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sábado, 3 de octubre de 2020

Madrid, una comunidad estigmatizada

     Si no llevásemos meses con el PSOE y Podemos embarcados en una feroz campaña de acoso y derribo contra el Gobierno madrileño; si no llevase semanas viendo a diario que la primera página de "El País" incluía en cabecera una noticia a grandes titulares hablando de la desastrosa situación sanitaria de Madrid; si no hubiera contemplado, allá por mayo y junio, el chalaneo miserable en que el Gobierno nacional convirtió el final del estado de alarma, con arbitrariedades para contentar a las comunidades de siempre; si no recordara que en abril, cuando el Gobierno de Sánchez ostentaba el mando de la política sanitaria de toda la nación, la Generalidad de Cataluña, sin recibir el menor reproche, impidió la construcción de un hospital de campaña en Sabadell, podría tener un resquicio de duda acerca de que el cierre de Madrid llevado a cabo por el Gobierno central tiene razones sanitarias y no políticas. 

     ¡Qué ganas había de meterle mano a Madrid! ¡Qué locos están en el PSOE y el fabuloso mundo de la podemia por crear una imagen de caos en esta comunidad que les permita derribar al gobierno y ocuparlo ellos! Y bien que la señora Ayuso, a la que ni defiendo ni considero más eficiente que sus adversarios, se lo está poniendo en bandeja con su torpeza. Pero está claro que las razones han sido distintas a las esgrimidas y además inconfesables, lo que no extraña viniendo de un gobierno de Sánchez. Aparte de lo dicho en el párrafo anterior, las motivaciones del Gobierno de todos los españoles se hacen increíbles por otros datos, como estos: es inexplicable tal giro de ciento ochenta grados a pocos días de la escenita en que Sánchez y Ayuso anunciaron que iban a colaborar; no parece que lo que se ha implantado hasta ahora, desde el punto de vista sanitario, sea muy distinto de lo que ya había, y, sobre todo la cara de Salvador Illa: el día que anunció la decisión, era patética: despeinado, con una rara mezcla de aflicción e ira y sin apenas atreverse a levantar la mirada: inseguridad, falta de convicción... Repito: patético. En la grave situación sanitaria que atravesamos, me he abstenido de hacer valoraciones sobre el ministro de Sanidad, consciente de que debe de ser un palo ocupar un ministerio de algo de lo que no tienes ni idea porque, total, con las competencias transferidas, ahí ibas estar haciendo pajaritas y que a los dos días se te venga encima una catástrofe como la del coronavirus. ¡Por favor, si yo me metí aquí para que hubiera  en el Gobierno otro amiguete de los separatistas! Son los gajes de la política cínica de la actualidad y de nuestro INSOSTENIBLE Estado de las autonomías. Lo pasó mal en la primeras semanas, cometiendo fallo tras fallo, viendo la nulidad de su cargo, recibiendo diarios aluviones de críticas... Pero, en su situación de entonces, era inexcusable ser comprensivos con él. Pero ya no. Visto que la emergencia sanitaria se iba a extender por algún tiempo, Illa debió dimitir nada más levantarse el estado de alarma, con el fin de que su jefe -contando con que hubiera tenido un rapto de sensatez- hubiese puesto en su lugar a alguien con conocimiento profundo de la sanidad. Esta es otra razón para no creer en la limpieza de lo que Sánchez acaba de hacer en Madrid: ¿qué credibilidad tiene la preocupación por la sanidad de un presidente que sigue manteniendo a Illa? Si a Illa, un incompetente manifiesto, lo sigue teniendo en un puesto tan delicado por la razón política de que es del PSC, ¿por qué habríamos de tragarnos los españoles que el señor Sánchez ha intervenido en Madrid por razones sanitarias y no políticas? (1)

     Madrid ha sido estigmatizada y eso acabará trayendo consecuencias. Empezó todo con aquella estúpida caza de brujas de las primeras semanas, cuando de todas partes se quejaban de esos madrileños que se escapaban a sus segundas residencias, una torpeza importante y una auténtica satanización, primero, porque a segundas residencias escapó gente de todas partes; segundo, porque el pecado de unos cuantos nos lo colgaron a todos los madrileños, que somos muchos millones, con la frívola complicidad de los medios de comunicación de mayor alcance. El madrileño se convirtió en un apestado por unos conductos propios de la Edad Media. Después vino ya la muy meditada operación política, con intervenciones tan memorables como las de Rafael Simancas y su terrible demonización de Madrid. Cuando lo vi, me dije: ¡Y pensar que este señor pudo haber sido presidente de la comunidad!

     Pero la cosa sigue; de hecho, si me he decidido a escribir este artículo es porque hoy he visto en La Sexta un reportaje que rayaba a los altos niveles de manipulación de esta cadena. Comparaba Madrid con otra grandes capitales del mundo, con el fin de dejarla en evidencia ante el mayor rigor de las medidas de las demás y, una vez más, demostrar que está tan mal porque es pecadora y culpable. Ahora bien, Madrid ha tomado unas medidas en la línea de las tomadas en toda España, de modo que la comparación, lógicamente, habría que haberla hecho entre países, no entre capitales: Madrid es una ciudad que está muy mal en coherencia con que España es un país que está muy mal. Reflexiono sobre estas cosas y luego veo a cierto individuo poniendo carita de bueno y diciendo que en la lucha contra la pandemia hay que dejar de lado las diferencias políticas y me dan ganas de vomitar. 

