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lunes, 23 de marzo de 2020

Neolengua gubernamental: mensaje imprescindible, gramática improcedente

    Dentro de la tremenda emergencia a la que España está haciendo frente en la actualidad, ya sea en el plano individual, en el colectivo, en el asociativo o en el institucional, la inmensa mayoría de los ciudadanos estamos haciendo lo que podemos para colaborar en la lucha contra la pandemia del coronavirus, aunque ya sabemos también que algunos están por su parte aprovechando la ocasión para demostrar su indecencia y hasta qué punto están podridos de odio. Dado que el informar y concienciar a la población es un objetivo importante, desde el Gobierno se ha puesto en marcha una campaña institucional con unos mensajes destinados a tal fin, campaña que me parece digna de aplauso. Ved aquí uno de esos mensajes, que por su contenido, me satisface incluir en este blog:
Resultado de imagen de detener el coronavirus es responsabilidad de todos y todas
    Ahora bien, como, contra viento y marea, la vida sigue, creo que el hecho de estar afrontando una grave emergencia médica no tiene por qué implicar que no prestemos atención a otras cosas menores, tales como, en este caso, la gramática y el uso del lenguaje como arma política, y es aquí donde tengo que hacerle serias objeciones a este anuncio y señalar su incongruencia. Las objeciones son estas:
      -En el terreno de la gramática, como de manera contundente, reiterada y sólidamente razonada ha establecido la RAE, la forma correcta y adecuada para el plural inclusivo, es decir, para el que engloba la referencia a personas de género masculino y femenino, es el masculino, que en este caso se entiende como género no marcado, por lo que no es correcta esa frase del cartel que dice: "Detener el coronavirus es responsabilidad de todos y todas", la cual debería tener esta forma: "Detener el coronavirus es responsabilidad de todos". Las razones son estas: es más simplificada, cumple nuestra norma gramatical y evita una absurda -y cacofónica- reiteración, con lo que se inscribe en una de las leyes lingüísticas universales (es decir, uno de esos rasgos que se encuentran mayoritariamente en los millares de lenguas que existen en el mundo): la economía del lenguaje. El Gobierno de España debería hacer un correcto uso de la lengua española, más aún, cuando en este asunto particular el último y claro pronunciamiento de la RAE se produjo a petición suya.
      -Esto me lleva al segundo terreno, el del uso del lenguaje como arma política, pues la redacción de esa frase que está mal no es inocente, menos aún, cuando esa respuesta de la RAE de que hablo arriba iba dirigida a una petición de la vicepresidenta Carmen Calvo, señalada militante de un feminismo de trinchera y que ahora es la coordinadora del plan de lucha contra el coronavirus, o algo así. Frases como esa que está mal se rigen por la gramática incorrecta que desde hace años quiere imponer ese feminismo radical de las vicepresidentas Calvo o Montero, argumentando que con ello se incluye y visibiliza a la mujer, memez de un calibre comparable solo al de su mala intención, pues la lengua española ni excluye ni invisibiliza a nadie. Con una gramática así, solo se visibilizan los postulados febriles de un feminismo rencoroso, lo cual se hace a base de torturar el lenguaje, por lo tanto, esa gramática torturadora y tortuosa -que hemos visto usar a Pedro Sánchez en sus mensajes recientes, siguiendo la demagógica estela de todos los políticos- forma parte de una neolengua que, por higiene política, debería empezar ya a desterrarse de los mensajes oficiales, como es el caso de este cartel. 
      Vistas las objeciones, paso ahora a señalar la incongruencia. Si los demagogos y/o ignorantes que usan o promueven este lenguaje pseudoinclusivo valorasen su propia lengua y se parasen a pensar solo un poquito, repararían en que una gramática es antes que nada un conjunto de reglas (en nuestro caso, las que sirven para componer mensajes comprensibles y admisibles dentro del sistema de comunicación que es la lengua española), y que unas reglas usadas arbitrariamente (es decir, a veces sí y a veces no) ni son reglas ni pueden servir para fundamentar sistema alguno. Pues bien, sin salir de este cartel que os incluyo, que se compone exactamente de veintidós palabras, esa incongruente regla del plural que tanto gusta a Carmen Calvo, a Irene Montero o a Pedro Sánchez (y también a una legión de políticos de casi todos los partidos, no se olvide), se usa una vez, pero se desprecia dos, pues, si se usase todas las veces, el mensaje habría quedado así:
Este virus lo paramos unidos y unidas.
Detener el coronavirus es responsabilidad de todos y todas.
Si te proteges tú, proteges a los demás y las demás. 
       ¿Puede alguien negar que este galimatías estúpido y ridículo ejemplifica una regla inviable que nos obligaría a componer mensajes kilométricos, abstrusos y pesados por despreciar ese universal del lenguaje -y de todo en la vida- que es la economía de medios o ley del mínimo esfuerzo? Llevo décadas haciendo esta refutación del "lenguaje no sexista", tan contundente como sencilla. La regla del género con la que tan alegre como demagógicamente nos machacan nuestros políticos, como se ve, no tiene ninguna entidad ni viabilidad gramatical, por esta sencilla razón: no es una regla de lengua, es decir, de sistema comunicativo, sino de neolengua, o sea, de instrumento propagandístico al servicio de un proyecto totalitario.   


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