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martes, 14 de septiembre de 2021

Linchamiento de un profesor en "El País"

     El profesor se llama Antonio Sánchez y es amigo mío. Lo conozco desde hace diez o doce años, puede que alguno más. Y el diario "El País" también lo conozco, desde hace bastante más, desde el día en que nació, hace cuarenta y cinco años. Durante mucho tiempo lo consideré un buen amigo y un tipo de fiar, pero, ya desde hace bastante, lo miro a la portada -que en él hace las veces de cara- y no lo reconozco. Esta mañana, mientras leía perplejo el miserable linchamiento que le enderezaba a Antonio, me hacía esta pregunta: ¿cómo es posible que un medio que empezó siendo un referente para quienes estábamos ilusionados con un futuro de democracia y libertad haya caído en cazas de brujas como esta? Vayamos por partes.

    Empezaré por Antonio. La primera acusación que se le lanza, a gran titular, es la de decir en clase esta frase: "Las verdaderas cabronas son las mujeres", a la que ya dentro de la noticia se añadían otras como estas: "El patriarcado es la mejor invención del ser humano"; "La izquierda promueve la idea de ser subnormal"; "Los hombres están oprimidos por el feminismo, las mujeres van de buenas, pero no, además luego se discriminan entre ellas". Voy a empezar por hacer esta precisión: puede ser verdad o mentira que Antonio dijera estas frases. Si es mentira, atribuírselas es una canallada y una calumnia, y no se sé si por ello podría o le merecería la pena a mi amigo meterse en batallas legales, pero sí sé que todo aquel que esté detrás de tal atribución estaría a la altura moral de las ratas de alcantarilla. Si es verdad, es una cuestión distinta y que merece un análisis algo más profundo. 

    Como profesor, y más, en los mojigatos tiempos que corren, no tendría el menor reparo en decirle a Antonio que no debió utilizar ese lenguaje, porque en el inquisitorial marco que se ha impuesto hoy en la enseñanza, al profesor le toca mostrar un distanciamiento exquisito y unos modales de institutriz victoriana, por meras razones de autoprotección. Antonio (si es que te animas a leer este artículo), ¿es que no te has dado cuenta de que se acabaron los tiempos en que podíamos permitirnos una desinhibida espontaneidad? ¿Es que no has visto que ya no hay cabida para el chiste, la ironía, el sentido del humor, la presuposición en los alumnos que te escuchan de esa manga ancha o esa flexibilidad inteligente que les permitirían poner en contexto tus palabras y no escandalizarse como seminaristas hipócritas, esos seminaristas que seguramente le parecerán tan carcas y apolillados a esa izquierda que hoy te está vapuleando? ¡Qué gracioso es lo que está pasando en la España de la posmodernidad, esa posmodernidad que tú me has dicho alguna vez que no entiendo! Esos horribles exabruptos se los asestabas a alumnos de 15 años, ¡15 años! ¡¿Cómo has sido capaz de taladrar unas tiernas orejitas quinceañeras con semejantes groserías?! Hacen muy bien en ponerte a parir esos alumnos que intervienen en el artículo, porque yo me juego el pescuezo a que, en la inocencia de esa edad, lo más malsonante que ha llegado a sus oídos son los diálogos de La abeja Maya, o de Heidi. Tienes que entenderlo: cuando tú y yo teníamos quince años, cuando llegaba un profesor que tenía ese estilo, nos lo tomábamos con naturalidad, le interpretábamos la intención y, si era lo que solía ser, o sea, un intento de provocarnos para hacernos entrar en su juego y dinamizar el asunto, lo aceptábamos, y solía funcionar. Pero ahora es distinto, y lo sabes, así que no me explico cómo has arriesgado tanto, y no es distinto porque los quinceañeros sean más tontos o más remilgados que antes, ¡qué va!, los quinceañeros siempre serán iguales, la razón es otra: que ahora hay muchísima más mala leche, y con que tengas uno solo entre treinta dispuesto a hacerse el idiota y tomarse al pie de la letra tus palabras, estarás listo, porque lo hará para machacarte, y sabrán él o sus papás o el inquisidor que te tenga en su punto de mira a cuál de las muchas instancias posibles debe dirigirse para hacerlo: el AMPA, alguno de esos directivos de puñal envenenado que andan por ahí ensuciando la enseñanza, la inspección... Y, si esto falla, siempre les quedará "EL País". Por eso te decía antes lo de la España de la posmodernidad: porque todas estas instancias inquisitoriales están a reventar de "progres", izquierdistas, innovadores pedagógicos, que, aquí está la gracia, han acabado resultando más retorcidos y represivos que los curas que tenía yo donde estudiaba a los quince años; te lo puedo asegurar: en las fascistas y franquistas universidades laborales en las que estudié yo a esa edad, no habrían sido contigo tan fascistas y franquistas como está siendo el periódico más "progre" del Universo. 

