Le ha bastado menos de un minuto y medio a un profesor de la enseñanza pública de Madrid llamado Leo para dejarnos la enésima demostración de algo ya muy conocido: el poder de internet, y lo ha hecho mediante un vídeo -presumo que ya celebérrimo- en que nos explica las razones por las que se ha visto obligado a pedir una baja (1). Como es bastante breve, voy a permitirme transcribirlo en fragmentos que iré glosando.
Me llamo Leo, profe de Secundaria en la escuela pública de Madrid, y soy una persona no binaria. No atiendo a los roles de género como otras personas.
En estas dos líneas, Leo se identifica: nos da su nombre, su profesión y... su preferencia de género. Este último dato ya es tremendamente significativo, porque choca que un aspecto tan íntimo se espete a la primera de cambio y en un vídeo dirigido a miles de desconocidos. Esto, junto a las últimas palabras, que indican que su emisor lo hace sintiéndose diferente y situándose enfrentado al mundo, delata ya una cierta beligerancia, mientras que el vocabulario propio de los círculos transexuales y su liturgia ("no binaria", "roles de género") nos avisa ya de un posicionamiento sesgado y sectario. Que no nos engañen su sonrisita y el victimismo que va a destapar a continuación: Leo quiere guerra.
Cuando me presento, me gusta pedir dos cosas: una, que no imiten este acento andaluz tan bonito que tengo (me pone de los nervios), y otra, que me llamen por mi nombre, Leo, y mi pronombre, elle. Hay personas que no lo respetan y, si lo hicieran, me quedaría más tranquile.
Entramos aquí ya en la declaración abierta de hostilidades: me parece bien que, como todos, Leo aspire a que se le llame por su nombre, pero el resto de la humanidad no tiene por qué aceptar su particular visión del mundo ni asumir sus discutibles clasificaciones, que le hacen autopercibirse bajo esa estrafalaria etiqueta de no binario, cuando los ojos que la naturaleza nos ha dado a todos nos transmiten un tío con toda la barba. Por eso también resulta una extralimitación que pida que se le aplique el pronombre elle, y una extravagancia su uso del adjetivo tranquile, palabras ambas inexistentes en la lengua en que nos comunicamos todos los hablantes del español, cayendo con ello en ese alarde de soberbia tan propio de los transexuales: pretender que sea el mundo el que se someta a ellos, y no ellos los que acepten el mundo, como es justo, razonable y sensato. Que hayan conseguido contagiar esta histeria a las leyes, que les apoyan en sus abusivos caprichos y el ombligocentrismo que les aqueja, es un dato revelador de lo desnortadas que andan hoy algunas. El problema de fondo de esta gente es que se creen más que los demás y tienen la piel demasiado fina, como demostraría lo fácilmente que Leo se pone de los nervios y se intranquiliza.
Aunque, por ley, en la comunidad eductativa, tenemos el deber de hablar sobre la discriminación hacia el colectivo, hay familias que se empeñan en ocultar esta temática. Las quejas me afectan personalmente, y acaban calando, y, aunque adoro mi trabajo y a mis estudiantes, por primera vez en siete años, me he tenido que coger mi primera baja. No ha sido nada bonito sentir que no quería dedicarme a esto, ¡con lo que me gusta a mí ser profe!
He podido comprobar que las confesiones de Leo han producido en algunos indignación y/o estupor, reacciones que mayoritariamente han sido motivadas por cosas que se dicen en este corte, especialmente, lo de la baja, pues, si no nos da más datos, este caballero la ha cogido porque ha habido quejas contra él, cosa que me parece una auténtica desvergüenza, ya que tal hecho no es motivo para que ni un profesor ni nadie abandone su puesto de trabajo. Si todos hicieran eso, el mundo se paralizaría y diariamente habría miles de millones de gandules en sus casas aquejados del síndrome del ofendidito, pero lo que realmente ofende es que Leo, encima, tenga el descaro de afirmar que adora su trabajo y a sus estudiantes, cuando se ha permitido el lujo de abandonarlos con total ligereza. No creo que se engañe ni a sí mismo y lo único que hace es quedar como un irresponsable y un inmaduro con un egocentrismo infantil. ¿Cómo? ¿Que me criticáis? ¿Que no os parezco superguay? Pues me enfado, lloro, pataleo y me quedo en casa, y luego hago un vídeo para que veáis lo que sufro.
