Libros que he publicado

-LA ESCUELA INSUSTANCIAL. Sobre la urgente necesidad de derogar la LOMLOE. -EL CAZADOR EMBOSCADO. Novela. ¿Es posible reinsertar a un violador asesino? -EL VIENTO DEL OLVIDO. Una historia real sobre dos asesinados en la retaguardia republicana. -JUNTA FINAL. Un relato breve que disecciona el mercadeo de las juntas de evaluación (ACCESO GRATUITO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA). -CRÓNICAS DE LAS TINIEBLAS. Tres novelas breves de terror. -LO QUE ESTAMOS CONSTRUYENDO. Conflictividad, vaciado de contenidos y otros males de la enseñanza actual. -EL MOLINO DE LA BARBOLLA. Novela juvenil. Una historia de terror en un marco rural. -LA REPÚBLICA MEJOR. Para que no olvidemos a los cientos de jóvenes a los que destrozó la mili. -EL ÁNGULO OSCURO. Novela juvenil. Dos chicos investigan la muerte de una compañera de instituto. PULSANDO LAS CUBIERTAS (en la columna de la derecha), se accede a información más amplia. Si os interesan, mandadme un correo a esta dirección:
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domingo, 9 de octubre de 2022

Comienza la temporada de caza del funcionario 2022 - 2023, os lo aviso

 UN POCO DE HISTORIA: PRELUDIO PARA LOS LECTORES QUE TENGAN TIEMPO  

    Una de las cruces de ser funcionario es que su imagen tópica es indefectiblemente negativa y está asociada a lacras como la rutina, la holgazanería, la mediocridad o la incompetencia. Supongo que en España la raíz más lejana de esto se encuentra en Vuelva usted mañana, artículo de Mariano José de Larra merecidamente célebre, como tantos de los suyos, pero no es ocioso recordar que Larra murió en 1837, por lo que la España atrasada, casposa, tiránica, conformista y polvorienta que criticó aquel impenitente patriota con la esperanza de mejorarla fue, básicamente, la de Fernando VII y María Cristina. También sería útil releer el emblemático artículo, porque, si lo hacemos, descubriremos que la procrastinación perezosa que en él retrataba Larra no afectaba solo a los funcionarios, sino a toda la sociedad española, desde el oficial ministerial hasta el sastre o el genealogista, alcanzando también al propio Fígaro, pirueta "autocrítica" -por algo este señor es considerado uno de los grandes de nuestra literatura- con la que al final Larra viene a decirnos esto: que la molicie generalizada acaba engullendo incluso a sus enemigos declarados.

    Si avanzamos unas décadas en nuestro siglo XIX, tan felizmente regado de colosos literarios, llegamos a Galdós, en cuya obra abunda un tipo que ha dado lugar a una acuñación lingüística, el funcionario galdosiano, ejemplar literario calcado de la realidad a la perfección -faltaría más en don Benito-, que nos presenta a un personaje que acude a la oficina cuando le da la gana, se pasa allí un par de horitas leyendo plácidamente el periódico y luego enfila para su casa, que los garbanzos ya le estarán esperando. Esos cesantes crónicos del turnismo de finales del XIX, prototipos del funcionario incompetente, parásito y odioso, tienen su contrapartida en la figura de Ramón Villaamil, el protagonista de Miau, un funcionario que es todo lo opuesto y cuyo trágico final nos indica la pesimista idea que Pérez Galdós tenía de la Administración española de su época.

    Con esta estampa bicentanaria a cuestas, el funcionario entra con muy mal pie en la percepción colectiva, está claro: ¿cómo hacer ver a la gente que esto es un tópico tan infundado como que los españoles somos todos toreros o los chinos son todos iguales? Complicada tarea. 

    En el año 1999 me compré un coche. Una tarde fui con mi hijo -que tenía once años- a verlo y el vendedor nos llevó a dar una vuelta con uno igual para probarlo. La radio iba encendida y no recuerdo muy bien de qué iba la cosa, pero el caso es que estaban entrevistando a alguien que era funcionario y, por algo que dijo, nuestro amable comercial comentó:

    -Ganará un sueldecillo de 250.000 pesetas.

    Mi hijo, que conocía mi condición de funcionario, me miró. Cuando salimos del concesionario, me preguntó:

    -Papá, ¿tú cuánto ganas?

    -250.000 pesetas.

    Prudente como era el chaval, se quedó callado, así que me tocó adivinarle los pensamientos.

    -Sí, hijo, es un poco gilipollas, pero no es mal muchacho y nos deja el coche a muy buen precio.

    Tres o cuatro años después, hablando un día con un compañero de instituto, me contó que estaba hasta las narices de su cuñado (juro que no estoy inventando), porque no hacía más que cachondearse de él por lo poco que ganaba con tanta carrera y tanto bla, bla, bla. 

