Desde hace ya algún tiempo, cada vez que abro "El País" y me encuentro con un titular que implica una sugerencia educativa, me invaden unos sudores fríos que más de una vez me han hecho terminar en urgencias. Las páginas de este diario han dado voz e impulso a los personajes más dañinos para la escuela, a las ocurrencias más disparatadas, a las iniciativas más desaconsejables... Solo en lo referente al tema de hoy, es decir, el recorte de las vacaciones de verano, os recuerdo que este medio sirvió de plataforma a Ramón Ruiz (1), el consejero cántabro que, sobre la base de una interpretación falsificada de los periodos escolares, fue el profeta de una medida que linda con él: la supresión de las pruebas de septiembre y su adelanto a junio, un disparate cada vez más extendido que no ha producido más que perjuicios para alumnos, profesores y desarrollo de los programas, pero que, por una mezcla de incompetencia y molicie, nuestros responsables educativos tardarán mucho en revertir, si es que lo hacen. Atención a esto: con aquel asunto dije que iban a por septiembre, y acerté, y ahora digo que el proyecto, no a largo, sino a medio plazo, es teneros en julio o puede que todo el verano de "profes" on line. ¡Quien desoye las profecías del guachimán lo acaba pagando!
Y es que, en materia pedagógica, "El País" hay que leerlo como las entrañas de las aves o los posos del café: como señales de lo que el futuro nos depara. En un artículo publicado hoy bajo este temible titular: Hay que reducir las vacaciones escolares de verano, un señor llamado Miquel Ángel Alegre propone eso mismo, aparentemente, como una medida excepcional motivada por la suspensión de clases a que nos ha forzado la alerta sanitaria, pero la cosa, sobre todo por sus planteamientos generales y lo dicho en la introducción de la entrevista, queda bastante ambigua, da la impresión de que ese acortamiento del (para los gustos el señor Alegre) pernicioso paréntesis veraniego debería ser norma habitual. No quiero pasar adelante sin señalar una cosa: hace falta ser rastreros (tanto el medio como el "experto") para aprovechar el actual drama que atravesamos como aderezo que convierta en verdades necesarias sus estupideces y falsedades.
Por si no lo sabíais, el señor Alegre ha estudiado "el llamado summer lost, la constatada pérdida de competencias lingüísticas y matemáticas que los alumnos sufren durante los largos periodos de vacaciones". ¡Hay que joderse con el señor Alegre! ¿Para estudiar eso ha gastado su tiempo y el dinero suyo o de quien le haya subvencionado? ¿Y nos lo tiene que decir en inglés? ¿Tanto le costaba decir "pérdida veraniega"? ¡Ah!, claro, no me acordaba: es que el señor Alegre es uno de esos "expertos" que salen en nuestra prensa (no solo en "El País"), y a esta grey le gusta mucho presentar sus vaciedades con términos en inglés, para que veamos lo viajaos que están, lo que molan y que leen a autores que dicen sandeces en inglés de las que luego ellos sacan las suyas en español (o en catalán, como parece ser el caso del señor Alegre: pinchen ustedes). Pero la pérdida veraniega tampoco necesitaba tanto estudio: con once años, mis compañeros del "cole" y yo ya sabíamos que llegábamos después del verano sin tener ni p _ _ _ idea de nada, pero no habían pasado ni dos meses y nuestros "profes" ya se habían encargado de refrescarnos la memoria. ¿No ha estudiado el señor Alegre este otro fenómeno? ¿O es que se lo calla porque le tira por tierra la gilipollez esa del summer lost? Porque, como ya he dicho, ni siquiera hace falta ser docente o un supersociólogo como él para saber que los chicos no es que tengan pérdidas esenciales en el verano, sino que vuelven bajos de forma, como les pasa a los adultos. Y, por cierto, el cuento no vale ni para "los que proceden de familias socioculturalmente desfavorecidas", porque he conocido a muchísimos alumnos de esa franja (entre los que me conté en su día) que superaban perfectamente ese bajón veraniego que afectaba a todos.
