El Aberri Eguna, o Día de la Patria (vasca), es una celebración que tiene lugar todos los Domingos de Ramos y que se caracteriza por estas peculiaridades, algunas, realmente curiosas:
a) Es un evento que creó y monopoliza el PNV, lo que da sustanciales pistas acerca del particular sentido de la patria que tiene el nacionalismo vasco.
b) Conmemora el día en que, en una especie de milagro no sobrenatural pero casi, Sabino Arana descubrió que no era español, sino vizcaíno.
c) Es una ocasión que, de forma señalada, el PNV aprovecha para ceder la palabra a su presidente.
d) Lo que tradicionalmente hace el señor que ocupa ese cargo es: quejarse de lo maltratados que están los derechos del pueblo vasco, reclamar que se amplíen su autogobierno y sus privilegios, amenazar a quienes tengan pensado ponerlos en duda y clamar contra la perversa España. El orden puede variar.
Que el PNV es una formación muy fiel a las tradiciones ha quedado probado una vez más en el Aberri Eguna de hoy (aquí tenéis unas imágenes), en el que su actual presidente, Andoni Ortúzar, se ha definido con frases como las siguientes:
El autogobierno vasco no se toca. Y quien quiera hacerlo nos tendrá enfrente. Si alguien quiebra el pacto estatutario, recibirá la contundente respuesta de este partido y este pueblo. Estaremos legitimados para dar, desde la democracia, una respuesta acorde a la agresión que se nos pretenda hacer.
En el mismo acto, un señor muy importante que tienen en el PNV y que se llama Aitor Esteban, que lo sabe todo de todo (razón por la cual, sale mucho en la televisión), recordando no sé qué circunstancia histórica que involucraba al conde de Haro, ha dicho:
¡Y así como aquel día en Munguía los vascos repartieron ajo y vencieron, los Riveras, Casados, Abascales o cualquier otro que pretenda ir en contra del autogobierno vasco lo que va a recibir será ajo jeltzale hasta que le quede regusto!
¡Qué elegancia, qué estilo más depurado! Ahora bien: ¿es cosa mía o se percibe en ambos parlamentos un cierto tono amenazante y hasta un aire belicista? Francamente, teniendo en cuenta la historia del País Vasco, desde los años del carlismo al que tan afín se sentía Sabino Arana hasta los muy recientes de ETA, tanta belicosidad a mí me inquieta bastante. Y no me ayuda a tranquilizarme ese "desde la democracia" que inserta Ortúzar en su declaración, porque la democracia tiende a usarse con mucha manga ancha: ETA la invocó a menudo y los autores y defensores del actual golpe separatista en Cataluña, a pesar de haber pisoteado todos los derechos y leyes que se les han puesto por delante, se cuelgan a diario la medalla de auténticos demócratas.
No, no es de recibo hoy en día (ni nunca) esa jerga belicista, que los golpistas catalanes están usando al menos desde 2012 (véase aquí y aquí), y ya sabemos dónde hemos llegado. Porque, además, en el Aberri Eguna de hoy, no es la única muestra que hemos tenido de la agresividad verbal en que el jactancioso nacionalismo vasco se está regodeando últimamente.
Como la patria vasca es tan grande, esta fiesta se celebra también en Navarra y las noticias que nos llegan de allí tienen como protagonista a un siniestro personaje llamado Arnaldo Otegui, que es el coordinador general de la no menos siniestra EH-Bildu. En el discurso que ha pronunciado en Pamplona, Otegui ha hablado de "construir una convivencia democrática basada en el respeto de todos los derechos a todas las personas". Echad un vistazo a su historial y ya me diréis la credibilidad que merecen estas palabras puestas en su boca, lo mismo que toda la retórica buenista en que se engolfa. Más coherentes con sus verdaderas intenciones (las de toda la vida) son la invitación al acto de miembros de ERC, las sucias mentiras que vierte contra España y su propósito de destruirla, en colaboración con separatistas de otras comunidades: otro que está por el autogobierno vasco, y, en el caso de este, con una inquietante mochila a sus espaldas.
¿Tienen los vascos más derechos que otros españoles? Creo rotundamente que no, como rotundamente creo que la comunidad autónoma vasca es tan española como el resto. Cuando gente como Ortúzar, Esteban, Otegui y tantos otros como nos ha tocado padecer claman con la vena del cuello hinchada por sus supuestos derechos nacionales y especiales, me parecen tan razonables, coherentes, honestos y creíbles como me parecería un madrileño de Chamberí, Vallecas o Lavapiés pretendiendo ser superior en calidad y derechos a los demás madrileños. Cuando se parte de una mentira y un despropósito de base (y el derecho de autodeterminación de la comunidad vasca, fundamentado en auténticos cuentos chinos, es ambas cosas, lo mismo que el de la catalana o ninguna otra), solo se llega al disparate.
