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-LA ESCUELA INSUSTANCIAL. Sobre la urgente necesidad de derogar la LOMLOE. -EL CAZADOR EMBOSCADO. Novela. ¿Es posible reinsertar a un violador asesino? -EL VIENTO DEL OLVIDO. Una historia real sobre dos asesinados en la retaguardia republicana. -JUNTA FINAL. Un relato breve que disecciona el mercadeo de las juntas de evaluación (ACCESO GRATUITO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA). -CRÓNICAS DE LAS TINIEBLAS. Tres novelas breves de terror. -LO QUE ESTAMOS CONSTRUYENDO. Conflictividad, vaciado de contenidos y otros males de la enseñanza actual. -EL MOLINO DE LA BARBOLLA. Novela juvenil. Una historia de terror en un marco rural. -LA REPÚBLICA MEJOR. Para que no olvidemos a los cientos de jóvenes a los que destrozó la mili. -EL ÁNGULO OSCURO. Novela juvenil. Dos chicos investigan la muerte de una compañera de instituto. PULSANDO LAS CUBIERTAS (en la columna de la derecha), se accede a información más amplia. Si os interesan, mandadme un correo a esta dirección:
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viernes, 8 de septiembre de 2023

Los alumnos no aceptan ser corregidos

     Los pasados días 6 y 7, el diario "El Mundo" recibió el inicio del curso escolar con un par de artículos a toda página que tenían que ver con los actuales problemas de la educación. El del día 6 era más general y recogía quejas de los profesores, relativas a muchos de esos males que han estado desde el principio en el sistema logsiano, pero que con la nefasta LOMLOE han llegado al nivel de lo insoportable: el poder titular en ESO sin límite de suspensos, el vaciado de los contenidos y, en consecuencia, de los aprendizajes, el aprobado regalado y bajo fuerte presión, la rebeldía irreductible de algunos alumnos, (por el tono de la queja, presumo que demasiados), la burocracia... Hay, sin embargo, un elemento que me resulta novedoso, que se aborda en un recuadro aparte bajo este titular: "Los buenos se van a FP y el resto, a Bachillerato". Incide en un par de cuestiones en las que profundizo algo en mi libro La escuela insustancial: la degradación del Bachillerato y la trayectoria de la FP. 

    La degradación del Bachillerato ha sido un mal inherente a los planteamientos y la organización de la LOGSE, del cual pueden dar irrefutable fe todos los profesores que cuenten con una trayectoria extensa en este sistema: año tras año, el nivel de esta etapa ha ido empeorando, hasta llegar a lo de hoy, a lo de ese titular, que se comenta solo. Su origen está en dos motivaciones: la posibilidad de aprobar la ESO con asignaturas suspensas y la condición que fijó la LOGSE desde el principio (y que solo desapareció cuando en 2013 la suprimió la LOMCE) de tener que pasar por el Bachillerato para hacer la FP de grado superior. El resultado fue, como era de esperar, que a Bachillerato fueron muchos alumnos que no reunían condiciones y otros muchos que entraban poco menos que empujados. Si a esto unimos unas nuevas circunstancias traídas por la LOMLOE (que ahora la oferta de prestigio es la FP y que esta ley ha creado una opción camelo llamada Bachillerato General) llegamos al desastre actual.

    En cuanto a la FP, al ser la de grado medio la otra opción para quienes titulaban en ESO, su trayectoria siempre estuvo muy ligada a la del Bachillerato. En la clasista LOGSE inicial, como la mentalidad de sus creadores parecía ver una cosa horrible en eso de hacer estudios profesionales, el grado medio resultaba muy penalizado, sobre todo, por no servir de puente directo al superior. Esta situación queda muy bien reflejada en un dato: en el curso 1999-2000, había 158.905 alumnos matriculados en grado medio, por 488.824 en Bachillerato. Esta desproporción, aunque con paulatino descenso, se mantuvo hasta que la LOMCE suprimió el absurdo bucle del paso por el Bachillerato, hito en que la tendencia a la aproximación fue creciendo, aunque también paulatinamente, y así, en el curso 20-21, había 401.066 alumnos en grado medio, por 687.084 en Bachillerato, es decir, que los alumnos de grado medio pasaron de representar una cifra equivalente al 32'5% de los de Bachillerato a otra equivalente al 58'37%, no está mal, ¿verdad? Este fue un dato que demostró la cerrilidad y la grave equivocación de los mandarines de la LOGSE en su imposición y defensa a ultranza del menosprecio a los ciclos de grado medio. Es digno de celebración que por fin la FP vaya adquiriendo la importancia y el prestigio que le arrebató la LOGSE, pues es una rama educativa importantísima, pero también lo es el Bachillerato, aunque, a este, por desgracia, con la LOMLOE se le avecina un futuro muy oscuro. Por cierto: ahora el PSOE se va colgando la medalla de haber impulsado la FP con su legislación sobre esta rama, pero esto no hubiera sido posible si la LOMCE, que es del PP, no hubiera desatascado el tapón que representaba el paso obligatorio por el Bachillerato.

