El pasado martes le aprobó el Gobierno, ¡por fin!, su ley educativa a Isabel Celaa, y subrayo el "su" de todas las formas posibles porque, como ya señalé hace no mucho tiempo, el desprecio de la ministra hacia siquiera un simulacro de consenso ha sido olímpico, lo cual podría tomarse como el primer indicio de que la norma no va a servir para nada. Valoro positivamente que, después de tantos años, la Religión vaya a dejar de tener una "asignatura espejo", la cual es una injusticia para los alumnos que son obligados a cursarla, o detalles como que los centros concertados vayan a dejar de escapar del reparto de alumnos señaladamente conflictivos, pero luego vienen algunas "cosillas".
Empieza el artículo de El Socialista que enlazo diciendo que la LOMLOE viene a sustituir a "la polémica LOMCE", pero no menciona que esta es en realidad un refrito de la lamentable LOE (a la que, por tanto, podríamos llamar LAMLOE, ya puestos a sacarnos de la manga nombres de chiste), con lo que es nieta de la catastrófica LOGSE. Subrayo los adjetivos porque importan: "El País" no puede pretender colarnos la bola de que solo son malas las leyes del PP, cuando el desastre educativo es más deudor de leyes del PSOE, para las que ha contado con la inestimable, incondicional e ininterrumpida colaboración de los medios de comunicación, como no me cansaré de señalar. Si omitimos estas pequeñeces genealógicas, ocultamos la verdadera raíz de los males de nuestra enseñanza, lo que impedirá entender por qué estamos enlazando fracaso tras fracaso y por qué la ley de Celaa nace con malas perspectivas, las cuales aparecen ya en los parecidos que la implacable genética determina entre la recién nacida y su bisabuelita. Veamos estas palabras de Isabel Celaa:
La ley busca la calidad del sistema para todos, se fundamenta sobre la excelencia, la optimización de resultados para el conjunto de los alumnos y la equidad; nadie puede quedar atrás.
¿Acaso no suena a aquello de "una enseñanza comprensiva y de calidad" con que tanto se machacó al presentar la LOGSE, cuyos padres no quisieron ver que la enseñanza de calidad requiere inexcusablemente la exigencia que su concepto de la comprensividad desterraba? La LOGSE confundió el universal derecho a la educación con el inexistente derecho universal al aprobado; cínicamente (por aquellos años yo pensaba que era por ingenuo idealismo), identificaron éxito del sistema con un alto índice de aprobados, éxito escolar del alumno con aprobado, con lo que, a través de una feroz presión sobre los profesores para que aprobasen a todo el mundo, impusieron y acabaron generalizando el aprobado regalado, el cáncer que se ha cargado un sistema del que puede afirmarse con rotundidad esto: que un alumno puede obtener el graduado en ESO (y ya casi también el título de Bachillerato) haciendo gala de una contrastada ignorancia. Es el famoso vaciado de los contenidos: si el aprobado no se corresponde con unos conocimientos adecuadamente demostrados, es un fraude y no se puede considerar éxito escolar. ¿Cuántos títulos-fraude habrán surgido de la LOGSE? Los suficientes como para poder afirmar que, como sistema, constituye un gran engaño, un fraude de fraudes. Pues bien: cuando la ministra dice que "nadie puede quedar atrás", está proclamando que, casi treinta años después, todavía estamos con estas y que su LOMLOE de 2020 va a representar una continuación de aquel fraude de 1992.
La ley busca la calidad del sistema para todos, se fundamenta sobre la excelencia, la optimización de resultados para el conjunto de los alumnos y la equidad; nadie puede quedar atrás.
¿Acaso no suena a aquello de "una enseñanza comprensiva y de calidad" con que tanto se machacó al presentar la LOGSE, cuyos padres no quisieron ver que la enseñanza de calidad requiere inexcusablemente la exigencia que su concepto de la comprensividad desterraba? La LOGSE confundió el universal derecho a la educación con el inexistente derecho universal al aprobado; cínicamente (por aquellos años yo pensaba que era por ingenuo idealismo), identificaron éxito del sistema con un alto índice de aprobados, éxito escolar del alumno con aprobado, con lo que, a través de una feroz presión sobre los profesores para que aprobasen a todo el mundo, impusieron y acabaron generalizando el aprobado regalado, el cáncer que se ha cargado un sistema del que puede afirmarse con rotundidad esto: que un alumno puede obtener el graduado en ESO (y ya casi también el título de Bachillerato) haciendo gala de una contrastada ignorancia. Es el famoso vaciado de los contenidos: si el aprobado no se corresponde con unos conocimientos adecuadamente demostrados, es un fraude y no se puede considerar éxito escolar. ¿Cuántos títulos-fraude habrán surgido de la LOGSE? Los suficientes como para poder afirmar que, como sistema, constituye un gran engaño, un fraude de fraudes. Pues bien: cuando la ministra dice que "nadie puede quedar atrás", está proclamando que, casi treinta años después, todavía estamos con estas y que su LOMLOE de 2020 va a representar una continuación de aquel fraude de 1992.
