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lunes, 1 de julio de 2013

Praxis educativa. 3: perlas

   Por mucho que los profesores nos empeñemos en avisar de que el aprobado final se empieza a fabricar el primer día del curso, un buen número de alumnos se niega a admitirlo y el resultado es que llega junio y nos encontramos con demasiados alumnos que deberían ser suspendidos. Los enjuagues y cambalaches posibilistas que impulsan hoy en día la educación conducen a que, en tal circunstancia, se organicen unos exámenes de repesca que son exactamente iguales que las suficiencias de hace veinticinco años, a pesar de que, en teoría, el supermaravilloso sistema logsiano aún vigente, que apostaba por la evaluación continua, era incompatible con el concepto de examen final que estas representan, pero burla burlando y por la puerta de atrás (y a base de presiones de padres e inspectores, todo hay que decirlo), se han acabado reinstaurando como un procedimiento más de contención del desastre. Conste que yo siempre he sido partidario de las convocatorias extraordinarias de junio y septiembre, pero sucede que el sistema no lo es (no sé si me explico) y el hecho de que haya tenido al final que restablecer ambas de manera un tanto vergonzante y sin renunciar a procedimientos de evaluación de corte logsiano (la llamada evaluación continua, ese fantasma vagoroso que nunca ha sabido nadie muy bien en qué consiste), me resulta una evidencia más de que hoy en día la educación se rige bajo el mandato de la incongruencia, cosa que a la vez me molesta y me preocupa.
   Sea como sea, el caso es que en junio nos vemos ante esos exámenes de gracia para quienes han estudiado poco o nada durante el curso, lo que es una ocasión ideal para la proliferación de disparates en las respuestas. En estos días he tropezado con un buen montón, pero os voy a reproducir solo unos cuantos. El primero está sacado de un examen de 3º de ESO, los demás, de exámenes de 4º de ESO. Aquí los tenéis:
   -Mirad lo que me dice una alumna acerca de Lope de Vega:
   Lope de Vega fue encarcelado por pensar al contrario que todos, y por sus diferentes gustos hacia las mujeres, es decir, era homosexual.
   -He aquí las obras que atribuye a Camilo José Cela alguien que sin duda tiene un pequeño cacao entre este novelista y Federico García Lorca: Poesía en Nueva York y Poesía de gitanos.
   -Tal vez muchos no recordéis que una de las colecciones de cuentos de Clarín se tituló El señor y lo demás son cuentos, nombre que alguien me ha cambiado por Cuentos y lo demás son tonterías.
   -Una de mis alumnas me pone que Delibes escribió algo titulado Hijo estás despedido; mi mujer sugiere como explicación que se ha confundido con Mi idolatrado hijo Sisí, a lo que yo replico que de esta obra no les he hablado a mis alumnos, no sé, la verdad.
   -Como todo profesor sabe, existe entre los alumnos un recurso que consiste en decir vaguedades cuando no se sabe nada acerca de la pregunta. Mirad como ejemplo lo que me cuenta acerca de Juan Ramón Jiménez un alumno: Fue un importante novelista que siempre plasmaba lo que pensaba en sus escritos.
   Como suele ocurrir en los disparates que selecciono cuando hablo de este asunto, lo que me maravilla de estos de hoy son dos cosas: en unos casos, la enormidad del error; en otros, el hecho de que, a poco que hubiera reflexionado sobre lo que escribía, su autor debería haberse dado cuenta de que eso no podía ser. Lo que subyace en ambas opciones es la desconsoladora indiferencia de quien respondía hacia lo respondido, y lo peor del caso es que la inmensa mayoría de quienes han puesto cosas así (ya podéis imaginar cómo sería el resto del examen) estaban persuadidos de que tenían posibilidades de aprobar, e incluso algunos ponían gesto contrariado cuando se les devolvía un examen con un cero, un dos o un uno. No me cansaré de decirlo: una de las mayores diferencias que caracterizan al alumno de hoy es su ciega falta de aceptación del fracaso: aunque les devuelvas un examen lleno de burradas perfectamente corregidas, muchos te seguirán mirando de forma rencorosa y atribuyendo su suspenso no a su ignorancia, a menudo abismal, sino a lo injusta y malintencionadamente que les has calificado. Nuestro sistema escolar, a base de machacar sobre los sacrosantos derechos de alumnos y padres, ha llegado a crear en los más cerriles y/o cínicos la falsa creencia de que tenían derecho a todo, incluidas cosas como portarse como cafres o aprobar demostrando "méritos" que harían sonrojarse a un asno, lo cual ha tenido unos efectos demoledores. Sería muy necesario implantar el imperio de la cordura y el sentido común, con planteamientos tan sencillos como estos: se aprueba estudiando, aprendiendo y demostrando los conocimientos en las pruebas adecuadas; poner tonterías o barbaridades y esperar que el profesor te apruebe porque has escrito algo es una aberración; hacer exámenes de suspenso y embaucar a tus papás para que vayan a presionar al profesor con el fin de que te apruebe es una iniquidad. Mentalicemos a nuestros jóvenes con que el aprobado se consigue solo por el camino recto; en este propósito deberíamos aportar firmeza y profesionalidad los profesores y no estaría de más que los equipos directivos también se comprometiesen en la empresa, ya que su cada vez mayor complacencia con padres y alumnos es un acicate para quienes pretenden ganar con trampas y mucho me temo que, mientras esta expectativa pueda adoptarse con posibilidades de éxito, seremos incapaces de avanzar gran cosa.  

