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viernes, 21 de octubre de 2022

Irán: ¿será la buena?

    Miro a los señores de estas dos fotos y me da la impresión de que el de la segunda cada día se parece más al de la primera.

 


Muhammad Reza Pahleví,

shah de Persia entre 1941 y 1979

 


Alí Hoseini Jamenei,

líder supremo de Irán desde 1989

    ¿Será por la revuelta que se ha formado en Irán? Seguro que sí. En el año 1979, cuando el pueblo iraní se rebeló contra la sanguinaria dictadura de Reza Pahleví, el símbolo de su ferocidad fue la Savak, su terrible policía secreta y órgano de la represión. Cuando el shah se vio acorralado, endureció esa represión y se dieron episodios de dispersión de revueltas a balazo limpio. En aquella época, el famoso ayatollah Jomeini apareció como aglutinador de la resistencia contra el régimen pahleví, que finalmente fue derrocado, con lo que el país arribó al venturoso advenimiento de la revolución islámica y la implantación de un régimen teocrático que no tardó en demostrar que iba a ser tan feroz y repesivo como el depuesto, un régimen de imposiciones políticas abominables y de sometimiento religioso más abominable aún, especialmente, para las mujeres, con una moral cavernícola de la que la expresión más patente es la referida a la indumentaria, con el chador y la obligación para ellas de llevar el pelo tapado, bajo penalizaciones que, lo acabamos de ver, pueden llegar a la muerte. Pero eso no es lo peor, porque en Irán el adulterio es un delito, en especial, una vez más, para las mujeres, ya que una adúltera allí puede ser castigada con un apaleamiento tan brutal que lo normal es que lleve a la condenada a morir. Ya sabemos también que los homosexuales pueden acabar ahorcados por serlo. Ahora bien, como a menudo ocurre con las morales feroces, la iraní tiene también su elevado grado de hipocresía; así, por ejemplo, la poligamia está permitida para los hombres y una manera de que estos, cuando son ancianos, no se vean obligados a pecar si se da el caso de que a su alrededor circulan lindas jovencitas que enciendan su pasión es santificar la relación casándose con ellas: lo que Moratín censuró hace más de doscientos años en El sí de las niñas allí todavía está vigente. 

    ¿Será la revuelta que ahora ha prendido la definitiva, la que derrumbe de una vez a la abyecta teocracia iraní? Cuando todo empieza por la detención y muerte en comisaría de una joven, la desdichada Mahsa Amini, por el terrible delito de no llevar el pelo bien tapado, difícilmente se podrá llegar a mayor nivel de degradación. ¡Y será que el régimen ha cedido un solo milímetro, se ha disculpado, ha dado la menor muestra de humanidad...! Sus respuestas: reprender a la pecaminosa juventud, ¡echar la culpa a conspiraciones extranjeras, como si a esa chica la hubiesen matado en Tel Aviv o en Washington!, reprimir con violencia, disolver manifestaciones a tiros, matar casi se diría que con placer... Ya van doscientos muertos -que sepamos-, muchos de ellos, jóvenes. Las motivaciones y circunstancias monstruosas no han escaseado: Nika Shahkarami, de 17 años, fue secuestrada por las (ejem) autoridades por aparecer cantando y con el pelo descubierto en las redes, y días después su familia recibió el cadáver molido a golpes; Abolfazi Adinezadeh, de 17 años, es de suponer que debió de recibir una descarga de posta a escasa distancia, porque en su cadáver se encontraron veinticuatro perdigones que le habían destrozado el estómago y el hígado; Asra Panahi, de 16 años, también fue apaleada hasta morir tras ser detenida en una redada. ¿Su delito? Negarse a cantar un himno de homenaje.

    Los esbirros encargados de mantener el orden y de vigilar la moral en Irán -guardianes de la revolución, guardianes de la moral, brigada antivicio o como quiera que se les llame hoy- están demostrando poseer una brutalidad que nada envidia a la que en su día demostró la Savak, pues hace falta ser animal y tener una moral bestial para matar por estas cosas y de ese modo. Sí, a Jamenei se le está poniendo cara de shah. En el Irán de 1978 y 1979, las manifestaciones gritaban la consigna "¡Muerte al shah!", el famoso "Marg bar shah!" que resonó en todo el mundo como un desafío de libertad; en el Irán de 2022 -pero hay que reconocer que ya desde hace años-, resuena un "Marg bar Jamenei!" que lo recuerda mucho, y es que Jamenei se está pareciendo cada vez más al shah. ¿Será esta revuelta la buena? ¿La que derroque a los ayatollahs y les haga pagar por sus crímenes? Ojalá, y, si es así, esperemos que esta vez Irán no tenga el infortunio de salir de una dictadura para caer en otra.

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