    Pasó un poquito el tiempo y en 2008 empezó a manifestarse la crisis que Zapatero aún negaba pero que a partir de 2010 ya se hizo incontestable y tuvo siquiera el mérito de sacarlo a él del gobierno. Mucha gente perdió su empleo; muchos que tenían una cualificación mediocre que, favorecida por el ladrillazo, les había llevado a ingresos que ni en sus mejores sueños habrían imaginado, perdieron repentinamente esos eldorados laborales; bastantes españoles -unos por mala suerte, pero también algunos por malos calculadores- se quedaron dramáticamente colgados de la brocha con unas hipotecas de espanto a medio pagar; los canallas de la banca que se las habían colocado les colgaron el muerto de forma inmisericorde y los llevaron a la ruina; esos mismos canallas, que se habían hecho de oro en connivencia con la hornada de políticos más corrupta de nuesta democracia, quedaron bajo el foco como los artífices de la ruina del país (Bankia, el derrumbe de las cajas, las tarjetas black, los blindajes de los ejecutivos, las preferentes, el rescate a la banca..., ¿os acordáis?, no hace tanto); el concesionario donde me compré el coche en 1999 cerró; miles de agencias inmobiliarias fueron por el mismo camino; el cuñado de mi compañero, que tenía un Jaguar y era tan imbécil que, con casi cincuenta años, tenía una colección de camisetas de fútbol de esas que valen tres euros y te venden por sesenta, se quedó en la ruina, ¡lástima no haber estudiado un poco, así a lo mejor habría leído la fábula de la cigarra y la hormiga! Etcétera. 

    ¿Qué ocurrió entonces con esos pringados de funcionarios que ganaban "sueldecillos" de 250.000 pesetas o eran ridículos infelices que habían quemado su juventud sacándose estúpidas carreras que desembocaban en ingresos de 💩?  Pues, sencillamente, que, de ser los gilipollas de la película, los inútiles y los risibles perdedores, nos convertimos en el paradigma de la perversión, los parásitos y los responsables del desastre, mejor dicho, no nos convertimos, sino que nos convirtieron los políticos, que buscaron con ello asignarnos el papel de chivo expiatorio de sus desmanes, su incompetencia, su irresponsabilidad y sus corrupción. Auxiliados por los medios, esa artillería pesada mercenaria que casualmente está siempre del lado del que manda, literalmente nos crucificaron, lo sé muy bien porque entonces me batí el cobre en foros de muchos periódicos y ni os imagináis la basura y el encono que me encontré allí, ya fuera de cosecha propia de algunos miserables o ya azuzados por los propios medios o por figuras políticas de todo el supuesto espectro español, y digo "supuesto" porque entonces vi más claro que nunca que en realidad eran todos lo mismo: corrupción, parasitismo e incompetencia. En la nota 1 os dejo enlaces a algunos artículos míos de aquella época.

FONDO DE LA CUESTIÓN

    Dejo de hacer historia y voy al grano. Creo que no soy el único que barrunta la explosión de una crisis parecida a la de 2007, por una serie de síntomas políticos, económicos y hasta bélicos en los que no voy a entrar porque son patentes. De hecho, algunos diréis con razón que YA estamos en crisis, porque, desde la inflación o la delicada situación de la vivienda hasta la guerra de Ucrania, pasando por la paradisiaca coyuntura política española, aquí todo son señales alarmantes, pero a eso es a lo que me refiero, a que da la sensación de que lo peor aún no ha llegado y de que cualquier día se produce un estallido que dejará la crisis de 2010 a la altura de Aquí no hay quien viva. En esta situación de precrisis, un síntoma inequívoco es que algunos ya van señalando "culpables" y, exactamente igual que hace diez años, el colectivo funcionarial va a estar entre los elegidos. Los indicios están siendo los mismos: ese comentario que los señala como parásitos inútiles, ese artículo que los acusa de representar una carga... Publica hoy Jesús Cacho -que no es nuevo en esto- en Vozpópuli un artículo titulado Unos presupuestos indecentes, que dice estas cosas:

     Vivimos en una injusta sociedad dual formada por dos grupos de personas: el constituido por "Empresarios y trabajadores sometidos a la competencia, cuyos ingresos dependen de lo que producen y de lo que los ciudadanos deciden libre y voluntariamente adquirir y pagar por ello", y el formado por "Políticos, empresarios y amigos del Gobierno, empleados públicos y liberados sindicales cuyos sueldos y privilegios -decididos por los políticos- son pagados obligatoriamente por los ciudadanos del primer grupo". El Gobierno Sánchez se ha dedicado plena y conscientemene a exacerbar esa maligna dualidad

    Si escribo este artículo no es por don Jesús Cacho (excelente periodista que cuando se pone ultraliberal tiene estos desbarres nada edificantes), sino porque, como ya habréis entendido, me conozco esta retórica y me da pavor, porque sé que articulitos como este son las primeras gotas de lo que acaba siendo una caza de brujas antifuncionarial como la que he descrito, calamitosa en todos los sentidos imaginables. La vomitiva y odiosa fobia al funcionario, insisto en ello, no fue ninguna broma, porque tuvo rasgos que recordaban a la segregación, repito lo que he dicho más arriba de que se azuzó a la opinión pública contra nosotros -yo estaba entonces en activo- cargándonos cosas gravísimas de las que no solo no éramos culpables, sino que además éramos tan víctimas como el que más; en ese contexto, se dijeron de nosotros cosas tremendas, y no solo en los foros, sino que conozco gente a la que se las dijeron cara a cara. A un amigo mío, saliendo un día de una manifestación con una de esas camisetas verdes en favor de la enseñanza pública, se le acercó un energúmeno y así sin más le llamó hijo de puta, en presencia de sus hijos pequeños, que le acompañaban. A nadie le cabe la menor duda de que episodios así se debieron al señalamiento al que nos habían sometido políticos catastróficos como Zapatero, Aguirre y otros de su cuerda, bastante antiejemplar. ¿Le gustaría al señor Cacho pasar por un trago así? 

