Reconozco que soy un caso: aun sabiendo lo mal que veo, insisto en meterme en Mercadona, atraído más que nada por los interesantes precios de los productos Hacendado y Deliplús, pero sin reflexionar sobre la cara más dolorosa de esta cadena comercial: el pésimo diseño de sus aparcamientos, que parecen ideados por alguien a sueldo de la patronal de talleres de chapa. Y así, hoy mismo, he salido del Mercadona de mi barrio con tres botellas de leche entera pasteurizada Hacendado y... con unos buenos rayajos en una de las puertas traseras del coche. Yo creo que las columnas de los aparcamientos de Mercadona son como las de un anuncio de hace unos años: gordas, con bigote, vivas, con muy mala uva y aleccionadas para pegarse rocetones con los coches, y hablo completamente en serio, este asunto debería ser investigado por las autoridades. Menos mal que, como puede que yo también tenga algo de culpa en estas incidencias, el incansable ingenio de la humanidad viene en socorro de mi coche actual y de los que pueda adquirir en el futuro con estos dos portentosos inventos: un material capaz de repararse a sí mismo y otro más duro que una aleación de las caras de Gadafi y Berlusconi: ¡mil gracias, investigadores del mundo!
Obsolescencia programada y medio ambiente
Hace 2 días
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