Se atribuye a Confucio la autoría del siguiente dicho:
Al tonto le señalaron la Luna y él se quedó mirando el dedo.
Se trata, está claro, de una fustigación de la estupidez de aquellos que reciben noticia de una cuestión importante y fijan su atención en aspectos superficiales mientras se desentienden de lo esencial. Viene muy al caso este dicho de lacónica agudeza por la farsa que montó el pasado viernes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al ponserse a sí mismo como ejemplo de austeridad energética por la hazaña de aparecer ante el mundo sin corbata:
Viendo ahora el vídeo, me hago las mismas preguntas y siento el mismo asombro que cuando vi la escena por primera vez en televisión: ¿qué ahorro energético obtiene el país del hecho de que Sánchez no lleve corbata? ¿De verdad estoy viendo al presidente de un Gobierno proponer el destierro de la corbata como medida de ahorro energético?
La ocurrencia es tan absurda y ridícula que no resulta extraño que haya sido blanco de críticas y burlas, pero a mí me parece que lleva implícito algo que no se ha destacado mucho, una conducta aborrecible en la que un presidente no debería caer nunca, pero Sánchez lo hace con demasiada frecuencia: la de tratar a los ciudadanos como si fueran idiotas. Solo alguien que piense que somos idiotas podría atreverse a descolgarse con esta comedia de la corbata y a pretender que nos creamos que un "sacrificio" así tiene el más mínimo valor, o que con eso se ahorre nada; solo alguien que nos tome por tontos puede esperar que nos fijemos en el dedo de la corbata cuando tenemos ahí delante lunas tan llenas como ese 10'8% de inflación al que hemos llegado o esa mesa de diálogo con los separatistas en la que el PSOE ha pactado con ellos la complicidad del Gobierno de la nación en el empeño de expulsar el español de las aulas catalanas, algo tremendamente grave. Y los ERE, por supuesto, ¡me había olvidado de los ERE! Claro, con tanto canalla asegurando que aquel monumental expolio no fue corrupción... Tercera luna, y bien gorda, aunque hay muchas más.
Sánchez acostumbra a tratarnos como a idiotas, hecho que en este asunto quedaría confirmado por la bellaquería que cometió inmediatamente después del sainete de la corbata, esa de montarse en un helicóptero para hacer un viaje de veinticinco kilómetros que nos habría salido mucho más barato si lo hubiera hecho en coche: ¿cómo se explica esto en un presidente que hasta es capaz de quitarse la corbata con tal de ahorrar energía? Está tan convencido de que somos tontos que ya ni se preocupa de disimular un poquito cuando se ríe de nosotros.
Para tus huevazos, calzoncillos SUPERPUMA! Suaves como una pluma! De FALCON.....
ResponderEliminarY no escuecen. Ya llegará el escozor cuando toque, que no falta mucho.
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