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domingo, 16 de febrero de 2020

Pseudofelación en Huércal-Overa

   Miro el título que acabo de poner y me doy cuenta de que casi valdría para una película de porno paródico, o sea, una película que fuera al cine porno lo que las de Torrente son al cine policiaco, así que resulta ajustado, porque en el asunto que voy a tratar están presentes el porno y el esperpento.
    Según contaba el pasado día 13 "La Voz de Almería", en el IES "Cura Valera" de Huércal-Overa, en un taller de educación sexual para alumnos de 1º de Bachillerato organizado por una empresa llamada Formación Vida, dos alumnos salieron para simular una felación. Posteriormente, el padre de uno de ellos, asegurando que a su hijo se le había obligado y que había quedado traumatizado por lo sucedido, presentó una queja cuyo alcance desconozco, pues los hechos son bastante confusos, tanto en el relato de este medio como en el de otros, por lo cual creo muy conveniente reproducir las palabras textuales de Davinia Simón, la responsable de la mencionada empresa que dirigía la actividad:
    Era una clase sobre sexualidad y pornografía y en un momento de la charla se les explica a los jóvenes que todo lo que ven en el porno no es real y para ejemplificarlo pues sacamos a un chico y a una chica para que vean que las cosas que se realizan en este tipo de películas no se corresponden con las relaciones sexuales de verdad. A estos se les pregunta cómo empiezan estas películas y son ellos mismos los que hacen una simulación de cómo comienzan, que es como una felación, pero sin ningún objeto, sin movimientos ni nada por el estilo.
     Añade también la señora Simón otras cosas, como que durante los hechos hubo hasta cuatro profesores del centro delante, más esta auténtica perla: que en ningún momento ninguno de los participantes en la recreación tuvo que simular nada, más allá de agacharse de rodillas imitando cómo lo hacen en una película pornográfica. Quizás la clave de la cuestión de este soberbio disparate esté en que a su responsable esto último le parezca una nadería. Otra importante información que facilita es que esta clase se inscribe dentro de un proyecto que su empresa presentó a Educación (que habremos de suponer que lo aprobó) y que se ubica dentro de lo que se pide en el Plan Estatal contra la Violencia de Género.
     Creo que estaréis de acuerdo conmigo en una cosa: con lo visto hasta aquí, el padre de ese chico (y los de todos los que hayan tenido que asistir a la "clase" que puede deducirse de las palabras de su propia conductora) tenía motivos sobrados para quejarse aunque a su hijo no le hubieran obligado a la estúpida actuación que acabó realizando. Y, por cierto, la actividad parece partir de una presuposición de que los alumnos están familiarizados con el porno que no deja de sorprenderme. Me pregunto además si no habrá despertado la curiosidad hacia él en algunos o quizás muchos que ni lo conocían ni les interesaba. Queridos amigos: este delirio no hay por dónde cogerlo. ¿Qué justificación puede darse para que en un centro de educación secundaria se explique nada sobre pornografía? ¿Qué valor, aportación o ventaja didácticos se pueden hallar no ya en obligar, sino tan siquiera en pedir a ningún alumno que simule cómo comienzan las películas porno?  