    Entiendo que no, así que le pediría seriedad. En la España actual, somos muchos los que estamos que trinamos contra Sánchez, así que está muy feo que mezcle a los empleados públicos en sus planes con esa frase final de la cita de más arriba, tan ambigua. Nada de ambiguo tiene, en cambio, lo que la precede, una división de la sociedad tan maniquea como simplista que debería avergonzar a un profesional de su categoría: esos buenos que pagan y esos malos que los parasitan. Es verdad que en las sociedades existen gobernantes corruptos y amiguetes o chorizos que se arriman a ellos para vampirizar el dinero público, pero es una vileza meter en este saco a los empleados públicos, porque este honesto colectivo se gana la vida de manera muy digna con su trabajo y su servicio a la sociedad, como en decenas de ocasiones les tuve que recordar hace unos años a unos cuantos patanes, ¿va a ponerse un periodista de la categoría de Jesús Cacho a la altura de tan penosa fauna? Y no es verdad que les paguen solo esos angélicos ciudadanos del primer grupo de la pueril división que se monta, pues sus sueldos salen de los ingresos estatales, una caja que tiene bastantes más entradas -entre ellas, los impuestos de los propios empleados públicos-, como debería saber alguien que se atreve a escribir en la prensa artículos sobre economía. 

    Los empleados públicos, además, también producen cosas, no son los mangantes ni los zánganos improductivos que se colige del artículo de don Jesús. En una sociedad avanzada como la nuestra, producen de forma exclusiva esos servicios que nos convierten pecisamente en eso, en países en los que da gusto vivir: la organización y funcionamiento de Estados civilizados, y no de esos Estados fallidos de los que a menudo abomina el señor Cacho, la construcción de obras públicas, la atención médica, la seguridad ciudadana, la defensa nacional, la justicia, la educación... ¿Qué 💩 de país sería este si no hubiera un sólido sector público sacándolo adelante? ¿Por qué hace don Jesús demagogia barata con cosas tan serias? Por tanto, pagar a los que producen esos importantes bienes es un dignísimo gasto, no un dispendio vergonzante, como parecen pensar él o la señora Gomendio, de ingrato recuerdo para la enseñanza. Piense, además, estas dos cosas: primera, que, en un país como Dios manda, ciertos servicios, tales como la justicia, la defensa o la policía, solo pueden estar en manos del sector público; segunda, esta paradoja: imagine, por ejemplo, un médico que ejerce la medicina privada y otro que trabaja en la pública: a la luz de su frase, el primero sería uno de esos divinales ciudadanos que nos dan de comer a todos, mientras que el segundo sería un privilegiado improductivo que le explota. ¿No le parece que algo falla? ¿Tan idiotas nos cree como para venirnos con ese camelo? No estamos en 1837 ni en 1880, señor Cacho, años que además, como ya he dicho, tampoco se puedan explicar con simpleza, sino en 2022, y ahora el sector público español goza de una merecida buena fama. 

    Este artículo es una llamada de atención para los ciudadanos sensatos y, muy particularmente, para los que sean empleados públicos; si finalmente se desata una crisis, como ya pasó hace algunos años, van a arreciar este tipo de ataques miserables contra el sector público, os lo aviso desde este momento. Mi experiencia me enseña además que son muy del gusto predador de la derecha más neoliberal, ala del PP con cuyos planteamientos a menudo coincide el Señor Cacho, así que me pregunto si este es el programa que nos van a vender y si con esta moto piensan ganarle a Sánchez. Mal camino, porque en España los empleados públicos son más de dos millones y los ciudadanos que creen en la conveniencia de un sólido sector público que los ampare, muchísimos más, ¡menuda sangría de votos!   


1. La caza al funcionario en la crisis de 2008. Rebuscando en aquellos años, veo que las cosas habrían cambiado muy poco si no hubiera sido por el órdago separatista, o sea, que hemos empeorado bastante, quién lo hubiera imaginado.

-Los privilegiados son otros: La garita del guachimán: Los privilegiados son otros (papabloblog.blogspot.com).

-Aguirre y las camisetas verdes: La garita del guachimán: Ahondando en la estupidez... y en la indignidad (papabloblog.blogspot.com).

-Beteta: enlaces perdidos La garita del guachimán: Otro listillo que va de genio a costa de los funcionarios (papabloblog.blogspot.com) y cafelines La garita del guachimán: El Índice Cafelín (papabloblog.blogspot.com).

-Indecentes, de Ernesto Ekáizer, una excelente disección de la crisis de 2010. Las medidas draconianas de la UE con Zapatero las redactó MAFO. INDECENTES | ERNESTO EKAIZER | Casa del Libro.

-Queridos funcionarios. Antológico. La puñalada de un esbirro y el paradigma de la lapidación que se vendió: Queridos funcionarios | Guantánamo | Blogs | elmundo.es.

-Francisco Granados, el que nos llamó obscenos:  La garita del guachimán: Como muchos sospechábamos, el obsceno era él (papabloblog.blogspot.com).

-Leña al funcionario:  La garita del guachimán: Leña al funcionario (para variar) (papabloblog.blogspot.com).

-Aguirre y la infamia de las 20 horas:  Aguirre, a los docentes: "La mayoría de los madrileños trabaja más de 20 horas" | Universidades | EL PAÍS (elpais.com).

-Montserrat Gomendio y el "desvío" de fondos: La garita del guachimán: Gomendio ataca de nuevo (papabloblog.blogspot.com).

