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domingo, 12 de marzo de 2023

30.000 euros por no denunciar el acoso escolar

     Hace pocos días, se aprobó la Ley de Derechos, Garantías y Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia de la Comunidad de Madrid, y "El Mundo" lanzaba una seria advertencia a los profesores con este titular: Madrid multará con hasta 30.000 euros a profesores que no denuncien casos de bullying. Voy a dejaros una serie de breves observaciones que pueden seros útiles a los profesores que ejerzáis en Madrid, pero os advierto que a los de las demás comunidades también os interesan algo, ya que esta norma no es más que una adaptación regional de la ley nacional aprobada en 2020, de la que ya hablé aquí.

    1.- Puesto que la ley madrileña se acaba de aprobar, no he podido encontrar su texto definitivo, sino solo el anteproyecto, que os dejo por si le queréis echar un vistazo. Supongo que, como mínimo, os servirá de referencia, porque a menudo las leyes acaban diferenciándose poco o nada de sus proyectos. Por si os queréis ir haciendo una idea, os doy algunas orientaciones: en el capítuo 32 se fijan exactamente las cosas a las que obliga la ley y en el 35 se desrrolla lo relativo al ámbito educativo. Con esto ya estaréis encarrilados para iros al título cuarto, que comienza en el artículo 135 y se ocupa del régimen sancionador, del que conviene estar muy al tanto. Si vais al capítulo 141, veréis allí la cuantía de las sanciones. Por lo que me ha parecido entender de lo que he leído a saltos, a los profesores solo les afectarían las correspondientes a infracciones graves y muy graves, que van de 6.001 a 600.000 euros, con lo cual, una de dos: o lo que dice "El Mundo" está equivocado o ha habido modificaciones en el paso del anteproyecto a la ley. En cualquier caso, supongo que empezaréis a estar de acuerdo conmigo en  que conviene conocerla muy bien.

    2.- En coherencia con la legislación nacional que adapta, esta norma parte de un delicado principio: no obliga a denunciar faltas o delitos efectivos, sino, como establece el artículo 32, "indicios de una situación de violencia ejercida sobre una persona menor de edad", y bajo la nada tranquilizadora conminación del artículo 141. La protección de los menores y la prevención del acoso escolar son asuntos muy serios, pero la obligación de "comunicar de inmediato" (que no denunciar), como dice el artículo 32, nos sitúa en unas condiciones muy delicadas, concretamente, las idóneas para generar un clima de caza de brujas, porque el miedo a esas desmesuradas sanciones podría despertar excesos de celo nada recomendables, podría llevar a los profesores, para curarse en salud, a sospechar de todo lo que se moviese, lo cual sería muy perjudicial para la convivencia en los centros y quizás, a la larga, para la propia labor de prevención que se pretende impulsar. Por todo esto, creo que la Comunidad de Madrid ha optado por un método de posibles efectos secundarios muy indeseables y, sobre todo, injusto, ya que intenta luchar contra unos hechos abominables penalizando -y duramente- a quien no los comete. Ya no es la primera vez que sigue este camino, como podréis ver en mi artículo aludido en el primer párrafo, donde hablo de un intento suyo de 2019 de hacer algo parecido a lo de ahora, pero nada menos que con los alumnos, iniciativa que, por fortuna y supongo que por cordura de alguien, no cuajó.

    3.- Con esta normativa que abre la puerta a penalizaciones tan excesivas podría llegar a darse una curiosa paradoja. Imaginemos un caso de agresión cometida por un alumno que tuviera tipificación de delito en el cual se hubiera visto envuelto un profesor que, por la aplicación de esta ley, acabase siendo objeto de una sanción de 25.000 euros; imaginemos también que el autor de ese delito, al final, por ser inimputable, no recibiera más sanción que lo que establecen los artículos 132 y 133 de esta misma ley: ya sé que los menores deben tener un tratamiento especial en las leyes, pero un caso así -que podría muy bien darse- dejaría un regusto de penalizaciones un tanto incongruentes. Y también, un poquito, de caza de chivos expiatorios. Quizás la Comunidad de Madrid debería ajustar mejor sus sanciones o explicar por qué las fija tan abultadas.

