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martes, 12 de noviembre de 2024

"Hotel California" y "Maldito duende": dos canciones inquietantes

        No son pocas las canciones que, bien en alguno de sus pasajes o bien en su totalidad, hacen que uno se pregunte qué es lo que le quieren decir, cuál es su significado, de qué cosas le hablan exactamente, y en bastantes ocasiones la pregunta va acompañada -o quizás, motivada- por la sensación o la certeza de que su mensaje enmascara algo oscuro que no se ha perfilado con exactitud. Hay entre ellas dos que me gustan mucho, como no podía ser menos, porque son extraordinarias: Hotel California y Maldito duende. Otra cosa que ambas tienen en común es que han sido objeto de numerosas interpretaciones (aquí va una más), debido a eso que decía: su ambigua vaguedad.
    Hotel California (1) es una canción de 1976 del grupo norteamericano Eagles. Alguien nos cuenta lo que le pasó: iba una noche viajando por la autovía, se sintió cansado y decidió parar en un hotel a dormir. Desde el momento en que una bella mujer le recibe en la puerta, el personaje empieza a presentir que algo va mal, él mismo nos lo dice: 
This could be heaven or this could be hell
    Mal asunto ese de no saber si uno está en el cielo o en el infierno. Todo es misterioso y desasosegante a partir de ahí: la mujer le conduce alumbrada solo por una vela, mientras en el pasillo oye una voces que parecen darle la bienvenida al hotel, pero nada de eso es seguro, porque nada en general es seguro: ni el servicio del hotel, ni el trato, ni esas voces que no le dejan dormir. Resultan ser los bellos amigos de esa mujer (que es amante del lujo, lo que debe ponernos en guardia), que están en una fiesta, bailando en el patio. Pero es falso, no hay tal fiesta, porque no se divierten: unos quieren recordar y otros olvidar; son prisioneros; quieren matar a una bestia (¿la que los tiene atrapados?) con sus cuchillos, pero no pueden. El juego es cada vez más angustioso. Lo último que recuerda el viajero es a sí mismo huyendo hacia la salida, pero se le interpone el conserje, que le comunica amablemente que en aquel sitio se puede entrar cuando uno quiera, pero de él no se sale jamás.
    En general, Hotel California se interpreta como una alegoría sobre la droga, y no seré yo quien lo discuta. Al principio, se te presenta con un rostro bello y atractivo y te introduce con facilidad en su palacio, donde hay sitio para todos y diversión continua, pero, cuando la "fiesta" muestra su verdadera cara de horror y muerte, o no tienes ya fuerza para salir o hay mil obstáculos que te lo impiden. La canción tiene unas cuantas connotaciones satánicas, tales como llamar "bestia" a quien tiene atrapados a los danzantes, lo que equivale a identificarlo con el diablo, o esa horrenda imposibilidad de abandonar el establecimiento, como si fuera el infierno, ese infierno que presiente el viajero al principio, cuando todavía estuvo a tiempo de darse media vuelta y escapar, pero no lo hizo, lo que quizás sea una alusión a que la única manera de no ser atrapado por las drogas es no probarlas, no entrar en el Hotel California, decir no (como en aquella campaña de hace muchos años) cuando te la ofrecen. Señalo lo de las resonancias satánicas porque esta es otra de las interpretaciones que podrían hacerse: que lo que pasa en Hotel California es que el personaje está muerto y donde ha llegado es al infierno.
    Maldito duende (2) es una canción de 1990 del grupo zaragozano Héroes del Silencio. También es un mensaje transmitido en primera persona, pero, mientras que en Hotel California da miedo lo que le pasa al protagonista, en Maldito duende el que da miedo es él mismo, aunque no solo eso, como veremos. Al contrario que la canción de Eagles, la de Enrique Bunbury no es un relato, sino algo así como una confidencia en la que el emisor nos va transmitiendo sus impresiones, que constituyen una tensión entre un marco nocturno inconcreto e irreal y las divagaciones del personaje ("divagar" es el verbo que él mismo usa para referirse a su discurso, ¡pero también envuelto en la duda!), nada precisas, ni que decir tiene, pero que arrojan de él un retrato muy poco tranquilizador. Quizás una de las grandes virtudes de esta canción es que tanto el personaje como el entorno -los dos elementos capitales que la sostienen como mensaje- están