Libros que he publicado

-LA ESCUELA INSUSTANCIAL. Sobre la urgente necesidad de derogar la LOMLOE. -EL CAZADOR EMBOSCADO. Novela. ¿Es posible reinsertar a un violador asesino? -EL VIENTO DEL OLVIDO. Una historia real sobre dos asesinados en la retaguardia republicana. -JUNTA FINAL. Un relato breve que disecciona el mercadeo de las juntas de evaluación (ACCESO GRATUITO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA). -CRÓNICAS DE LAS TINIEBLAS. Tres novelas breves de terror. -LO QUE ESTAMOS CONSTRUYENDO. Conflictividad, vaciado de contenidos y otros males de la enseñanza actual. -EL MOLINO DE LA BARBOLLA. Novela juvenil. Una historia de terror en un marco rural. -LA REPÚBLICA MEJOR. Para que no olvidemos a los cientos de jóvenes a los que destrozó la mili. -EL ÁNGULO OSCURO. Novela juvenil. Dos chicos investigan la muerte de una compañera de instituto. PULSANDO LAS CUBIERTAS (en la columna de la derecha), se accede a información más amplia. Si os interesan, mandadme un correo a esta dirección:
repmejor@gmail.com

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lunes, 27 de junio de 2022

Las cuatro ces (educativas) de La Caixa.

   Lleva una semana o quizás algo más dando vueltas por los medios una campaña de la Fundación "La Caixa" que tiene por título Las 4C para la educación del futuro, las cuales son estas: creatividad, criterio, comunicación y colaboración. Lo primero que se le ocurre a este guachimán es que, tratándose de educación  y de ces, La Caixa ha perdido una gran oportunidad de poner una quinta, la de "conocimiento", que yo juzgo imprescindible y la principal, y me quedo con la duda de si la bancaria fundación la da por supuesta o por cosa del pasado, como sin duda hace la LOMLOE, ley que rige hoy el rumbo de la educación en España. En realidad, la duda de que hablo no es tal, porque, conociendo muy bien la trayectoria de los bancos que se meten en aventuras educativas, sé de antemano que sus propuestas minimizan siempre el conocimiento -aunque en el reportaje que enlazo dejen caer por algún sitio que no es así-, convicción que se confirma cuando me pongo a explorar lo que ahora nos propone la entidad catalana. 

    Y lo primero que encuentro es ese pretencioso vídeo en el que, a los 24 segundos, la señora que figura como profesora ya ha soltado una monumental mentira: que los niños se han pasado alguna vez ocho horas metidos en la escuela, un auténtico clásico de los que quieren demonizarla bajo la falsedad de que es una especie de cárcel, justo lo que se hace en el vídeo. Lo máximo que se pasa un niño o un adolescente en actividades escolares son seis horas, en las que incluyo los recreos; para llegar a las ocho, hay que sumar las de comedor -que ni son de estudio ni tienen todos los centros-, no tergiversemos. A continuación dice: 

Nos costó mucho aprender que entender las cosas era mucho mejor que memorizarlas.

    ¡No podía faltar, el estacazo a la memoria, el clásico de los clásicos del pedagogismo! Parece ser que lo que no entenderán nunca es que solo a base de atesorar concimiento ayudados por la memoria podemos llegar a entender las cosas; parece ser que lo que no entenderán nunca es que basta con su jactancioso desprecio de la memoria para que delaten su absoluta ignorancia sobre lo que es educar.

    Ya solo con esto, la farsa de las cuatro ces queda desenmascarada, pero, si nos molestamos en buscar un poco más, toparemos de nuevo con la típica verborrea resultona pero a la vez vacía de la jerga pedagogista. Deduzco que el proyecto se concreta en una entidad llamada EduCaixa, cuyo actual empeño es la formación de "worldshakers", personas que se caracterizan por tener "iniciativa, liderazgo, curiosidad e inconformismo". "Una voz interna les empuja a cuestionarse el mundo en que viven y EduCaixa busca darles el empujón que necesitan". ¿Psicodelia o esoterismo de feria? O mirad este objetivo: "Generación y transferecia de evidencias: evaluar iniciativas en el ámbito educativo para elaborar evidencias. Y que esas evidencias se conviertan en la base del cambio".  Todo palabrería pringosa, ya digo, la cortina de humo que encubre un espectacular vacío, ya desde esa petulancia del palabro "worldshakers", el ridículo recurso de los que embuten en su cháchara algún término en inglés para hacerse los interesantes. La prueba definitiva la he obtenido entrando en EduCaixa para explorar las experiencia, vídeos, propuestas, ponencias y demás cosas que hay ahí: puedo aseguraros que nada de lo que he visto era para tanto bombo. 

