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jueves, 24 de junio de 2021

Indulto a los golpistas: documentos importantes

     En el momento en que escribo, el indulto a los máximos responsables del 1-O que fueron condenados y encarcelados es ya un hecho, pero este asunto tiene unas implicaciones tan graves que parece claro que la concesión de la gracia no es su final, sino solo el principio de una historia que el tiempo dirá cómo se enreda, por lo cual me parece útil tener a mano los documentos más señalados de su desarrollo. 

1. El rechazo de la Justicia

    A partir del momento en que fueron solicitados los indultos, diversas instancias institucionales tuvieron que pronunciarse manifestando su postura en torno a la medida. La Abogacía del Estado no los apoyó expresamente, aunque tampoco los rechazó, mientras que el tribunal sentenciador y la Fiscalía del Supremo se pronunciaron abiertamente en contra. En este artículo de "El confidencial" tenéis los escritos a tales efectos de los tres órganos:

Informes de la Abogacía del estado, la Fiscalía y el Tribunal Supremo

2. Las explicaciones de Pedro Sánchez y Salvador Illa

    El lunes 21, Pedro Sánchez hizo la presentación de su medida en el Liceo de Barcelona. El texto completo de su discurso lo podéis encontrar en este enlace que saqué del diario "República":

conferencia-de-pedro-sanchez-en-bcn-en-defensa-de-los-indultos-933f453.pdf (republica.com)

    El día 22, Salvador Illa, el señor aquel que fue ministro de Sanidad y luego encabezó una cosa que se llamó operación Illa, escribió en "El País" una tribuna que se tituló "Por la concordia". El enlace es este:

Por la concordia | España | EL PAÍS (elpais.com)

    Si leéis ambos documentos, veréis que el de Illa parece un resumen del de Sánchez, asombra el sometimiento a su jefe del ministro, que a menudo usa sus mismas palabras y hasta sus mismas frases, o casi. El discurso de Sánchez apela a estas tres razones como causa de su concesión del indulto: que la Justicia ya se pronunció dictando unas condenas (= ellos ya tuvieron su turno) que la potestad de dar indultos está sostenida por la ley (= ahora le toca a él) y que la pandemia "nos ha recordado hasta qué punto nos necesitamos unos a otros" (pongo la cita literal para que los que no deis crédito no achaquéis este disparate a error mío). Sobre estos fundamentos, va a dar los indultos por su convicción de que son un paso claro hacia la concordia que se va a conseguir gracias a ellos. El discurso de Sánchez está lleno de trampas, como la de sostener que dar estos indultos es poco menos que un mandato constitucional, pero, como es bastante largo, no lo puedo analizar a fondo y solo voy a entresacaros algunas citas que me parecen peligrosísimas cargas de profundidad. En la página 6 dice:

    Encabezo un gobierno que cree genuinamente en la unión de España, en la unión de todos los pueblos de España que defiende la unión de todos y todas los españoles y españolas.

    Aparte de esas cacofonías de lenguaje inclusivo que no puedo dejar de señalar y que proliferan, afeándolo, en un discurso de por sí no muy brillante, quiero señalar aquí lo que realmente importa: la palabra "unión". Lo que esos indultados amenazan seriamente es la unidad de España y, para tranquilizar a quienes teman por esto, Sánchez ha intentado engañarlos (cosa extraña en él) con el uso de la palabra "unión", que no significa ni mucho menos lo mismo, creo que no hace falta que lo explique. A mí no me sorprende, porque desde hace mucho tiempo, concretamente desde que hace casi cuatro años dijo aquello de que España es una nación de naciones, tengo claro que Sánchez es contrario a la unidad de España y quiere convertirla en una unión de nacioncitas, a las que en esta frase llama pueblos. Así pues, no nos dejemos engañar: aunque quiera aparentar otra cosa, Sánchez es muy partidario de algo parecidísimo a lo que quieren los indultados, y en su consecución labora. Más adelante, en la página 8, vemos otras palabras que confirman la sospecha de que Sánchez, intentando aparentar otra cosa, quiere darle a la nación de todos un vuelco que solo les interesa a él y a sus cómplices:

    Y con ese espíritu de diálogo y de concordia podremos poner en pie un nuevo proyecto de país. Hablo, por supuesto, de un nuevo proyecto de país que se exprese de forma plena, tanto en español como en euskera, como en gallego y por supuesto, hoy aquí en Barcelona y en Cataluña, en catalán. Porque yo no concibo una nueva España sin una nueva Cataluña al frente. 