17 comentarios:


  1. La imagen tópica y nada halagüeña del funcionario es ya muy antigua en España. Desde los artículos de Larra o las novelas de Galdós, textos en los que los empleados públicos no tenían garantizada su inamovilidad, hasta los chistes de Forges, quien trabajó de joven en la administración, la imagen del funcionario que desarrolla su labor cara al público ha reflejado una reputación más bien injusta en el imaginario colectivo que ha dado lugar a chistes, estereotipos y sambenitos. La consabida idea de que el funcionario está siempre desayunando, cuando no leyendo el periódico o entreteniéndose en la pantalla del ordenador con actividades lúdicas y recreativas.
    En tiempos de bonanza económica los sueldos de los funcionarios, especialmente en los niveles de mayor cualificación, no han sido nada competitivos con sus homólogos del sector privado de titulaciones académicas similares. Cierto es que, por el contrario, en tiempos de crisis las tornas suelen cambiar. Pues es el sector público ofrece una mayor seguridad y estabilidad y las empresas privadas en esas coyunturas adversas empeoran más las condiciones de trabajo de sus empleados y el fantasma del despido y el desempleo se convierte en riesgo real que termina afectando a buena parte los asalariados que no trabajan para la administración.
    Respecto de las posiciones de políticos, economistas y “expertos” es común en España y en otros países una continua polémica sobre la eficiencia y rentabilidad de la función pública y la insostenibilidad del crecimiento del empleo en las administraciones como uno de los causantes del déficit.
    El debate es complejo y nada fácil. Porque se mezclan muchas perspectivas y hechos de naturaleza diversa. Por un lado, una filosofía política neoliberal siempre quiere aligerar el sector público en beneficio de la libre economía de mercado con menos presencia del Estado. Pero es que, además, en ocasiones ese debate sobre los funcionarios se refiere sobre todo a los cargos políticos y su cohorte de asesores, consejeros, subordinados y personal de confianza. No a todos los empleados públicos, que constituyen un sector muy amplio en sus diversos cometidos, se les puede calificar de sobrantes o superfluos. Policías, militares, docentes, médicos, sanitarios en general, inspectores de trabajo, de finanzas, jueces, fiscales, entre otros, son funcionarios públicos, de carrera o interinos, pero funcionarios. Y no representan esa imagen primaria que tienen los españoles de este colectivo.
    El Partido Popular tiene entre sus cuadros y simpatizantes un sector nada desdeñable que viene arremetiendo contra el crecimiento excesivo de la administración y los supuestos privilegios de los funcionarios. Al mismo tiempo, también este partido cuenta con muchos funcionarios y es la formación política más próxima al sindicato mayoritario de la función pública, la CSIF. Por lo que tampoco le interesa ni le conviene una política restrictiva respecto de estos trabajadores, que también en un porcentaje no desdeñable, le han votado tradicionalmente, castigándolo en las urnas o volviendo a confiar en ellos según las siempre cambiantes circunstancias de las veleidades políticas.
    Por tanto, por muy próximo que esté al PP Jesús Cacho y por mucha influencia que pueda tener entre sus cuadros y votantes, no creo que un artículo como la última entrega dominical en Vozpópuli, que, conviene subrayarlo, expone ideas ya muy clásicas y conocidas sobre el tema que nos ocupa, vaya a tener mayores consecuencias ni en la campaña electoral ni en la línea que mantenga el partido de Núñez Feijóo, quien, no está de más recordarlo en este momento, ostenta la condición de funcionario público y ha hecho una carrera política más administrativa que parlamentaria o de fontanero del aparato político.












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    1. Evidentemente, entre los cuadros y dirigentes de los partidos hay mucha gente que son empleados públicos y lo que diga Cacho en octubre de 2022 puede tener poco eco, pero a mí preocupa por lo que tenga de siembra temprana o de asomo de la patita de los sectores más thatceristas del PP, porque la crisis de 2010 dejó algunos derrotes nada deseables. En primer lugar, lo vimos bien en el PP madrileño, se creo un caldo de cultivo de denigración de lo público que no era más que una parte del asalto a privatizaciones y concesión de preferencias a lo privado, una de cuyas consecuencias más indeseables es el retroceso de la enseñanza pública en la capital (que tiene más factores, lo sé). Pero esto no fue lo peor: lo peor fue la tremenda corrupción que se generó en torno a este fenómeno, la histórica corrupción del PP aguirreño, con nombres como Granados o González... y muchos más. Un gran campo de batalla fue la huelga educativa de 2010, durante la cual doña Esperanza nos desprestigió vilmente (lo cuento en algunos de los artículos anotados), con desastrosos resultados para nuestra imagen social, y no fue la única, porque cosas así las hicieron muchos, de su partido y del PSOE, al que le convenía para justificar el sucio trato que nos dispensó. Hubo también algunos políticos que nos defendieron, y con razones, como fue el caso de Cayo Lara, y muchos se lo agradecimos.
      En todo caso, desconfío por sistema de los que atacan alegremente al sector público y a sus empleados con generalidades, porque siempre ocultan intereses espurios. Por aquellos años salieron informes que nos recordaban que España no está ni de lejos entre los países de la UE con mayor porcentaje de funcionarios y, en todo caso, siempre nos quedará el imbatible argumento de que los países más avanzados tienen sectores públicos muy sólidos. Su derrumbe o inexistencia nos da países como México, Brasil o los que figuran entre los más atrasados del mundo. Tampoco dejaré de insistir en que esos empleados públicos son los que te gestionan una beca, te curan una enfermedad, cazan a un ladrón o a un asesino, educan a nuestros niños o apagan un incendio, pocas bromas. En España tenemos unos excelentes servicios de bomberos departamentos de gestión pública integrados en su núcleo principal por funcionarios; pue bien, creo que fue el año pasado cuando hubo una apocalíptica ola de incendios en Australia, que fue peor porque se le hizo frente d una manera lamentable. Allí, los bomberos se organizan en brigadas voluntarios, y es que con ciertas cosas ni se ahorra ni se juega.