    Desde que empecé a desconfiar de PISA -lo que no significa que condene este programa-, me he preguntado qué pinta una entidad de naturaleza económica como la OCDE enredando en la educación. Recuerdo que hace unos años, en el lamentable periodo de Montserrat Gomendio, le dio por unirse a la fiesta al BBVA, y aún podréis encontrar fotos de Francisco González -nada menos, con lo que salió luego- con ella o con Ángel Gurría. Luego está la fundación educativa del Santander, y ahora, La Caixa, más las que haya por ahí: todas con un denominador común: sus planteamientos coinciden sospechosamente con los del progesismo pedagogista que ha hundido la enseñanza española. ¿Qué pinta tanto banco metido en la educación? ¿Qué altruistas objetivos los atraen hacla ella?

    Que ahora La Caixa se monte una campañita 4C hasta con anuncios a toda página en los priódicos en papel, campañita con los mimbres que os he presentado, me deja un poco perplejo, sobre todo, teniendo en cuenta que la cuestión palpitante hoy en día en nuestra educación es el muy fundado temor de que la LOMLOE despeñe por el barranco de la ignorancia a cuantas generaciones la acaben padeciendo. No he encontrado en las idílicas páginas de 4C ni de EduCaixa nada que denote preocupación por esto, sino más bien todo lo contrario. Otra cuestión palpitante en nuestra educación de hoy es la persecución que la lengua española está sufriendo en Cataluña, Valencia y Baleares: ¿tiene alguna inquietud acerca de esto La Caixa, un banco catalán que trasladó su sede a Valencia a causa de un intento segregacionista promovido por los nacionalistas catalanes juramentados contra el español? Tampoco he visto nada en 4C ni en EduCaixa, así que no me fío nada del futuro educativo que pueda salir de estas propuestas. 

lunes, 20 de junio de 2022

Juanma arrasa

     Como ya ocurrió en las autonómicas madrileñas de 2021, en las elecciones andaluzas de ayer, hay que atribuir la mayor parte del triunfo del PP a su líder, Juan Manuel Moreno Bonilla, si bien este se diferencia en que su personalización de la campaña sobre el líder -algún comentarista bromeó con que en Andalucía existía un partido llamado Juanma- ha sido más intencionada que en el caso de Díaz Ayuso. Sea como sea, hay que felicitar a Moreno y al PP, porque la mayoría absoluta que obtuvieron ayer es, además de aplastante, histórica, como han señalado buena parte de los observadores. Los números son estos:

Partido

Escaños, votos y % (2022)

Escaños, votos y % (2018)

PP

58 (1.580.906 – 43’13 %)

26 (749.275 – 20’75%)

PSOE

30 (882.784 – 24’09%)

33 (1.009.243 – 27’95%)

Vox

14 (493.396 – 13’46%)

12 (395.978 – 10’97%)

Por Andalucía

5 (281.408 – 7’68%)

--

Adelante Andalucía

2 (167.725 – 4’58%)

17 (584.040 – 16’18%)

Ciudadanos

0 (120.726 – 3’29%)

21 (659.631 – 18’27%)

    La participación ha sido del 58'36%. Lo bueno de estas tablitas -lo subrayo siempre- es que dicen muchísimo en un solo golpe de vista. Esta, por ejemplo, entre otras muchas cosas, deja clarísimo que perder, lo que se dice perder, solo han perdido Ciudadanos y los partidos de izquierda, lo digo porque ayer escuché a fondo el seguimiento de los resultados que hizo Radio Nacional, y allí no pararon de hablar de la derrota y hasta del descalabro de Vox, aunque en algún momento alguien -no sé si José Antonio Zarzalejos- puso algo de orden señalando que quien realmente había perdido era la izquierda. ¡Es que hasta hubo una señora que sostuvo que Adelante Andalucía no había fracasado! El sectarismo izquierdista a que han sido llevados los medios de comunicación públicos es vomitivo. 

