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miércoles, 10 de julio de 2024

España marcó DOS goles

     Y Francia, solo uno. Me estoy refiriendo, es obvio, a la semifinal que disputaron ayer ambas selecciones en la eurocopa de fútbol. Por eso -lo explicaré para los aficionados advenedizos, que entre ayer y hoy han surgido por miles- el resultado fue España, 2 - Francia, 1; por eso ganó España; por eso disputaremos la final el próximo domingo. Los franceses se adelantaron en el marcador, pero poco después empató Lamine Yamal, y, a los tres minutos, Dani Olmo obtuvo el gol de la victoria

    La sarta de perogrulladas que os he  endilgado en el párrafo anterior se debe a una cosa: entre ayer y hoy, si uno mira los titulares de nuestros medios, al menos las tres cuartas partes le llevarían a la confusión de que España solo marcó un gol, el de ese prometedor prodigio llamado Lamine Yamal (que fue extraordinario), porque parecen haberse olvidado del otro, el marcado por ese fenomenal futbolista ya consagrado que atiende por Dani Olmo, un gol técnica y estéticamente tan bueno como el de Yamal, cosa que no me discutirá nadie que entienda de fútbol, y menos aún, si se trata de personas que lo hayan practicado. Dos grandes goles, dos grandes jugadores y una gran selección, no olvidemos esto, porque el fútbol es un deporte de equipo, y ganan o pierden los equipos. De hecho, ambos jugadores, como buenos deportistas, recalcaron esto: que lo que importa es el triunfo del equipo.  

    La motivación de este artículo no es deportiva, sino informativa. Como muchos sabréis muy bien, el enfoque que demasiado medios (entre ellos, RTVE) están dando a esta eurocopa se está saliendo de los límites deportivos más de lo deseable, lo digo muy en serio, porque llevo décadas viendo fútbol y sé muy bien de qué pie cojeamos los aficionados a este deporte: cuando nos ponemos a ver un partido, lo que nos interesa es el espectáculo deportivo, más otras expectativas sujetas al azar, como que el partido sea bueno o que nuestro equipo gane (las cuales, por cierto, se cumplieron en el España - Francia), pero de ningún modo que nadie se ponga a contarnos tiernas historias de biografías difíciles o a darnos el latazo con propaganda inclusiva. Eso no toca en las retransmisiones deportivas, pero parece ser que los medios de hoy han encontrado en ellas una plataforma ideal para hacerse los guay y adoctrinarnos con las ideologías dominantes. Detrás de este deplorable móvil está lo que ocurrió ayer con los goles de la selección: los medios ningunearon el de Dani Olmo y elevaron a los altares el de Lamine, porque, claro, ya se sabe, que si el inmigrante, que si la inclusión, que si las particulares milongas sentimentales de cada uno... No es eso, de verdad: déjennos ver tranquilos siquiera el fútbol, guárdense sus sermoncitos para sus púlpitos y sus culebrones emocionales y adoctrinadores para las series de Netflix. Hace años, la izquierda acusaba al régimen franquista de usar el deporte para alienar a las masas, pero puedo jurar que jamás vi en aquel tiempo una instrumentalización del deporte con fines políticos tan grosera y alarmante como la que está realizando el regimen pedrista, vean si no en qué ha quedado el triunfo mundial de la selección femenina de fútbol.  

    Voy a dejar un par de ejemplos. El primero nos lo brinda Yolanda Díaz, que intentó capitalizar la victoria contra Francia de manera bochornosa y además se estampó con la celebración que Lamine hizo de su gol, pues la imagen a la que se refiere no se produjo en el partido de ayer. ¿Sabe algo de fútbol esta señora? ¿Le importa lo más mínimo? Seguro que no, pero ya conocemos los verdaderos intereses de esta vicepresidenta del Gobierno español (gracias, Pedro) que tiene como referente a Cristina Kirchner, se fue a enredar con Puigdemont y ostenta este perfil general.

    A continuación, veremos a la imponderable Irene Montero endilgándonos uno de sus chabacanos mítines sectarios (¡que esta persona haya sido ministra de España! Gracias de nuevo, Pedro) y atribuyendo los goles a quienes no los han metido. Ni vergüenza ni sentido del ridículo, aquí la tenéis en un vídeo que, según parece, luego ella misma borró. Se comenta sola.

    A esto me refiero: ciertas corrientes políticas han metido sus zarpas TAMBIÉN en el deporte y, de manera no sé si estúpida o malintencionada, ayer, los medios de comunicación que se olvidaron de que España había metido DOS goles y no uno entraron en ese juego abominable. Sería muy de agradecer que dejasen de tratarnos como a idiotas y se tomasen en serio su oficio de informadores.


6 comentarios:

  1. Unai Simón es un hombre sensato y cabal en sus manifestaciones públicas..... De él no se habla? Piensa mal...

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    1. Es el momento adecuado para que los deportistas dejen al margen la política, a no ser que quieran ser manipulados. Otra opción es la de los jugadores franceses: pronunciarse por ardor militante, pero... Pero si emuestras tus ardores en lo político, te arriesgas a que, cuando tropieces en lo deportivo, alguien te diga: zapatero, a tus zapatos. Hablando de zapateros, parece que en Francia la ceja la ejercen los futbolistas.

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  2. Las palabras de la dimisionaria lideresa de Sumar y su antigua aliada y hoy enemiga a muerte, la jefecilla consorte de Podemos, son una muestra más de su ridículo habitual. Esa utilización sectaria y partidista de las victorias de España en la eurocopa es paradigmática del estilo sanchista. No tiene límites y se excede de forma patológica. Han llegado a decir que cada vez que metía goles un jugador de origen extranjero y de raza negra se le estaba marcando un tanto a la ultraderecha, como muy solemnemente ha aseverado en un mitin Salvador Illa, ese malvado con tan buenos modales como pocos escrúpulos que ya sufrimos durante la pandemia como mentiroso compulsivo, manipulador amoral y pésimo gestor. En su delirio hiperbólico han llegado a comparar a estos jugadores jóvenes con los menas cuya afluencia masiva es hoy un problema muy serio, como lo manifiesta que son muchas las administraciones que no los quieren, como el alcalde socialista de Fuenlabrada y los socios supremacistas del gobierno de progreso, Junts y ERC. No solo los políticos han contaminado lo que debiera haber sido solo una crónica deportiva, también sus terminales televisivas, radiofónicas y periodísticas se han cubierto de gloria. Han dado babosamente la brasa con que si esta selección por primera vez representaba la diversidad, como si no hubiera existido esa diversidad de nacionalidades y razas en el deporte español desde hace décadas.

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    1. Los medios políticos e informativos que se han obsesionado tanto con Lamine y Williams han ninguneado y ofendido al resto de la selección. Una vez más, han demostrado ser gentuza ignorante, grosera y sectaria.

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  3. Parecía que el éxito se lo debiéramos al mismísimo Pedro Sánchez. Pero hete aquí que tras la victoria de España y su resonante eco mediático esa politización extrema se ha vuelto en contra de los manipuladores. Porque las bofetadas que los jugadores le han dado al gobierno han sido continuas. No han permitido que el presidente fuera a los vestuarios a felicitar a la selección. Lo han desairado en la recepción en la Moncloa. No solo Carvajal. Han sido mucho más cercanos con el Rey y han proferido gritos politicos, como “Gibraltar español”. Los aficionados han coreado “yo soy español, español, español” en Tarrasa. Todos estos lemas que han soliviantado a los tontoprogres que campean por España. Los Rufianes y los Oteguis remarcan cómo los jugadores vascos y catalanes no tienen su propia selección. Pero en Cataluña y en el País Vasco estos jugadores han disfrutado de masivos recibimientos. Empañados, eso sí, por las pintadas hostiles del mundo abertzale contra los jugadores Merino y Oyarzábal. Al final la selección ya no es un emblema del mandato del gobierno de progreso sino un símbolo más de la fachosfera. A esto hay que añadir el hecho de que la UEFA en el protocolo de la final de la eurocopa antepuso la figura del Rey a la del primer ministro español. Que no es el presidente de España, aunque le gustaría serlo. La ausencia de Pedro Sánchez en la entrega de trofeos contrarió al inquilino de la Moncloa, quien ha intentado sacar partido de este campeonato de fútbol de la forma más grosera y burda que cupiera imaginar. Solo hay que ver cómo esa propaganda que trataba de capitalizar el éxito de la selección española para obtener réditos políticos y denostar a la oposición ha mutado en un rechazo a esa pandilla de fascistas y maleducados que visten la camiseta española pero ya no representan a esa España de progreso. En el último debate parlamentario, pese a ello, el hombre que mentía demasiado trató de apuntarse la victoria en la eurocopa como un argumento más de que nuestro país va muy bien en todo. Vivimos en un mundo feliz y estamos en el mejor momento de nuestra historia, viene a insinuar el caudillo de España del siglo XXI. Pero a pesar de estas alaracas los españoles ya sabemos que ninguno de los goles de la selección nacional no los marcó ni Pedro Sánchez ni ninguno de los que tratan de envenenar el ambiente con tal de arrimar el ascua a su sardina. Han tratado de utilizar el fútbol para dividir una vez más a la sociedad, pero la mayoría nos hemos sentido felices durante unos días compartiendo los éxitos deportivos como manifestación de una pertenencia compartida a España, con dos símbolos que nos unen y nos representan: la selección y la bandera de nuestro país. Están muy escocidos los tontoprogres porque esta vez les ha salido el tiro por la culata.

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    1. Es patético todo el montón de gilipolleces que han dicho, y no solo la Yoli o la Montere. Lo del inútil pringoso de Illa con los goles a la ultraderecha: para lo que él llama ultraderecha, los goles de España son goles de España, los meta Salinas o Williams, al contrario que para el segregacionismo woke, al que solo le han interesado los goles de los que podían -o creían- sacar partido político. Qué decir de Pedro Sánchez, que hace un ridículo de llorar cada vez que se pone patriótico. En cuanto a gentuza como Otegui, Rufián o Asirón, lo de siempre con los separatistas: no se sabe si son más malos que imbéciles o más imbéciles que malos. Son ellos ls que no tienen selección, porque los jugadores sí tienen una, y excelente: la española. Cuando Rufián lanza esos rebuznos sobre jugadores vascos o catalanes, demuestra una vez más que, mentalmente, está en los nueve años: con la selección, son todos españoles. Tiene que ser muy jodido estar rabiosamente en contra de un país y desear que pierda y ver como ese país gana en todo: en tenis, en fútbol, en vela... Más lo que ya se ha ganado antes y lo que esté por ganar.

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