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lunes, 29 de abril de 2019

Más Sánchez y más fuerte

   Con el 99'9% de los votos de las generales escrutados, el PSOE ha ganado las elecciones del 28-A, por lo que empiezo este artículo felicitándole. A continuación, os pondré un enlace a la fuente de la que sacaré los datos con los que voy a trabajar: 
  A partir de estos datos, voy a arriesgarme a descubrir el Mediterráneo con una afirmación: la fórmula de reparto de escaños de nuestra ley electoral ha sido decisiva y, puesto que la considero muy injusta, tendré que decir una vez más que debería cambiarse. Hasta tal punto es esto cierto, que hoy, uno de sus perjudicados, Pablo Casado, se ha quejado amargamente de ello y no he tenido más remedio que acordarme de las muchísimas veces que su partido se ha visto beneficiado por la regla D'Hont y de los años que llevan PP y PSOE no queriendo ni oír hablar de cambiarla. Os voy a poner un cuadrito en el que esto se refleja muy bien. De cada partido os voy a facilitar los votos, el porcentaje que representan, el número de escaños y, entre paréntesis, la cantidad de votos que ha necesitado para cada escaño. Lo organizaré además en una triple tabla PSOE-Podemos / PP-C's-Vox / Formaciones de alcance regional. Aquí la tenéis:
Partido
Resultados particulares
Resultados por bloques
PSOE
7.475.980 (28’7%) – 123 (60.780)
Izquierda
11.206.325 (42'5%) – 165 (67.917)
Podemos
3.730.345 (14’3%) – 42 (88.817)
PP
4.352.545 (16’7 %) – 66 (65.947)
Derecha
11.161.023 (42'3%) – 147 (75.925)
Ciudadanos
4.133.198 (15’9%) – 57 (72.512)
Vox
2.675.280 (10’3%) – 24 (111.470)
ERC
1.015.128 (3’89%) - 15 (67.675)
Regionales
2.634.778 (10%) – 38 (69.336)
JperCAT
497.536 (1’91%) - 7 (71.076)
PNV
394.627 (1’51%) – 6 (65.771)
EH-Bildu
258.840 (0’99%) – 4 (64.710)
CCA-PNC
136.923 (0’53%) – 2 (68.461)
Navarra+
107.124 (0’41%) – 2 (53.562)
Compromís
172.403 (0’66%) – 1 (172.403)
PRC
52.197 (0’20%) – 1 (52.197)
    Creo que su sola visión resulta muy elocuente, y eso que en estas elecciones, al no existir en el ámbito nacional ninguna formación con el voto excesivamente disperso, no se han dado perjuicios escandalosos, como ha sucedido muchas otras veces, por ejemplo, en 2011, cuando a UPyD le costó cada uno de sus cinco diputados 228.645 votos, por los 64.863 que le fueron necesarios al PNV para cada uno de los cinco que sacó igualmente. Pero, aun así, el injusto privilegio que nuestra ley da a la concentración del voto ha vuelto a producir alguna situación aberrante, que señalo con las gamas de colores: ¡qué baratitos les han salido los diputados a Navarra+ y al PRC!, compárese con la tinta que han tenido que sudar Compromís, Vox y, en menor medida, Unidas Podemos. No me cansaré de decir que esto es una estafa: los votantes de las formaciones perjudicadas tienen todo el derecho a considerarse ciudadanos de segunda, por lo que se debería implantar un sistema que compensase estos desequilibrios, ya que lo que hay ahora representa un innegable déficit de democracia. Es ya discutible que se pretenda favorecer a las mayorías, como siempre se ha dicho que busca nuestro sistema, pero las cifras dejan muy claro convocatoria tras convocatoria que otra cosa que favorece son los regionalismos, lo cual, habiendo como ya hay una cámara territorial (echadle un vistazo al Senado: Ciudadanos tendrá allí cuatro representantes, o sea, los mismos que Navarra+ y cinco menos que el PNV) y viendo el comportamiento histórico de los partidos nacionalistas, resulta insostenible. 
   Por lo demás, aunque por razones diversas el coste escaño/número de votantes no está tan alejado a la hora de hacer la operación por bloques, esa ventaja de 18 que obtiene el de izquierdas sobre el de derechas es a todas luces excesiva, si se considera que la diferencia en votos es de solo 45.302: más de lo mismo.