Así pues, nos hallamos ante uno de los trucos más habituales de los "expertos" educativos: montar teorías y proponer soluciones sobre y para problemas inexistentes. La explotación del falso problema, vamos, un clásico.
Confieso que las cosas que dice el señor Alegre me han parecido especialmente deplorables. Además de crear un falso problema, pretende algo tan ruin como robarles a niños y adolescentes algo sagrado: las gloriosas vacaciones de verano. Digo lo que en otras muchas ocasiones: ya estoy jubilado, ya no soy sospechoso de defender mi interés, así que puedo proclamarlo: las vacaciones son sagradas. Todas, pero, en especial, las de verano. Los escolares no son máquinas de aprender o producir, son personas que tienen mucho que disfrutar. Pueden hacerlo durante el curso si se saben organizar, y es una aberración estorbárselo para los periodos de vacaciones. Cada vez que veo a un tecnócrata, a un amargado o a un iluminado que se las quiere dinamitar, me hago la misma pregunta: ¿pero es que usted no fue niño? ¡Lo que se goza, lo que se sueña, lo que se vive en unas vacaciones! Muchos de los mejores recuerdos de la mayoría de la gente están ligados a unas vacaciones de verano, ¿no tendrán nada mejor que hacer los que se las quieren chafar a los demás? Hace muchos años, en un centro de EGB, cuando se acercaban las vacaciones, en una reunión, la directora, una auténtica workoholic, nos dijo que les teníamos que poner tarea a los chicos, porque, al fin y al cabo, los ministros en vacaciones también trabajaban. Me levanté y le dije que no pensaba ponerles trabajo a mi alumnos, porque eran niños, no ministros. En las propuestas de este señor Alegre, se respira además una especie de miedo, una latente obsesión por tener a los chicos bajo control y protección, monitorizados por los tutores. ¡Déjeles vivir, déjelos que crezcan y disfruten sus propias experiencias! Es verdad que la vida tiene peligros, pero eso no debe llevarnos a encerrar a nadie en una burbuja. Es en este capítulo donde suelta la perla más preciosa y resplandeciente de la entrevista. Como esa vigilancia intensiva la ejercerán los tutores por WhatsApp, el periodista le pregunta si aceptarán los profesores dar sus números particulares, a lo que él responde:
Hay que ir tan lejos como se pueda para garantizar que los chavales no se descuelguen.
¡Genial! Otro como el Toni Comín, que piensa ganar las guerras imponiendo sacrificios a los demás. Así suelen ser los napoleoncillos que predican catecismos infalibles para cambiar la escuela, y don Miquel Alegre no es muy distinto de los demás ni en este desprecio al profesorado ni en el que dedica a "las escuelas con un modelo más magistral".
Pero esto no es todo lo que hay. Dije al principio que me producían escalofríos las propuestas apoyadas por "El País" no tanto por ser disparates como por el hecho de que se terminan imponiendo, así que ya me he echado a temblar. No contribuye a disminuir mis temblores el más señalado de los méritos con que presenta al señor Alegre: el ser jefe de proyectos de la Fundación Jaume Bofill, y esta vez no lo digo solo por los proyectos, sino también y muy especialmente por la institución, que se presenta con el propósito de impulsar la transformación de la educación en Cataluña. Conocido, reconocido y muy justificado es mi miedo a los que van de transformadores de la educación, pero ahora diré que, teniendo en cuenta lo que está pasando en el sector educativo catalán, siempre tengo dudas ante los sectores activos relacionados con él y que reciben ayuda de la Generalidad (como es el caso de esta organización). No necesito buscar mucho para que mis temores se confirmen: en la página de la Jaume Bofill no es difícil encontrar algo que me temo que les produce orgullo: un enlace que lleva a este documento en apoyo de los golpistas del 1-O. Las motos que vende "El País" son cada vez más infumables.
1. Para información sobre el señor Ruiz y otras catástrofes para la escuela, ya sabéis que podéis mirar aquí: https://papabloblog.blogspot.com/2018/11/las-fantasias-de-los-expertos.html.