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  2. A mí no me tienes que convencer de la importancia de los servicios públicos, que tienen que ser desempeñados por funcionarios, personal laboral, estatutario o cualquier otra variante, pero que presten un servicio universal gratuito a la sociedad. Por eso, creo que hacen demagogia los que defienden políticas thatcheristas y mezclan la hipertrofia de la administración parasitaria, absolutamente inmoral y despilfarradora con la pulsión privatizadora o el deseo de jibarizar o dinamitar ciertos segmentos de las administraciones públicas.
    No creo que en estos momentos, pese a que los apóstoles del neoliberalismo ataquen de nuevo, estemos ante una repetición de las políticas de Aguirre y sus secuaces. Que, por cierto, son los que se han llevado la mala fama. Pues la promoción de la enseñanza concertada en detrimento de la pública ha sido igual de fuerte en Madrid, Barcelona y País Vasco. Y los medios, qué casualidad, solo hablan de Madrid. Aguirre y sus colaboradores se empeñaron en desmantelar la escuela pública, convirtiéndola en subsidiaria de la concertada y de la privada. Y también de hacer lo propio con la sanidad. La destrucción de la escuela pública, su conversión en una enseñanza degradada, como sabes, es una consecuencia de la LOGSE y sus excrecencias. Los propios promotores de ese bodrio pseudoprogresista han llevado a sus hijos a centros privados. O sea, que la responsabilidad del auge de ese sector privado en la enseñanza es como mínimo compartida entre quienes van de frente en su afán privatizador y quienes sacan pecho hablando de una escuela pública en la que no creen. Lo que sí era más serio en el caso de Madrid era el afán privatizador de la sanidad, que se frenó con la llegada de la olvidada Cifuentes. Y Ayuso, pese a tener fama de aguirrista, ha construido un hospital público de pandemias y emergencias que no sé por qué ha sido criticado con tanta saña por la presunta izquierda. Porque ha funcionado mejor que sus homólogos en otras comunidades. Y respecto de la política de personal en la sanidad, tan precaria, recordemos que en Valencia despidieron a tres mil médicos de golpe y porrazo en plena pandemia https://www.antena3.com/noticias/sociedad/mas-3000-sanitarios-valencianos-denuncian-haber-sido-despedidos-whatsapp-mejora-situacion-covid_2021052560accd1f8ae1150001b24c37.html. Claro, que ellos sí tienen dinero para despilfarros varios y fomento de las identidades. Tampoco el funcionamiento de la sanidad pública en Cataluña y el País Vasco es de lo más ejemplar. Pese a que su discurso no es privatizador ni neoliberal. Por otro lado, la naturaleza de la actual crisis económica no es igual que las anteriores, aunque el déficit es insoportable. Y en algún momento habrá que recortar gasto público. Algo que o se hace el primer año de la legislatura o habrá que olvidarse pues en campaña electoral es impensable. Otra cosa es que el desbocamiento del déficit que se está llevando a cabo en España algún día tendrá que estallar. Y habrá que decidir si se recortan los gastos superfluos para el ciudadano, pero imprescindibles para los políticos. O se recortan los servicios esenciales.
    Por lo demás, aunque nunca se sabe, no creo que estemos ante una caza del funcionario como la de 2011. En aquel año la actitud de Aguirre frente al profesorado me recordaba al Maravall de la huelga de 1988. Ve a un sector hostil y se plantea ganarle un pulso como sea. Con una Consejera que tenía las mismas luces que una ministra de Sánchez, la hoy olvidada Lucía Figar. Creo que aparte de querer ser en sus delirios la Thatcher española cometió el error de no buscar interlocutores en el sector y organizar alternativas a los que manejaban el cotarro. Porque lo dio por perdido. Se creyó la propaganda de CC.OO.

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    1. En todo caso, lo que queda fuera de toda duda es que un sector público que funcione razonablemente (y creo que en España podemos decir que es así) y los profesionales a su servicio no pueden ser objeto caprichoso de un pim pam pum. Aguirre fue muy torpe en su guerra contra la enseñanza, pero también muy malvada, porque su objetivo era ahorrar con una medida estrella: el paso de 18 a 20 (o 21) horas lectivas en los institutos. Fue recortar por recortar, guiada por su fobia a lo público, porque hizo cosas como argumentar que ese ahorro se usaría para crear puestos de trabajo..., cuando se consiguió a base de dejar en la calle a miles de interinos. Y aquello de salir con una frasecita en la que insinuaba que los profesores trabajábamos solo 20 horas semanales fue una criminalización sucia, indigna. También, ciertamente, es famosa la campaña de privatización sanitaria, ahora bien, te diré que los hospitales creados en aquella época han beneficiado mucho a la sanidad madrileña, debe reconocerse, lo digo porque conozco algunos de ellos, mientras que de sus políticas educativas ni de lejos puede decirse lo mismo.
      El PP es poco amigo de lo público porque practica políticas económicas de derechas, pero, si hablamos de enseñanza, en en el caso del PNV o de los nacionalistas catalanes las razones, aunque en parte también son estas, sobre todo, en el PNV, tienen otro sello bastante más abominable, que se llama segregación, unas veces clasista y otras xenófoba. Y luego ya, si tocamos el asunto de la mala gestión (como en el caso del inefable Puig, que, a lo tonto a lo tonto, es uno de los políticos más incompetentes de España) o de la gestión traidora que se gasta en golpes separatistas lo que ahorra en hospitales, estams entrando en otro terreno. En todo caso, como al final todos los caminos nos llevan al asunto del dinero, desde luego, aquí en España la mayor o menor calidad de los servicios públicos está, como insinúas, muy relacionada con el despilfarro connatural a nuestro Estado autonómico.

