El pasado 22 de abril, Miquel Iceta, ministro de Administración Territorial y Función Pública, compareció en el Senado para explicar algunos proyectos inmediatos acerca de esta última. Entre esos proyectos, aparte de deslizar la desafortunada afirmación de que en nuestro Estado "las técnicas federales son la mejor guía para solucionar los problemas", incluyó un Plan de Captación de Talento que sembró mucha inquietud, ya que, bajo esa etiqueta, que no es más que el pretencioso nombre que le ha puesto a la selección de funcionarios, se ocultaban indicios de que pretende imponer procedimientos de ingreso más fáciles.
La verdad es que resulta bastante tediosa esa insistencia de los políticos en la pirotecnia verbal vana. ¿A qué viene eso de llamar captación de talento a la selección de personal de toda la vida? ¿Por qué se ha decantado Iceta precisamente por ese titulito para su plan? ¿Acaso presupone que los sistemas vigentes hasta ahora están destinados a captar la mediocridad? De ser así, estaría insinuando que esta impera entre los actuales millones de servidores públicos -que tendrían derecho a sentirse ofendidos-, pero podemos estar tranquilos los españoles, porque ese dislate él y su Gobierno, en un nuevo alarde de coherencia, lo van a remediar poniendo pruebas más fáciles. Esta tendencia a la mistificación y a vender como novedosa maravilla lo que se cae por su propio peso que vemos ya en el título de la presentación permanece en todo su desarrollo. Empecemos por estas palabras:
El ministro ha facilitado datos que justifican la necesidad de incorporar el talento joven: en 10 años, el 51% del personal de la AGE se habrá jubilado y apenas el 12% del personal tiene hoy menos de 40 años.
¡Pues claro!, las plantillas envejecen y hay que renovarlas, eso se ha hecho siempre y para ello se ha buscado siempre a los aspirantes más capacitados. ¿Qué novedad hay aquí? ¿La de añadir el término "talento" como concesión a la demagogia y al halago? Hojarasca verbal, falsificación, repito, dos de los vicios del zapaterismo que el sanchismo ha heredado con toda naturalidad. Y en cuanto a lo de los menores de 40 años, es un mero dato objetivo que no es ni bueno ni malo, salvo si uno padece aquella enfermiza efebocracia que caracterizaba al zapaterismo, ¿será también el caso de Iceta? A la hora de concretar su replanteamiento de los mecanismos de selección, ha señalado que busca perfiles que tengan vocación real de servicio público, una nueva perogrullada, porque ¿qué otra cosa se puede buscar en alguien que aspira a ser funcionario? Pero esta vaciedad tiene su calado y no creamos que es bienintencionda, porque tiene su modelo en los disparates que en su día dijo Isabel Celaa cuando le tocó hablar de la selección del profesorado. Tiene además las mismas motivaciones torcidas; cuando la ministra de educación quiso defender la eliminación del actual sistema de oposiciones, se apuntó sin pestañear a unas tesis tan falsas como miserables del pedagogismo de las que se infería que con el sistema de oposición no se seleccionaba ni a los más capacitados ni a los más inclinados hacia la enseñanza, cosa que sí se conseguiría al parecer, con los disparates que ellos proponen. Las mismas trampas y desprecios a los profesionales, como se ve, pero, lamentablemente, este no es el único paralelismo que existe entre lo que está ya muy arraigado en la educación y lo que ahora pretende Iceta.
Luego ha añadido que "necesitamos un acceso a la función pública en el que se tenga más en cuenta la capacidad y la aptitud y menos la habilidad memorística", afirmación para la que encuentro algún desarrollo en una noticia de "El Mundo", con explicaciones no sé si del propio ministro o de su gabinete. Sostienen que el alto contenido en pruebas memorísticas presente en las oposiciones las hace poco atractivas para los jóvenes universitarios (descarado embuste que desmentiría la alta afluencia de aspirantes a cualquier convocatoria), lo cual vinculan con el hecho de que estén acostumbrados a un sistema educativo que "se focaliza cada vez más en la adquisición y desarrollo de competencias genéricas, críticas y creativas". A esta menestra de sinrazones vendidas como razones le colocan este colofón: que la fuga del talento ante tanta dureza hace que, en las oposiciones libres a los cuerpos superiores, se cubra menos del 70% de las plazas.
Y se quedan tan anchos. ¿No debería el cruce de estos síntomas, en lugar de llevarnos a suavizar los procesos selectivos para la función pública, hacernos pensar que quizás tengamos un sistema educativo deficiente? Los que llevamos años batallando dentro de la escuela contra la vergonzosa cruzada contra el conocimiento y el esfuerzo nos conocemos ya muy bien la retórica de los que la impulsan, por lo cual estamos al cabo de la calle sobre esto: los ataques a lo memorístico y a la memoria no son más que un arma usada de forma artera. A lo largo de un proceso que tiene al menos medio siglo, los defensores de las peores propuestas educativas, esos que han impuesto en España un sistema demencial, primero la desprestigiaron con los procedimientos que no voy a repetir aquí, para luego convertirla en arma fácil contra toda propuesta educativa seria -contraria por tanto a sus espejismos-, esas que requieren estudio, esfuerzo y memoria. Que ahora, después de haber dañado gravemente a nuestra enseñanza, sus cómplices actuales en la Administración utilicen el desastre que ellos han perpetrado como justificación para hacerlo extensivo a los sistemas de selección de empleados públicos es el cínico remate de una aberración. Si de nuestras universidades salen demasiados titulados que aborrecen la memoria (o sea, el conocimiento y el estudio) y por tanto mal preparados, ello no debería inducirnos a seguir demonizando a tan esencial capacidad humana, sino a liquidar un sistema que deja a demasiados alumnos con una formación deficiente. Por otra parte, entre las falsedades que repite sin cesar el pedagogismo está esa de oponer memoria a creatividad, sentido crítico y mil virtudes más, pero ninguna de ellas está ausente en esos buenos estudiantes que utilizan su memoria para aprender, mientras que, por el contrario, la presuposición de que en los demás van a surgir por arte de magia del aprender a aprender y demás pamplinas es una pura estafa. El estudio no atrofia el surgimiento de otras virtudes, sino que lo potencia. Sería una atrocidad que el aberrante sistema logsiano, esa malcrianza que consiste en premiar a los alumnos por no hacer nada, lo trasladásemos a la selección de los servidores públicos, porque equivaldría a seleccionar a los peores, lo contrario de lo que hipócritamente predica Iceta.
El PSOE ya se cargó la educación, esperemos que ahora no se cargue la función pública. Es pronto para sacar conclusiones, porque Iceta ha anunciado que el plan lo presentará de forma más perfilada en septiembre, pero lo avanzado deja una pésima impresión, y eso que es poco. Esperemos que el documento final sea mejor o que el engendro que salga de este embrión nunca llegue a implantarse.
Qué lo bajo no degrade es esperar en vano. Paco de Lucía fué muy creativo porque se sabía TODAS las calderas, y fue por eso por lo que se dió cuenta de que NO se sabía todas las calderas, así que se puso a buscar el modo de tocar, o al menos escuchar,con aquellos que tocaban calderas desconocidas para él. Si Agustín de Nipona levantara la cabeza....
ResponderEliminarFalsetas corrector ortográfico de mierda!
ResponderEliminarAquí el asunto es que, si degradar la educación ha sido un error grave pero de consecuencias difíciles de acotar y valorar, degradar el acceso a los servicios públicos será una bomba de efectos devastadores. En este país hay muchos Sénecas que se dedican a despellejar a los funcionarios, pero de ellos dependen cosas importantísimas, de esas que marcan la diferencia entre un país avanzado y uno desastroso. Si Iceta o cualquier otro descerebrado revientan su proceso selectivo, lo pagaremos muy caro.
ResponderEliminarTodo lo que esté en manos de Iceta es inquietante. Que un político profesional que solo ha vivido de la actividad partidista sin apenas pasar de primero de carrera y carente de cualquier mérito profesional y académico pueda decidir sobre el acceso a los cuerpos de la administración me provoca tiritina. Todos los globos sonda que se han lanzado son inquietantes.
ResponderEliminarUn señor que defendió el referéndum y que va sembrando eso de que, si se realiza y hay un 65% de votos a favor daría derecho a la secesión (atención a esto, que parece impecablemente democrático, pero dicho sobre un territorio orwelliano como Cataluña es una aberración); un señor que está por el derecho a decidir... es el ministro de Administraciones Públicas de España en 2021. Surrealista. Ahora bien acabo de leer un interesantísimo artículo sobre él, en el que la autora dice que lo que persigue no es la independencia, sino un federalismo asimétrico con la ventaja política de que Cataluña tendría una soberanía plena y la económica de que gozaría de un derecho a pernada sobre el resto de supuestas naciones. No parece descabellado. el artículo es este:
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