Parece difícil sostener que la problemática situación en que nos encontramos hoy pueda superarse si no afrontamos cambios importantes, y una cosa que debería cambiar son los partidos políticos, en todo: sus programas, sus prácticas, sus estatutos, su ética, sus principios, su coherencia, su fidelidad a las grandes pautas de la democracia y el estado de derecho y... sus caras, pues no sería lógico, creíble ni posible siquiera que los cambios los dirigiesen y los llevasen a cabo los mismos políticos que no solo nos han traído al caos, sino que además son los grandes beneficiarios del sistema caótico-corrupto imperante, y por tanto cuesta creer que vayan a estar dispuestos a autoinmolarse.
En estas circunstancias, es bienvenida toda noticia que apunte hacia un cambio en un partido tan esencial e imprescindible como el PSOE. En los últimos días, viene sonando la opción de una nueva propuesta, la de Joan Mesquida, lo que en principio, aunque solo sea por el hecho de que se presenta con intenciones renovadoras y de acercamiento a la realidad, debería alegrarnos, aunque bien es cierto que Mesquida no es del todo nuevo, porque estuvo en la órbita de Rodríguez Zapatero y de Francesc Antich, cuyos pactos con Unión Mallorquina en el llamado multipartito y los casos de corrupción que más tarde se conocieron tendrán que hacernos estar muy atentos. Veremos.
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