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  3. Estoy de acuerdo con lo que dices en esta "réplica", solo que con un pequeño matiz. El aumento de la carga lectiva de los docentes de secundaria y asimilados de 18 horas semanales como regla general a 20 fue una medida del gobierno de Mariano Rajoy que en principio se aplicó en todas las comunidades autónomas y que más tarde creo que en alguna taifa se ha ido suavizando. No fue una medida unilateral ni exclusiva de la Comunidad de Madrid, gobernada entonces por la famosa y hoy olvidada y preterida Espe. Por supuesto que la fobia a lo público y la privatización como panacea de todos los males está presente en la ideología de un amplio sector del PP. Y que en la legislatura de 2011, tras el inconcebible despilfarro del gobierno ante la crisis de 2008, esas recetas de "austeridad", que venían avaladas por la canciller Merkel, eran la medicina recomendada para los PIGS de la Unión Europea. Aunque para bien o para mal, una característica del PP, como lo es también del sanchismo, es su oportunismo, su falta de principios y su acomodación a realidades adversas para hacer lo contrario de lo que han prometido. En las taifas gobernadas por nacionalistas, por el contrario, sí hay más coherencia ideológica. Coherencia siniestra con su afán segregador, xenófobo, rupturista. Con un sector público al servicio de su abominable proyecto político, no con la idea de conseguir prestaciones universales.

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    1. Desde luego, si alguna ventaja tienen los separatistas en la guerra en que han convertido la política española, es la de tener un objetivo a largo plazo y que consideran un principio intocable, que es su independencia. Esto les hace mucho más fuertes que un PP o un PSOE cegados por objetivos inmediatos, materiales y particulares, para los que no existe nada que no se pueda vender. Tener principios, aunque sean obscenos, renta, ya los partidos que los tengan limpios y dignos tienen que ser la hostia. Como el PPOE es tan oprtunista como tú dices, igual algún día ven que les conviene tener principios y se apuntan.
      En el asunto de la guerra contra Esperanz Aguirre, tal y como yo lo recuerdo, fue al revés: ella se lanzó a la piscina en solitario y luego se apuntaron los demás, te lo digo porque uno de los argumentos que utilizamos contra sus decretos horarios fue que contravenían al ROC de 1985, norma de rango superior y nacional. Ella fue la punta de lanza y las demás comunidades se fueron apuntando encantadas. Posteriormente, creo recordar, Rajoy, que llegó al Gobierno en 2011, sacó alguna norma que le daba cobertura estatal, otro chanchullo.

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  4. El funcionariado es como los jabalíes, que resultaban simpáticos hasta que han devenido plaga... En la idealizada Suecia ya se abrió la veda hace tiempo.... Qué quiere que le diga, yo soy autónomo, así que.... Lamento ser miserable, pero no me dan ninguna pena... Todo ésto, sin ánimo de ofensa, vaya por delante ..

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    1. Paco, los funcionarios no están para dar pena o alegría, sino para realizar los importantísimos trabajos para la sociedad de los que se ha hablado por extenso en este artículo y sus comentarios, y eso -sé perfectamente de lo que hablo- la inmensa mayoría lo hacemos muy bien -de lo contrario, este país no sería tan estupendo como es, a pesar de muchos pesares-, aunque, lógicamente, hay garbanzos negros, como en todos los grandes colectivos. Descalificarnos por ellos sería como descalificar a los autónomos por los que defraudan a Hacienda, trabajan en negro o regentan unos negocios penosos, que también los hay. La dinámica funcionarios vs. autónomos es absurda y una manipulación que agitan algunos (en general, del PP) cuando les conviene crear cortinas de humo, no nos dejemos engañar.

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    2. Por cada funcionario probó y diligente, como seguro son usted y el señor Mariano, hay diez del estilo de los profesores " valencianos" de los que otras veces hemos hablado, Dada la situación del país, aún pagando justos por pecadores, deseo la eliminación, profiláctica, del estatuto del funcionariado en un 80% de la plantilla, y estoy seguro de que esos trabajos se pueden desempeñar con igual o superior eficacia como contratados laborales sin privilegios

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  5. Y aún más, como en Suecia, sólo Fuerzas Armadas, Policía y Administración de Justicia deberían ser funcionarios, con durísimos controles externos. Por lo demás, no veo bien común alguno en que los carteros, profesores, médicos o cualesquiera otros lo sean. Sin competencia siempre hay abusos, y con élla, también a veces adí que ya basta de ingenuidades. Sólo hay que ver cuántas bajas por enfermedades tomamos los autónomos y cuántas los funcionarios, en especial la parte femenina de la plantilla. De ésto último habría mucho que hablar!

