1. Últimas noticias acerca de la megarrata
Leo en "El Mundo" una indignante noticia que refiere cómo el Tribunal de Cuentas, en su informe final sobre los enjuagues perpetrados por Artur Mas para llevar a cabo el primer referéndum ilegal en Cataluña, o sea, el del 9 de noviembre de 2014, determina que aquella consulta, auténtica Sanjurjada que fue la antesala del golpe separatista que padecemos hoy, se pagó con dinero público. La noticia explica con detalle los mecanismos con que este fraude se llevó a cabo y es la fuente inspiradora de un enojado editorial de "El Mundo", el cual señala que fue un error no acusar en aquella ocasión a Artur Mas y su gobierno de malversación de fondos, delito que ahora está claro que cometió y que debía haber pagado como se merece: con una pena de cárcel. Este habría sido sin duda el camino más fácil para reventar el prusés; si se hubiese seguido, nos habríamos ahorrado toda la tremenda historia que ha venido después. La Fiscalía y el Gobierno lo desecharon a pesar de las muchas voces y evidencias que aconsejaban hacerlo, ellos sabrán por qué.
2. La ratasabia y otros roedores de consideración
Así pues, se confirma lo que subrayé en mi artículo titulado Ratas: que la megarrata, que es en realidad el verdadero artífice del nefasto proceso que ha sembrado el odio y la división en Cataluña y la ha sumido en un golpe contra la democracia, recibió paradójicamente unas imputaciones muy por debajo de sus verdaderos delitos. No resulta ocioso recordar que en aquel proceso se vieron favorecidos por parecida suerte otros importantes roedores, tales como Francesc Homs, Joana Ortega e Irene Rigau. A esta última, puesto que fue consejera de Educación entre los años 2010 y 2016, habrá que considerarla una rata con mucho conocimiento, o sea, una ratasabia.
No son escasos sus méritos; como consejera de Educación, le corresponde mucha responsabilidad en aquella primera rebelión, en la que tanto importaron los centros escolares y que tanto dinero de ese malversado movieron. Ese mismo cargo, además, la pone en el ojo del huracán de una de las aberraciones mayores del prusés: las manipulaciones y segregaciones que ha ejercido el aparato educativo catalán. Tampoco hay que olvidar su lamentable actuación cuando fue asesinado por un alumno el profesor Abel Martínez Oliva, cuya memoria ofendió con esta frase que quedará para la historia: "Ha mort un professor, però hi ha una gran víctima, qué es el nen"; el "nen" al que se refería la consejera Rigau, por si alguien no lo sabe, era el angelito que acababa de matar a Abel Martínez. Sí, ya sé que este es un asunto de otra índole, pero a veces un puñado de palabras exhiben la catadura moral de una persona mejor que mil malversaciones, esta señora se juzga sola.
3. La ratita presumida
Con ese personaje de cuento podría compararse al ministro de Hacienda, don Cristóbal Montoro, ya que, como ella, presumió en su momento de tener barrida su casita, tralará-larita, y de que el referéndum del 1-O no se sufragó con dinero público.
Puede que esto sea cierto en lo tocante al 1-O, pero, si hemos de creer el informe del Tribunal de Cuentas, está claro que el departamento dirigido por Montoro no utilizó la escoba con la suficiente diligencia en lo referido al 9-N. Creo no exagerar si digo que lo destapado hoy debería hacerle pensar en dimitir, ya que el informe señala que, al menos una factura (aunque fuera de solo 11.785'78 euros), fue pagada directamente con fondos de la Administración central del Estado.
No puede negarse que el PSOE, Podemos y otros grupos políticos y mediáticos, desde que estalló el bombazo del prusés, estuvieron durante mucho tiempo (algunos, todavía lo están) dispuestos a utilizarlo para segarle la hierba debajo de los pies al Gobierno (¿cuánto tiempo estuvo la SER machacando con que Rajoy debía sentarse a negociar?), con lo cual lo debilitaron, pero, aun así, su actuación ha dado demasiadas muestras de blandura, como lo demuestran este asunto del 9-N, la militancia secesionista que se le está tolerando a TV-3 o esas inhibiciones recientes en la aplicación del 155 que han forzado a Rivera a enderezarle un serio ultimátum. Quizás el líder de C's no tenga toda la razón, pero lo cierto es que el Gobierno tampoco convence del todo, ni en lo relativo a Cataluña ni, mucho menos aún, en esa estrategia de querer salvar los presupuestos pactando el famoso cuponazo con el PNV, porque esto santifica la continuidad en la política de ceder a los chantajes de los nacionalistas, que es ya inadmisible.
