Esta mañana, me he acercado al ayuntamiento a ver qué novedades había para ese colectivo de los jubilatas al que me honro en pertenecer y en la pizarrilla que nos tienen dedicada me he encontrado con esto:
-Fauna urbana y veganismo: nuevas propuestas para la alimentación de los patos de los estanques.
-¡Pasa la manguera por el otro lao, hostias! - III. Curso de supervisión de obras, nivel avanzado.
-Ciclo cinematográfico: De Paco Martínez Soria a Alfredo Landa. La evolución del cine casposo en el tardofranquismo.
Os lo diré con sinceridad: como propuesta de ocio, no molaba pero nada, así que me he decidido a flagelaros con otro artículo, me divierto mucho más. Andiamo.
Confesaré que mi confianza ciega en la racionalidad, la sensatez y la inteligencia me ha llevado más de una vez a colosales meteduras de pata. El 15 de febrero de 2019 (¡hace poco más de dos años, y da la sensación de que hubieran pasado veinte!), escribí un artículo muy crítico con nuestra actual ministra de Educación titulado La gestión de Isabel Celaa, el cual finalizaba con estas palabras:
En menos de tres meses será ministra en funciones y muy probablemente en junio será ya exministra: ¿qué futuro espera alguien con estas perspectivas para una ley hecha con precipitación meteórica, sin apenas publicidad ni debate, plagada de lagunas, con pésimos apoyos y presentada en una reunión que era más bien un funeral?
Como interrogación retórica se salía de la tabla, reconocedlo, tal cual yo estoy dispuesto a reconocer que, si me tuviera que ganar la vida como adivino, iba a pasar más hambre que el que se perdió en la isla, que veía margaritas y se creía que eran huevos fritos. Yo pensaba e insinuaba que la señora Celaa ya jamás sería ministra: ¡ja!; yo pensaba e insinuaba que la ley que ese mismo día presentaba ante el consejo de ministros estaba destinada a gravitar eternamente en el limbo: ¡ja!
Me equivoqué por completo: Isabel Celaa sigue siendo ministra, y de Educación, y su ley se aprobó en noviembre de 2020.
De todos modos, voy a permitirme una reconsideración. Es cierto que en los resultados, que generalmente son lo que más importa en la vida, me equivoqué, pero, si miro hacia el retrato que hice de la LOMLOE, el acierto fue pleno, relea los rasgos quien lo dude, lo que no es achacable a especiales virtudes mías, pues me limité a enunciar hechos palmarios a la vista de todos. Esto tiene sus consecuencias, y son importantes, porque tan innegable como que Celaa logró al fin que se aprobase su ley, lo es el hecho de que esta nació fuertemente lastrada por esas condiciones que yo señalé, las cuales suponen una rémora tan onerosa que a alguien con más sensatez que doña Isabel y su jefe de filas le habría animado a no seguir adelante, pero, una vez que lo que hizo ella fue tirarse a una piscina con dos palmos de agua, loa resultados han sido los esperables: que esa ley, por descabellada y sectaria, apesta a papel mojado cuando aún no hace ni un año que se aprobó.
En cualquier caso, esto a ella parece no importarle, porque, siguiendo el ejemplo de su jefe de gabinete, la ministra de educación parece valorar sobre todo la inmediatez, el vivir al día, los hechos consumados y la imagen de éxito, aunque solo sea una fachada. Sin embargo, un responsable público no puede permitirse el lujo de no estar permanentemente a pie de obra, porque la cosa pública requiere atención constante, y en esto la señora Celaa está cometiendo un grave error, porque, desde que consiguió a base de brazadas desesperadas llegar a la playa de que una mayoría con muy pocos fundamentos le aprobase su ley, ha desaparecido del mapa, cosa inadmisible, porque tiene múltiples asuntos a los que responder: ¿dónde está Isabel Celaa?