     Estas serían las preguntas más inmediatas, las que se refieren al caso concreto y señalan sin asomo de dudas que el desafortunado proyecto que la empresa Formación Vida logró colar en el IES "Cura Valera" merece la desaprobación más fulminante, pero pueden formularse otras muchas igual de inquietantes, unas de alcance general y otras de alcance restringido: ¿es necesario que a los centros educativos acudan empresas externas a formar (o, más bien, a "formar") sobre un tema tan delicado como la sexualidad? A la vista de este caso, ¿es sensato? ¿Qué criterios tienen las administraciones educativas para aprobar los proyectos de estas empresas? ¿No sería ya hora de que empezásemos a plantearnos muy en serio el cerrar el coladero que representan las indefinidas áreas transversales para que en los centros pueda entrar cualquiera a decirles a los alumnos lo que le dé la gana? ¿No deberían estar muy limitadas las colaboraciones externas a su estricta relación con los programas de las asignaturas y sometidas a un serio control de los departamentos didácticos, en lugar de guiarse por las vacías ocurrencias de los militantes de cualquier ideología de moda, que son quienes suelen canalizar e imponer charlas del tipo de la del "Cura Valera"? Y dando ya un salto a unas implicaciones políticas que resultan cada vez más inquietantes: ¿qué es eso de que esta charla se ubicase dentro de lo que pide el Plan Estatal contra la Violencia de Género? ¿La violencia de género se combate con charlas sobre porno? ¿Lo que son "las relaciones sexuales de verdad" tiene que decírselo a los chicos alguien que da charlas contra la violencia de género? ¿Van a ser estos monitores como los curas de antes, que señalaban los límites de lo permitido en materia sexual? ¿No estarán algunos convirtiendo la violencia de género en el sacramento intocable tras el que imponer sus ideas?
    Paro aquí, aunque podrían hacerse unas cuantas preguntas más.
    Es muy significativo eso que dice Davinia Simón de que durante los hechos hubo delante hasta cuatro profesores del centro. Está claro que lo usa como escudo, viene a decir: "La actividad no podía estar mal, porque hubo cuatro profesores delante y no dijeron nada". Es, en primer lugar, un alarde de cinismo, ¡la que hubiera montado ella o cualquiera de sus colegas si a un profesor se le ocurre pararle la actividad! Además, jamás un profesor haría esto: nuestra presencia en las charlas externas es para apoyar y -digámoslo sin hipocresías- vigilar el comportamiento de los chicos, y las actividades las respetamos aunque no nos gusten, lo cual no implica que seamos sordos y ciegos: su suerte futura depende mucho de nuestra valoración.
    Y esto me lleva a la tesis que defendí hará un mes al hablar acerca del pin parental: episodios como este de Huércal-Overa los hay a centenares, de manera que no se puede negar la razón a quienes deseen proteger a sus hijos contra semejantes excesos. Si queremos que ninguno de ellos pretenda hacerlo mediante el pin parental, que, a mi juicio, sería el caos, solo lo lograremos con el único instrumento capaz de vencer al caos: el orden, y ese orden debe venir desde la propia escuela. Esto requiere un giro de ciento ochenta grados con respecto a la situación actual, en la que imperan los síntomas de que la propia Administración es quien impulsa esta intolerable feria de charlas y talleres vacíos, inadecuados (cuando no perjudiciales) y adoctrinadores. Por muchos que seamos los guerrilleros que luchamos contra ellos, estamos aislados y carecemos del respaldo de un poder al que, bien al contrario, a menudo lo que hacemos es enfrentarnos. Es muy mal asunto que quien debiera poner orden se dedique a fomentar el caos. Me temo que en esta cuestión el conflicto va para largo.

