Como soy catalán y hoy es la jornada de reflexión para las elecciones autonómicas catalanas, voy a hacer una pequeña reflexión en este artículo. El pasado día 8, Pablo Iglesias hizo públicas unas declaraciones en las que sostuvo que en España no hay una situación de plena normalidad política y democrática, declaraciones en las que nuestro tóxico vicepresidente del Gobierno se ratificó, dejando bien clarito en qué manos estamos. Si atendemos a los hechos que voy a referir a continuación, no puedo estar más de acuerdo con él.
-Día 6 de febrero de 2021. Un acto de campaña de Vox es atacado por independentistas en Vic:
-Día 7 de febrero de 2021. Un acto de campaña de Vox es atacado por independentistas en Salt:
Lanzan piedras contra Santiago Abascal en Salt - YouTube
-Día 8 de febrero de 2021. Un acto de campaña de Vox es atacado por independentistas en Barcelona:
Nuevo acto de acoso contra Vox en el centro de Barcelona (abc.es)
Después, que yo sepa, no hubo nada reseñable, pero la razón -y me da igual que haya quien piense que soy demasiado suspicaz- fue que los "incontrolados" de Cataluña están en realidad pero que muy controlados por quienes cortan el bacalao en aquella región, y a la tercera se dieron cuenta por fin de que esto, al contrario que otros abusos como los silenciados cortes diarios de la Meridiana que llevan meses provocando Arran y compañía sin que la Generalidad ni Colau hagan nada, estaba trascendiendo y les podía perjudicar.
Es evidente que, si en un momento tan emblemático de la democracia como son las campañas electorales, en un país se da tal proliferación de violencia contra quienes piden el voto, en ese país la democracia tiene un problema. Y, como todos sabemos, este tipo de ataques no se han dado solo en la actual campaña catalana, sino que hubo incidentes parecidos en las municipales catalanas de 2019 (Valls y Álvarez de Toledo acosados por independentistas), en las elecciones vascas de 2020 (mitin de Vox atacado en Bilbao; la diputada de Vox Rocío de Meer recibe una pedrada durante un acto electoral en Sestao); en distintos momentos de 2018 (grupos independentistas sabotean un acto de Ciudadanos en Barcelona, sabotaje, que por cierto, fue celebrado por ese Puigdemont por el que el vicepresidente Iglesias va sacando la cara; Ciudadanos es atacado en Alsasua), etc.
Sería agotador hacer una lista de los innumerables actos de violencia perpetrados solo en los últimos años por separatistas catalanes o vascos (1), actos que siempre han tenido como blanco a partidos o ciudadanos que no han hincado la rodilla ante sus abusos. Si Pablo Iglesias los desconociera, estaría incapacitado para ser vicepresidente del Gobierno, pero lo que pasa en realidad es que los conoce, todo hace pensar que en realidad los aprueba y ha decidido ignorarlos para permitirse reventar alegremente el prestigio internacional de España (cosas las cuatro que lo incapacitan más todavía), ante la pasividad de ese dudoso presidente del Gobierno llamado Pedro Sánchez, que en 2019 se mostraba muy preocupado con las posturas de Podemos sobre los presos independentistas (vedlo aquí), pero poco después se alió con ellos y en 2021 no ha hecho lo que debería haber hecho ya con un vicepresidente que ataca a su propia nación: cesarlo.
Desconozco cuál será el resultado de las elecciones de mañana, pero me parece una cuestión secundaria ante el hecho de que una facción política -como siempre, la nacionalista- haya sembrado de violencia la campaña electoral. Y hay otra cosa igualmente grave: la tranquilidad cómplice con la que desde hace un tiempo excesivo están aceptando nuestros gobernantes, demasiados medios de comunicación y buena parte de la ciudadanía estos repugnantes ataques contra la convivencia y el estado de derecho. Ciertamente, algo falla en nuestra democracia.
1. Dejo aquí algunos artículos míos con datos concretos:
-A cantazo limpio. Incluye el chiste de Pablo Echenique sobre la agresión a Rocío de Meer.
-La Generalidad de Cataluña y la violencia política.
-Inés Arrimadas, los ataques obscenos y la prensa española.
-El fascismo va cada vez más en serio. Para que se vea que la violencia nacionalista no acabó cuando cesó la kale borroka, sino que lleva años renacida.
