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miércoles, 5 de mayo de 2021

Patada (y de las buenas) a Sánchez en el culo de Gabilondo

     Como es de rigor al comentar unas elecciones, lo primero que hay que hacer es constatar quién ha sido el vencedor y felicitarle, y en el caso de las elecciones de hoy en Madrid no cabría duda de que el vencedor ha sido el PP, si no fuera porque hoy no ha habido vencedor, sino vencedora, Isabel Díaz Ayuso, y por tanto debe ser ella la destinataria de las felicitaciones, que se hacen extensivas a su partido. Hay que destacar además que la izquierda ha sufrido un importante descalabro, que Ciudadanos ha desaparecido del parlamento madrileño y que el PSOE, es decir, Pedro Sánchez antes que Ángel Gabilondo, ha salido seriamente dañado. Con el 99'39% de los votos escrutados, los resultados (que os transcribo junto a los de las anteriores elecciones) han sido los siguientes:

 Partido 

 Elecciones 2021

 Elecciones 2019

 PP

 65 (1.610.958 - 44'72%)

30 (719.852 -  22'23%)

 Más Madrid

 24 (611.100 - 16'96%)

20 (475.672 - 14'69%)

 PSOE

 24 (607.295 - 16'86%)

37 (884.218 - 27'31%)

 Vox

 13 (328.851 - 9'13%)

12 (287.667 - 8'88%)

 Unidas Podemos - IU

 10 (259.663 - 7'21%)

 7  (181.231 - 5'6%)

 Ciudadanos

  0  (128.379 - 3'56%)

26 (629.940 - 19'46%)

    Es necesario señalar que en 2019 la participación fue de un 64'27% (3.251.386 votos), mientras que en 2021 ha sido de un 76'24% (3.624.693 votos). Este incremento de la participación se convierte en un dato significativo, sobre todo, en aquellos aspectos en los que se vea combinado con diferencias considerables en crecimiento del apoyo electoral o en las distancias entre opciones. Veamos este cuadro:

Concepto

2019

2021

Participantes y porcentaje

sobre el censo electoral

3.251.386 (64’27%)

3.624.393 (76’24%)

Votos  y porcentaje

PP + Ciudadanos + Vox

1.637.459 (50’36%)

2.068.188 (57’06%)

Votos y porcentaje

PSOE + Más Madrid + Podemos

1.541.121 (47’39%)

1.478.058 (40’78%)

Escaños  y porcentaje

PP + Ciudadanos + Vox

68 (51’51%)

78 (57’35%)

Escaños y porcentaje

PSOE + Más Madrid + Podemos

64 (48’48%)

58 (42’64%)

     Podemos extraer de él interesantes datos y conclusiones, incluso aunque las cifras estén por un poquito aún incompletas. El incremento en votos de las elecciones de ayer con respecto a las de 2019 ha sido de 373.007; si comparamos las dos opciones en liza, el descenso de la izquierda ha sido de 63.063, mientras que la derecha lo que ha hecho ha sido subir, y mucho: 430.729 votos. Primera inferencia: fue ilusoria aquella convicción de los partidos de izquierda de que, si aumentaba mucho la participación, ellos saldrían beneficiados y hasta podrían ganar, porque ha sido justo al revés. Segunda inferencia: el hecho de que la izquierda, aun habiendo aumentado sustancialmente los votos emitidos, haya experimentado un retroceso en el número de sufragios recibidos solo puede interpretarse de una manera: el principal factor de su derrota ha sido la debilidad de sus propuestas, justo lo contrario que la derecha, que ha incrementado sus respaldos en un número de votos que supera incluso al aumento registrado de una consulta a otra. Es curioso: los 430.739 votos que ha ganado equivalen casi casi a los 436.070 que suman entre lo perdido por la izquierda y el incremento habido entre 2019 y 2021. No hay duda: en Madrid, mientras que la izquierda ha decepcionado, la derecha ha ilusionado, alguien debería reflexionar muy seriamente sobre esto, más aún, si se tiene en cuenta que la diferencia que separa hoy a ambas opciones es de 590.130 votos, es decir, un 16'28% de los emitidos, lo que se traduce en 20 escaños y un 14'71% de la representación parlamentaria. Deberían hacerse los señores Iglesias, García, Gabilondo y Sánchez (y algunos otros, como los firmantes del manifiesto infernal) esta pregunta: ¿ha sido inteligente su obsesión con esa paranoia particular suya de que Madrid está amenazada por el fascismo?

