¿Se subiría usted en el autobús de Coslada para ir la Móstoles y, una vez dentro, le arrearía al conductor para que le llevase a la villa donde, en 1808, los alcaldes Andrés Torrejón y Simón Hernández fueron los primeros españoles que le declararon la guerra a Napoleón? Pues algo parecido se le ocurrió hace unos días a un joven que se metió en un autobús de la línea 685, que va de Collado-Villalba a Majadahonda, para irse a Madrid. Golpeó al conductor, amenazó a los pasajeros, condujo de forma peligrosa y, antes de bajar, le robó 50 euros a una mujer y luego salió pitando por el parque del Oeste de la capital de España, hasta que lo agarró la policía, pueden ustedes verlo según relato de "El País" o de h50. Pobre muchacho, parece ser que tiene problemas psicológicos, y claro...
He leído hoy que un grupo de once jóvenes han sido condenados a pagar a Renfe la cantidad de 7.676 euros, que es la equivalente a la que la compañía tuvo que desembolsar para indemnizar a los pasajeros del AVE en el que los condenados montaron una juerga que produjo retrasos en el horario. Al parecer, los chicos produjeron unos sucesivos alborotos bastante pasados de vueltas y, tras ser requeridos sin éxito varias veces para que se comportasen como personas civilizadas, los responsables del tren tuvieron que pararlo para que la policía subiera a meterlos en vereda. Como ya sabéis, a partir de cierto límite, Renfe devuelve a los pasajeros el importe de los billetes cuando hay retrasos, cosa que ocurrió en este episodio, pero ahora un juzgado ha condenado a los once magníficos a costear esa indemnización, lo que les saldrá a 697'81 € por cabeza. Según la noticia, eso es todo lo que han tenido que desembolsar, aunque me parece muy extraño que no hayan sido condenados también en costas, pero lo que nos preguntamos algunos -echad un vistazo a los comentarios de la noticia- es si el comportamiento cerril de estos individuos no debería llevar aparejada también una penalización disuasoria, una multa por su incivismo que despreció los derechos ajenos, la seguridad del tren, las mínimas normas de convivencia y las reiteradas llamadas al orden.
Resulta que la conducta de estos once jóvenes -se echa en falta también en la noticia aquello de "cuyas edades están comprendidas entre los..."- se debía a que iban de despedida de soltero y, claro, ante tan extraodinario suceso, uno puede permitirse comportarse dentro de un tren como una manada de ñus en la vasta sabana. Las despedidas de soltero han pasado ya a ocupar un merecidísimo puesto en la galería de los horrores horteras y chabacanos que nos azotan, cosa que no extraña si se leen noticias como esta o se cruza uno por la calle con esos desfiles con gente disfrazada con bustos descomunales, sombreritos ridículos o vestimentas simulando penes, monumentos al mal gusto que resultan ser despedidas de soltero, unas celebraciones que ya algunos establecimientos hosteleros se niegan a celebrar (he visto algún cartelito advirtiéndolo en la puerta de más de un restaurante). Y quien dice despedidas de soltero dice despedidas de soltera, que para eso tenemos en España un ministerio de Igualdad, hombre, faltaría más, recordaremos que el pasado mes de abril hubo otro incidente ferroviario con incumplimiento de normas con despedida de por medio, pero esta vez, de soltera, si bien es verdad que en aquella ocasión el comportamiento fue mucho menos incívico, pero todo se andará, porque corren rumores de que doña Irene Montero ya se ha puesto a ello y está redactando el borrador de la Ley para la Igualdad de Género en la Conducta Cavernícola en los Transportes Públicos.
¡Cómo está la juventud! Esto es cosa de la LOGSE, ya advertimos algunos que acabaría pasando, pero nadie nos hizo caso. ¡Y cómo está el transporte! Menos mal que yo, para echarles pan a los patos en el estanque, puedo ir andando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario