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martes, 5 de septiembre de 2023

Un país echado a perder

 

       Deberíamos prestar mucha atención a esta foto y concederle la máxima importancia, porque quizás con el paso de los años se convierta en una de esas que condensan y simbolizan un acontecimiento histórico extraordinario:


Carlos Puigdemont y Yolanda Díaz mirándose a los ojos (4 de agosto de 2023)

    Todos los que la vemos hoy sabemos que Carlos Puigdemont es un personaje que llegó a ser presidente de la Generalidad, declaró la independencia de Cataluña en octubre de 2017 y, desde entonces, tras huir miserablemente en el maletero de un coche, es prófugo de la Justicia española. Por supuesto, también sabemos que Yolanda Díaz es hoy vicepresidenta del Gobierno español presidido por Pedro Sánchez. Con tan altísima representación institucional, esta señora se permitió ayer reunirse con un delincuente que ha atentado y sigue atentando contra la integridad de la nación española, interactuar con él con el vomitivo aire de complicidad de la foto y proponerle -de acuerdo con sus palabras- la exploración de soluciones democráticas para desbloquear el conflicto político

    Tal vez sea yo el único que piensa así -o tal vez no-, pero creo que la señora Díaz acaba de perpetrar un brutal despropósito que la desacredita de manera inapelable para la menor responsabilidad política y que, en la mayoría de los países serios, solidos y estables, supondría para ella el cese fulminante y una rotunda condena de la sociedad, por no hablar de que en unos cuantos la arrastraría a una acusación de traición. En países de ese cuño, la ciudadanía en bloque, los medios de comunicación, la comunidad política y los sectores influyentes de la sociedad reaccionarían con indignación y escándalo y le harían pagar muy cara a esta señora una ofensa tan grave como legitimar a un golpista, elevarlo a la categoría de interlocutor válido y concederle el título de demócrata, pues hacerlo representa insinuar o reconocer que la democracia española no es tal cosa y ha sido injusta con él, con ese Puigdemont que no es más que un conspirador separatista que lleva años utilizando las peores artes para destruir la nación.

    Pero España ya no es un país serio, sólido y estable, aunque quiero pensar que alguna vez lo fue. En el año 1981 sufrimos el primer intento de golpe de Estado contra nuestra democracia, el 23-F: ¿habría sido posible que un vicepresidente de Calvo Sotelo hubiese tomado una inciativa tan demencial como la de la señora Díaz? ¿O que lo hubiera hecho alguno del gobierno de Felipe González, su sucesor en 1982? ¿Es siquiera imaginable una foto de Martín Villa o de Alfonso Guerra poniéndole ojitos a Alfonso Armada o a Milans del Bosch? ¿Cómo ha tenido Yolanda Díaz la desvergüenza de permitirse ese postureo con un golpista? Porque lo del 1-O, por mucho que practiquemos la táctica del avetruz, es el segundo intento de golpe de Estado que ha padecido nuestra democracia, y ya nadie honesto y sensato podrá negar que ha sido mucho más peligroso que el 23-F, porque ha representado una amenaza más seria para la nación, tan seria que todavía persiste, y con la inquietante fuerza que permite temer la traición de esa irresponsable incompetente llamada Yolanda Díaz, una de las personas más frívolas que han desfilado por la política española. Y ni que decir tiene que Sánchez está detrás, lo cual multiplica por cien la peligrosidad de la amenaza. 

    Es irrefutable: España aún era un país siquiera con dignidad en 1982, por eso hubiera sido posible solo en una película de risa cualquiera de las escenitas del párrafo anterior, pero en 2023 yo tengo serias dudas de que lo siga siendo. A base de tragar y tragar cosas intragables, desde la legalidad de Herri Batasuna durante décadas o el permanente saqueo del separatismo hasta los confinamientos inconstitucionales, la suelta de violadores o el perdón a los golpistas, pasando por mil atropellos más que hubieran sido impensables en un país serio, sólido y estable, nos hemos convertido en un país acobardado y pasivo que lo soporta todo, un país que ha perdido la capacidad de rebelarse ni aun contra los escándalos más obscenos. Un país narcotizado que se rasga las vestiduras por estupideces mientras contempla con tan solo una ligera mueca de disgusto y cruzado de brazos las maniobras de la banda de atracadores políticos que lo están despedazando. Un país echado a perder. 

    

4 comentarios:

  1. El país comenzó a echarse a perder hacia el año 56, de ahí lo demás.... De ésa generación salió la Transición y la Constitución disolvente que padecemos, con la extensión social de la frivolidad y el narcisismo que hoy todo lo desborda.... Un aggiornamiento, que dijo el Concilio vaticano segundo... Ciertamente, por inercia se siguieron produciendo cosas interesantes y valiosas, pero en disminución geométrica hasta hoy. No sólo en España, en todo Occidente. Si atiende a la Historia, verá que nuestro país es siempre avanzada de lo que ha de venir en otros, muy al contrario de lo que nuestros afrancesados negrolegendarios predican.... En fin, hay que beber el Cáliz hasta les heces ...