    La izquierda ha pagado en estas elecciones un precio muy ajustado a sus errores, no solo porque hayan sido de bulto, sino porque los más significativos han tenido que ver con algo muy grave: el juego sucio, en el cual, siento decirlo, algunos de sus sectores se han revolcado con delectación. La raíz remota de estas elecciones, no lo olvidemos, fue una jugada sucia: el intento de dinamitar el gobierno autonómico murciano promoviendo la traición de uno de sus miembros, Ciudadanos, una jugada infame promovida al parecer por José Luis Ábalos y bendecida como no podría ser de otro modo por Pedro Sánchez. La puñalada trapera erró y encima les ha salido muy cara, con lo que me figuro que hoy Inés Arrimadas, Ábalos, Sánchez y Redondo estarán tirándose de los pelos. El precio que ha pagado Ciudadanos por prestarse a esta operación tan indigna como disparatada ha sido altísimo, porque esta formación tal vez acabe desapareciendo por esto, pero consuela saber que ha habido justicia para todos, porque el instigador no se ha ido de rositas, ya que, además de fracasar en Murcia, el revolcón que se ha llevado el PSOE en Madrid no solo ha supuesto un serio escarmiento, sino que quizás represente el principio del declive de su actual hegemonía política. Y estos sucios orígenes, como en los folletines, han contaminado de suciedad todo lo que vino después. Sucio fue el intentó de Ábalos (pasmoso si no viniera de él) de hacer ver que en Murcia quien jugó sucio fue el PP; sucia fue la descalificación que la izquierda lanzó sobre Ayuso cuando esta convocó elecciones anticipadas, cuando con ello lo único que hacía era defenderse de una más que probable maquinación similar a la de Murcia; sucia, patética y barriobajera fue la intentona de abortar la convocatoria electoral mediante la presentación de una moción de censura tramposa que lo único que hizo fue poner en evidencia la catadura y el miedo de sus promotores; sucias fueron las descalificaciones de Sánchez y algunos esbirros suyos como el desleído Illa contra Ayuso y cualquier cosa que hiciera; sucia ha sido la satanización constante del adversario, esa repugnante insistencia en el infundio de que el PP y sobre todo Vox son de extrema derecha, infundio que, como a menudo sucede con la calumnia insistente, está dando asomos de empezar a volverse contra quienes lo vomitan; sucias han sido las mentiras constantes en este y otros capítulos; sucia ha sido la reiterada violencia ejercida sobre Vox; sucio ha sido incrementar esa suciedad con la desvergüenza de calificar de fascista al partido al que se estaba agrediendo; sucia hasta la náusea ha sido la probada participación de colaboradores de Pablo Iglesias en la violencia contra Vox; sucio fue el esperpento de la navajita en que la ministra (o lo que sea ahora) Maroto se cubrió de gloria, junto con otras glorias como Yolanda Díaz o Adriana Lastra; sucias han sido las ocultaciones de Marlasca, junto con su participación en mítines en  los que ha insultado a otro partido, ¡un ministro en ejercicio!; sucio hasta hacer que parezca limpia la palabra "sucio" ha sido Félix Tezanos... Este último señor ya es para echarle de comer aparte: compárense las previsiones de su CIS con lo que ha ocurrido en realidad; tómese en consideración que ha seguido haciendo estudios para su jefe cuando ya no se podían publicar; reflexiónese, sobre todo, en torno a la estupidez, la soberbia y la suciedad que hacen falta para, ¡siendo el presidente del CIS y en la jornada de reflexión!, no solo publicar un artículo acerca de la consulta, sino además permitirse en él atacar a uno de los partidos e insultar a sus votantes y a una candidata que es, además, la presidenta de una comunidad autónoma. 