Escudándose inicuamente en la pandemia, a finales del curso pasado, se permitió el grosero lujo de amparar el aprobado general, mucho más grosero si quien se lo permitía era la máxima autoridad educativa de la nación, es decir, la persona que debería ser la primera implicada en que nuestra enseñanza tuviese o aspirase a tener unos niveles óptimos de calidad, cosa frontalmente reñida con aprobados generales y demás regalitos de tómbola educativa. Después implantó su ley, que presenta elementos muy poco tranquilizadores en lo referido a los niveles de calidad, pero en este debate, lo mismo que en el que suscitó la enseñanza concertada, la señora Celaa ya ni se dignó pronunciarse: conseguido a trancas y barrancas ese objetivo que parecía tan improbable en 2019 y sin embargo salió, ella ya se encerró en el Olimpo. Hoy, 5 de junio de 2021, llegamos a la segunda selectividad que sufre los efectos de la pandemia, pero esta vez ya sería de un cinismo insostenible defender paños calientes ante tan crucial prueba educativa. ¿Que sería de un cinismo insostenible? Está visto que nunca me apearé de mi ingenuidad innata, porque resulta que nueve comunidades (curiosamente, las gobernadas por socialistas o nacionalistas) van a permitir presentarse a la EBAU con asignaturas suspensas en junio. Ante semejante atentado a la exigencia y por tanto a la calidad de la enseñanza, ante semejante atropello a los alumnos que estudian, ante semejante desmentido de la justa valoración en nuestro sistema educativo, ¿dónde está Isabel Celaa? En el día de hoy está desaparecida, pero ya se pronunció el 23 de mayo y lo hizo, como era esperable, en el sentido más perjudicial para una educación en condiciones: parece ser que por parte de su ministerio no hay inconveniente alguno, al contrario: se recibe con satisfacción. Supongo que ella y sus asesores se imaginarán que son el colmo de la pedagogía, pero atención a esto: así que pasen cinco años (como diría el Lorca más surrealista), los alumnos que gracias a esta gracia hayan aprobado un bachillerato y quizás una selectividad para los que no estaban preparados empezarán a ver las consecuencias del engaño y de la píldora dorada. Que no se preocupe doña Isabel: son muy jovencitos y no se estarán dando cuenta de su responsabilidad en la estafa, así que lo más probable es que para entonces no se acuerden de ella.
En conclusión, Isabel Celaa está donde por su ejecutoria se la esperaba: justo donde no debería estar la máxima responsable educativa no ya de un país, sino tan siquiera de una aldea perdida en medio del monte. Quiero terminar este artículo haciendo alusión a un asunto sobre el que ya he hablado mucho y no procede, por tanto, otro artículo completo: la aberración de pasar a junio los exámenes de septiembre (1). A cualquiera que analice esta medida con un mínimo de objetividad le parecerá un disparate, pero cualquiera que hable con profesores en ejercicio verá que es además un abuso y una cacicada mantenida porque sí ante abrumadoras evidencias de lo que perjudica, que es mucho. Los síntomas más evidentes e irrefutables son estos: desde que se puso en pie, en los institutos el último mes se ha convertido en un un demencial maratón de exámenes; condicionado por lo anterior, los días en que se imparte materia (es decir, en que se enseñan cosas, no en que se examina sobre ellas) en el tercer trimestre han quedado drásticamente reducidos, un ejemplo palpable y comprobable lo tenemos en el presente curso, en el cual, dado que las vacaciones de Semana Santa terminaron el 5 de abril, ha habido menos de mes y medio de clases regulares no interferidas por exámenes, mes y medio durante el cual, además, en toda la nación española ha sido fiesta el uno de mayo. Aunque no tiene competencias en el asunto, ¿qué opina Isabel Celaa, ministra de Educación, sobre esto? Si se pronunció el año pasado con determinación a favor del aprobado general y de la lenidad con la EBAU, también podría hacerlo en este caso.
1.- Este es, si no me equivoco, el último artículo que escribí sobre la cuestión:
Enlazo en él todos los anteriores, lo cual suministra una abundante información sobre la historia y la evolución de este atentado contra la buena práctica docente y los intereses de los alumnos que suspenden a lo largo del curso regular.
La ministra Celáa se supera día a día en sus disparates y su adhesión a la pedagogía más cutre. Se ha pasado tanto que ya empieza a ser un escándalo más allá de la llamada comunidad educativa.
ResponderEliminarSin duda. Parecía difícil empeorar los planteamientos y los objetivos de la LOGSE, pero esta señora lo ha conseguido, es una auténtica fuera de serie. Hace nada, hablábamos de los mil desastres que componen la gestión de Pedro Sánchez e inexplicablemente me dejé en el tintero la sucesión de tropelías en educación (porque no ha sido solo la LOMLOE), estoy perdiendo facultades.
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