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  2. Eso de que España es avanzada de lo que ocurre luego a otros los suscribo al cien por cien, de ahí que yo esté sumamente preocupado, porque nuestra situación actual recuerda mucho a la del 36 (esto lo llevo diciendo bastante tiempo; hace unos años se reían y me llamaban conspiranoico, pero ahora, cuando digo que podemos acabar en una guerra civil, ponen cara de preocupación), así que podemos acabar como entonces, porque, aunque la España de hoy no sea tan pobre, la obcecación de los que quieren cargarse la democracia (separatistas y revolucionarios de izquierdas, como entonces) no desmerece con la de aquella época. Si Companys declaró la independencia, hoy lo ha hecho también Puigdemont y, salvando las diferencias de procedimientos y de situación histórica, hoy, como entonces, tenemos una izquierda radical hostigando al sistema democrático. Y, aunque Putin no tenga el poderío militar de Hitler -pero no olvidemos que tiene el atómico-, tenemos, como entonces, una potencia dictatorial amenazando a Europa, aunque quizás la estemos minusvalorando. Y esa potencia, aunque algunos intoxicadores quieran hacer creer que esto es un bulo, tuvo oscuras vinculaciones con los promotores del prusés por los años 16 y 17, es decir, como en el 36, quiso sacar partido de nuestra inestabilidad. Muchas semejanzas veo yo aquí; llámame chiflado si quieres, pero yo veo que, como entonces, España está en peligro de caer, tras lo que vendría una reacción en cadena en Europa, que casi se la ha ganado, teniendo en cuenta cómo nos ha tratado en la amenaza golpista, que le interesa mucho. ¡Ah!, y me olvidaba del separatismo vasco, que ahora es mucho más peligroso que entonces, como pueden testimoniar centenares de muertos, miles de heridos y cientos de miles de expulsados, amenazados y silenciados.
    En lo que no estoy de acuerdo es en lo que dices del 56; España tuvo un renacimiento en todos los sentidos al morir Franco y montamos un proyecto muy ilusionante, pero no supimos ver que llevaba dentro el huevo de la serpiente, que es el que poco a poco nos ha ido carcomiendo. Esa ha sido la deriva.

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  3. Lo del 56 en España, como epifenómeno de causas similares en Occidente y luego rematado en el 68 puede discutirse, claro. Discrepo mucho del "renacimiento" a la muerte de Franco. Mal que nos pese o que se detestase al personaje, lo que hay son los frutos de la España de Franco en todo su esplendor de adelanto evidente y salida de la pobreza del país, hay que decirlo. Y aún más, de hecho Franco fue un gran continuador de las políticas de estado de la República y aún antes, cuyo éxito sin duda se debió a que pudo escapar la nación a la acción deletérea de las termitas sociales que impidieron entonces, y ahora la democracia en España. No sé cómo acabará todo esto, me temo que mal, pero una cosa está clara, sólo se puede acabar con esta dinámica aplastando las aspiraciones étnicas de las minorías sobre la mayoría. Basta de ingenuidad, y Basta de 98! A la mierda Ortega! España es la solución, no otra. Este régimen de democracia sin Nación se ha demostrado deletereo y hay que rectificar hacia el Estado Nación , sin ella NO puede haber Democracia

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    1. Cuando hablaba de renacimiento, me reería sobre todo a lo político, porque salimos de una dictadura para entrar en una democracia, aunque bien hemos dejado que la jodieran. Otra cosa es el aspecto económico. Yo reconozco que no entiendo mucho de historia ni de economía, pero siempre me ha llamado la atención una cosa: tras el periodo bélico acabado en 1945 y el nuevo reparto de mundo, en Europa hubo muchos países que eran dictaduras (España, Portugal, Yugoslavia, el bloque del Este...) y no hace falta se muy listo para ver cuál fue saliendo mejor de la miseria de la guerra y cuál acabó siendo el más adelantado. Eso, a mi juicio, es un mérito objetivo del franquismo, aunque lo mismo por decir esto mañana viene a buscarme la policía, qué le vamos a hacer.
      Yo tampoco sé cómo acabará esto y también me temo que no hay muchas opciones para que acabe bien. Y, naturalmente, también creo que lo que hay que hacer con el nacionalismo es cortarle las alas, pues, de lo contrario, acabará con España, tarea en la que está volcado. Todo rumbo que no nos lleve hacia un estado - nación centralizado y único a donde nos llevará será a la consumación del delirio de unos caciques totalitarios, o sea, al desatre. Y ya sabemos cuál es el rumbo que tienen fijado el PSOE y sus aliados. Veo muy mal futuro.

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