    El artículo del día 7, por su parte, consiste en una entrevista a Toni Solano, un profesor que es además director de un IES de Castellón. Aborda diversos asuntos relativos a la enseñanza, desde su actual patologización o las relaciones con los padres hasta los deberes o la ratio de alumnos por clase. En algunas cosas estoy de acuerdo con él y en otras, no, pero me voy a extender algo en tres de estas últimas, aunque solo sea porque las discrepancias dan más juego. 

    Al hablar de las redes sociales y de los móviles, el señor Solano afirma que la escuela no puede permanecer de espaldas al mal uso de las primeras, por lo que propone su entrada en los centros con el fin de que estos eduquen en su manejo. Entiendo la buena intención, pero creo sinceramente que el uso de las redes es una cosa demasiado personal como para que la escuela también tenga que tomar cartas en ese asunto. Eso es cosa de los alumnos, así que, aunque es bueno que como educadores les recordemos sus responsabilidades o alguna vez les hagamos las advertencias que sean oportunas, no creo que debamos coger las riendas de sus asuntos ni siquiera un poquitín: que las gobiernen ellos y asuman que los malos actos tienen consecuencias, eso es educar. Y, en todo caso, ante la necesidad particular de que alguno llegase a tener la necesidad de tutela, vigilancia u orientación, pienso que debería dejarse en manos de las familias, por tratarse, insisto, de una parcela muy personal y porque las familias también tienen que asumir su cuota en la educación de los hijos. En cuanto a los móviles, Solano dice esto: No sirve de nada prohibir los móviles en el instituto si al salir de clase los utilizan como armas. Creo que no vale como justificación de la postura que él defiende (que se permitan los móviles en los centros), por no hablar de que esas palabras suyas valdrían también para los machetes, y no se nos ocurriría permitirlos. Hablo de institutos y centros de primaria: los móviles aportan poco o nada bueno dentro de ellos, por lo que su uso no se debe permitir. Las razones en las que sustento esto pueden encontrarse aquí

    En cuanto a los deberes, Solano los rechaza por completo, por diversas razones. La primera de ellas es que los considera injustos, pues piensa que dejan en desventaja a quienes no tienen ayuda en casa o a los que no los entienden. No comparto este punto de vista y considero que los deberes son importantísimos por una cosa: son el imprescindible terreno en el que los alumnos se enfrentan de manera práctica a las enseñanzas que se les transmiten, a su comprensión, a la resolución de retos y problemas y a la elaboración de producciones educativas (trabajos, redacciones, ejercicios...), así que suprimirlos sería privar a la enseñanza de un utilísimo recurso educativo que, por cierto, se ha usado durante siglos con general aceptación y resultados benéficos. Se ponen contando con que es el niño quien se enfrenta a ellos como una parte de su proceso educativo, no su papá ni su mamá, y se supone que lógicamente tendrán que surgir dudas e incomprensiones, que será el profesor quien deba resolver para que quienes tengan lagunas avancen, esto forma parte del juego, así que este inconveniente de la injusticia no tiene sentido. Argumenta después Solano que los deberes, según la ciencia, solo son beneficiosos cuando son personalizados, así que los de la escuela, como no pueden serlo, pues tenemos grupos de muchos alumnos, no sirven, a lo que cabe responder que lo que el profesor que tiene muchos alumnos debe hacer es adaptarse a esta circunstancia, y, haciéndolo, miles de profesores (y de alumnos) les han sacado y les sacan un gran partido a los deberes, diga lo que diga la ciencia.  En tercer lugar, aduce que los deberes son un fraude, porque nadie garantiza que los haya hecho el alumno; ahora bien, debo señalar que, cuando no es el alumno quien hace sus deberes, los primeros estafados son él y ese papá o esa mamá que se los ha hecho, ellos sabrán. Por otra parte, como es cierto que los deberes puede haberlos hecho cualquiera, lo que hay que hacer es darles valor para la ejercitación, pero no dárselo apenas para la nota, que deberá basarse en instrumentos más fiables.  De entre los muchísimos artículos en los que me he ocupado del asunto de los deberes, os dejo este, que además es cortito. 

    Por último, el entrevistador le pide a Solano que valore la ley Celaa y que diga lo que tiene de positivo y lo que tiene de negativo, y de esto último solo menciona que no lleva un acompañamiento presupuestario. Me temo que esta ley tiene muchas más cosas negativas, pero, como sería muy prolijo entrar en este jardín, me limitaré a dejar este enlace por si alguien quiere saber cuáles son las que yo encuentro peores.

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