Tan solo quince días después de mi artículo sobre la disparatada ley trans que pretende colarnos el ala radical del Gobierno, leo un editorial de "El País" que confirma la sospecha que allí expresé: que el debate va a ser duro. De su lectura se desprende que a este medio las líneas generales de la propuesta le parecen maravillosas, sobre todo, la esencial, que es precisamente la más insostenible, la más polémica y la que hará que esta ley nunca llegue a entrar en vigor: el asunto de la autodeterminación, ya sabéis, esa barbaridad de que para cambiar de sexo sea suficiente con que uno vaya al registro y lo diga. "El País" tiene todo el derecho del mundo a mantener esta postura, que argumenta con una serie de razones las más de las veces vagas o inexactas que no voy a discutir, pero lo que no puede hacer es caer una vez más en ese vicio tan del gusto de este periódico: la descalificación de los que no piensan igual, que se concreta en la siguiente frase:
El debate tiene un fuerte componente ideológico y raíces sociales y generacionales que van mucho más allá de todo eso, con argumentos liberales que se alinean con la posición de Podemos, y otros reaccionarios que, paradójicamente, apoyarían la del PSOE.
Haciendo una vez más uso de la potestad que un día Dios concedió a este medio de extender credenciales de buenos y malos, de progres y fachas o de liberales y reaccionarios, con solo estas tres líneas, deja el asunto zanjado: póngase usted del lado de lo que dice Podemos -o sea, de la Ley Trans-, pues, de no hacerlo, será usted un reaccionario. ¡Qué fácil es arreglar el mundo cuando se está en posesión de la verdad! Ahora bien, lo que el PSOE, Carmen Calvo (por una vez, estoy de acuerdo con ella) y me temo que millones de ciudadanos sostenemos es que sería un disparate promulgar una norma en que cada cual pudiera establecer su sexo según su mera percepción subjetiva, despreciando lo que su naturaleza anatómica determinase, así que se me ocurre una pregunta para el editorialista del "El País": ¿desde cuando son reaccionarias la lógica, la sensatez y la objetividad?
"El País" se toma la libertad de afirmar que "en términos generales, la autodeterminación representa un avance para quienes tengan una visión progresista y liberal de la sociedad" y parece imaginar con una apreciación tan frívola que con eso queda demostrada la excelencia de la autodeterminación, pero está claro que no demuestra nada, porque quedan un montón de preguntas en el aire: ¿por qué razones objetivas la autodeterminación representa un avance? ¿Por qué saben ellos que todos los progresistas y liberales así lo creen? ¿Por qué tendría que bastar para que la autodeterminación fuese beneficiosa el que les gustase a los progresistas y liberales? ¿Es que los progresistas y liberales no se equivocan nunca? Como ya señalé en mi anterior artículo, la ley propuesta es una orgía de disparates y un establecimiento de privilegios para los trans (al contrario de lo que sostiene "El País") y quien piense que no es así debería presentar razones objetivas de peso, no una santificación basada en que la ley va a gustarles mucho a los progresistas y los liberales: esto no es cuestión de gustos, sino de regular normas sociales que afectan a todos, y no solo al feminismo, a los trans y a los progresistas.
Pero el problema es que "El País" desde el principio ha apostado fuerte y alegremente por todo lo que parezca santificación de las propuestas trans, sin pararse a pensar ni un momento en que algunas pueden ser muy desaconsejables. Si hacéis memoria, hace ya más de dos años, en julio de 2019, publicó en su suplemento dominical un reportaje titulado Yo soy Cora, que habla de un niño que quería ser niña y, con el apoyo de sus padres, realizó el tránsito. Empieza con estas palabras:
Una noche de 2014, en su cama, antes de dormir, le dijo a su madre: "De mayor quiero ser una niña". Tenía tres años. Le gustaba usar vestidos y jugar con muñecas. Pero Cora aún no era Cora.
Unas líneas más adelante, después de exponer todo el proceso, encontramos estas otras:
El 16 de noviembre de 2016, Ana Valenzuela despertó a su hija con palabras nuevas: "Buenos días, princesa". Esa mañana iba por primera vez a la escuela siendo Cora.
Ana Valenzuela es la madre de Cora. ¿Con tres años ya se tienen las ideas tan claras y suficientes elementos de juicio para un asunto tan grave? ¿Con cinco o seis años hay una base lo suficientemente sólida como para fundamentar el cambio de niño a niña? A mí me parece rotundamente que no y por eso soy de los que están en contra de la ligereza con que algunos como "El País" o los impulsores de la Ley Trans parecen enfocar el encaje de los menores en esta cuestión, diga lo que diga el Tribunal Constitucional. Terminaré con una última cita del reportaje, unas palabras que proceden de una experta:
La identidad de género "no viene determinada por el conjunto de informaciones cromosómicas, órganos genitales, capacidades reproductivas o características secundarias", sino que responde a la más humana y universal de las preguntas: ¿Quién soy yo?".
No sé si compartiréis estos planteamientos, que no hará falta que os diga que a mí me parecen un disparate pseudofilosófico que puede acarrear las consecuencias monstruosas que ya se están viendo, pero, en todo caso, os animo a leer la historia, porque me parece sumamente esclarecedora.
Si ése diario de referencia, suele tener ése comportamiento, por qué seguir leyéndolo? No entiendo su prestigio ni el apego de sus lectores. Hace años que me quité de ese vicio, y mi vida es mucho mejor y más informada. De hecho no es la información su propósito, sino la deformación, en especial sus suplementos, el semanal de los domingos; el almíbar que sostiene y cobija todo lo demás....
ResponderEliminarSospecho que tú también eres de aquellos que en 1976 compraron el primer número. Ahora mismo es un órgano de intoxicación del que yo también hace mucho que escapé, pero sigo echándole un vistacillo, porque hoy en día hay que leer de todo, porque unos esconden unas cosas y otros, otras. Lo del tono almibarado no es de ahora, es de siempre, y también soy de los (muchos) que piensan que este medio debe de tener un fortísimo lobby LGTBI+.
EliminarDemasiado joven era en 1976... Recuerdo la fascinación adolescente por ése diario y su corruptor suplemento. Me duró poco el encanto; caí del caballo en mi primera juventud. Era domingo y comprobé que en el matinal de RNE, la SER, y el Pais Semanal se hacía un exagerado y desvergonzado elogio, disfrazado de crítica, de un libro de Manuel Rivas. Alfaguara era su editorial. Al conectar todo esto, algún resorte oculto saltó en mi cabeza, y ya no he podido volver a leerlo más; la SER nunca pude escucharla..... Todo ésto, como tantas otras cosas, me trae a la memoria a mi padre y su animadversión hacia Marcelino Camacho; había sido del comité de empresa de la fábrica donde trabajaba..... Me pasa lo mismo a mí con Gabilondo, jajaja
EliminarTodo ese círculo de PRISA, sus autores, sus redes en el mundo informativo y cultural...: los creadores del dogma que sostiene la corrección política y el reparto del Bien y del Mal de hoy. A mí se me cayó la venda a través del destrozo educativo, porque la santa Inquisición "progre" está muy arraigada tiene mucho poder en la enseñanza (a la que ha hecho mucho daño) y el simple hecho de esperar de mis alumnos estudio, buen comportamiento y respeto me convirtió en un facha para esta quinta columna de la imposición de los dogmas logsianos.
EliminarPor cierto, el libro no sería "El lápiz del carpintero", ¿verdad?
EliminarNo recuerdo qué título era, pero siendo de Rivas.... Vacía sin Madrid, jajaja
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