dibujados con tantas marcas de vaguedad o incluso contradicción que consiguen crear una lograda atmósfera de misterio: el personaje no sabe si la noche es magia (un término que encierra el misterio en su propio significado), sino que lo ha oído; un duende (¿existen?) le invita a soñar (actividad regida por lo irracional); lo que percibe le viene sobre todo a través del sentimiento o la impresión; suceden cosas imposibles, contradictorias: estrellas que te iluminan y amaneceres que se aceleran, cuartos que menguan, distorsiones del tiempo y el espacio...; tanta charla por ahí (¿de dónde viene, de quién, a cuento de qué?); no le es posible escapar... Esta enumeración caótica de cosas vagas o imposibles nos presenta a alguien abrumado por el caos que le rodea, confuso y caótico él mismo. 
    Pero en medio de toda esto se disparan pinceladas que nos advierten que este personaje no es bueno: no se arrepiente de "lo de ayer" (no hace falta que sepamos lo que hizo: la implicación de que es algo de lo que pudiera arrepentirse ya implica a su vez que seguramente fue malo) y está demasiado contento de que su escudo protector sea la fuerza.
    ¿Qué pasa aquí? ¿Quién es este? Creo que pocas canciones se pueden prestar tanto a la multiplicidad de interpretaciones y me temo que muy pocos estarán seguros de que la suya sea acertada, yo por lo menos no lo estoy de la que voy a aventurar. Creo que esto está hecho a propósito, que lo que el autor pretendía en realidad era edificar un monumento de ambigüedad, irrealidad e inconcreción para que nos quedásemos con la duda antes que con la resolución del acertijo, que seguramente no la tiene, y esa es la gracia. 
    Pero los frikis de la racionalidad como yo jamás renunciamos a introducir el bisturí de la lógica en los mensajes que se nos ponen por delante, así que voy a permitirme siquiera aventurar unas cuantas observaciones interpretativas. La primera pregunta a la que voy a responder es esta: ¿quién habla en Maldito duende? Creo que es el propio maldito duende, que nos está tomando el pelo, como esos fantasmas guasones de algunos cuentos que se cruzan con los paseantes en la noche oscura y les avisan apurados de que por allí hay fantasmas para darles luego un susto y reírse de su escepticismo. Los bonachones, claro, porque hay otros que les hacen cosas peores. Pues eso mismo hace el maldito duende: nos dice que la noche es toda magia y luego pasa a contarnos en que consiste esa magia (¡si lo sabrá él!): el esplendor de las estrellas, sí, pero también el eterno hacerse y deshacerse con la inexorable llegada, ¡tan pronto!, del amanecer, más todo ese delirio que he expuesto más arriba y que, por tanto, no será necesario repetir. El horror del caos, la locura, más el lacerante castigo de la soledad, ese crucial Y yo estoy tan solo que no podemos pasar por alto, porque, como buen monstruo (da toda la impesión de que lo es), el maldito duende es prisionero de su reino, la noche, de la que no puede escapar. Si os fijáis, el motivo de la imposibilidad de escape lo comparte con el personaje de Hotel California, aunque por razones bien distintas (3). Y también aquí, dadas las ingratas características de la estrellada noche que el maldito duende nos describe y dado lo atormentado del personaje, cabría preguntarse si esa noche no será el infierno. Podría ser, como también podría ser que ese infierno fuese el de la droga, ya que se trata de un mundo alucinado e imposible donde no debemos descartar la presencia del crimen, pero no tendría que serlo necesariamente, pues también podría ser el de la locura o, simplemente, un infierno que no tuviera nada que ver con nuestro mundo real, insisto en la suprema indefinición de Maldito duende, tan desasosegante, como insisto en que es una de sus mayores virtudes artísticas.


1. Os dejo aquí la letra y un vídeo de la canción con la letra sobrepuesta. En este enlace encontraréis información general.
2. Aquí tenéis la letra y un conocidísimo vídeo de la canción: Maldito duende. Aquí, información general.
3. Recordaría más al Minotauro, que es guardián y verdugo en su laberinto, pero a la vez, cautivo. En La casa de Asterión, Borges nos lo muestra como al maldito duende, describiendo orgullosamente su dominio, que le aflige tanto que, al final, se siente dichoso cuando Teseo lo mata.

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