8 comentarios:

  1. Yo no puedo entender cómo en un sistema educativo donde los conocimientos de materias básicas adolecen de tantas carencias, por un lado, y, por otro, hay graves problemas de convivencia, disciplina, comportamiento o como se quiera llamar, las grandes prioridades para algunos administradores escolares (tanto directores como gestores de la administración) sean la organización de actividades paralelas (y para lelos, que hay que ser inclusivos) que no está claro en qué medida enriquecen la formación de los estudiantes. Yo recuero que ha habido grupos de teatro, revistas escolares, coros, actividades deportivas, etc. ¿Qué sentido tiene un taller en el que simulen que hacen un francés? Me lo explique, oiga. Luego, que si el pin parental, que si el pim, pam, pum. Pero ¿charlitas para qué? Ya sabes lo que pienso de las transversales. Perdemos las energías en gilipolleces, algunas de las cuales además las gestionan empresas, ongs, aserejés y demás. Yo ese tipo de historias, que supongo que además no son gratis, las cancelaría y me dedicaría a hacer lo que tiene que hacer un centro educativo.

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  2. La cuestión es el negocio, Mariano. Actividades como la de Huércal-Overa son, por un lado, un negocio político para los partidos que controlan la educación (son siempre actividades doctrinales, relacionadas con esas transversales, o con trincheras ideológicas de moda, como ahora lo LGTBI o el feminismo), y por otro, un negocio económico para esas empresas de avispados que se montan su chiringuito subvencional para vivir de estos cuentos. Luego hay otros dos tipos de actividades: el primero, esas que dices tú, relacionadas con la vida cultural o educativa y que se organizan por el propio centro por personas que no van a cobrar; el segundo, esas del tipo Guardia Civil dando una charla sobre acoso en la red, o escritor que va a un centro a tener un encuentro sobre un libro suyo que los alumnos han leído, o el destacado intelectual que va a hablar sobre física, historia o música. Estos, normalmente, tampoco van a cobrar, y está claro que enriquecen la educación de los alumnos. Esa gente que te va a hablar sobre temas inadecuados y encima se gana la vida así son los que generan el problema. Está muy bien identificado, si se quisiera, se podría resolver.

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    1. Esa es la clave. Por un lado, dado que la enseñanza mueve mucho "volumen de negocio", hay buitres esperando vivir de la subvención. Algunos son bienintencionados. Me escriben con frecuencia grupos de teatro que viven de hacer funciones baratitas en colegios e institutos. Hacen adaptaciones de los clásicos, decentes, con actores aficionados. Y viven solo de lo que sacan en las funciones escolares. Más siniestra es la secta, con las nuevas religiones, que se proponen adoctrinar y pontificar, hacer prosélitos y difundir "la verdad", de la que solo ellos son depositarios, los nuevos textos sagrados de los que ellos son los únicos exégetas o exegetas (las dos admitidas por la RAE y la segunda, preferible en este contexto por su paronomasia con "jetas"). Esta gentucilla es muy peligrosa. Y a mi juicio está de más en el ámbito educativo.

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    2. Bueno, esos grupos de teatro o alguna otra persona o empresa que se dedique a actividades realmente culturales, aunque cobren, no pueden meterse en el mismo saco que los exejetas que se dedican a los talleres de adoctrinamiento. Son profesionales de la cultura que encajan muy bien en la escuela: si estás explicando a Lope y viene un grupo al centro a representar "El caballero de Olmedo" eso es un apoyo útil y enriquecedor, y quien lo preste tiene lógicamente que ser compensado.

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  3. Jajaja. Qué ingenuos! Ésto no va a parar hasta que en toda España la Escuela, sea como la "Escolares catalana". Aquí no es que no se les ocurra, es que ni los profesores saben ya quien fue Lope. Eso si, Pedrolo.... A mansalva! Ya verán ya!

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    1. Hay una cosa que sí te puedo decir: cuando yo empecé en la enseñanza en 1983, no había empresas que se dedicasen a este tipo de cosas. Que viniesen de fuera a hacer actividades y hubiera que pagarles había grupos de teatro, gente que daba recitales y cosas así. Con la LOGSE, empezaron a aparecer por los institutos gabinetes psicológicos y nebulosas empresas que ya empezaron a hincarle el diente a esto. A medida que pasaban los años, han ido haciéndose más abundantes y más exigentes los departamentos de Orientación (que son quienes suelen meterlos en los centros) a la hora de presionar a las directivas para que los tutores no pudieran negarse a que sus grupos fueran a estos talleres. En efecto, la trayectoria de la presión adoctrinadora no es descendente.

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    2. Efectivamente, cuando yo empecé en la enseñanza hace más o menos los mismos años no existían todas esas actividades paralelas, talleres, transversales, departamentos de orientación... De vez en cuando alguna conferencia o exposición, pero de carácter claramente académico.

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    3. Claro, claro, académico, y lo académico en este asunto debe quedar al margen, solo faltaría. Esto es una muestra más de aquello que todos sabemos y que dijo Ruiz Paz hace tiempo: que los chanchullos de la secta pedagógica (porque estas charlas, en lo formal, en sus responsables y en el contenido, están dentro de los proyectos del pedagogismo) son, además de un plan doctrinario, un negocio.

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