Parece ser que Pilar Alegría realizó el pasado día 13 unas declaraciones televisivas, de las que he tenido conocimiento a través de una noticia de "El Español". Dice en ellas algunas cosillas que quisiera comentar brevemente.
1.- Lo importante es hablar del número de alumnos por profesor y no de alumnos por aula.- Esto lo dice la ministra a propósito de la conveniencia de la reducción de ratios, para añadir luego unas palabras sumamente aclaratorias: "que es de lo que siempre se habla cuando se abre el debate de las ratios, para conseguir una educación más personalizada". Esta es una de las trampas tradicionales del pedagogismo. El asunto consiste en lo siguiente: reducir los alumnos por aula, que es lo que menosprecia la señora Alegría, significa -o ha significado siempre, ahora, con el circo de la LOMLOE, cualquiera sabe- crear grupos más pequeños y por lo tanto más fáciles de controlar para el profesor y con más posibilidades de que llegue a ellos. Aquí la reducción de ratio se traduce en que el centro tendrá más grupos, pero menos numerosos. El aumento de profesores se producirá en especialistas de Lengua, Matemáticas, Historia, Música..., que tendrán grupos de veinte niños y no de treinta. Por el contrario, lo que la ministra prefiere y propone es que no se reduzca ni el número de grupos ni la cantidad de alumnos en ellos, ni se aumente la plantilla de Lengua, Matemáticas, etc., sino que se aumenten los especialistas en, qué se yo, logopedia, socioemocionalidad, apoyo psicológico o refuerzo en instrumentales. Con este sistema, al que ella llama "educación más personalizada" -¡cuánto podría hablaros acerca de esta filfa!-, lo que se hace es sacar a dos niños de 3º X tres horas por semana y a una niña de 2º W otras dos para lo que corresponda. Este sistema es un fraude con el que la enseñanza no mejora. No niego que haya alumnos que precisen atención particular, pero lo que sucede es que su número se infla (la fórmula más habitual es dar apoyo por "carencias curriculares" a alumnos que simplemente no hacen nada) y quienes verdaderamente ganan son los especialistas sobre los que recaen estas doradas placitas y los departamentos de Orientación, que sobredimensionan sus plantillas y, por consiguiente, su peso en los claustros. Otro mala consecuencia de esta prática tramposa: la patologización de la enseñanza, porque precisa convertir en alumnos necesitados de apoyo a muchos que en realidad no lo son.
2.- La comunidad educativa ha aprendido tras la pandemia que la presencialidad es insustituible.- Quien ha aprendido eso no es la comunidad educativa -los profesores, salvo algún despistado, lo hemos sabido siempre-, sino ciertos expertos muy bien recibidos en las moquetas ministeriales, quienes, entre otras muchas melonadas, se han hinchado a defender la necesidad de la superación del sistema presencial. La prédica de estos enredadores, casualmente, arreció en los años previos a la pandemia, que así, en plena efervescencia de sus insensateces, les hizo quedar como lo que son: unos farsantes.
3.- La educación española fue ejemplar durante la pandemia.- La verdad es que simplemente hizo lo que pudo, como todos, lo que pasa es que la señora Alegría nos vende un aluvión de maravillas porque se lo quiere atribuir al Gobierno de Sánchez. En los días que corren, los ministros no paran de hacer campaña, y burda, como en este caso.
4.- Aunque las competencias son autonómicas, el Gobierno se implica.- Hace falta tener muy pocos miramientos para decir esto, con la sucia inhibición gubernamental ante los abusos de los nacionalistas, y no estoy hablando solo del vergonzoso asunto del 25% en Cataluña. Esta señora es indigna de su cargo. Unas horas después de escribir este artículo, me encuentro en "El Mundo" un reportaje que pulveriza este engaño insultante de Pilar Alegría y saca a la luz las miserias de su gestión.
5.- Una de las novedades de la nueva Ley de Formación Profesional es la FP dual.- Una inexactitud que es más bien una mentira, y además, repugnante. De lo que dice la ministra a este respecto se desprende que esta interesante forma de organizar la FP se la ha inventado el PSOE, cuando ya la propuso y la desarrolló muy en profundidad José Ignacio Wert, al césar lo que es del césar. Lo de repugnante lo digo porque, además, este ministro y su ley fueron inmisericordemente atacados por el PSOE y ese ectoplasma conocido como "progresismo educativo", sobre todo, por dos razones: su elitismo y su clasismo. ¿En qué consistían? Su elitismo, en querer hacer reválidas (algún día nos explicarán el PSOE y CCOO por qué le tenían tanto pavor a que se comprobasen externamente los conocimientos adquiridos por los alumnos); su clasismo, en querer aumentar las plazas de FP y reducir a términos racionales la actual feria unviersitaria: ¡eso es negar a las clases desfavorecidas el derecho a una educación superior!, clamaban. Qienes recordéis el aquelarre que montó la izquierda contra la LOMCE estaréis de acuerdo conmigo, y todo, para traer un engendro como la LOMLOE. Es obsceno que ahora una ministra del PSOE se atribuya una buena medida que en su día su partido atacó con dureza.
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