    Puesto que hemos mencionado la palabra "descalabro", vamos a seguir con ella. Descalabro ha sido sin duda lo de Ciudadanos, que desaparece del mapa político andaluz, pierde nada menos que veintiún escaños y se deja 538.905 votos (aproximadamente, porque las cifras de 2022 del cuadro no son al cien por cien), es decir, ¡el 81'70% de los que obtuvo hace cuatro años! No dejaré de decir que algún día lo sucedido con Ciudadanos se estudiará muy a fondo en las facultades de Ciencias Políticas, por su fulgurante caída, por lo inmerecida (otros peores han tenido mejor suerte) y por lo carísimos que pueden resultar a veces los errores si son grandes, aunque sean pocos. No es descalabro, pero se le acerca, lo del PSOE, que, aunque solo pierde tres escaños, se deja su mandarinato de décadas en Andalucía y 126.459 votos (12'53%), y peor aún es lo de Adelante Andalucía, pues el resultado de las dos formaciones que la heredan conserva solo siete de sus diecisiete escaños y pierde 134.907 votos, ¡un 23'1%!, es decir, el doble casi que el PSOE y algunos miles más de votantes: ¿tengo o no tengo razones para lamentar el sectarismo de los medios PÚBLICOS? Esto es una auténtica vergüenza. 

    En cuanto a los ganadores, también las cifras son elocuentes: el PP se va por encima del doble de sus anteriores resultados en todo: votos, porcentaje y escaños, lo que tiene como resultado una arrolladora victoria, mientras que ese "descalabrado" Vox, ante el frío e inobjetable dictamen de las cifras, sube en todo: escaños (dos), votos (casi cien mil) y porcentajes, pues sus votantes representan un 2'49% más que en 2018 en el conjunto del electorado y su peso en la cámara pasará del 11% al 12'84%.

    Todo esto ha tenido unas causas. Desde mi punto de vista, el PP ha ganado porque su gestión desde 2018 ha sido buena o, al menos, aceptable, en lo cual, justo es decirlo, también ha tenido que ver -como no se ha cansado de señalar Juan Marín- la colaboración del maltratado Ciudadanos. También le ha valido al PP la imagen simpática y positiva de Moreno, que, además, ha hecho una campaña muy acertada, mezclando bien la imagen de estabilidad institucional, la apelación al proyecto de progreso y una tramposa demonización de Vox, aderezada con esas inadmisibles amenazas de repetición de elecciones que se permitió. También, lógicamente, le han ayudado los errores ajenos, de los que hablaremos luego. En cuanto a Vox, es innegable que ha obtenido un buen resultado, pero se queda en el aprobado como mucho de 6 y con un regusto amargo, porque, ciertamente, podría haber obtenido más y a ello aspiraba, y creo que no ha sido así por la pésima campaña que ha hecho. Quizá su primer error haya sido sacrificar a Macarena Olona, una excelente parlamentaria y un gran talento jurídico que pintaba más en la carrera de San Jerónimo que en Las Cinco Llagas o incluso en San Telmo, pero es que además ella misma ha tenido fallos, uno de ellos, esas concesiones a la imagen folclórica, que me temo que le han granjeado sobre todo rechazos. Muchos de esos votos que están haciendo rebosar el arcón del PP habrían podido ir a Vox si este partido se hubiera centrado más en lo que de verdad le interesaba: desmentir ese sambenito de ultraderecha que no se merece y que le están colgando la izquierda, el PP y algunos sectores políticos, económicos y culturales. 