   De cualquier modo, el sistema es el que es y los resultados dan una correlación de fuerzas a la que las distintas opciones se tendrán que acoplar. El PSOE ha ganado, el PP ha sufrido un terrible correctivo, Unidas Podemos ha perdido 29 escaños, Ciudadanos ha ganado 25 y Vox ha entrado en el Congreso con 24: cifras, lo más indiscutible. Decía en el título del artículo que Sánchez está ahora más fuerte, 38 escaños más fuerte, pero su situación es bastante complicada. El mayor aliado que ha tenido en los últimos meses ha perdido casi lo que Sánchez ha ganado, lo que le va a obligar a buscar más pactos, con fuerzas tales como Ciudadanos (oído Albert Rivera y lo que gritaban en Ferraz los simpatizantes del PSOE, parece difícil), el PNV (no sería suficiente, por no hablar de los precios que cuesta su alquiler) o... ¿O quién? ¿ERC? ¿Cuál sería el precio, con el embolado del juicio y el empecinamiento de esta formación en no reconocer que el prusés fue una catástrofe y una derrota? ¿JperCAT? Lo mismo que ERC, más Cocomocho. ¿Bildu? Echar gasolina al fuego, a mi modesto entender. Y es que la realidad, como los resultados de las elecciones, es la que es, y está muy condicionada por el juicio del 1-O, con el que todo el nacionalismo está dispuesto a llegar hasta donde sea, pero que es un asunto muy delicado con el que supongo que hasta Sánchez se habrá dado cuenta de que no conviene andarse con juegos, porque se da la circunstancia de que el trifachito ese con el que tantas risas ha habido no está por la labor de plegarse a ese tipo de juegos, ya que detrás de ellos hay situaciones tan serias como la que atraviesa hoy Cataluña, y  la derecha trifálica (en afortunada expresión de una señora que era ministra) tiene mucha fuerza social, casi tanta como el bloque de izquierdas, miremos de nuevo el cuadro.  
   No lo tiene fácil Sánchez, precisamente porque no ha querido darle a lo de Cataluña la importancia que tiene y solo lo ha sacado durante la campaña cuando otros le han obligado. Pero tiene tanta que es lo que está detrás del ascenso de Vox, ya tiene narices que haya tenido que venir Fukuyama a decírselo a la izquierda española. Pues vayamos con Vox, cuyos resultados no voy a repetir. Hoy, ante la sede de Ferraz, he visto banderas españolas y he oído cánticos dando vivas a España: que me maten si esto no es nuevo en el PSOE, y que me maten si en esta moda no ha tenido nada que ver Vox. Con este partido, el PSOE y la izquierda en general han tenido la absurda ceguera que están teniendo con el asunto catalán: están afrontándolo con la táctica del avestruz y despachándoselo con despectivas descalificaciones, como acusarlos de fachas. Si es así, todavía está por responder la pregunta que formulé ante esas reacciones tras las elecciones andaluzas: ¿de verdad hay en Andalucía 395.114 fascistas? Pues ahora el problema está en España entera, porque a Vox le han votado 2.675.280 electores: ¿tantos fascistas hay en España? Y, por cierto, en los cuatro meses que han transcurrido desde las andaluzas, sus votantes allí han pasado a ser 611.220, es decir, 216.106 más: ¡a qué ritmo se incrementan los fachas en este país! A ver si es que no van a ser fachas y la cosa tiene otros motivos. ¿Tendrá que ver con las alarmas antifascistas de ese Pablo Iglesias que se ha pegado el segundo mayor batacazo de estas elecciones? ¿O con las descalificaciones fáciles? ¿O con esa violencia que hemos visto en estas elecciones y llevamos viendo ya desde hace tiempo? No dejará de asombrarme la postura del Gobierno y de cierta izquierda ante un hecho tan preocupante como los repetidos actos de violencia política que hemos presenciado en la reciente campaña electoral de un país que se supone democrático como España: indiferencia, restar importancia a los ataques o culpar a los agredidos. Si algún día esto para en catástrofe, esos sectores tendrán que hacer examen de conciencia. ¿Tendrá que ver el ascenso de Vox con estas cosas? ¿Tendrá que ver con el golpe que sigue vivo en Cataluña? A ver si va a tener razón Fukuyama, que es un señor muy listo. Pedro Sánchez debería molestarse en averiguarlo, porque en campaña ha podido omitir este asunto, pero, en la realidad alejada de los actos electorales, volverles la cara a los problemas no garantiza que se resuelvan.   

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