2 comentarios:

  1. Yo podría aportar unas cuantas perlas de exámenes de Historia a la antología del disparate. Que la mayoría de los alumnos no acepta el fracaso, ni sus errores y que lo solucionan diciendo que todo es culpa del profesor que corrige muy estrictamente y "puntúa bajo" (esa es una acusación que se me está haciendo desde mi segundo año en la enseñanza, mi primer año LOGSE) y todo queda arreglado y ya se sabe quién es el culpable. Como te he contado, yo he llegado a la aberración de que me reclamaran ante inspección un examen de septiembre de 2º de Bachillerato en el que sólo estaba escrito el nombre de la alumna..., una reclamación alentada desde dos profesores del mismo curso. Eso ocurrió hace once años, pero es que hace dos, en la misma asignatura de 2º de Bachillerato una alumna, mayor de edad, prácticamente absentista durante todo el curso, vino entonces con su madre, en esos momentos sí que la necesitaba, para reclamar..., por lo mismo, pues el examen también estaba en blanco, solo el nombre. Porque yo lo valgo.

    Como dijiste en la otra entrada, no hay nada como la contundencia de la prueba del examen. en el segundo caso he de decir que fue la madre la que le dijo a su hija que asumiera las consecuencias de lo que había hecho, o mejor de lo que no había hecho.

    Pero los defensores del derecho a toda costa a probar aunque no se haya hecho nada y se demuestre una ignorancia total son legión todavía. De hecho, como he dicho más arriba, el absurdo de reclamar a inspección por un examen en blanco fue alentado desde el mismo profesorado.

    Otra cosa que a mí me ocurre de tanto en tanto, no sé si te habrá ocurrido a ti, lo digo porque esto me ocurrió una vez más hace cosa de dos meses en la sala de profesores durante una guardia, mientras estaba corrigiendo y comenté un disparate de estos..., es que un profesor de otra asignatura, de matemáticas concretamente me dijo, que el disparate no era tan grave que seguro que había querido decir otra cosa, que había que tenerlo en cuenta y bla bla..., No es algo que me haya ocurrido muchas veces pero ha ocurrido y no deja de sorprenderme. yo no me meto nunca en los criterios ni en los contenidos de otras asignaturas, ni cuestiono si el alumno ha escrito tal barbaridad pero quería decir otra cosa, y eso no es más que la degeneración nefanda a la que llegó el sistema.

    Menos mal que ahora se van a acabar todos estos problemas de septiembre cuando los exámenes, nefanda palabra, se van a hacer en julio.

    No sigo.

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  2. Hesperetusa, hay una cosa que, si no podemos decir que nos salva, debe al menos servir para animarnos, y es esta: que, en medio de la situación aberrante creada por un sistema aberrante en la cual las reclamaciones aberrantes no solo tienen un óptimo caldo de cultivo sino que son incluso impulsadas por profesores, está claro que la racionalidad y el sentido común no solo existen, sino que yo diría que hasta son mayoritarios, lo que pasa que estas conductas tienden a ser discretas, al contrario que la desvergüenza y el abuso. Al igual que tú con esa madre que no se avino a caer en la indecencia de reclamar con exámenes de cero ni aun para apoyar a su hija, yo también trato con padres que, cuando ven que su hijo está bien suspendido, me acaban dando la razón. Nosotros sabemos que un suspenso es una decisión importante y por eso ni los ponemos alegremente ni los convertimos en aprobados alegremente, ya que un aprobado inmerecido es tan malo como un suspenso o peor: el alumno va a la escuela a aprender, no a que le regalen aprobados falsos, los cuales esperan a que pasen los años para pasar su pérfida factura. Hay que ser responsables y dar la cara y explicar esto a los padres si es necesario, aunque cueste, y naturalmente que cuesta, nadie ha dicho que este sea un oficio cómodo, por eso hay algunos (quizás demasiados) que se van rindiendo y aprueban a quien no deben; lo peor con estos es ya cuando llegan al extremo de convertirse en militantes de la aberración y arremeten contra el que cumple con sus obligaciones: nunca me cansaré de decir que los profesores defensores a ultranza del aprobado fácil, los militantes del logsianismo, reúnen en sus filas a lo peor de la profesión: los gandules, los buscadores de puestecillos cómodos, los incompetentes y, aún por encima de eso, los inquisidores. Yo también he topado alguna vez con estos, son terribles.
    En cuanto a lo de las reacciones de los compañeros ante los disparates, hay de todo, incluyendo, claro, a quienes simplemente no lo ven igual que yo, bueno, es esperable que no todo el mundo piense igual, pero, sí, yo también me he encontrado a algunos que "se ponen de parte del niño" (al que, por cierto, no se ataca cuando se dice un disparate en voz alta sin mencionar a su autor: lo que se ataca es otra cosa) por razones de beligerancia: bien para hacerse los guays o bien porque son de estos ya mencionados de las huestes del buenismo. Tuve hace tiempo una jefe de estudios que "animaba" una revista de los alumnos del instituto. Alguien le había hablado de una colección de disparates bastante buenos que yo tenía y me los pidió. Yo se los cedí y ella publicó unos cuantos... en una sección que incluía meteduras de pata en clase cometidas por los profesores: los disparates de alumnos eran anónimos y (al menos, en el caso de los míos) de dos o tres cursos atrás; los deslices de los profesores eran de ese curso y acompañados de sus nombres y apellidos, juzga tu misma. Se dio además el caso de que algunos alumnos de los que habían cedido disparates habían aprovechado para fastidiar a profesores con los que no se llevaban bien cediendo anécdotas falsas o manipuladas, con lo que esta señora produjo un buen descontento entre el profesorado: así se lo montan algunos "profes enrollados".

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