    Del lado de los perdedores, he de empezar insistiendo en Ciudadanos. Juan Marín decía ayer que los éxitos del Gobierno de coalición eran de su partido y del PP, pero que solo los populares habían sido capaces de rentabilizarlos de cara a estas elecciones: no puedo estar más de acuerdo con él, ha sido muy desproporcionado el reparto de los premios. Caso distinto es el del PSOE: Sánchez, los ERE, los prostíbulos pagados con fondos destinados a cursos de formación profesional, los treinta y tantos años de clientelismo juntero y amiguismo y la poca gracia que en Andalucía hacen Illa o el prusés han pasado esta factura, sencillamente. Y recalco: Sánchez, porque, si en clave autonómica Andalucía ha castigado al PSOE, no es de esperar que cuando lleguen las nacionales le vayan a tratar con más cariño. Queda para el final esa extrema izquierda cuya derrota ya los números nos han dicho que ha sido muy severa. Basta con volver a ellos para ver los resultados de la famosa alarma antifascista que lanzó en 2018 un no menos famoso líder convertido hoy en comentarista periodístico. Es completamente lógico lo que le está pasando a la podemia: si te dedicas a hacer antifascismo en un país donde no hay fascismo y llamas antifascismo a las políticas LGTBI, a los diparates de Kichi, a la miseria intelectual y cultural o al feminismo de trinchera, te la acabas pegando. Y si a ello unes ocurrencias como esa de doña Teresa Rodríguez, que ahora resulta que es nacionalista andaluza de rompe y rasga y quiere emular al PNV y a ERC, pues apaga y vámonos, ¿qué quiere esta señora, salir un día al balcón principal de San Telmo a anunciar la restauración del califato de Córdoba? ¿Con harenes, poligamia, concubinas y velos incluidos, señora feminista? De chifladuras de esas ya está el país saturado. 

    Un pequeño apunte para finalizar: es una gran noticia que Jaén Merece Más no haya obtenido escaños, porque tampoco el avance del cantonalismo iba a traer nada bueno, y menos, si AA y la señora Rodríguez están planeando revivir la revuelta de las Alpujarras.

martes, 7 de junio de 2022

El buen patrón

     Vi El buen patrón hará un par de semanas y tendré que confesar que no me gustó, sobre todo, por una razón: es una película tremendamente sectaria y muy lastrada por los tópicos de la corrección política. Como muestra, un botón, aunque bien voluminoso y que me dejó perplejo ya desde el primer instante, porque constituye el inicio de la película: en una plácida noche, vemos a tres veinteañeros magrebíes charlando en un banco de un parque; de repente, aparecen por allí unos españolitos que les atacan furiosamente. El episodio acaba cuando llega la policía, pone en fuga a los agresores y detiene a un par de ellos.  A esto le llamo yo recibir a puerta gayola y comenzar a lo grande: ¡unos zagalotes magrebíes siendo atacados en un parque! ¿De verdad es una escena habitual en la España de hoy o lo que sucede con más frecuencia de la que nos gustaría es justamente lo contrario? ¿En qué mundo vive el señor León de Aranoa? ¿Es que solo lee "El País"? ¿De qué nos quiere convencer, de que el problema hoy son las bandas de ultraderechistas descerebrados que cometen agresiones racistas? No voy a decir que eso no se dé, pero haría falta ser muy cínico para sostener que abunde. Por fortuna, los guerrilleros de Cristo Rey pasaron a la historia hace ya décadas, aunque parece que algunos "progres" sienten nostalgia de ellos, que los necesitan para montarse sus ensoñaciones épicas. En conclusión, por esto no me ha gustado El buen patrón: porque está de principio a fin barnizada de maniqueísmo "progre". 

    En los años 70, era yo un mozalbete que odiaba el cine comercial de la época, aquel cine integrado, casposo, servil con el poder, de tías en bikini, catetos de boina e infelices reprimidos, rijosos y machistas, un cine que falsificaba la realidad española, carente de inteligencia y con un sentido del humor antediluviano, pobre y -lo imperdonable- sin ninguna gracia, en suma: el cine del régimen; pues bien, héteme aquí que ahora, cincuenta años después y en una España que hace mucho que superó el subdesarrollo, me veo odiando el cine integrado de hoy, el cine servil con el poder de hoy, el cine que falsifica la realidad de hoy, el cine que hoy ha renunciado a la inteligencia y se ha acomodado a un humor fácil, previsible y oportunista, porque, para colmo, voy a ejercer mi derecho a decir que El buen patrón es una comedia con muy poca gracia, da todo lo más para alguna que otra sonrisilla, lo cual es una pena si se piensa que hablamos de una película de Fernando León de Aranoa. O sea: héteme aquí odiando el cine del régimen de hoy, porque, culturalmente, lo que hoy tenemos es algo muy parecido al régimen de hace cincuenta años, solo que de signo contrario. Eso sí: donde antes había bikinis, boinas y tipos reprimidos, ahora hay gente que folla a destajo, porque en el cine español de treinta o cuarenta años a esta parte se folla muchísmo, ¿no lo han notado?, ¡venga a follar! En el cine español actual, rara es la película en la que no sale alguien follando, yo creo que, si se hiciera una versión actual de Marcelino, pan y vino o de Fray Escoba, se las arrglarían para meter en ambas dos o tres escenas de cama. ¡Qué avanzados somos!