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    1. Los autónomos no pueden toma bajas por enfermedad porque son sus propios jefes, Paco, sois empresarios, jefes de vosotros mismos o, algunos, de plantillas hasta de varias decenas de empleados, porque el mundo de los autónomos es un abanico muy amplio. Mira, si eres empresario, no puedes quejarte de no tener las ventajas del asalariado, lo mismo que los aslariados no pueden quejarse de tener unos ingresos limitados por lo estipulado en su contrato, mientras que los del jefe son ilimitados... si las cosas van bien, porque, si van mal, las consecuencias son nefastas, por eso es justo que el emprendedor gane más, porque arriesga. Seamos coherentes, asumamos cada uno lo bueno y lo malo de su posición y respetemos lo bueno y lo malo de la del otro. Señalado este sofisma de tu planteamiento, al empleado público, en su cumplimiento o en su incumplimiento, se le debe comparar con el del sector privado, y entonces, como sabrás muy bien, aquí en España los datos son de largo favorables a los empleados públicos, porque sinvergüenzas, gandules e incompetentes hay -en terminos absolutos y porcentuales- muchos más en el sector privado, pero con enorme diferencia. Te repito lo que te dije en mi anterior comentario: la guerra no es contra los funcionarios, porque en su inmensa mayoría son personas honestas y que hacen su trabajo lo mejor que pueden.
      Con respecto a Suecia, es como si me hablas de Albania, de la India o de Alemania: me deja frío, porque yo en lo que pienso es en España y estaremos de acuerdo los dos en que poner como ejemplo países extranjeros es estéril por completo. Si me hablas de los funcionarios o de los impuestos o de los empresarios en Suecia, me los tendrás que contextualizar a cada colectivo en su situación con todas las circunstancias, si no, es perder el tiempo.
      En cuanto a tu primer comentario, ¿de dónde te sacas esa proporción de un funcionario bueno par cada diez malos? Siento decírtelo, pero eso es de charla de bar. Yo me he pasado la vida entre funcionarios, y tengo otra percepción, muy lejana, por supuesto. Qué decir de eso de "deseo la eliminación, profiláctica, del estatuto del funcionariado en un 80% de la plantilla". Joder, Paco, ¡vaya lenguaje!, luego hablarás de Junqueras y todo esa peña. Las ideas que expresas en tus comentarios son más viscerales que racionales. Por suerte para España, nunca llegarán a ninguna parte.

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  6. En relación con el tema de esta entrada es muy pertinente leer o releer el brillante artículo escrito por Juan Francisco Martín Seco sobre el acceso a la función pública. https://www.republica.com/contrapunto/2021/06/10/iceta-quiere-eliminar-las-oposiciones/

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    1. Lo concía. Martín Seco sabe muy bien de qué habla. Hechos significativos e incontestables:
      -Los países más avanzados tienen sólidos sectores públicos, incluso aquellos que tienen ideologías dominantes que, si pudieran, los laminarían. Mira lo que pasa en EEUU: el país más rico y avanzado tiene una cobertura sanitaria pública muy poco adecuada a su nivel económico, lo cual es para ellos una vergüenza, porque representa un borrón en su calidad democrática. Todo el mundo lo sabe: gente que allí se moriría por falta de cobertura, en países de similar nivel con buenas sanidades públicas, es atendida: desigualdad por razones económicas.
      -Por el contrario, los países más penosos en todos los capítulos tienen unos sectores públicos en consonancia.
      -El caso de Iceta, al que Martín Seco da un merecido revolcón: que un parásito malvado e incompetente como este se quiera pulir el rigor de los sistemas selectivos lo dice todo. Si Iceta quiere cargarse una cosa, es que esa cosa es buena.
      -La gran verdad que los que hemos llegado a funcionarios callamos por una cortesía que demasiado a menudo se nos niega: cada vez que se convoca una oposición, el número de aprobados está en una proporción que va de 1/10 a 1/100 con respecto a quienes suspenden. Este solo hecho bastaría para hacer pensar que algún mérito y algún talento tendrán quienes llegan a funcionarios, alguna capacidad para desempeñar sus tareas. A lo mejor resulta que, lejos de ser ese hatajo de inútiles que proclaman quienes hablan por hablar, los que llegan a funcionarios son los mejores.

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    2. Ganar una oposición sólo significa que en el momento de hacerlo, se es competente en la superación de ésos exámenes, nada mas. En el desempeño profesional de cualquier persona son otros factores mucho más importantes, en especial los incentivos. El estatuto de privilegios del funcionariado es de tal calibre en cuanto a corruptor incentivo negativo que, superada una cierta masa crítica, éste deviene en una suerte de casta aristocrática, al estilo Brahman, de modo que no puede sino abusar del pueblo por la naturaleza intrínseca de su estatus. Es por esto que históricamente todas aquellas sociedades donde esa masa crítica ha sido superada han fracasado por el bloqueo " peronista" que ejerce esa población sostenida sobre aquella que la sostiene.