    Lo del nuevo proyecto de país, en boca de Sánchez, con sus presupuestos ideológicos, con la mercancía que estaba vendiendo en este discurso, con sus intenciones demostradas y en las actuales circunstancias, produce alarma, como la produce también eso de que Cataluña tenga que estar al frente. ¿Por qué razón le atribuye este privilegio? ¿Por los méritos contraídos por sus gobernantes, su clase política y los ejemplares personajes a los que él mismo ha indultado? Sánchez no puede chalanear de esa forma con el futuro de la nación y, desde luego, comete uno más de sus excesos al dar por hecho que él está legitimado para embarcarnos en un nuevo proyecto de país. Por lo demás, el discurso en general y estas palabras en particular me producen la impresión de que el propósito de Sánchez es halagar al separatismo prometiéndole que en sus planes encontrará unos niveles de autogobierno a su gusto, lo que me ha recordado estas palabras:

    Por eso me siento con autoridad para decir al pueblo vasco, a los ciudadanos vascos, que la construcción de su identidad y que sus aspiraciones de las más altas cotas de autogobierno son posibles. Y como hoy son posibles y las vamos a llevar adelante, hay que hacerlo decidiendo juntos.

    Pertenecen al discurso con que, el 1 de febrero de 2005, argumentó José Luis Rodríguez Zapatero, entonces presidente del Gobierno, su rechazo del Plan Ibarreche. El enlace de aquella sesión, a mi juicio, histórica, es este: PL_065.PDF (congreso.es), y recomiendo su lectura, sobre todo por los discursos de Rajoy y del propio Zapatero, que solo cometió un error, pero gravísimo, precisamente estas tres líneas, porque fueron las que inauguraron sus políticas de elevación de los techos competenciales como freno de los berridos independentistas, las cuales nos han traído hasta aquí. ¡Pero no comparemos, qué enorme diferencia, en todo! Comparar el vuelo del discurso de Zapatero (o el de Rajoy) con el de Sánchez es como comparar el de un águila con el de una gallina; además, el plan Ibarreche se frenó, mientras que la ofensiva desencadenada por Artur Mas no hemos podido aún detenerla, entre otras cosas, por otro gran error de Zapatero: que despenalizó la convocatoria de referendos ilegales. Pero a lo que voy: lo que propone hoy Sánchez, eso de apaciguar prometiendo más autogobierno, ya se ensayó y no ha servido para nada más que para acrecentar las ínfulas de los nacionalistas. 

    Yendo a la columna de Salvador Illa, destacan en ella dos cosas: su insistencia en la palabra "concordia" y la desvergüenza que exhibe al culpar, aunque veladamente, al gobierno de Rajoy del estallido del prusés. Pero lo que más inquieta son estas palabras:

    La sociedad catalana es hoy una sociedad afectada por múltiples dolores. El dolor de los independentistas, muy visible a través, entre otras señales, de los lazos amarillos. Pero no menor es el dolor de muchos no independentistas que vieron cómo consensos trabados con dificultad a lo largo de mucho tiempo se hicieron añicos por la actuación temeraria de líderes de las fuerzas independentistas. Uno y otro dolor requieren de reconocimiento y perdón mutuos.  

    Cabría, naturalmente, preguntarle al señor Illa cuál es la ofensa que los independentistas tienen que perdonarles a quienes no lo son. Esta vil igualación de inocentes y culpables lleva el sello del catalanismo (a veces tan difícil de diferenciar del independentismo) del PSC, un partido que hasta poco antes del 1-O defendía el referéndum y el derecho a decidir. Considero esto y las propuestas de Sánchez y me replanteo algo que dije más arriba: quizás no sea Illa quien hace seguidismo de Sánchez, sino Sánchez quien hace seguidismo de Illa. O de Iceta, como dicen no pocas voces. 

3. Los expedientes de los indultos

    He estado buscando los textos íntegros de los expedientes con que el Gobierno ha respaldado los indultos, que, por lo que he visto en algún sitio, son unos documentos de unas treinta páginas por indultado, pero no los he encontrado, aunque sí puedo enlazaros este artículo de "La Vanguardia": Los indultos en el BOE, en el que enlaza a su vez las órdenes de liberación de cada uno en la gaceta oficial. No obstante, en cuanto a las razones aducidas por el gobierno en sus informes, sí que existen compendios publicados por diversos medios, de los cuales os facilitaré enlace a dos:

-Motivación de los indultos en "República".

-Motivación de los indultos en "El Confidencial".