ARGUMENTO DE LA PELÍCULA (POR SI USTED NO LA HA VISTO)

    Volviendo a El buen patrón, voy a intentar hacer esta crítica tomando como hilo conductor a los personajes. Resulta que uno de los dos agresores detenidos en el parque es el hijo de Fortuna, un viejo empleado de la empresa de Julio Blanco (el buen patrón) que desempeña un empleo ínfimo y en pésimas condiciones, pero, como es un pobre diablo servil y siempre a las órdenes de su amo, le pide al jefe que haga uso de sus influencias para que liberen a su hijo. ¡Hecho!: en la siguiente escena, tenemos a padre e hijo en el coche de Julio, que acaba colocando al joven en la tienda de su mujer (Adela) e insinuando al agradecido Fortuna que los favores se pagan. Cuando llega a su empresa, se encuentra con que frente a ella está montando una escandalera un tal Rubio, un despedido que quiere ser readmitido, un personaje del que pienso que León de Aranoa ha querido trazar una trayectoria de lo cómico a lo trágico, pero que resulta patético y sin gracia ya desde el principio. Igual de fallido y soso es Román, el vigilante de la barrera, un perfecto inútil que no sirve ni para desalojar a Rubio y ni tan siquiera para espantar a un pajarillo que ha anidado en una balanza ornamental que hay en la entrada de la factoría, para contrariedad de Julio, que es que al final tendrá la crueldad de echar al bicho. Dentro hay un buen follón, porque resulta que Miralles, el jefe de logística, aún no ha aparecido, pues lleva unos días desquiciado sin que se sepa muy bien por qué. Julio toma parte en un pequeño acto de despedida de tres jóvenes becarias, una de las cuales, cuando el jefe le pone una medallita, se da media vuelta y se va a escape llorando. Uyuyuy, piensa el espectador, a ver si va a ser que... 

    Khaled, una especie de autónomo al mando de la flota de transporte, se pone chulito con Miralles, que ya ha aparecido. Después averiguamos lo que le pasa a este, ya que se lo cuenta a Julio, pues son amigos desde hace años: su mujer, Inés, le ha dicho que quiere divorciarse y, además, él sospecha que está liada con alguno. Julio va a verla para tratar de aplacarla, pero ella no le hace ni caso (más adelante, hasta le dará una bofetada). Al día siguiente, aparecen por la empresa tres nuevas becarias y, en efecto, era que: Julio le echa el ojo a una de ellas, Liliana, y esa misma noche o a la siguiente ya está follando con ella, pese a ser como treinta años más viejo. Miralles sigue atacado y convence a Julio para que le acomapañe a espiar a su mujer usando las señales del móvil. Descubren así (lo descubre solo Julio, más bien) que Inés está follando con alguno (lo descubren por los pitiditos continuos que da el móvil de Miralles, que está conectado con el de su mujer, ¡queda graciosísimo, me acorde de las "pelis" de Alfredo Landa!). A la noche siguiente, para animar a Miralles, Julio se lo lleva de ligue a un sitio que parece más un puticlub que una discoteca, donde se encuentran a Liliana y Merche, otra de las becarias. Lo de Julio y Liliana progresa adecuadamente, pero lo de Miralles y Merche acaba en numerito histérico de esta última.

    Unos días después, Adela le dice a Julio que van a ir a su casa a cenar unos amigos de toda la vida acompañados de su hija. Cuando esa noche él vuelve a su casa, se encuentra con que... ¡la hija es Liliana! Él era el único que no lo sabía y entre ella y Adela le habían preparado una sorpresa. Al día siguiente, descubre que el amante de Inés es Khaled y va a hablar con él para que la deje por el bien de la empresa, pero el marroquí le para los pies, ¡pues menudo es él! A él no lo gobierna como a todos esos españoles, porque él no es empleado suyo, es un colaborador independiente. Julio está dispuesto a echar a Liliana, porque es mucho compromiso tenerla en la empresa, y empieza a fatidiarla, así que la pobre no tiene más remedio que buscarse otro, y acaba follando con Khaled. Al fin, Julio echa a Liliana y ella se lía más en serio con Khaled. Harto de no poder quitarse de encima al pelma de Rubio, Julio traza un plan que consiste en que el hijo de Fortuna y sus amigos vayan una noche a darle un escarmiento. Así lo hacen: le dan una paliza y le queman el coche en el que dormía, pero él mata al hijo de Fortuna de un golpe con el antirrobo. 