Proclama que le gusta ser profe, pero a mí me parece que la condición de profesor no es solo cosa de gusto, sino, muy por encima de eso, de ejercer como tal, y Leo, con su conducta, ha dejado claro que está muy muy verde. Un profesor tiene que ser referente de conocimiento, y él solo lo ha sido de egocentrismo y de sectarismo fundmentalista en su sacrosanta condición de "género"; un profesor no da la espantada por una estupidez, sino que cumple con las responsabilidades que le vinculan a sus alumnos, la primera de las cuales es asistir a dar sus clases; un profesor tiene que ser modelo de autodominio y control de las situaciones, ¿y qué ejemplo está dando Leo en este terreno con sus numeritos histéricos? El más deplorable posible, y todo, escudándose en el victimismo de la inexistente discriminación que sufre el colectivo al que se ha apuntado, victimismo que alimentan unas leyes que no solo desmienten que existan tales discriminaciones, sino que son una prueba efectiva de que los transexuales son hoy un colectivo privilegiado en España, ya que esas normas aberrantes los sobreprotegen, les favorecen con injustificadas discriminaciones positivas y hasta cometen el grave pecado de abrirles la puerta a ejercer el proselitismo en la escuela (2). Tendrá que entrarles en la cabeza a los transexuales que criticarles, no aplaudirles, no estar de acuerdo con ellos o rechazar sus excesos no es transfobia (ese martillo de herejes con que pretenden fulminar a todo aquel que no se doblegue ante sus ínfulas), sino ejercer el derecho a pensar y actuar como a cada cual le parece.
Pero menos mal que todo el mundo no es igual.Quiero darle las gracias especialmente a mi alumna Ari y a su madre Amaya, porque siempre han estado ahí para tenderme una mano. Me consta que en los grupos de whatsapp y en otros espacios hay familias que nos critican y hacen de menos nuestra labor; Amaya no solo ha dado la cara por mí, sino que piensa que es una suerte que demos clase en ese colegio y eso me da mucha fuerza "pa" seguir adelante.
Por mucho agradecimiento que Leo sienta hacia Ari, es una tremenda falta contra la deontología profesional el mencionar a una alumna en un vídeo abierto a todo el mundo como persona aliada con él en sus particulares guerras de patio de vecindad. Incluso aunque tuviera su permiso y el de sus padres, Leo debería haber tenido la suficiente responsabilidad como para omitir su mención, pues la está señalando públicamente (deberíamos tener cuidado con el manejo de las redes, sorprende que Leo haya menospreciado este principio, con el que los docentes están muy sensibilizados), cosa que es muy grave y quizás podría atraer sobre ella indeseables consecuencias. Pero ya sabemos que Leo no es un modelo de responsabilidad. Tampoco creo que sea cosa de buenos profesores el andar pendiente de los chafardeos por whatsapp, dedicarse a subir vídeos a las redes como un quinceañero ni, menos aún, el apelar al apoyo de alumnas y madres, pues el profesor debe ser modelo de firmeza y resolución: ¿qué confianza podrán depositar los alumnos en un maestro que tiene que recurrir a las niñas y las mamás para reforzarse? ¿Qué modelo de autoestima y autonomía transmitirá?
Y, por cierto, cuando dice "nos critican", "nuestra labor", "demos clase", ¿a quiénes hace referencia esa primera persona plural? ¿A todos los profesores o solo a los que se dedican a las guerritas del elle y el tranquile? Da toda la impresión de que es a los segundos, que todo el mundo sabe que no están aportando grandes progresos ni mejoras a la escuela, porque no traen nada de conocimiento, pero sí demasiado conflicto y logomaquias absurdas.
Necesitamos más familias como la de Ari y Amaya para apoyarnos frente a los que hacen mucho ruido. Si quieres apoyar la diversidad en las aulas, entra en el enlace (3) y te contamos. Y gracias a ti también por interesarte.
Quizás otros no le hayan dado demasiada importancia a este colofón, pero a mí me parece una intolerable y muy explícita licencia proselitista. ¿Se las tomará este señor en clase? ¿Irá al instituto a hacer estas campañitas y a recomendar sitios militantes como Hortensia? De ser así, sería merecedor de una sanción. Ya solo la discutible clasificación de las personas que se expone en la página es un pronunciamiento sectario -y que afecta a algo tan delicado como la identidad sexual- que está por completo fuera de lugar en lo que la escuela debe ofrecer a sus alumnos, más aún cuando está concebida como una denuncia de las supuestas persecuciones con que el mundo conspira contra los transexuales y un llamamiento a tomar partido en favor de tan martirizado colectivo. Esto, insisto, tiene un nombre: proselitismo. Lo que dice Leo en el vídeo rechina, pero en clase sería adoctrinamiento, un exceso inadmisible, tal vez debería indagar si no estarán por ahí los motivos de que haya alumnos y padres que le rechacen. ¿No será él quien hace mucho ruido, un ruido estridente?
Insistiré por enésima vez en una cosa: por mucho que el activismo LGTBIQ+ se frote las manos porque unas leyes aberrantes les han abierto de par en par las puertas de los centros para que ellos, bajo el pretexto de estar perseguidos, marginados y silenciados (cosa que es mentira), hagan proselitismo y presenten sus ofertas y sus gangas, en la naturaleza de la escuela lo que rige es la transmisión de conocimiento, no las monsergas sobre el género, el cisgénero, los binarios y los ternarios, ni menos aún el adoctrinamiento sobre opciones sexuales. Por fantásticas que les parezcan a los cruzados de la causa que entran a los centros a evangelizar, a los paniaguados mil y a las ministras en permanente estado de alteración, todas esas abominaciones del elle, le niñe, le profesore, el ser gestante, el heteropatriarcado y le monitore pedorre, son GILIPOLLECES, así que serán siempre legión los padres -y los alumnos- que, como creen en la escuela, no estarán dispuestos a que se convierta en un antro al que se va a hacer el gilipollas. Lo comunico para que entiendan que toda esa escoria estará siempre destinada al rechazo, y sus valedores, al fracaso, a no ser que se pongan tan intensitos que se ganen también el rechazo que generan sus mercancías. Por mucho que se monten en el BOE, será papel mojado: nunca conquistarán la escuela.
1.- Aquí os lo dejo: Leo nos cuenta sus penas.
2.- Véanse a tal efecto los fundamentos, los contenidos y los objetivos de la LOMLOE y la ley trans en su totalidad. En lo referido al derecho de conquista que les concede en el ámbito escolar, las cosas quedan muy claras en la sección quinta.
3.- Se refiere al que aparece sobreimpreso en la pantalla, que lleva a un sitio llamado Proyecto Hortensia.
He visto el video de este sujeto. Es tan egocéntrico, vanidoso y narcisista como la mayoría de profesores de lengua y literatura catalana que tuve que soportar.... ¿Por qué será? ¿Piensa mal, y acertarás! .... jajaja
ResponderEliminarUna de las cosas que más me joden de este sainete es que episodios así perjudican mucho a la imagen de la profesión y el colectivo que la ejerce. Conservo aún amigos en activo y me cuentan que cada ves es más la gente rara, chiflada e incompetente que llega a la docencia, fruto de la LOGSE y el wokismo, es una pena, lo único que nos faltaba, porque estos de la LOMLOE son tiempos muy duros en los que nos estamos jugando mucho. En cuanto a los profesores de catalán en los centros de primaria y secundaria, lo poco que sé hace pensar que entre ellos abundan los separatistas convencidos conscientes y orgullosos de estar haciendo de arietes de la causa. Entiendo que esos deben de ser temibles.
EliminarEn general las hablas locales fueron la coartada para sustraerse de las existencias y controles de exigencia y mérito en el acceso al empleo público. Ésto unido al narcisismo intrínseco de la " causa" los hace análogos a los proselitistas del homosexualismo extravagante....
ResponderEliminarLos gandules y los sinvergüenzas son maestros en buscarse un "hecho diferencial" que los señale como especie merecedora de protección (y de subvención). Las hablas locales catalana y vasca fueron un generoso maná (a los profesores de las ikastolas, gracias al euskera, se les ha premiado muy por encima de sus méritos) y, como lo siguen siendo, algunos quieren copiar el invento, mira lo del bable. La modernidad ha abierto nuevas vías, como nos demuestra la ley trans. Es posible que el narcisismo sea un ingrediente inevitable de estas identidades postizas.
EliminarEl narcisismo es el correlato inherente al capitalismo global y al liberalismo que han sido el corazón del consenso social en Occidente desde la posguerra, hasta hoy...... Muchos hablan de neomarxismo y de la escuela de Frankfurt, pero no hay mas que ver cual ha sido le evolución de los lemas publicitarios de los último 30 o 40 años para ver donde estaba la "producción ideológica". ¡¿Por qué L'Oreal? porque yo lo valgo!, ¡ Just Do it! ¡No limits!
EliminarEsto me parece más discutible. Es verdad que hay mucha publicidad que infla el ego, pero también hay mucha que no. Me parece mucho más demostrable el vínculo entre el narcisismo y la pertenencia a grupos (nacionalistas, sectas, grupúsculos activistas...) que te hacen sentirte como uno de los elegidos.
Eliminar–Punto clave: ‘‘alarde de soberbia, pretendiendo someter al mundo sin aceptarlo’’.
ResponderEliminar¡Cuánto tiene que decir aquí la Psicología!
–Estrategia: el victimismo, la fortaleza de los débiles.
–Cuestionamiento: una baja laboral no se ‘coge’, la concede un médico si lo considera oportuno.
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En este ejemplo se conjugan la hipersensibilidad emocional, la inmadurez, la arrogancia, el egocentrismo…, como parte de un movimiento expansivo a contracorriente de todo lo establecido, que enrarece la atmósfera social de tal modo que confunde a los jóvenes y asfixia a gran parte de los adultos. Aquí el análisis ya les corresponde también a la Antropología y la Sociología.
En fin, parece que hemos de enfrentarnos a un mundo cada vez más sectario e irrespirable.
Se arreglaría mucho si no se les diese tanto carrete a los infantilismos, gilipolleces y disparates de algunos movimientos. Impecable tu comentario, y entono el "mea culpa" por enredarme yo también en las inercias del lenguaje: en efecto, las bajas no se cogen como si fuesen las aceitunas de un aperitivo, sino que tiene que dártelas, si ello procede, un facultativo. También es verdad que uno ha visto conceder algunas tan sorprendentes (a mi juicio, la de Leo es una de esas) que parece claro que este asunto también está enturbiado por fingimientos, presiones y otras lacras.
EliminarEl asunto es que ya no se pretende instruir, sino formar..... A molde....
ResponderEliminarLe rechinan a uno los dientes con lo que se está haciendo hoy en día en la enseñanza.
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