    Por todo esto y porque conozco a Antonio, le creo capaz de haber cometido todas esas horrendas aberraciones que enumeran en el proceso sumarísimo de "El País": de haber dicho esas frases, de montar unos debates plagados de trampas para provocar (¿qué otra pauta puede pedirse a un verdadero debate? ¿La de los espacios seguros de las universidades yanquis? ¿La de la versión tontorrona del juego de las sillas que practican en los "coles" innovadores, en la que hay tantas sillas como niños para que ninguno se frustre? ¡Venga ya!), de acalorarse en los debates...: si es que él es así, ¡anda y que no habré tenido con él disputas en las que salían estas cosas! Y está muy bien; está muy bien que los debates sean polémicos y vivos, y no las tediosas melonadas dogmáticas de la corrección política; lo que está muy mal y es una perversión es fingirse idiotas y no querer entender que, cuando Antonio dice que va a corromper a los jóvenes, lo que quiere decir es que va a inocularles el virus del pensamiento libre, para sacarlos de la modorra intelectual del infierno logsiano, o que, cuando acusa a la izquierda de promover la idea de ser subnormal, de lo que está acusándola es de lo que la acusamos muchos: de entontecer a nuestros niños y jóvenes con sistemas educativos que destierran el esfuerzo y el pensamiento, de impedirles crecer con juegos que nunca frustran, de maleducarlos no diciendo jamás que no a ninguno de sus caprichos. Y eso es bien fácil de entender: quienes hoy fingen no entenderlo es por pura maldad.

    Pero, recalco, todo esto vale si Antonio ha dicho y hecho las cosas de que se le acusa. Igual resulta que no las ha dicho ni hecho, y entonces ya sería el colmo. 

    Pero, como ya dije antes, también conozco a "El País". Raro es el día que no le echo un vistazo, aunque la verdad es que asusta. Como la tome con alguien, pobre de él, que se lo pregunten a Isabel Díaz Ayuso. Le he visto defender con cinismo y argumentos pobres o embusteros a Pedro Sánchez, el dirigente más catastrófico que hemos tenido en España; defender el diálogo primero con Mas y luego con Puigdemont, es decir, con señores que estaban llevando a cabo un plan para despedazar España al que aún no han renunciado; ser muy comprensivo con los procesados de aquella intentona; respaldar las propuestas educativas más perniciosas. Por todas estas razones, dejé de leerlo hace ya años, y me temo que no debo de ser el único, porque todo el mundo sabe que ha perdido cientos de miles de lectores, tal vez millones, por algo será. Si lamentables son las cosas que he dicho hasta aquí, lo que han hecho con Antonio Sánchez es tocar fondo: que un periódico de alcance mundial y el peso y el poder de este medio haya descargado un golpe tan tremendo y artero sobre un ciudadano de a pie y con nombre y apellidos es, repito, un linchamiento, y de tintes goebbelsianos, un intento repugnante de provocar la muerte civil de un ciudadano. No soy experto en leyes, pero pienso que Antonio quizás tendría motivos para llevar a este panfleto ante los tribunales, porque me hago estas dos preguntas: ¿son ciertos los pecados de los que se le acusa? Y, aun si lo fueran, ¿sería para tanto? Vamos a desgranarlos.

