En estos días en que aún resuena el bombazo de la detención de Koldo García Izaguirre, el hombre de confianza de José Luis Ábalos y un personaje con un currículum más adecuado para hacer de guardaespaldas en una película de Scorsese que para los cargos con que le benefició su amigote cuando era ministro, parece muy difícil que los negocios corruptos de este asistente personal, custodio de avales de Pedro Sánchez, chófer, proveedor de champán y demás tareas propias del señor Lobo no acaben arrastrando al político valenciano, que si por algo no se ha distinguido ha sido por su finura. Voy a dejaros un sucinto repaso de su trayectoria en tres escenas, que creo que puede ser bastante significativo.
La primera ya la reproduje en un artículo mío de 2018 que titulé ¿Ministro de Fomento o "cuñao"?, en la que analizaba el estilo ramplón, demagógico y embustero del señor Ábalos, que ya puede verse que nunca ha sido santo de mi devoción, ¡qué poco imaginaba yo entonces que unos años después esa grosería iba a parecer un pecado venial! He aquí el vídeo, en el que el personaje ejercía todas esas virtudes en un acto en Cataluña halagando los oídos de la audiencia:
La segunda tiene que ver precisamente con Koldo García. Como se puede suponer, este personaje ha sido polémico desde siempre. Cuando Ábalos lo nombró consejero de Renfe Mercancías, la diputada de Vox Patricia Rueda le interpeló acerca de los méritos que justificaban el conceder tal cargo a alguien cuya indocumentación era de dominio público. La réplica de Ábalos fue una mezcla de chulería, vergonzoso falseamiento de la realidad y un sentimentalismo melodramático y cínico digno de un telepredicador. Todo esto, a la vista de lo que sabemos hoy, aparece como un alarde de depravación:
La tercera es de hace solo unos días: estas primeras declaraciones suyas al salir a la luz la detención de su amigo y hombre de confianza. ¿Acabará este asunto siendo la tumba política de Ábalos y quizás el principio del fin del sanchismo? Si es así, este vídeo, dentro de unas décadas, cuando se hagan documentales sobre la abyecta etapa de Pedro Sánchez, será sin duda habitual en ellos:
Me decidí a escribir este artículo cuando vi este vídeo, porque es fantástico, un impagable ejemplo de la elocuencia de la comunicación no verbal. Cualquiera que esté un poco al tanto de la política española de hoy sabría por sus palabras que Ábalos está mintiendo, pero se puede prescindir de esos conocimientos, porque eso se puede saber también y tal vez mejor sin necesidad de oír su voz, pues la expresión de su rostro, la palidez, sus gestos y sus movimientos lo proclaman de manera aún más contundente. Está tan noqueado que se desmiente solo, con la palabra y con la gestualidad.
Ábalos tenía ya un buen expediente a sus espaldas: Delcy con sus maletas, sus botellitas de champán en Canarias, Plus Ultra... Y ahora, esto. Y que nadie pretenda colarnos que él no estaba al tanto, ¡vaya si lo está, si es uña y carne con Koldo!, basta con ver que en dos de los tres asuntos que acabo de citar el escudero desempeñó un papel importante, ¡si Ábalos viaja con él más que con su maleta!
Pero hay mucho más, porque, con cada minuto que pasa, el boquete del caso Koldo / Ábalos se agranda, con tal chaparrón de nuevos datos que me es imposible poner esos enlaces que tanto me gustan. Y la cosa no se queda solo en Ábalos, porque se están viendo envueltos muchos grandes nombres del PSOE: Francina, Marlasca, Illa... Y no olvidemos que Koldo estuvo en ese viaje que hizo Sánchez para reconquistar el PSOE, esa epopeya que tanto le gusta contar, en la que le siguieron personas como Ábalos, el amigazo de Koldo, o Santos Cerdán, que fue el que metió en el círculo a Koldo, ese Koldo que custodiaba los avales que Sánchez obtenía en las sedes del PSOE, así que debía de confiar mucho en él, porque a todos nos consta que Sánchez sabe muy bien que los votos hay que protegerlos con esmero de los sinvergüenzas dispuestos a manipularlos.
Si tiras de Koldo, llegas a Ábalos, y si tiras de Ábalos, llegas a Sánchez y a ese PSOE que durante algunos años estuvo en sus manos. A ver, a ver...