (47’39%)

1.478.058 (40’78%)

Escaños  y porcentaje

PP + Ciudadanos + Vox

68 (51’51%)

78 (57’35%)

Escaños y porcentaje

PSOE + Más Madrid + Podemos

64 (48’48%)

58 (42’64%)

     Podemos extraer de él interesantes datos y conclusiones, incluso aunque las cifras estén por un poquito aún incompletas. El incremento en votos de las elecciones de ayer con respecto a las de 2019 ha sido de 373.007; si comparamos las dos opciones en liza, el descenso de la izquierda ha sido de 63.063, mientras que la derecha lo que ha hecho ha sido subir, y mucho: 430.729 votos. Primera inferencia: fue ilusoria aquella convicción de los partidos de izquierda de que, si aumentaba mucho la participación, ellos saldrían beneficiados y hasta podrían ganar, porque ha sido justo al revés. Segunda inferencia: el hecho de que la izquierda, aun habiendo aumentado sustancialmente los votos emitidos, haya experimentado un retroceso en el número de sufragios recibidos solo puede interpretarse de una manera: el principal factor de su derrota ha sido la debilidad de sus propuestas, justo lo contrario que la derecha, que ha incrementado sus respaldos en un número de votos que supera incluso al aumento registrado de una consulta a otra. Es curioso: los 430.739 votos que ha ganado equivalen casi casi a los 436.070 que suman entre lo perdido por la izquierda y el incremento habido entre 2019 y 2021. No hay duda: en Madrid, mientras que la izquierda ha decepcionado, la derecha ha ilusionado, alguien debería reflexionar muy seriamente sobre esto, más aún, si se tiene en cuenta que la diferencia que separa hoy a ambas opciones es de 590.130 votos, es decir, un 16'28% de los emitidos, lo que se traduce en 20 escaños y un 14'71% de la representación parlamentaria. Deberían hacerse los señores Iglesias, García, Gabilondo y Sánchez (y algunos otros, como los firmantes del manifiesto infernal) esta pregunta: ¿ha sido inteligente su obsesión con esa paranoia particular suya de que Madrid está amenazada por el fascismo?

    La izquierda ha pagado en estas elecciones un precio muy ajustado a sus errores, no solo porque hayan sido de bulto, sino porque los más significativos han tenido que ver con algo muy grave: el juego sucio, en el cual, siento decirlo, algunos de sus sectores se han revolcado con delectación. La raíz remota de estas elecciones, no lo olvidemos, fue una jugada sucia: el intento de dinamitar el gobierno autonómico murciano promoviendo la traición de uno de sus miembros, Ciudadanos, una jugada infame promovida al parecer por José Luis Ábalos y bendecida como no podría ser de otro modo por Pedro Sánchez. La puñalada trapera erró y encima les ha salido muy cara, con lo que me figuro que hoy Inés Arrimadas, Ábalos, Sánchez y Redondo estarán tirándose de los pelos. El precio que ha pagado Ciudadanos por prestarse a esta operación tan indigna como disparatada ha sido altísimo, porque esta formación tal vez acabe desapareciendo por esto, pero consuela saber que ha habido justicia para todos, porque el instigador no se ha ido de rositas, ya que, además de fracasar en Murcia, el revolcón que se ha llevado el PSOE en Madrid no solo ha supuesto un serio escarmiento, sino que quizás represente el principio del declive de su actual hegemonía política. Y estos sucios orígenes, como en los folletines, han contaminado de suciedad todo lo que vino después. Sucio fue el intentó de Ábalos (pasmoso si no viniera de él) de hacer ver que en Murcia quien jugó sucio fue el PP; sucia fue la descalificación que la izquierda lanzó sobre Ayuso cuando esta convocó elecciones anticipadas, cuando con ello lo único que hacía era defenderse de una más que probable maquinación similar a la de Murcia; sucia, patética y barriobajera fue la intentona de abortar la convocatoria electoral mediante la presentación de una moción de censura tramposa que lo único que hizo fue poner en evidencia la catadura y el miedo de sus promotores; sucias fueron las descalificaciones de Sánchez y algunos esbirros suyos como el desleído Illa contra Ayuso y cualquier cosa que hiciera; sucia ha sido la satanización constante del adversario, esa repugnante insistencia en el infundio de que el PP y sobre todo Vox son de extrema derecha, infundio que, como a menudo sucede con la calumnia insistente, está dando asomos de empezar a volverse contra quienes lo vomitan; sucias han sido las mentiras constantes en este y otros capítulos; sucia ha sido la reiterada violencia ejercida sobre Vox; sucio ha sido incrementar esa suciedad con la desvergüenza de calificar de fascista al partido al que se estaba agrediendo; sucia hasta la náusea ha sido la probada participación de colaboradores de Pablo Iglesias en la violencia contra Vox; sucio fue el esperpento de la navajita en que la ministra (o lo que sea ahora) Maroto se cubrió de gloria, junto con otras glorias como Yolanda Díaz o Adriana Lastra; sucias han sido las ocultaciones de Marlasca, junto con su participación en mítines en  los que ha insultado a otro partido, ¡un ministro en ejercicio!; sucio hasta hacer que parezca limpia la palabra "sucio" ha sido Félix Tezanos... Este último señor ya es para echarle de comer aparte: compárense las previsiones de su CIS con lo que ha ocurrido en realidad; tómese en consideración que ha seguido haciendo estudios para su jefe cuando ya no se podían publicar; reflexiónese, sobre todo, en torno a la estupidez, la soberbia y la suciedad que hacen falta para, ¡siendo el presidente del CIS y en la jornada de reflexión!, no solo publicar un artículo acerca de la consulta, sino además permitirse en él atacar a uno de los partidos e insultar a sus votantes y a una candidata que es, además, la presidenta de una comunidad autónoma. 

    Estos son los límites de suciedad a los que ha llegado la izquierda en estas elecciones, por lo cual debemos congratularnos todos del correctivo que le hemos administrado los madrileños. Por higiene democrática, por decencia, por sentido común y por el progreso de la nación, a una izquierda como la que tenemos hoy en España hay que mantenerla lo más alejada posible del poder. No es posible seguir así; no son admisibles en un país civilizado, adelantado y democrático responsables de lo público como el Tezanos ese, que, a la incompetencia e indecencia ya conocidas, ha unido ahora una grosería y una soberbia de capataz de ingenio azucarero; no es posible que sigamos con gobernantes (porque todas las suciedades que he enumerado arriba han sido perpetradas por personajes con responsabilidades de gobierno o muy próximas) capaces de tanta suciedad; no es posible que un gobierno utilice el BOE para atacar a un partido rival; no es posible que el Gobierno y las cuadrillas obscenas con que se alía ataquen a la Justicia; no es posible lo de Plus Ultra... Esto tiene que parar ya, estamos llegando a unos límites demasiado tóxicos de envilecimiento político. Tienen que irse, han llegado muy lejos. Por eso ha estado muy bien el resultado de estas elecciones. Cuando, al poco de que se convocasen, Pablo Iglesias se marcó su volatín de abandonar la vicepresidencia para aterrizar en ellas, Isabel Díaz Ayuso se permitió el chiste aquel de decir que los españoles le debemos una: la de haber conseguido que Iglesias abandonase el Gobierno; hoy resulta que le debemos dos, porque este desastroso personaje ha anunciado que abandona también la política, ya veremos desde qué aposento nos va a martirizar a partir de ahora, pero también habrá que ver cómo le van las cosas a él, porque tiene cuentas que aclarar, empezando por esos colaboradores suyos que montan ataques violentos a actos de campaña. ¡Qué personaje más insostenible, qué recital de malas artes nos ha dejado en estos años y en esta campaña, qué exhibición de egolatría y victimismo hipócrita ha dejado esta noche en su despedida! Tiene Razón Ayuso: nos ha hecho dos grandes favores ayudándole a realizar esos planes de fuga que, por lo menos, lo han separado del poder institucional, lo cual no es poco. Ojalá acabemos un día agradeciéndole un tercer favor: el de haber convocado y ganado unas elecciones que sean el primer capítulo de la caída de Pedro Sánchez, verdadero perdedor de esta consulta.