    Puesto que los tenéis ahí y en otras muchas fuentes, vosotros mismos habréis podido ver lo insostenible y a menudo vergonzoso de las razones en que el Gobierno fundamenta una medida tan arriesgada como la que ha tomado. Nos encontramos en general ante una auténtica estafa. En primer lugar, por lo más obvio: al perdonar arbitrariamente sus condenas a personas que han cometido graves delitos, el Gobierno está arrasando los principios básicos de la justicia, y, en segundo lugar, porque, para sacar motivaciones de donde brillan por su ausencia, con todos ellos, ha pasado por alto las muestras abrumadoras que los indultados han dado de que volverán a delinquir y ha magnificado la valoración de indicios positivos que a menudo ni eran indicios ni eran positivos, con lo que ha alcanzado niveles insultantes para los ciudadanos que sí respetamos las leyes. Es insultante decir que el peso de Junqueras en el devenir de las relaciones entre España y Cataluña resulta indiscutible; primero, por esa igualación miserable y entreguista entre España y Cataluña, y segundo, porque el peso de Junqueras para la convivencia entre los españoles es el de una carga -muy gorda, claro- de dinamita. Es insultante ponderar el liderazgo de todos ellos en la sociedad catalana, porque es obvio que lo ostentan solo para una parte y con un mensaje de destrucción. Es insultante valorar que todos están a favor de una vía dialogada, porque sabemos que es porque la vía del mamporro les ha fallado, que el diálogo para ellos solo puede acabar en la independencia y que, antes del golpe del 1-O, también decían estar por el diálogo. Es insultante decir que gran parte de la sociedad catalana reconoce a Jordi Sánchez como un activista por los derechos humanos, cuando este señor ha ido a degüello contra los derechos humanos de millones de catalanes y de españoles. Y así hasta el infinito, podéis leerlo, por no hablar de las conductas que todos ellos han mostrado y los mensajes que han proferido nada más salir de la cárcel, tan rebosantes de concordia que vamos a tener que empezar a pensar en proponer a Pedro Sánchez, ese valiente a decir de él mismo, para el premio Nobel de la Paz. Sostiene hoy Juan Carlos Girauta en un artículo que, con la concesión de estos indultos, el Gobierno de Pedro Sánchez ha roto la baraja. Si no es así, poco le falta, y eso es cosa muy grave.

4 comentarios:

  1. A ver, las élites españolas son catalanistas, es decir, piensan que España es un país congenitamente, sea por tesis culturalistas; los del infierno fascista en Madrid, o directamente racistas; nuestros filobritanicos , filogermánicos y filofranceses regionalistas todos, que piensan que no deberíamos existir como nación, sino como colonia a redimir; aculturar, incluso por el Islam.... Qué espera? Nada de lo que describo me lo invento, está en los textos, del 98 hasta aquí... Ortega? A la mierda con él!

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    1. Estamos en 2021, Paco, ya bien entradito el siglo XXI y para mí es indiscutible que la Constitución del 78 representó partida nueva. Que se dieran condiciones especiales por no sé qué estatutos de autonomía catastróficos de la República o, ya no digamos lo de Navarra, por no sé que fueros medievales, me pareció un error y los hechos han demostrado que lo fue. Está superado el franquismo, está superada la República, está superado Alfonso XIII y están superados Felipe II y Fernando III el Santo. El país (o, si quieres, la nación) de cuya historia forman parte se reconoce como país y los reconoce como historia propia, pero también se reconoce como unidad (muy clarita) con un marco político constitucional (también muy clarito) que ha sido muy beneficioso. Estas simplezas te aseguro que las suscribiría cualquiera de los fachas horribles que estuvimos el día 13 en Colón y, para desgracia de Sánchez, Junqueras, Ortúzar y alguno más, me temo que lo piensan también otros muchos españoles, muchos millones, que queremos que ese marco se conserve, aunque está claro que habrá que dar algunos retoques, no el el sentido de las ensoñaciones de Iceta, sino en busca de crear los instrumentos legales que echen el freno no solo al separatismo, sino a abusos como los conciertos navarros y vascos o el arrinconamiento y persecución de la lengua española en la escuela y otros ámbitos. La banda de Sánchez (¡qué acertado estuvo Rivera con esa acuñación!) se cree que lo que tiene por delante es un paseo militar, pero a lo mejor se equivocan.

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    2. Dios le oiga pero... La foto que cuenta es la del Liceo. Y por cierto, en ella están todos los que le cortaron la cabeza a Rivera. Por otro lado, aún estando de acuerdo con lo que plantea, no bastaría, pues está Constitución, con sus falacias implícitas de territorialidad, la que nos ha traído hasta aquí. No veo otra solución que su remoción completa, acompañada de las élites que la otorgaron.

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    3. No hay nada descartable, tal y como ciertos canallas han puesto las cosas. En cuanto a la foto del Liceo, ciertamente, fue un montaje bastante penoso, incluida la actuación del "espontáneo" aquel que salió por allí, que nadie se explica. Hizo ayer Gregorio Morán un notable artículo precisamente con ese título, "La foto del Liceo":
      https://www.vozpopuli.com/opinion/la-foto-del-liceo.html
      Las ferias de Sánchez ya cada vez engañan a menos gente y participar en ellas empieza a conllevar el riesgo del desprestigio, que es lo que vino a subrayar Morán con ese título sarcástico. Sánchez quiso aparentar con ese acto, no sé, que le respaldaba la sociedad catalana, o sus notables, pero quedó bastante claro que allí solo estaban sus esbirros, los de sus cómplices y unos cuantos personajes de intereses inconfesables. Insisto en una cosa: no tienen la guerra (porque sería hipócrita ignorar que esto el separatismo lo ha convertido en una guerra) tan ganada como se creen, entre otras cosas, porque, si los golpistas llegaron demasiado lejos con el 1-O, Sánchez está siguiendo un camino parecido, y puede acabar como ellos: ante un tribunal. Paciencia, aún queda mucho que decir.

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