Y, por si quedaban dudas, remacha:
Sea cual sea el talento con que el alumno entra en el aula, tendrá que salir con el mismo valor diferencial.
¿Qué ñoco quiere decir esto? Está muy claro: que se tendrá que aprobar igual al que demuestra unos rendimientos que al que se toca las narices, al brillante que al mediocre: la cruel igualación por abajo que nuestro sistema educativo ha inoculado en ya dos generaciones, a las que la escuela actual, alienada por el sistema logsiano, ha donado algo tan lamentable como el desprecio por el esfuerzo y la excelencia. Pues esto es lo de siempre, señora Celaa, no se ande con jeroglíficos, pero también está claro que, por este camino que ya ha demostrado ser bastante desastroso, su ley se llevará el trompazo que se ha llevado todo el precedente sistema logsiano, en el que sin lugar a dudas se inscribe.
Aborda después una serie de consideraciones utilizando el verbo "segregar", el cual -que me caiga muerto si miento-, puesto en boca de un progresista educativo, es, sencillamente, un arma de destrucción masiva, como sobradamente ha demostrado en la enseñanza española de los últimos treinta años. Para la señora Celaa, orientar hacia una formación preferentemente profesional a alumnos que han demostrado rechazar los programas de carga más teórica y de la densidad de contenidos que debería tener un bachillerato es segregar, cuando en realidad es el modo más sensato de obtener dos grandes beneficios: que esos alumnos accedan a enseñanzas con mayores posibilidades de resultarles útiles y atractivas y que al bachillerato no lleguen (como lleva ya bastantes años ocurriendo) un gran número de alumnos que lo rechazan y no están capacitados para cursarlo, con el consiguiente gran perjuicio para esta etapa en nuestro sistema. Lo que la señora Celaa nos piensa imponer es más LOGSE, más desastre, más de lo mismo, más hipocresía "progre" (en el fondo, terriblemente clasista) embarcándose en una cruzada contra la segregación tan falsa como pervertida que solo ha servido para negar salidas alternativas a quienes las precisaban y degradar las enseñanzas en que eran embarcados todos a la fuerza. Por otra parte, el desprecio de la señora Celaa (y del PSOE y el Gobierno) hacia una enseñanza de verdadera calidad y hacia el bachillerato ha quedado subrayado en que por fin va a imponer su anhelada medida de poder aprobarlo con una asignatura suspensa. En la misma línea de degradación va esa fórmula que pretende luchar contra las repeticiones ¡permitiendo que los alumnos puedan pasar de curso con más asignaturas suspensas!, un alarde de "imaginación" que revela hasta qué punto a los actuales responsables educativos les importa un pepino lo que los alumnos aprendan.
Me dejo algunas cosas en el tintero, pero ¿ha quedado poco claro que la "novedosa" LOMLOE es ni más ni menos que una beligerante y vergonzosa reedición de la fracasada LOGSE, haciendo incluso bandera de sus aspectos más perjudiciales? Pues, si hablamos de plagas perjudiciales para la enseñanza y relacionadas con la LOGSE, ¿habrá alguna más señalada que los pedagogos y sus innovaciones? Tampoco a ellos ha renunciado Celaa en su proyecto, ya que (una vez más, con pomposo énfasis) ha anunciado la medida de que en él se incluye un nuevo sistema de selección del profesorado, para el cual ya se ha puesto en contacto con... las facultades de Educación. Lo que ocurre con los pedagogos es una flagrante muestra de despótica sordera por parte de la casta gobernante: las voces más sensatas del mundo de la cultura y amplios sectores del profesorado llevan ya décadas denunciando su falsedad, la vaciedad de su discurso y la inutilidad o incluso probada nocividad de sus invenciones; pues bien, no hay forma: están cada vez más enquistados en el engranaje educativo y gozan del aplauso de políticos y medios informativos. Nos hallamos sin duda ante una colosal conspiración contra la escuela llevada a cabo por los círculos del poder, que no tiene reparo en causarle perjuicio solo por una vacía demagogia vanguardista (falsa, como todo lo que atañe a la pedagogía: la modernidad de su mensaje es equivalente a la del Seat 600).
¿Qué ñoco quiere decir esto? Está muy claro: que se tendrá que aprobar igual al que demuestra unos rendimientos que al que se toca las narices, al brillante que al mediocre: la cruel igualación por abajo que nuestro sistema educativo ha inoculado en ya dos generaciones, a las que la escuela actual, alienada por el sistema logsiano, ha donado algo tan lamentable como el desprecio por el esfuerzo y la excelencia. Pues esto es lo de siempre, señora Celaa, no se ande con jeroglíficos, pero también está claro que, por este camino que ya ha demostrado ser bastante desastroso, su ley se llevará el trompazo que se ha llevado todo el precedente sistema logsiano, en el que sin lugar a dudas se inscribe.
Aborda después una serie de consideraciones utilizando el verbo "segregar", el cual -que me caiga muerto si miento-, puesto en boca de un progresista educativo, es, sencillamente, un arma de destrucción masiva, como sobradamente ha demostrado en la enseñanza española de los últimos treinta años. Para la señora Celaa, orientar hacia una formación preferentemente profesional a alumnos que han demostrado rechazar los programas de carga más teórica y de la densidad de contenidos que debería tener un bachillerato es segregar, cuando en realidad es el modo más sensato de obtener dos grandes beneficios: que esos alumnos accedan a enseñanzas con mayores posibilidades de resultarles útiles y atractivas y que al bachillerato no lleguen (como lleva ya bastantes años ocurriendo) un gran número de alumnos que lo rechazan y no están capacitados para cursarlo, con el consiguiente gran perjuicio para esta etapa en nuestro sistema. Lo que la señora Celaa nos piensa imponer es más LOGSE, más desastre, más de lo mismo, más hipocresía "progre" (en el fondo, terriblemente clasista) embarcándose en una cruzada contra la segregación tan falsa como pervertida que solo ha servido para negar salidas alternativas a quienes las precisaban y degradar las enseñanzas en que eran embarcados todos a la fuerza. Por otra parte, el desprecio de la señora Celaa (y del PSOE y el Gobierno) hacia una enseñanza de verdadera calidad y hacia el bachillerato ha quedado subrayado en que por fin va a imponer su anhelada medida de poder aprobarlo con una asignatura suspensa. En la misma línea de degradación va esa fórmula que pretende luchar contra las repeticiones ¡permitiendo que los alumnos puedan pasar de curso con más asignaturas suspensas!, un alarde de "imaginación" que revela hasta qué punto a los actuales responsables educativos les importa un pepino lo que los alumnos aprendan.
Me dejo algunas cosas en el tintero, pero ¿ha quedado poco claro que la "novedosa" LOMLOE es ni más ni menos que una beligerante y vergonzosa reedición de la fracasada LOGSE, haciendo incluso bandera de sus aspectos más perjudiciales? Pues, si hablamos de plagas perjudiciales para la enseñanza y relacionadas con la LOGSE, ¿habrá alguna más señalada que los pedagogos y sus innovaciones? Tampoco a ellos ha renunciado Celaa en su proyecto, ya que (una vez más, con pomposo énfasis) ha anunciado la medida de que en él se incluye un nuevo sistema de selección del profesorado, para el cual ya se ha puesto en contacto con... las facultades de Educación. Lo que ocurre con los pedagogos es una flagrante muestra de despótica sordera por parte de la casta gobernante: las voces más sensatas del mundo de la cultura y amplios sectores del profesorado llevan ya décadas denunciando su falsedad, la vaciedad de su discurso y la inutilidad o incluso probada nocividad de sus invenciones; pues bien, no hay forma: están cada vez más enquistados en el engranaje educativo y gozan del aplauso de políticos y medios informativos. Nos hallamos sin duda ante una colosal conspiración contra la escuela llevada a cabo por los círculos del poder, que no tiene reparo en causarle perjuicio solo por una vacía demagogia vanguardista (falsa, como todo lo que atañe a la pedagogía: la modernidad de su mensaje es equivalente a la del Seat 600).
No por estar ya separado del ejercicio activo de la enseñanza me duelen menos las dentelladas que se le asestan y, si se corresponde con lo publicado, la LOMLOE va a ser una de las buenas. Y resulta indignante que una vez más, como lleva haciendo durante décadas, la izquierda vaya a perjudicar a las clases más desfavorecidas en un asunto tan delicado e importante como la educación, el único instrumento que tienen los más pobres para aspirar a ganar más dinero, tener más cosas, mejores casas, más cultura, más conocimiento y mayores horizontes vitales. Si, con una demagogia repugnante, se nos da un sistema educativo envuelto en proclamas de igualdad, no segregación y aprobados para todos, pero que al final no funciona porque no proporciona más sabiduría, más madurez y una mejora de nuestras capacidades, se nos está dando un engaño inútil que solo servirá para hacernos perder años de nuestra vida, pero, eso sí: con mucha atención a la felicidad y el mundo emocional de nuestros niños, si hacemos caso a las últimas modas que nos trae la pedagogía.
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