El Gobierno del PP está en una situación muy crítica. Pretende ganar tiempo con la aprobación a cualquier precio de los presupuestos para aguantar un añito más, pero el precio de someterse al PNV, que hasta se permite fanfarronear con una especie de tutela sobre la aplicación del 155, es muy alto: ¿será de ahí de donde vienen las tibiezas que irritan a Rivera? Podría muy bien ser así. Para más inri, esta seria contradicción se adorna con otros grandes problemas, como los diversos sobresaltos por la corrupción, la guerra entre algunos de sus líderes (más bien, algunas) y la falta de aplomo que ha demostrado en el asunto de la sentencia contra los trogloditas de la manada: por muchas manifestaciones que se produzcan contra una sentencia judicial que ni siquiera es firme, un Gobierno jamás puede salir a la primera de cambio con que va a revisar la legislación: eso es algo que debe hacerse de manera reflexiva, motivada y consultada. En el Gobierno y en el PP están muy nerviosos y la razón es sencillísima: su proyecto está agotado y la legislatura, también. Mucho me temo que las próximas elecciones generales van a ser bastante antes de junio de 2020. Bueno sería que se celebraran con la ratita Puigdemont bien encerrada en una ratonera.
2. La ratasabia y otros roedores de consideración
Así pues, se confirma lo que subrayé en mi artículo titulado Ratas: que la megarrata, que es en realidad el verdadero artífice del nefasto proceso que ha sembrado el odio y la división en Cataluña y la ha sumido en un golpe contra la democracia, recibió paradójicamente unas imputaciones muy por debajo de sus verdaderos delitos. No resulta ocioso recordar que en aquel proceso se vieron favorecidos por parecida suerte otros importantes roedores, tales como Francesc Homs, Joana Ortega e Irene Rigau. A esta última, puesto que fue consejera de Educación entre los años 2010 y 2016, habrá que considerarla una rata con mucho conocimiento, o sea, una ratasabia.
3. La ratita presumida
Con ese personaje de cuento podría compararse al ministro de Hacienda, don Cristóbal Montoro, ya que, como ella, presumió en su momento de tener barrida su casita, tralará-larita, y de que el referéndum del 1-O no se sufragó con dinero público.
No puede negarse que el PSOE, Podemos y otros grupos políticos y mediáticos, desde que estalló el bombazo del prusés, estuvieron durante mucho tiempo (algunos, todavía lo están) dispuestos a utilizarlo para segarle la hierba debajo de los pies al Gobierno (¿cuánto tiempo estuvo la SER machacando con que Rajoy debía sentarse a negociar?), con lo cual lo debilitaron, pero, aun así, su actuación ha dado demasiadas muestras de blandura, como lo demuestran este asunto del 9-N, la militancia secesionista que se le está tolerando a TV-3 o esas inhibiciones recientes en la aplicación del 155 que han forzado a Rivera a enderezarle un serio ultimátum. Quizás el líder de C's no tenga toda la razón, pero lo cierto es que el Gobierno tampoco convence del todo, ni en lo relativo a Cataluña ni, mucho menos aún, en esa estrategia de querer salvar los presupuestos pactando el famoso cuponazo con el PNV, porque esto santifica la continuidad en la política de ceder a los chantajes de los nacionalistas, que es ya inadmisible.
El Gobierno del PP está en una situación muy crítica. Pretende ganar tiempo con la aprobación a cualquier precio de los presupuestos para aguantar un añito más, pero el precio de someterse al PNV, que hasta se permite fanfarronear con una especie de tutela sobre la aplicación del 155, es muy alto: ¿será de ahí de donde vienen las tibiezas que irritan a Rivera? Podría muy bien ser así. Para más inri, esta seria contradicción se adorna con otros grandes problemas, como los diversos sobresaltos por la corrupción, la guerra entre algunos de sus líderes (más bien, algunas) y la falta de aplomo que ha demostrado en el asunto de la sentencia contra los trogloditas de la manada: por muchas manifestaciones que se produzcan contra una sentencia judicial que ni siquiera es firme, un Gobierno jamás puede salir a la primera de cambio con que va a revisar la legislación: eso es algo que debe hacerse de manera reflexiva, motivada y consultada. En el Gobierno y en el PP están muy nerviosos y la razón es sencillísima: su proyecto está agotado y la legislatura, también. Mucho me temo que las próximas elecciones generales van a ser bastante antes de junio de 2020. Bueno sería que se celebraran con la ratita Puigdemont bien encerrada en una ratonera.
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