Y, tratándose de la reclamación de absurdos e injustos privilegios, el disparate es aberrante, más aún cuando se tiene en cuenta que la comunidad autónoma vasca es de las más prósperas de nuestro país, debido en buena parte al trato ventajoso que le ha dado esa España autonómica que estos señores quieren destruir. La aberrante reclamación de privilegios por parte de los nacionalistas vascos le ha producido a España múltiples sinsabores a lo largo de la historia; no hará falta recordar, porque los tenemos aún muy recientes, la enorme tragedia y los ingentes estragos producidos por ETA (esa organización en la que militó Otegui y con la que en la historia del PNV hay múltiples muestras de "comprensión"), responsable de 829 asesinatos, 785, durante la democracia, dato que no debe perderse de vista, sobre todo, cuando algunos se presentan como sus fervientes defensores. Que todavía sigan con ella y que en los tiempos actuales quieran unir fuerzas con la no menos aberrante intentona del separatismo catalán da idea de su vil naturaleza, y más aún, si lo hacen en términos amenazantes. Esta cuestión es una de las más graves a las que nuestro país tendrá que hacer frente de forma inmediata, serena y firme, dentro del marco del problema en que se encierra: la cada vez más evidente inviabilidad del Estado de las Autonomías: o se racionaliza en profundidad (lo cual es diametralmente opuesto a dar más autonomía) o se liquida o nos liquida. Sería muy bueno, pues, que quienes gobiernen no se dejasen intimidar por las recurrentes amenazas y bravatas que se pronuncian en cada Aberri Eguna.
No, no es de recibo hoy en día (ni nunca) esa jerga belicista, que los golpistas catalanes están usando al menos desde 2012 (véase aquí y aquí), y ya sabemos dónde hemos llegado. Porque, además, en el Aberri Eguna de hoy, no es la única muestra que hemos tenido de la agresividad verbal en que el jactancioso nacionalismo vasco se está regodeando últimamente.
Como la patria vasca es tan grande, esta fiesta se celebra también en Navarra y las noticias que nos llegan de allí tienen como protagonista a un siniestro personaje llamado Arnaldo Otegui, que es el coordinador general de la no menos siniestra EH-Bildu. En el discurso que ha pronunciado en Pamplona, Otegui ha hablado de "construir una convivencia democrática basada en el respeto de todos los derechos a todas las personas". Echad un vistazo a su historial y ya me diréis la credibilidad que merecen estas palabras puestas en su boca, lo mismo que toda la retórica buenista en que se engolfa. Más coherentes con sus verdaderas intenciones (las de toda la vida) son la invitación al acto de miembros de ERC, las sucias mentiras que vierte contra España y su propósito de destruirla, en colaboración con separatistas de otras comunidades: otro que está por el autogobierno vasco, y, en el caso de este, con una inquietante mochila a sus espaldas.
¿Tienen los vascos más derechos que otros españoles? Creo rotundamente que no, como rotundamente creo que la comunidad autónoma vasca es tan española como el resto. Cuando gente como Ortúzar, Esteban, Otegui y tantos otros como nos ha tocado padecer claman con la vena del cuello hinchada por sus supuestos derechos nacionales y especiales, me parecen tan razonables, coherentes, honestos y creíbles como me parecería un madrileño de Chamberí, Vallecas o Lavapiés pretendiendo ser superior en calidad y derechos a los demás madrileños. Cuando se parte de una mentira y un despropósito de base (y el derecho de autodeterminación de la comunidad vasca, fundamentado en auténticos cuentos chinos, es ambas cosas, lo mismo que el de la catalana o ninguna otra), solo se llega al disparate.
Y, tratándose de la reclamación de absurdos e injustos privilegios, el disparate es aberrante, más aún cuando se tiene en cuenta que la comunidad autónoma vasca es de las más prósperas de nuestro país, debido en buena parte al trato ventajoso que le ha dado esa España autonómica que estos señores quieren destruir. La aberrante reclamación de privilegios por parte de los nacionalistas vascos le ha producido a España múltiples sinsabores a lo largo de la historia; no hará falta recordar, porque los tenemos aún muy recientes, la enorme tragedia y los ingentes estragos producidos por ETA (esa organización en la que militó Otegui y con la que en la historia del PNV hay múltiples muestras de "comprensión"), responsable de 829 asesinatos, 785, durante la democracia, dato que no debe perderse de vista, sobre todo, cuando algunos se presentan como sus fervientes defensores. Que todavía sigan con ella y que en los tiempos actuales quieran unir fuerzas con la no menos aberrante intentona del separatismo catalán da idea de su vil naturaleza, y más aún, si lo hacen en términos amenazantes. Esta cuestión es una de las más graves a las que nuestro país tendrá que hacer frente de forma inmediata, serena y firme, dentro del marco del problema en que se encierra: la cada vez más evidente inviabilidad del Estado de las Autonomías: o se racionaliza en profundidad (lo cual es diametralmente opuesto a dar más autonomía) o se liquida o nos liquida. Sería muy bueno, pues, que quienes gobiernen no se dejasen intimidar por las recurrentes amenazas y bravatas que se pronuncian en cada Aberri Eguna.
Se lo explicaría, pero como tiene taras genéticas, y culturales, irresolubles, desisto de hacerlo...( Estos maquetos, charnegos, godos y churros!....)
ResponderEliminar¡Qué pena, hombre, llevo cincuenta años buscando la respuesta! Pero, claro, con esas condiciones mías...
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