En el grupo de Facebook de contraeducativos y antigaseosos, hoy un poco de capa caída, ya se han comentado las andanzas del diario global en español contra los docentes. Una vez más. Esta vez entrevistan a un sociopedagogo. Estas campañas, como sabes, son letales. La campaña contra los deberes, que dirigieron algunos descerebrados, algunas descerebradas y algunes descerebrades, dio sus frutos. Hubo iniciativas parlamentarias, presencia en programas de distintos partidos políticos y eco en la prensa "profesional". Ya se sabe. Lo demanda la sociedad. Y para atender esa "demanda social" la cruzada contra los deberes, hoy un poco matizada y en cierta forma descafeinada, "ya está en la agenda", Y "tiene recorrido". Como ves, también hablo la neolengua. Me temo que el cuestionamiento de las vacaciones de los docentes va a ser otra de las batallas de la chusma que merodea en el mundillo educativo. Llevamos muchas: los exámenes, los suspensos a los vagos y analfabetos, los programas con contenido, las humanidades, la memoria, los clásicos, las "reválidas", la disciplina, la autoridad del profesor, el esfuerzo y el mérito, la libertad de cátedra... Como decía Manuel Seco, son muchos los enemigos de la enseñanza. No sé lo que conseguirán los que quieren recortar o suprimir las vacaciones escolares. Pero de estas campañas, convenientemente apoyadas por "expertos", con la chusma sindical que tenemos y el posible eco que quizá tengan en algunas AMPAS y también en el hampa no cabe esperar nada bueno.
ResponderEliminarLa verdad es que conseguirán lo que se propongan, porque, como bandera demagógica, este caramelito les atraería a todos esos que se escandalizan por las vacaciones de los docentes. Me jugaría el cuello a que más de un político ha acariciado la idea de hacer lectivo el mes de julio y estoy convencido de que el obstáculo más fuerte ha sido sencillamente este: que colisionaría con la multitud de familias que cogen las vacaciones en esas fechas. Pero lo de ahora es distinto, porque, gracias internet esa colisión ya está superada. Mira, te voy a bosquejar una conspiración muy creíble: si algún partido propusiese que, durante el mes de julio, los profesores estuviesen sometidos a un régimen obligatorio de trabajo por internet, como mínimo, para dar clases y atender a los suspensos, ese producto tendría muy buen mercado entre los papás: los niños atendidos y entretenidos durante unas horitas: genial; la recuperación con la guía del "profe" del instituto: nada de gasto en academias, la vigilancia a cargo de otro...; y la última, que es algo que desliza el alegre este: ¡hasta me los tendrían vigilados y ejercerían de tutores! Esos padres -cada vez más- que no saben qué hacer con sus hijos y tienen miedo a ocuparse de ellos ganarían mucho: si además se lo vendes como la última propuesta de la pedagogía moderna... Piensa, además, otra cosa: como todos sabemos, en la informatización de la enseñanza hay un gran negocio en el que están sacando mucha pasta los vendedores de aparatos y los vendedores de cursos, materiales... ¿No está entre estos favorecidos el grupo PRISA? Sí: muy favorecido. Tú y yo sabemos que esa empresa no da puntada sin hilo. La entrevista al señor Alegre en "El País" precisamente, aprovechando el experimento favorable que va a suponer la actual situación, en la que esa comunicación por internet ya se está realizando, no es el casual descubrimiento de uno que mira qué cosas mas fashion dice, es la primera sonda de algo que se quiere hacer, que, si no es esto que te digo, será algo muy parecido. El pedagogismo, la permanente innovación, los furores por las nuevas tecnologías... se entienden mucho mejor si, al beatífico afán de desterrar la añeja y polvorienta escuela, se une humano interés por hacer negocio, esto ya nos lo advirtió Ruiz Paz hace mucho. Esto, además, explicaría el incondicional, acrítico y constante apoyo de grupos como PRISA y todos los vinculados a grandes editoriales a esas propuestas. Y no estoy dando ideas, estoy señalando lo que seguro que ya está en marcha. He visto muchas entrevistas o artículos sobre propuestas innovadoras y no hay ni una sola que no tenga detrás un poderoso interés económico, político o de ambos pelajes. Naturalmente, la del señor Alegre es una más.
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