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    3. A ver, Paco, aquí no hay debate: si me comparas a los funcionarios con los brahmanes, estás llevando las cosas a un esperpento despendolado; todo eso de la masa crítica y del peronismo suena muy bien, pero es pura verborrea, porque situaciones de sociedad subvencinada -por cierto, no solo los funcionarios- como la peronista no se pueden extrapolar a todo país en que haya funcionarios, estaríamos apañados, y ya que hablamos de Argentina, supongo que sabrás que aquella acabó siendo una sociedad corrupta en todos los estamentos, no solo los funcionariales, te recuerdo que, cada vez que sale un caso de funcionarios corruptos, aparecen en él unos cuantos cómplices que pertenecen al sacrosanto sector privado. En cuanto al estatuto de privilegios del funcionariado, si tienes un ejemplar, pásamelo, porque no lo he visto en mi vida, ni los famosos privilegios de los funcionarios, no confundas privilegios con ventajas, que las tenemos, como todo el mundo y a mucha honra, a ver si vamos a ser menos que los demás. Me dijiste en otro correo que eras autónomo, y yo no quiero entrar en una absurda y estúpida guerra de sectores, pero todo eso de los privilegios y la inutilidad de los funcionarios me lo podrías decir si los autónomos fueseis un dechado de pureza y abnegación, coda que no sois, porque no exite ni un solo colectivo que lo sea. Podría hablarte de autónomos que trabajan en negro o defraudan a Hacienda, por ejemplo, que no son pocos, o de la opacidad ante el fisco que os permite vuestra forma de trabajar, o de un régimen ante la Seguridad Social bastante más benévolo que el de los funcionarios... Son cosas que no deben tomarse como armas para un duelo de acusaciones, que considero estéril por las razones que ya te he expuesto, así que entenderás que me parezca un disparate y una pasada que nadie venga a cebarse con el colectivo productivo de los funcionarios, que tiene sus defectos, naturalmente, pero como todos. El mundo no es perfecto, ni siquiera los autónomos lo sois.

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    4. Por supuesto, he cargado la mano intencionadamente. Pero negar que el blindaje laboral del funcionario sea un privilegio me parece de Aurora boreal. Le enuncio el privilegio; la ausencia de consecuencias
      laborales decisivas sobre los propios actos; el trabajo de por vida, vamos. Ésto elimina todos los incentivos a la excelencia y blinda todos los negativos. Si se puede abusar, se abusará, ta pmbién los autónomos con diversos chanchullos, por supuesto. Conozco bien cómo funciona el Estado, pues trabajé en la asistencia técnica para el ministerio de Fomento y le certificó que los chanchullos y abusos de los funcionarios de clase A qué pude ver superan en varios codos cualesquiera que pueda siquiera imaginar el más venal y chanchullero de los autónomos o pequeños empresarios. Por supuesto estos manejos se producían en colusión con las grandes empresas del IBEX. Le puedo asegurar que en la empresa privada es imposible que se produzcan esas situaciones porque se juega su propio dinero, ahora bien cuando sabes que es prácticamente imposible que te boten del curro, disparar con pólvora del Rey es una tentación casi insuperable. Lo más triste fué ver cómo podía más el espíritu corporativo que el afán de servicio en los trabajadores públicos reluctantes a los mamoneos varios. Por otra parte el meollo del asunto es: " Deben ser funcionarios todos los que trabajen para el Estado?

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    5. Más de una y más de dos veces en mi vida me he indignado no ya porque no se despidiese a algún funcionario que estaba incumpliendo los más elementales de sus deberes, sino incluso por ver cómo no se imponían sanciones de menor magnitud a quienes las merecían, y no solo hablo de mi entorno profesional directo, sino de otros cuyos casos he conocido por referencias. Esto no solo es indignante para el empleado público serio y honrado que lo ve con impotencia, sino también, por supuesto, para los ciudanos a los que debe servir esa Administración, que naturalmente también tienen conocimiento de ese tipo de asuntos, aunque en menor medida que quienes estamos dentro, pero da igual, porque el desprestigio para la función pública se produce. Como ves, los daños son gravés: disfunción, injusticia y desprestigio, nadie en su sano juicio puede aprobar una cosa así; si hablo por mí, jamás hubiera dado un duro por ninguno de estos "compañeros".
      No sé, de todas maneras, cómo será en los ámbitos en los que tú te has movido, pero en el mío -el educativo- y otros que conozco por familiares y amigos, el procedimiento siempre es este que te ejemplifico: después de hacer muchas pirulas y de muchas broncas con el equipo directivo, este elevaba un informe acerca del profesor X, informe que en muy pocos casos -y siempre escandalosos- acababa en sanción. Existía también el factor de que el responsable de informar -director, jefe de sección...- sabía que eso le acarrearía conflictos mayores y por eso tenía miedo.
      Tú hablas de corporativismo y de taparse unos a otros, yo lo que he visto ha sido siempre esto que te cuento. Este blindaje, desde luego, no puede negarse como un privilegio de los funcionarios, la pena es que beneficie a los que se merecen la patada een el culo y también es una pena que se produzca más por falta de diligencia en la aplicación de la sanción que por falta de normas que la permitan, que las hay. Ahora, tembién te digo una cosa: yo he recibido dos veces amenaza de sanción y las dos fue por hacer bien las cosas, sería largo de contar: la sanción como arma contra el que molesta pero no contra el que incumple también existe.
      Lo otro que tú llamas privilegio, el trabajo de por vida, no lo considero como tal, siempre y cuando el empleado desempeñe debidamente su trabajo, por razones históricas y antiguas que creo incluso que tú y yo hemos comentado alguna vez aquí.
      En cuanto a la cuestión de si deben ser funcionarios todos los que trabajen para el Estado, aparte de que está la diferencia entre los de carrera y los interinos, que, a los efectos de esta conversación algo cuenta, sabes también que, de hecho, aunque sea de forma indirecta, muchos trabajos para el Estado los realiza el sector privado, piensa, por ejemplo, en una empresa a la que se conceda el asfaltado de una carretera.

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