Me entero por casualidad de la publicación en las redes de un vídeo en el que un niño de unos siete u ocho años, con la cara tapada con una estelada a modo de pañuelo bandolero, recita en pocos segundos un discurso lleno de odio y de amenazas incendiarias y asesinas, las cuales concluye con las palabras que dan título a esta entrada, por las que os pido disculpas. Me figuro que esta desoladora basura tardará poco en ser retirada de internet, así que, para los que queráis contemplar con vuestros propios ojos el abismo de indecencia a que ha llegado el separatismo catalán, dejo aquí un enlace:
Puesto que esta gente no tiene un asomo de ética y está instalada en la permanente mentira, llegará un día en que negarán con el mayor cinismo que esto pasó, así que, al menos a los que lo hayáis visto con vuestros propios ojos, no os podrán engañar.
Es sencillamente escalofriante. Sabemos el caldo social y político en que se ha cultivado este fruto: la Cataluña torturada por el totalitarismo nacionalista del pujolismo; conocemos también la escuela pervertida que ha hecho posibles estas aberraciones: el sistema de adoctrinamiento que ha impuesto en Cataluña el nacionalismo para crear lo que salta a la vista en los medios y en las calles a veces incendiadas: un engendro cada vez más parecido a las juventudes hitlerianas.
Lo que yo no alcanzo a concebir son los padres: ¿qué clase de padres han puesto a su hijo ante una cámara para decir esas cosas o han permitido que otros lo hicieran?
Por fuerza han de ser unos monstruos de estupidez y fanatismo.
Los padres, y lo que es peor, los abuelos están encantados. Como catalán es asunto que me preocupa y me concierne, al punto de estar planificando mi traslado a otro lugar. Evidentemente pienso irme adonde no haya habla regional ni se atisbe que la pueda haber. Cómo decía aquella actriz tetuda de 123, por qué será? ( P.D. Háganme el favor de no realizar la sempiterna observación buenista, lo que vemos aquí ahora, pronto en Vasconia, Baleares, Valencia, Galicia y, lo mas triste, Asturias)
ResponderEliminarPocos motivos de satisfacción da este comentario tuyo, Paco, y duele y asombra ver como millones de españoles no están entendiendo la extrema gravedad de lo que ocurre hoy en nuestra nación. Mientras el separatismo sigue haciendo de las suyas y está cada vez más prepotente, los telediarios se abren tratando con normalidad el asunto de que se espere que la Abogacía del Estado retuerza sus argumentos para agradar a un grupúsculo de golpistas. Y sin ningún temor de que esto sea un escándalo. Yo, de todos modos, estoy convencido de que esta locura es mucho más reversible de lo que Sánchez y sus amigos piensan. Quienes inoculan el odio y la violencia en sus niños normalmente acaban perdiendo, aunque ya veremos el precio que pagamos todos. Ánimo.
EliminarDigo, pues, que el problema catalán es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar; que es un problema perpetuo, que ha sido siempre, antes de que existiese la unidad peninsular y seguirá siendo mientras España subsista; que es un problema perpetuo, y que a fuer de tal, repito, sólo se puede conllevar.
ResponderEliminarDiscurso de Ortega y Gasset sobre el Estatuto de Cataluña (1932)
https://fnff.es/memoria-historica/301149210/discurso-de-ortega-y-gasset-sobre-el-estatuto-de-cataluna-12.html
No es que me asusten los cambios de régimen, por radicales que sean, pero me es imposible transigir con sentimientos que desembocarán andando el tiempo, si Dios no hace un milagro, en la desintegración de la patria y en la repartición del territorio nacional. Semejante movimiento centrífugo, en momentos en que todas las naciones se recogen en sí mismas unificando vigorosamente sus regiones y creando poderes personales omnipotentes, me parece simplemente suicida. En este respecto, acaso me he mostrado excesivamente apasionado. Sírvame de excusa la viveza de mis convicciones españolistas, que no veo suficientemente compartidas ni por las sectas políticas más avanzadas ni por los afiliados más vehementes a los partidos históricos.
Yo desearía creer en dicho ingenuo optimismo, compartido por algunos catalanes prestigiosos, y sobre todo por don Marcelino Domingo; empero, por cada día aparecen síntomas menos tranquilizadores (1). Descuellan entre ellos la catalanización de la Universidad; los ultrajes reiterados a la sagrada bandera española; las manifestaciones francamente antifascistas, pero en realidad francamente separatistas con los consabidos mueras a España, por nadie reprimidos; el cántico retador, aun en manifestaciones ajenas a la política, de Els Segadors; el hecho incuestionable de que son o fueron separatistas los gobernantes de la Generalidad (como lo son en el fondo los peticionarios del Estatuto vasco), y sobre todo la pérdida o progresiva tibieza de esa cordialidad de sentimientos fraternos, causa generadora de suspicacias y excesos pasionales con el menor pretexto. Y esto, aun después de otorgado el Estatuto, cuando parecía natural que los catalanes manifestaran su satisfacción y gratitud con ovaciones a la bandera y ejército españoles. Ni olvidemos que el alzamiento antimonárquico se produjo en Cataluña a los gritos de ¡Viva la república catalana! Aún hoy se profieren con cualquier pretexto hasta en plena Generalidad.
(…)
No me explico este desafecto a España de Cataluña y Vasconia. Si recordaran la Historia y juzgaran imparcialmente a los castellanos, caerían en la cuenta de que su despego carece de fundamento moral, ni cabe explicarlo por móviles utilitarios.
Ramón y Cajal, “El mundo visto a los ochenta años”. Fragmentos de la Introducción y del Cap. XII (La atonía del patriotismo integral)
https://valdelacalzadaciclo.files.wordpress.com/2015/10/el-mundo-visto-a-los-ochenta-ac3b1os.pdf
Está claro que la indecencia del separatismo viene de lejos y no extraña que sorprenda a personas bondadosas y razonables como Ramón y Cajal, para quien seguramente era muy difícil explicarse la lógica de la traición, la mentira y la iniquidad de esta ideología, pero sus hechos están ahí. Nunca dejaré de señalar que el separatismo ha sido más brutal y devastador con los regímenes democráticos: ahí están sus traiciones a la república y a la monarquía constitucional del 78; ahí está la crudeza de ETA mucho mayor tras el advenimiento de la democracia; ahí está el actual golpe en Cataluña. Además de esto, en cuanto a la solidez de sus principios, hace poco, leí por ahí un dato que alguien recordaba oportunamente: después de 1975, en Cataluña, la mayoría de aquellos alcaldes eternos de la era franquista se hicieron... de Convergencia. Y, en cuanto al PNV, ahí está el pacto de Santoña de 1937.
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