Aparece hoy en Vozpópuli un artículo que informa sobre un programa de educación sexual que el Ayuntamiento de Baracaldo va a llevar a cabo en los centros de primaria de la localidad, en colaboración con Naizen, una asociación de familiares de transexuales. Esta iniciativa, que afectará a 1.300 alumnos, ha sido objeto del frontal rechazo y la denuncia de la Alianza contra el Borrado de las Mujeres, principalmente, porque considera que los materiales que utilizará Naizen manejan una terminología adoctrinadora en materia de identidad sexual. Vuestro amigo el guachimán, en su incansable desvelo por descubrir la verdad y ponerla ante vuestros ojos en su resplandeciente desnudez, ha entrado en la página de Naizen, donde ha encontrado un apartado que tiene el nombre de PARA PEQUES. ¿Soy niña o soy niño? -ayayay el titulito...-, ha pulsado y lo primero que se ha encontrado, junto con un dibujito grande muy mono, ha sido esta sucesión de frases, escritas en diversos formatos:
-Niñas con pene y niños con vulva.
-No eres chica o chico, por tener el pelo corto o largo, por jugar con muñecas o balones, por tener pene o vulva.
-No eres chica o chico porque te lo digan los demás.
-Yo soy chica porque sé que lo soy. Y sólo yo puedo decir qué soy, quién soy.
-Yo soy chico porque sé que lo soy. Y sólo yo puedo decir qué soy, quién soy.
A continuación, viene el desarrollo de esa "guía rápida para peques", como se define en el enlace, con el postre fuerte de los cuatro dibujitos del final. Es, sencillamente, para quedarse sin respiración: como ser humano a secas, como padre o como profesor con treinta y cinco años de experiencia, imagino el estropicio que la exposición de estas más que discutibles doctrinas puede causar en un aula (mayor cuanto menores sean sus alumnos) y me echo a temblar. Esto es adoctrinamiento puro y duro, y en un campo tan delicado y personal como el de la sexualidad. Tiene toda la razón la Alianza contra el Borrado de las Mujeres, cuyos planteamientos podéis ver en los enlaces que os facilito, pero debo hacer una seria matización a sus propuestas: esta ofensiva de los sectores más integristas del mundo trans y LGTBI+ no es perjudicial solo para las mujeres, lo es para toda la sociedad, muy en especial y en este caso que nos ocupa u otros similares, para los menores, a los que estamos obligados a proteger contra todo proselitismo.
En mi artículo titulado Unas observaciones sobre el pin parental (1), lancé una seria advertencia sobre ciertas asociaciones y personas que mosconean en torno a los centros y aprovechan la grieta de la colaboración extraescolar y las áreas transversales para colarse en ellos y sembrar su mercancía ideológica. Aunque las hay de todas las clases, hoy en día las más activas tienen que ver con materias como el feminismo o la definición sexual (2) y este episodio de Baracaldo es solo un ejemplo. En ese y en otros artículos míos he señalado que es perfectamente lícito y comprensible que los padres se rebelen contra estas manipulaciones y también que los centros como instituciones y los docentes como profesionales estamos obligados a una firme vigilancia para impedir que nadie entre en las aulas para decirles a los alumnos que tienen que hacerse, lo bonito que es hacerse o cómo hacerse heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transexuales, asexuales, cristianos, musulmanes, sintoístas, ateos, calvinistas, animistas, budistas, derechistas, izquierdistas, podemitas, comunistas, fascistas, democristianos, socialistas, independentistas, pujolistas, feministas, machistas, pastafaris o cualquier cosa que represente una de esas opciones que están adscritas al exclusivo y sagrado ámbito de la libertad personal. A la escuela se va a aprender, no a ser adoctrinado o inducido a la duda y la confusión sobre cosas tan íntimas y trascendentales como la identidad sexual. Y desde aquí lanzo una duda: en vista de que algunos se están poniendo muy beligerantes con transfobias, homofobias y demás, ¿no sería ya el momento de que se empezase a hacer lo mismo con todo aquel que intentase arrimar a su molino a la infancia y juventud en cuestiones que atañen a su íntima libertad personal? No creo que ninguna asociación, ayuntamiento, consejería, partido, club de animación erótica o gabinete psicológico tenga el menor derecho a entrar en un aula a insinuarles o decirles abiertamente a los niños que pueden andar con experimentos en materia de identidad sexual. A estos efectos, siempre he sido muy partidario de que se ejerza una drástica limitación sobre los colaboradores externos que entran en los centros, porque juegan con la ventaja de no estar sometidos al control de responsabilidades, cosa que les permite cualquier alegría y yo encuentro inexplicable. Me parece sensatísimo que un profesor deba rendir cuentas si intenta adoctrinar a sus alumnos, les dice cualquier disparate o, ya no digamos, se atreve a meterse en harina con su sexualidad, y los colaboradores externos tienen que recibir exactamente el mismo trato.
Hoy en día observo con mucha inquietud que son demasiados los grupos de presión y/o ideológicos que están dispuestos a echar sus redes en la escuela y no estoy muy seguro de que todos nuestros gobernantes entiendan que eso no puede hacerse ni permitirse.
1. Unas observaciones sobre el pin parental.
2. Aquí dejo otros artículos en los que toco el tema de la pertinaz obstinación de estos sectores ideológicos por parasitar la educación de nuestros niños y jóvenes:
-Pseudofelación en Huércal-Overa.
-Ley trans: cuidado con la confusión entre sexo y género.
-La Generalitat valenciana y la identidad de género.
-Sobre la escuela feminista de Yera Moreno y Melani Penna.
-La manipulación del sexo y el género en la enseñanza.
Ciertos grupos de presión que se proponen hacer ingeniería social han decidido que a través de la manipulación de la escuela y el adoctrinamiento de los alumnos pueden conseguir la influencia y el poder que ler permitirán imponer su agenda. Por supuesto que es un ataque a los derechos de las familias, que algo tendrán que decir sobre la educación de los hijos. Sin embargo, después de años en los que se utilizaba a las APAS, AMPAS y HAMPAS para presionar al profesorado con una exigencia a la baja, ahora parece que la posibilidad de que las familias rechacen las aberraciones de ciertos colectivos se considera una intromisión ilegítima en asuntos que no les conciernen. Porque, como decían Aristóteles, Kant y Bertrand Russell, "los hijos no son de los padres". ¿O era el botones Sacarino quien escribió ese aforismo?
ResponderEliminarMe suena más que fuera cosa de Sacarino. La ofensiva de las organizaciones LGTBI en la escuela alcanza extremos aberrantes. Aparte de eso que dices tú de los hijos, no es ninguna broma convertir los centros educativos en corrales donde nos tengamos que andar vigilando unos a otros no vaya a ser que salga algún tránsfobo y donde los profesores tengan que ejercer de agentes de denuncia contra padres que no quieran que venga ningún activista a corromper a sus hijos. Excesos como estos hoy en día son ley en España.
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