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El problema está en la ceguera hipócrita de nuestras élites al otro lado del Ebro, ya durante el franquismo, no nos engañemos.... Una traición en toda regla a los desertores del arado y sus hijos y nietos. Ésto tiene muchísimos correlatos, por ejemplo en el deplorable programa de la 2 " imprescindibles". Harán algún programa de Manolo Escobar o El Barrio? No. De Lluís Llach ya lo han hecho. Me juego lo que sea, que pronto lo harán de Miquel Laboa. Visítese cualquier biblioteca pública en España, buscando libros de,por ejemplo, Jiménez Losantos, algo encontrará. De los autores con " PRISA", todo.....
ResponderEliminarPRISA, TVE, La Sexta... son la prensa del Movimiento de hoy. Manolo Escobar fue un excelente cantante y no sé si será imprescindible, pero tengo la impresión de que será inolvidable. Dicho esto, creo que su aportación al progreso cultural de la España de su época (tengo requeteoídas y me sé y hasta canto a veces algunas de sus canciones) fue nula y, en algunos aspectos, hasta negativa. En cuanto a Luis Llach, de quien también me sé y canto algunas canciones, tuvo algún gran logro, como La Estaca. El problema con él es que ya desde aquellos años 70 fue un gran traidor. Los progres de toda España que le aplaudíamos creyendo que la estaca era el franquismo, ignorábamos que ya entonces para él la estaca era España, pero el muy cuco se callaba y se embolsaba las pesetitas de los muchos discos que habrá vendido fuera de Cataluña. Su trayectoria posterior lo ha retratado como un personaje siniestro: sus andanzas en no sé qué país africano, sus siniestras propuestas en los momentos más álgidos del "procés"... A mí particularmente, esto me hizo reconsiderar sus canciones y he hallado que, junto a algunas muy buenas, hay otras que son puros himnos guerreros, hasta en el ritmo. Un caso ejemplar es el "Viaje a Ítaca", que tiene tres bloques, dos sobre letras de Kavafis y uno, el segundo, con letra del propio Llach. Empieza así: "Bon viatge pel´s guerrers / que al seu poble son fidels". Creo que ya no hace falta decir más. De Mikel Laboa el apellido lo dice todo (perdón por el chiste malo y fácil).
Eliminardar la alegría de lo familiar e inteligible, a la par que popular, en el inevitable cambio de costumbres que el progreso material del país comportaba, en su industrialización, y por tanto en el desarraigo de tantos que venían del campo a la ciudad, es sólo una de las pocas cosas que hicieron por la cultura española gente como Manolo Escobar o Triana años más tarde, El Barrio o Manolo García hoy, con otros matices. Los Llach que son y serán, no fueron, y son, más que los cortesanos del establecimiento, y no podían, y no quieren ser otra cosa, más que la humillación y el sometimiento del pueblo al que funcionarialmente parasitan. ( Con todo respeto a los funcionarios) El paralelo histórico, para mí clarísimo, es el de los afrancesados y los majos, no lo negaré, aunque nunca llegué a la sevicia del afrancesamiento, casi llegaba a ser una especie de Marchena... Nunca agradeceré lo suficiente a los catalanistas y progresistas de todas las Españas, el haberme convertido en el castizo lobisome que soy ahora, jajaja... Un abrazo amigo!
ResponderEliminarManolo Escobar era un artista cómodo para un régimen infame, cosa a la que tenía todo el derecho. El Porompompero (que en los primeros años 60 sonaba sin para en las radios y cantábamos chicos y grandes), Antonio Vargas Heredia y tantísimas canciones populares como cantó son sin duda buenas canciones de la música popular que gustaban a un amplísimo público, pero luego vienen cosas como el "Y viva España", una españolada de postal turística compuesta por unos belgas y con la que Escobar arrolló en los primeros 70, que, por grandísimo que fuera su éxito, chirriaban a cualquiera que s parase a pensar un poco: da una imagen de España de país atrasado y folklórico, justo lo que queríamos dejar de ser, por no hablar que eso de "que España es lo mejor", dicho en 1971, cuando éramos un país que dejaba mucho que desear, era un poquito patético. Qué decir de las películas: ¡qué imagen de España daba aquel cine comercial de los años 60 y 70! Yo, aunque era un crío de catorce o quince años, no quería una España así, y no era el único. En aquella época Luis Llach era incómodo para el poder y tenía problemas de censura y vigilancia, lo que no podemos es dar la espalda a los hechos. Lo que son las paradojas de la vida: ahora, en el siglo XXI, en algunos sitios como Cataluña y ciertos ambientes progres el "Y viva España" se ha convertido en un himno contestario, como pudo ser La estaca en 1978, y en su entorno el otrora revolucionario señor Llach se ha convertido en un esbirro de unos movimientos políticos que en esencia son más totalitarios que el franquismo decadente de los años 70. Otro abrazo para ti.
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