    En fin, que la película termina con el servil Fortuna ayudando a Julio a colocar una placa de no sé qué, Miralles despedido, Khaled ocupando su lugar y Liliana readmitida como segunda de a bordo de la empresa, ya que tiene a Julio bien agarrado con el secreto de su breve relación.

SECTARISMO RAMPLÓN

    Tras este sucinto relato, vayamos a la interpretación en clave progresista. En la película es criticado el racismo, a través de esos vándalos que atacan a los pobres magrebíes que están en el parque; el antiecologismo, a través de ese malvado que le quita su nido a un pajarillo; el machismo, en ese jefe depredador y ese Miralles que se va de ligue pero está celoso de su mujer; el capitalismo, en ese patrón hipócrita, que despide, que se entromete en las vidas de sus empleados, que los utiliza, que los explota...; la corrupción, por supuesto, de esos empresarios que manejan el tráfico de influencias.

    Quedan, por su parte, muy bien parados el feminismo, representado en esa Liliana  capaz al final de doblarle el pulso al malvado capitalista, o en esa Inés, que hasta le da un guantazo, o en Merche, dueña de su sexualidad, igual que las otras dos... Alguien podrá decirme que esto lo desmiente el personaje de Adela, pero es que Adela es tonta y no se entera porque es una burguesa y está además del lado del capitalismo. También salen bien libradas las minorías raciales, representadas por esos pobrecitos magrebíes víctimas de la violencia fascista, y, sobre todo, por el victorioso Khaled, que no permite que el jefe le gobierne y además le pone los cuernos a Miralles, se acuesta también con Liliana y acaba muy bien situado en la empresa. Si se le compara con el resto de personajes masculinos, hay para pensar que León de Aranoa practica una especie de racismo a la inversa o de antiespañolismo, no sé qué será, pero miren si hay o no algo de lo que digo: Julio: explotador, hipócrita, malvado, infiel...; Miralles: débil, cornudo, histérico...; Fortuna: servil hasta el punto de tragarse sin rechistar la manipulación que lleva a su hijo a la muerte; el hijo: violento, descerebrado, racista...; Román: un tonto de concurso; Rubio: un chalado patético...: ¿tengo razón o no? En El buen patrón, el único hombre como Dios manda es un inmigrante. ¡Qué mierda de España o qué España de mierda! ¡Qué perspicaz, qué valiente y, sobre todo, qué "progre" es el señor León de Aranoa al denunciarlo!

    Todo este despliegue de la moralina y los tópicos del progresismo me parece un auténtico exceso. El arte panfletario nunca es bueno y, como catecismo de la doctrina correcta embutido en una historia, El buen patrón está a la altura de aquellas películas con curita virtuoso que nos asestaban durante el nacionalcatolicismo, por lo que insisto en decir que es un lamentable producto cultural del régimen de la izquierda, tan lamentable como eran los de la derecha. Es significativo del estado de sumisión en que actualmente se encuentra nuestra cultura lo mucho que esta cinta ha sido premiada. Por si alguien piensa que esto es un delirio mío, dejo aquí un enlace a su ficha en Filmaffinity, la excelente página de información cinematográfica. Ahí se ve que son muchos los espectadores que le dan una bajísima calificación, en general, por razones muy parecidas a las mías. Se ven también otras dos cosas muy curiosas: lo polarizadas que están las críticas -o la ponen de muy deficiente o de sobresaliente- y lo inservibles que son los juicios de los críticos profesionales, pues ninguno de los que ahí aparecen menciona un solo defecto de esta película, que creo que tiene unos cuantos. Fíjense, por ejemplo, en lo que dice Javier Zurro en "El español": "Una sátira lúcida, brillante e inmisericorde del empresariado español". ¿Pero en qué siglo vive el señor Zurro? Julio Blanco se parece a los empresarios del siglo XXI como se parecían aquellos catetos de Martínez Soria y de Esteso a la gente de los pueblos de su época. Lo que dije antes: una falsificación de la realidad, lo que invalida a la película como sátira.