¿Sabían ustedes que el narcotráfico es una actividad muy honorable y benéfica que crea riqueza, da de comer a muchas familias y saca del paro a miles de personas? ¿Sabían que es una industria que vela por los más desfavorecidos, pues cualquier tuercebotas puede levantarse dos mil euros o más en solo una noche por vigilar si se acerca la Guardia Civil? ¿Sabían que, por todo lo anterior, los capos de la droga son unos virtuosos filántropos que merecen el respeto y la veneración, tal que la Virgen India de Cafrune y Marito? No estoy bromeando: estas opiniones las sostienen con firmeza quienes sacan beneficio de esa actividad criminal, se lo he visto y oído decir a unos cuantos, incluso ante las cámaras televisivas y a cara descubierta. Cuesta poco imaginar, en consecuencia, las alabanzas a esta vil actividad que iluminarían un manifiesto firmado por gente de este tipo, ahora bien, como diría cierto personaje un tanto cínico de El puente de los espías, ¿serviría de algo? NO. ¿Rasparía un microgramo de roña a la merecida montaña de desprestigio que sepulta al narcotráfico y a los narcos? NO. Como cualquiera sabe muy bien, los elogios de tu papá y tu mamá, o de tus amiguetes, o de los que reciben tus favores, no tienen el menor efecto a la hora de acreditar tu valía, pues, mal que les pese a ciertos canallas, somos hijos de nuestras obras, y no de la siembra de mentiras, espejismos o interesadas lisonjas, así que estos procedimientos son inútiles y de vuelo gallnáceo.
Sorprende que una verdad tan elemental y corroborada por la experiencia la hayan ignorado los firmantes del manifiesto a favor de Pedro Sánchez que salió anteayer a la luz pública, pues todos son personas de talento y que han alcanzado altos logros en su actividades profesionales o políticas, por lo cual uno no se explica como, al mirarse a las caras o leer el listado que ellos mismos componían, no se dieron cuenta de que ese truño dedicado a la ultradefensa del impresentable y ya indefendible Pedro Sánchez no iba a colar, por la sencilla razón de que son todos -salvo algún que otro despistado: todo el mundo se pregunta qué hace ahí Juan Manuel Serrat- amigos, admiradores incondicionales, camaradas, compañeros de trinchera o favorecidos del reivindicado: ¿qué otra cosa iban a hacer que echarle alabanzas, flores y un angustiado capote? Viniendo de ellos, eso no vale para nada. Si hubieran publicado un alegato, aún habría tenido algún sentido, pero de ningún modo tratándose de un manifiesto, un documento que por definición está destinado a buscar adhesiones.
Pero aún hay otro rasgo más demoledor: la identidad de los firmantes, en la inmensa mayoría de los cuales resulta un tanto vergonzoso que se descuelguen rubricando papelitos en favor de Sánchez. ¿Cómo no van a adorarle Magdalena Álvarez y Manuel Chavez, a los que ha salvado -por ahora y por Pumpido- de pagar por el vergonzoso latrocinio de los ERE? ¿Qué otra cosa que apoyo al infame Pedro Sánchez puede esperarse de los socialistas Joan Clos, Almudena Asenjo, Manuel Escudero o Sebastián Pacheco, los tres últimos, directivos de fundaciones del PSOE de esas que le suministran munición ideológica? ¿O de los ministros zapateristas Mercedes Cabrera, Elena Espinosa, Jesús Caldera, López Aguilar, el sumiso José Montilla, Miguel Sebastián, Leire Pajín o Fernández Bermejo (el de las cacerías), siendo como es el sanchismo la prolongaación natural del infecto zapaterismo? ¿O de Julián Campo, Manuel Castells, Carmen Montón (miembro, como el propio Sánchez, del Club de los Doctores Fraudulentos), Joan Subirats o Alberto Garzón, todos ellos ministros del sanchismo? ¿O de los veteranos cruzados Pedro y Agustín Almodóvar, Carlos Bardem, Ana Belén, Víctor Manuel, el lírico García Montero (verdadero Fideo de Mileto del sanchismo), Loles León, Jesús Maraña, Miguel Ríos, Marta Sanz, Rosa Villacastín o Manuel Rivas? Y no citaré más, ya con estos hay bastante. Insisto: ¿para que sirve un manifiesto a favor de Pedro Sánchez con estos firmantes? Para que la gente se muera de risa, ya no convencen a nadie. Muy mal se las tiene que estar viendo hoy el sanchismo para que echen mano de estas ocurrencias.
Sería inexcusable que no hiciera ninguna referencia al contenido del manifiesto, que es tan pobre estilística y conceptualmente como aquel de los 26 infernales años del que me ocupé en su momento, pero esta vez no pienso entrar tan a fondo. Consiste en un mísero y miserable ataque a quienes osan criticar al podrido Gobierno actual, investigar su voluminosa corrupción o pedir cuentas por ella. A la vez, lo defiende -como era esperable en el sanchismo- con mentiras, particularmente esa de que atravesamos gracias a él un dorado esplendor económico (1), cuando es justamente todo lo contrario, mírense por ejemplo el paro (del que se empieza por manipular las cifras), el embolado de la vivienda o el pésimo estado de las infraestructuras de comunicación. Pero lo verdaderamente grave de este documento es que está dominado por una feroz determinación antidemocrática, que se sustancia en la condena del menor movimiento o pensamiento contrario a la acción del Gobierno; los abajofirmantes parecen estar muy convencidos de que el único papel posible para quienes no sean de su cuerda es estar quietecitos y calladitos con absoluta sumisión contemplando como Pedro gobierna, hace y deshace, y dejándole machacarnos. Toda otra postura representaría atacar a la democracia e intentar destruirla. Si esto no es totalitaristmo, que venga Dios y lo vea: ante el divino Pedro Sánchez, nada de oposición, nada de crítica, nada de alternancia. Para quienes queráis un análisis más pormenorizado del manifiesto, Carlos Rodríguez Estacio ha publicado una réplica (pulse aquí) en "The Objective", con la que estoy de acuerdo en todo, incluida la indignación que transpira, muy comprensible, dado que la ocurrencia de esos cien firmantes es una verdadera coz, un ataque zafio a todo aquel que respire, y lleva ímplicito además un prepotente desprecio a los principios democráticos.
1. De todas formas, aunque fuera verdad ese invento de la prosperidad económica que tanto les gusta manejar a los sanchistas, tampoco serviría en absoluto para justificar ni perdonar los incontables abusos de Sánchez. Como algunos no lo ven así, suelo plantearles un símil con la película de 2011 No tengas miedo, que cuenta la historia de una joven veinteañera a la que su padre ha estado violando desde que tenía más o menos diez años. Durante todo ese tiempo, el padre le ha dado una vida muy desahogada e incluso vemos como de mayor le ha facilitado un empleo en su clínica dental, que hay que suponer bien remunerado. ¿Justificaría eso las horrendas cosillas que le hace? De ningún modo, como tampoco la buena marcha económica haría admisibles los atropellos de los gobiernos corruptos.
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