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-LA ESCUELA INSUSTANCIAL. Sobre la urgente necesidad de derogar la LOMLOE. -EL CAZADOR EMBOSCADO. Novela. ¿Es posible reinsertar a un violador asesino? -EL VIENTO DEL OLVIDO. Una historia real sobre dos asesinados en la retaguardia republicana. -JUNTA FINAL. Un relato breve que disecciona el mercadeo de las juntas de evaluación (ACCESO GRATUITO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA). -CRÓNICAS DE LAS TINIEBLAS. Tres novelas breves de terror. -LO QUE ESTAMOS CONSTRUYENDO. Conflictividad, vaciado de contenidos y otros males de la enseñanza actual. -EL MOLINO DE LA BARBOLLA. Novela juvenil. Una historia de terror en un marco rural. -LA REPÚBLICA MEJOR. Para que no olvidemos a los cientos de jóvenes a los que destrozó la mili. -EL ÁNGULO OSCURO. Novela juvenil. Dos chicos investigan la muerte de una compañera de instituto. PULSANDO LAS CUBIERTAS (en la columna de la derecha), se accede a información más amplia. Si os interesan, mandadme un correo a esta dirección:
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martes, 24 de julio de 2018

La plaza de La Merced

   Con el título La plaza de La Merced, publica hoy "El País" una carta mía con el siguiente texto, que difiere muy poco del que ha aparecido en el medio comunicativo:
    Imagínese usted que va a Málaga de vacaciones y quiere darse un paseíto por la famosa plaza de la Merced, pero, al llegar allí, se encuentra con que es imposible, porque una organización la ha cubierto de cruces como si fuera un cementerio. Decide usted entonces acudir al plan B: ir a darse un bañito a la playa de La Malagueta, pero, al llegar allí, le resulta imposible, porque la misma organización ha convertido aquello en otro cementerio, con lo que no puede usted ni tender su toalla.  Indignado, se queja a un policía municipal, el cual, muy serio, le informa de que la máxima autoridad del Ayuntamiento respalda esa iniciativa, por considerarla un uso de la libertad de expresión. Luego se entera de que la protesta reclama la libertad de unos personajes que pretenden romper el país. Seguramente, pensaría usted que una parte de los malagueños y su alcalde o alcaldesa se habían vuelto locos, y quizás se plantease no volver a pisar por allí. Bien, pues parece que, si esto sucede en cualquier parte de Cataluña, debemos considerarlo normal y aplaudirlo. Que me perdonen mis amigos los malagueños por haberlos usado para el ejemplo, aunque sé que entienden perfectamente que no va contra ellos. 
   Como habréis adivinado, el motivo que me empujó a escribir esta carta ha sido el suceso recientemente acaecido en Vic, donde un conductor arremetió contra el sembrado de cruces amarillas con que los separatistas habían cubierto la plaza. Podéis ver aquí un resumen de la historia, reconozco que no imparcial, pero veraz:

Los dueños de la calle en Cataluña
    Ahora, el Torra, la alcaldesa de Vic y los impresentables habituales del independentismo han apuntado su artillería pesada contra el autor de este grito de protesta. Torra, esbirro declarado de un golpista, habla de hechos gravísimos y Anna Erra, la alcaldesa que ha facilitado la usurpación del espacio público por los segregacionistas y sembradores de odio, anuncia que va a denunciar a ese conductor por incitación al odio y a la discriminación: una muestra más del repugnante cinismo de estos totalitarios.
     Estas son las cosas que pasan ya con asiduidad en las plazas y playas de Vic y de toda Cataluña, a la que un totalitarismo separatista ha hurtado la paz, la normalidad y la concordia que sí podemos encontrar en Málaga, Asturias, Soria, Lugo, Huesca o cualquier lugar de España donde el nacionalismo no haya hincado su pezuña de odio salvaje. 

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo, y me alegro de que, por fin, los no independentistas dejen oir su voz. Pero cada vez me da más miedo tanta crispación y, aunque entiendo que estén hartos, creo que deberían mostrarse como lo que son, la voz sensata de este asunto y tomar medidas sin entrar en su juego.

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  2. Es que eso no es posible ya, Molina, porque el caudal de provocaciones, vejaciones, agresiones y abusos de los independentistas ha hecho que hayamos llegado ya a ese nivel en que el único modo de pararlos es plantándoles cara, como por desgracia sucede millones de veces con esos energúmenos que no solo no son capaces de atender a razones, sino que, cuanto más se razona con ellos, más energúmenos son y más te agreden. El ejemplo más drástico es Hitler: despreció todo lo que no fuera fuerza y solo se le pudo parar usando la fuerza. Los independentistas catalanes unen a esto un repugnante cinismo, porque de manera constante y muy meditada, además de hacer todo lo que hacen, luego se fingen las víctimas y no paran de presentarse hipócritamente como no violentos. No quiero aburrirte, pero, en todo caso, sin salir de este blog, hay ya muchos artículos en los que se deja constancia de los actos de estos golpistas que quieren cargarse el país.

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