     Lo que nos importa a todos es que la epidemia acabe cuanto antes y, desde luego, sería ideal que quienes deben luchar contra ella apartasen sus intereses particulares. Ahora bien, quiero dejar una reflexión: lo normal cuando un lugar es especialmente azotado por una catástrofe es que todos a su alrededor se compadezcan de él, le den ánimos e intenten ayudarle, así que me llena de perplejidad lo que ha ocurrido con Madrid: ante el hecho de que hayamos sido los más duramente castigados por la pandemia, la reacción ha sido criminalizarnos. Esto lo han hecho algunos miserables anónimos, medios de comunicación perrunos y partidos políticos. A estos últimos, los esperamos en las elecciones. A lo mejor consiguen cargarse a Ayuso, pero eso de que entonces subirán ellos puede que no esté tan claro. 


1.- Unas horas después de escribir estas líneas, me encuentro en "El País" un artículo cuyo titular empieza con esta frase tan esclarecedora: El pulso político que terminó con el cierre de Madrid, un relato inefable en el que, involuntariamente, el no menos inefable Carlos E. Cué y otros dos periodistas dejan retratado a Salvador Illa.

8 comentarios:

  1. Se acuerda de los trajes de Francisco Camps? Y de Rubalcaba y aquello de " España no se merece".... La LOGSE, nos la merecíamos? Ahora; las consecuencias!.... Y de todo ésto, nuestras élites a la violeta, dirán algo o MuñozMolinearán? Qué Lindo!

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    1. En efecto, podría parecer que los españoles hemos sido muy pasivos ante tantas enormidades cometidas durante años y años, pero lo que pasa es que nos han traicionado nuestras élites. Desastre educativo: los sindicatos no reaccionaron porque estaban implicados y el PP, por cobardía; corrupción: estaban todos metidos, por eso se reaccionó cuando llevaba décadas; inmersión lingüística: PP y PSOE no la frenaron (tuvieron décadas) por sus componendas. Con Sánchez pasa algo parecido: son tantas las cosas gordas que hace que tiene a todos paralizados. Solo se libra Vox, que va contra él frontalmente y sin vacilar.

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  2. Es obvio que lo que hacen con Madrid no tiene ninguna justificación médica. Nadie que no sea un sectario o un borrego puede pensar que este gobierno toma medidas pensando en la salud de los ciudadanos. https://www.vozpopuli.com/opinion/sanchez-vidas-coronavirus_0_1399660519.html. Sucedió ya en la llamada por el Ministerio de la Verdad "la desescalada". Se tomaron medidas políticas, en el peor sentido de la palabra, lesivas para Madrid cuando otras comunidades estaban igual o peor. Ahora se repite la historia. Un gobierno manipulador e inmoral. Percibo en la calle bastante cabreo, porque por mucho relato y mucha propaganda, los hechos son contundentes.

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    1. Lo que ha hecho Sánchez declarando el estado de alarma en Madrid le pasará una altísima factura, porque ha quedado en completa evidencia que es un DÉSPOTA con todas letras. Soy de la opinión -que he visto en varios comentaristas- de que fue una reacción de ira incontrolada al parón jurídico a su primera medida, algo así como si dijera: "¿Ah, sí? Pues ahora vais a ver. ¡Pa cojones, los míos!" Se ha retratado de cuerpo entero, y ahora está intentando lo que hace siempre: volcar a su indecente aparato mediático para convencernos de que fue al revés, de que la provocación y la chulería estuvieron del otro lado, pero sucede que todos pudimos ver una cosa: cuando los tribunales pararon el confinamiento, la respuesta inmediata y repetida de distintos cargos de la Comunidad de Madrid fue llamar a la colaboración con el Gobierno, mientras que la suya fue no decir más que convocar un consejo de ministros para el día siguiente. ¡A las 8:30, qué prisa tenía! Debía de estar rabiando de mala leche, ¡qué soberbia! Ayer leí que pensaba que ese consejo iba a durar un cuarto de hora: garrotazo fulminante y a otra cosa. Este es el sujeto que nos gobierna, pero esta vez se ha dejado él mismo las vergüenzas al aire.

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    2. Comparto plenamente tu augurio. Esta vez no le va a salir gratis. Es un déspota vengativo y un soberbio, tras no aceptar que había perdido ante los tribunales. Ayer me di un largo paseo por la calle y el cabreo era palpable en las conversaciones. No se puede dejar a la gente sin un finde largo o semipuente cuando las ministras, ministres y ministrillos se van, otras comunidades están peor, habíamos ganado al virus, etc, etc. La careta del relato y el marketing de cartón piedra se están derritiendo y está quedando desnudo un don nadie con muy mala leche, muy inculto y vacío, tan ansioso de poder como carente de principios y cuya falta de proyecto y de escrúpulos puede llevar literalmente al pais al abismo. Y quien analice lo que lleva pasando desde los bloqueos electorales de 2016 hasta todas las barrabasadas y tropelías cometidas sabe que no exagero ni un ápice. Ahí lo dejo, como se dice en el habla de hoy en día, que como dinosaurio que soy, pues no me gusta porque no me reconozco ya. Igual que sí o sí, expresión que detesto.

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    3. Esa mención del 2016 es muy ilustrativa: Sánchez empezó a tener peso en la gobernabilidad de España prácticamente desde ese año (desde 2018, gobernando él) y de entonces a ahora el país ha estado prácticamente paralizado. Desde que está en el Gobierno, ¿qué medida o política efectiva y positiva ha tomado este señor? Además de todo lo dicho, Sánchez es el caos, y eso que en este capítulo aún no ha llegado todo lo lejos que se puede esperar.

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    4. Compart todo lo que dices sobre Sánchez. Pero lo que representa este sujeto no hubiera sido posible sin todos los cómplices que por acción y omisión ha tenido. No lo olvidemos. No debemos olvidarlo a la hora de exigir responsabilidades.

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    5. Nunca se debe olvidar una cosa así.

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