Es una gran verdad eso que dicen en Galicia de que todos los años no llueve igual, pero, ciertamente, lo que me estoy encontrando en este 2012 a la hora de corregir exámenes es un desastre de dimensiones apocalípticas, a ver si iba a ser a esto a lo que se referían las profecías mayas. La falta de estudio de mis alumnos me está llevando a unos porcentajes de suspensos solo comparables con los de los peores centros en los que he estado, os doy el dato más escalofriante: en un cuarto de ESO de 30 alumnos, apruebo la primera evaluación solo a uno, en un centro donde he llegado a tener grupos de un 97% de aprobados. El cuadro se adorna además con un chaparrón de disparates y/o episodios inauditos, de los que paso a reproduciros una breve selección.
1. DIÁLOGO PARA BESUGOS
Le entrego a un alumno un examen en el que ha sacado un seis. Lo mira con disgusto, así que le pregunto si no le parece bien la nota. Respuesta:
-No... bueno, es que antes...
Me equivoco en mi presuposición y hago una pregunta mal encaminada:
-A ver, ¿qué sacabas antes?
-También sacaba un seis.
-¿Entonces?
-Es que antes lo sacaba sin estudiar.
Extraigamos conclusiones.
2. EL ARCIPRESTE DE HITA, JORGE MANRIQUE Y EL TIEMPO CUÁNTICO
-Sacado literalmente de una respuesta sobre Juan Ruiz: Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita fue uno de los más importantes autores junto a Jorge Manrique del siglo XIII. Nació a finales del siglo XIII y falleció a mediados del XIV.
¿De qué siglo fue el Arcipreste, del XIII o del XIV? ¿Y Manrique? ¿Del XIII, del XV como se había pensado toda la vida o de cuál? Veamos si esta otra cita nos aclara algo.
-Sacado literalmente de otra respuesta sobre Juan Ruiz: Mas conocido por el arcipreste de Hita es un autor del siglo XIII es poco conocido solo conocemos su fecha de muerte 1574 y fue el creador de el conde Lucanor.
Pasemos por alto los tremendos disparates y la pésima redacción y vayamos a donde quiero llegar: ¿cómo se puede decir que una persona pertenece al siglo XIII y que murió en el último cuarto del XVI? Si graves son la falta de estudio y los ya mencionados disparates de estos dos ejemplos, lo que realmente preocupa al profesor es una cosa: estos alumnos ni se han parado a considerar que estaban diciendo colosales incongruencias. Supongo que quienes seáis colegas y leáis esto me entenderéis muy bien: cuando se llega a este punto de indiferencia, ya muy poco se puede hacer.
3. LOS CONSEJOS DE UN ANTIGUO TUTOR
A vueltas de nuevo con la pregunta sobre Juan Ruiz. Un alumno comienza así su respuesta: Un tutor que tuve me dijo que cuando no supiera algo por lo menos intentara mostrar que conocía otra parte del tema por lo que
A continuación, comenzando en renglón aparte, me cuenta lo que sabe sobre Jorge Manrique.
Lo malo de esta anécdota es que tengo la sospecha de que el chico no miente cuando me dice que tuvo un tutor que le dio tan sabio y profesional consejo.
4. LA "CULTURA" DE LA RECLAMACIÓN
Ahora es preceptivo publicar en las programaciones de los departamentos los criterios de evaluación y parece ser que alguien ha entendido que esto incluye el revelar la fórmula a través de la cual se obtienen las medias de las que resultan las notas finales de cada evaluación. No tengo la menor objeción contra el hecho de que los alumnos tengan garantías, como todo ciudadano, si bien en los tiempos que corren estamos viendo en qué quedan a la hora de la verdad las garantías y los derechos en este país. Eso sí, los excesos del ultragarantismo papanatas proverbial en nuestra legislación están tan fuertes y sanos como siempre. En este campo, lo de la "cultura" de la reclamación, en la enseñanza, ha hecho estragos. En primer lugar, diré lo que a menudo les digo a los alumnos: que un profesor evalúa, no hace esas medias numéricas que se hacen con las calculadoras, pero lo cierto es que tanto las leyes como la inspección, guiadas al parecer por la misma sabiduría, van a acabar o han acabado ya por ponernos a la altura de una Casio de seis euros. En segundo lugar, abierta la veda al disparate, se abre también a la desvergüenza, de modo que aquí ya reclama hasta el que ha sacado un uno y medio. En tercer lugar, la prueba del nueve: al menos en mi caso, el 100% de los que alguna vez me preguntan por los famosos criterios es porque no han estudiado lo suficiente y quieren sacar por lo criminal lo que debieron haber sacado por lo civil, lo que me persuade de que, una vez más, nos hallamos ante la perversión de un derecho. Una anécdota.
Un alumno mío se muestra tan ostensiblemente molesto por el cinco que le he puesto como nota de evaluación que le digo que venga al departamento a hablar conmigo. Allí le explico que ciertas consideraciones apuntaban a que hubiera podido ponerle un seis, pero otras hacían muy sensato que le pusiera un cinco, entre ellas, que en el último examen había dado un gran bajón, y yo sé muy bien que los grandes bajones hay que penalizarlos. Al final, le saco ese examen, en el que tenía un cinco, y le señalo su mayor perla, que tenía que ver... Lo habéis adivinado, con la pregunta sobre Juan Ruiz. Hela aquí:
Fue un poeta muy importante del siglo XIV, del que poco se sabe salvo su oficio de arcipreste y que nació en Alcalá de Henares, escribió El infierno de los enamorados y El laberinto de Fortuna.
Eso como toda respuesta, que nos lleva al sensacional descubrimiento de que el Marqués de Santillana y Juan de Mena fueron unos mangantes que se apropiaron de las obras de otro autor. Cuando yo era un alumno, si hubiera estado en el lugar de este, habría pedido disculpas y acto seguido me habría muerto de vergüenza, pero no os preocupéis: mi alumno ni se sonrojó, ni se disculpó ni mucho menos se murió: pretendió autojustificarse diciendo que "tenía que intentarlo" y, cuando se marchó, aún iba con cara de ofendido. El derecho a protestar por la más mínima de la mano del derecho a colarte un duro falso: la "cultura" de la reclamación se sustenta, ya digo, en la plenitud de garantías de que hoy gozamos.
5. A MODO DE CONCLUSIÓN
Que nadie piense que esto son solo anécdotas, porque las he puesto aquí como lo que son: muestras concretas de los problemas reales que hoy aquejan a la enseñanza, tan reales como eso de que
nuestros alumnos de 9 años estén por debajo de la media en lectura y matemáticas: ya he dicho alguna vez que muchos llegan a cuarto leyendo muy mal, de modo que bien se puede decir que aquellos polvos trajeron estos lodos. Y mientras tanto, el Gobierno recortando en educación, Artur Mas lanzando una cruzada para defender la segregacionista política lingüística de la Generalitat y el progresismo eductivo cargando contra la LOMCE, pero no contra los aspectos negativos de los proyectos que vienen, que son bastantes -¡esas inadmisibles pretensiones con la Religión!-, sino contra lo que ellos ven como una amenaza contra el supuesto Paraíso progresista que quieren hacernos creer que es ese desastre actual que se llama LOE. Donde haría falta un gran pacto y un sensato y responsable consenso sobre la educación, las fuerzas vivas del sector preparan lo de siempre: el campo de batalla para librar la guerra de sus múltiples intereses particulares. Como es habitual en nuestros tiempos, la mayoría de las bajas de esa guerra serán inocentes. No está la maltrecha educación española como para que la sometan a muchos más zarandeos.