    Estos son los límites de suciedad a los que ha llegado la izquierda en estas elecciones, por lo cual debemos congratularnos todos del correctivo que le hemos administrado los madrileños. Por higiene democrática, por decencia, por sentido común y por el progreso de la nación, a una izquierda como la que tenemos hoy en España hay que mantenerla lo más alejada posible del poder. No es posible seguir así; no son admisibles en un país civilizado, adelantado y democrático responsables de lo público como el Tezanos ese, que, a la incompetencia e indecencia ya conocidas, ha unido ahora una grosería y una soberbia de capataz de ingenio azucarero; no es posible que sigamos con gobernantes (porque todas las suciedades que he enumerado arriba han sido perpetradas por personajes con responsabilidades de gobierno o muy próximas) capaces de tanta suciedad; no es posible que un gobierno utilice el BOE para atacar a un partido rival; no es posible que el Gobierno y las cuadrillas obscenas con que se alía ataquen a la Justicia; no es posible lo de Plus Ultra... Esto tiene que parar ya, estamos llegando a unos límites demasiado tóxicos de envilecimiento político. Tienen que irse, han llegado muy lejos. Por eso ha estado muy bien el resultado de estas elecciones. Cuando, al poco de que se convocasen, Pablo Iglesias se marcó su volatín de abandonar la vicepresidencia para aterrizar en ellas, Isabel Díaz Ayuso se permitió el chiste aquel de decir que los españoles le debemos una: la de haber conseguido que Iglesias abandonase el Gobierno; hoy resulta que le debemos dos, porque este desastroso personaje ha anunciado que abandona también la política, ya veremos desde qué aposento nos va a martirizar a partir de ahora, pero también habrá que ver cómo le van las cosas a él, porque tiene cuentas que aclarar, empezando por esos colaboradores suyos que montan ataques violentos a actos de campaña. ¡Qué personaje más insostenible, qué recital de malas artes nos ha dejado en estos años y en esta campaña, qué exhibición de egolatría y victimismo hipócrita ha dejado esta noche en su despedida! Tiene Razón Ayuso: nos ha hecho dos grandes favores ayudándole a realizar esos planes de fuga que, por lo menos, lo han separado del poder institucional, lo cual no es poco. Ojalá acabemos un día agradeciéndole un tercer favor: el de haber convocado y ganado unas elecciones que sean el primer capítulo de la caída de Pedro Sánchez, verdadero perdedor de esta consulta. 


2 comentarios:

  1. Un par de precisiones; en primer lugar el triunfo es de la señora Isabel, más que de su partido. Si fuera Mañueco, ya veríamos si en Castilla la Vieja se hubiera logrado algo así. En segundo lugar, y ésto es lo decisivo, el pueblo en Madrid ha premiado el valor de que se los tratase como a ciudadanos adultos, y no como a súbditos o niños, equilibrando la acción política entre el problema sanitario y el trabajo, sin el cual la sociedad no se puede sostener. La valentía política de Ayuso al asumir coste político por mantener la actividad económica en medio de dificultades ha tenido un merecido premio. Otro aspecto clave ha sido el centrar la acción civil de la administración regional en los intereses y aspiraciones de la clase media, pilar del almiar social en todo país que aspire a una civilidad aseada

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    1. Estoy de acuerdo. Aparte de esto, habrá más factores, pero hay uno que ha sido decisivo y se palpaba más estando aquí en Madrid: éramos muchos los que les queríamos pasar a Sánchez y al PSOE factura por las ofensas y agravios de los últimos tiempos.

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