    1.- Supongamos que un día Antonio se hubiese colocado en medio de la clase y así, sin más y a las bravas, hubiera dicho: "Las verdaderas cabronas son las mujeres". Aun en este caso, que estoy seguro de que no se dio, ¿sería para tanto? ¿Sería para que uno de los periódicos más leídos de España le montase a un ciudadano el juicio callejero que le ha montado a Antonio Sánchez? ¿Sería para que la cadena SER (un medio hermano de "El País") estuviera pidiendo que lo echaran de la profesión?  NO

    2.- Pero lo que sucede de verdad, me temo, es que Antonio esas cosas que dijo e hizo las diría o las haría en un contexto igual o muy parecido al que he descrito antes, por lo tanto, ¿hay razones no ya para la feroz campaña que se ha desatado contra él, sino siquiera para dedicarle una línea en un periódico de quinta regional? NINGUNA

    3.- Y, en cualquier caso, ¿hay la menor ética informativa en construir esta campaña mediática basándose en un puñado de frases sueltas, bastante insustanciales y me temo que no confirmadas reunidas por un número desconocido de alumnos? NO

    4.- Además, aunque este dato lo están presentando de la forma debidamente enturbiada que tan bien manejan estos medios, lo cierto es que las acusaciones contra Antonio ya fueron atendidas por la inspección educativa, ¡y en junio!, con la conclusión de que no había nada sancionable. Si ya hubo una intervención institucional con este resultado y hace varios meses, ¿es decente y razonable lanzar ahora este ataque contra una persona? NO.

    5.- ¿Se puede lanzar acusaciones contra un profesor de Filosofía por recomendar a Gustavo Bueno? No solo no se puede, sino que es una indecencia inquisitorial hacerlo.  

    6.- En un país donde se llevan a los centros guías que tienen respaldo oficial en las que se habla de "autocoñocimiento", ¿se puede crucificar a un profesor por poner un vídeo de Paloma Pájaro? No la conocía, pero he buscado uno en la red y me parece inocuo, además de ser muchísimo más digno que ciertas cosas que se ven obligados a tragarse los alumnos a cuento del feminismo, la educación sexual o los derechos LGTBIQ, así que la respuesta es: rotundamente, NO.

    7.- Y ya, la auténtica repanocha: ¿se puede culpar a un profesor de la fuga (no sabemos si real o inventada) de alumnos a otros centros sin aportar un solo dato objetivo que lo sustente? Me pregunto si esto no será calumniar.

    Releo lo que he escrito y llego a la conclusión de que lo que han hecho con Antonio Sánchez "El País" y quienes le apoyan en esta cruzada es una indecencia aberrante, más aún cuando el asunto, con toda seguridad, va a tener unas repercusiones muy negativas en el centro en el que trabaja, cosa de la que tanto él como la directora advirtieron al medio, pero está claro que para las terminales de PRISA esto tiene una importancia cero. Y todavía se creerán los depositarios de la supremacía moral. ¿Tendrá Antonio alguna forma de defenderse? Sería una pena que lo que le tocase fuera aguantar y callar.

    

4 comentarios:

  1. Bueno, en ésto y en otros asuntos, está llegando a toda España, por extensión, la clase de convivencia que llevamos más de cuarenta años soportando en Cataluña y Vascongadas

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    1. No es una buena noticia. Cuando pasan cosas como lo de Coruña, donde los sectores LGTBIQ y la izquierda instrumentalizaron el asesinato de un joven para montar bulla atribuyendo el crimen a sectores y partidos de la derecha para demonizarlos y desde el principio estuvieron más pendientes de esto que de la tragedia, algo muy sucio se ha instalado en nuestra política. Luego vino lo de Malasaña, donde a algunos solo les faltó acusar a Abascal con nombre y apellido, y ni siquiera pararon el circo cuando se pegaron el planchazo, porque Sánchez mantuvo la reunión esa que convocó. Esto de Antonio está en la misma línea. La izquierda, el feminismo, el histerismo LGTBIQ, el separatismo catalán que quema contenedores y el vasco que apedrea y da palizas... Ya tenemos aquí demasiados aficionados al auto de fe. Y ahora lo meten en la escuela, mal asunto.

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  2. Otro linchamiento, de profesores, alumnos y familiares..... https://www.vozpopuli.com/espana/paisvasco/bildu-catellano-escuela-vasca.html

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    1. En efecto, Paco, linchamiento integral, que alcanza a la nación completa. Está clarísimo desde hace décadas que la anulación de la lengua española es un asunto que los separatistas (entre los que está también el PNV) se toman como una guerra. Exclusión y pisoteo de las leyes, bajo la mirada pasiva de los sucesivos gobiernos centrales.

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