6 comentarios:

  1. Ser profesor se está complicando mucho y la docencia convirtiéndose en una profesión de riesgo.
    Me viene a la cabeza la reflexión en alto de una jurista penalista: «La medicina es una profesión de riesgo, por lo que para ser médico hay que pensárselo dos veces...». Fue hace varios años en una jornada sobre errores médicos. Ahora podría decir otro tanto de la docencia el profesor y los ‘descuidos’. Mal vamos...

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  2. El maltrato a médicos y profesores denota la degradación del civismo en España. En la enseñanza, de unos años a esta parte, ha habido una sesibilización por parte de los legisladores para hacer leyes que nos protegieran de vándalos, y ha representado mejoras. Quizás me equivoco, pero creo que con los médicos ha pasado lo mismo, lo que es una buena noticia, porque, por lo que reflejan los medios, el nivel de agresividad y violencia en los ataques que sufren es mayor que el que afecta a los profesores. Esto tiene en su fondo, supongo que entre otras cosas, que el garantismo de nuestras leyes hace que los cavernícolas se deshiniban, lo digo porque, como todos sabemos, incluso los cuerpos policiales padecen este problema.
    Con este panorama, ya solo nos falta que se nos arree también desde los gobiernos con leyes que marcan penalizaciones abusivas, como esta, que es además innecesaria por redundante, ya que los profesores hemos tenido de siempre la obligación de velar por la seguridad de nuestros alumnos, protegerla y garantizarla, de modo que (como ya reconoce esta ley absurda) quienes tengan dejaciones en este terreno con consecuencias graves ya está previsto que se enfrenten a sanciones, incluso penales. Esto es el típico brindis al sol de intenciones demagógicas, con el agravante de que puede traer todas las malas consecuencias que menciono en el artículo.

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  3. Todo esto no es mas que resultado del resentimiento aplanador hacia la mediocridad, comúnmente llamado igualdad por el aparato periodístico politiquero. Ahí está el detalle, que diría Cantinflas. Lo demás va de suyo. Recientemente comentaba con un cirujano el caso de la niña muerta en urgencias en Valencia. Estaba indignado con la demagogia periodística contra los sanitarios y dijo un frase que viene al pelo: "Se exige responsabilidad infinita a quien trabaja con medios limitados y aún muy por debajo de los mínimos". Y continuó con: "Si sigue la cosa así, se hará imposible ser médico, arquitecto, ingeniero o cualquier otra cosa semejante, y luego vendrán los lamentos"... Yo creo que exageraba un poco; seguirá habiendo estas profesiones, pero serán escasas y se deberán pagar muy caras, con lo cual, a efectos sobre el grueso de la población, serán inalcanzables...... La educación de verdad; sin LOGSE, hace ya años que sólo la obtiene quien la pueda pagar, la sanidad va por el mismo camino, y respecto a la seguridad empieza a vislumbrarse igual situación. Brasil es el futuro.... (Ordem e Progresso) En fin....

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    1. Tratar con el público siempre ha tenido dificultades, lo vi cuando con dieciséis años trabajé en un bar y lo confirmé después cuando fui profesor. El gran problema son los cavernícolas, que suelen ser muy minoritarios, pero joden mucho, muy desproporcionadamente a los que son. Lidiar con ellos es complicado, porque juegan con muchas ventajas y saben utilizarlas. Ahora bien, no quiero perder el horizonte del tema del artículo, que era la responsabilidad de los servidores públicos. Yo he estado muchos años en la docencia y, fuera de esto,
      también he visto a través de los medios muchos asuntos en los que aparecía envuelta la obligación de los docentes sobre la seguridad de sus alumnos. Esa obligación es sagrada, porque la diferencia entre el profesor que la ejerce y el que se inhibe es abismal, y la de las cosas que pueden pasar con uno y otro, también. Por eso, los gobernantes, que también tienen responsabilidades, no pueden abandonarlas promulgando leyes absurdas y abusivas como esta o dejando desprotegidos a los servidores públicos cuando necesitan amparo.

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  4. Añado una reflexión complementaria: creo que sentimos impotencia ante tanta estupidez ideológica; desde las leyes Sisí, Trans, Animalista... hasta esta del Acoso Escolar. Y es pertinente recordar un aforismo de La Fontaine: «Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda». Sólo cabe esperar que tanto ideólogo estulto-desquiciado-resentido deje de tener poder para legislar.

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