Hace algo más de año y medio, me hacía aquí mismo esta pregunta: ¿pero de verdad es necesario un ministerio de igualdad? Era naturalmente una interrogación retórica, porque todo lector imaginaba que yo tenía en mi mente y presuponía en la suya una respuesta inequívoca: NO. Pasado ese tiempo, se ha comprobado que nos equivocábamos todos, porque la cosa iba mucho más lejos: el Ministerio de Igualdad no ha resultado solo innecesario, ha resultado además perjudicial.
Decía en ese artículo que, dado que nuestras leyes y nuestra conciencia social llevan ya una enorme carga de prevención contra las discriminaciones, me parecía completamente innecesario que hubiera un ministerio igualdad, pero no me limitaba a eso, sino que avanzaba ya entonces la sospecha de que, en realidad, como parecía claro que no iba a hacer frente a todo tipo de desigualdades, sino solo a las relacionadas con las que interesan al feminismo y los cruzados de la causa LGTBIQ, el ministerio que iba a dirigir Irene Montero fuera a ser no ya un lujo prescindible y un despilfarro, sino el búnker desde el que estos movimientos impulsasen privilegios para sí mismos, lo que lo convertiría en un intolerable y muy perjudicial Ministerio de Desigualdad.
Diecinueve meses después, el tiempo me ha dado la razón de forma fulminante, para lo que no hubiera hecho falta esperar ni un día, pues hubiera bastado con ver el equipo del que se rodeaba Irene Montero, compuesto por personas de reconocida militancia en el feminismo y los movimientos LGTBIQ más beligerantes, radicales y excluyentes. Y así, desde el primer momento, la ministra y su departamento se han volcado en producir políticas, propaganda y leyes para favorecer a esos colectivos, o más bien para privilegiarlos con la excusa de protegerlos de ataques y discriminaciones las más de las veces dudosos, es decir, para procurar la desigualdad en beneficio de los que estaban al mando de un ministerio convertido en megachiringuito. Ejemplos hay en cantidad: el machacón intervencionismo en cuestiones lingüísticas, el adoctrinamiento escolar en asuntos relacionados con el sexo o la ley trans. En el terreno de la propaganda, las campañas han sido numerosas y a menudo desafortunadamente tendenciosas. La última perla es la parte izquierda del cartelito que he incluido más arriba, que es una modificación de la de la derecha y ha producido la lógica indignación desde todos los ángulos.
Hace falta tener mucha desvergüenza y muy mal gusto para concebir y producir una manipulación así; hace falta tener una soberbia y un fanatismo político talibánicos para publicarla con el patrocinio de un ministerio. Algunos parece claro que ya no respetan nada: ni a los vivos, ni a los muertos, ni a los genios de la cultura (en esto, Federico García Lorca lleva muchos años siendo víctima de un maltrato monstruoso por parte de cientos de moscas carroñeras), así que bien ilusos somos quienes pretendemos que nos respeten a los ciudadanos normales y corrientes. Me reafirmo en lo dicho en el título de esta entrada: un ministerio que realiza estas políticas es mucho más que inútil, es perjudicial, y entiendo que cualquier gobierno futuro que quiera ganarse la credibilidad entre los españoles no podrá hacer otra cosa que suprimirlo y mandar a quienes vivan a su costa y la de todos a pagarse de su bolsillo las pancartas, los cartelitos patéticos y los panfletos.
Esta neodictadura del progresío más radical y analfabeto, provocador y manipulador a más no poder, habrá de pasar y quedará en el recuerdo como otra pesadilla de un tiempo perdido.
ResponderEliminarRecordemos los versos de Antonio Machado:
Todo llega y todo pasa.
Nada eterno:
ni gobierno
que perdure,
ni mal que cien años dure.
Esto puede hacernos mucho daño y hay que cortarlo, Pepe, porque lo que está gente pretende es imponer la dictadura de un pensamiento único. Y ya que va de grandes escritores: hoy he visto una entrevista a Lola Herrera en La 1 a propósito de la versión de "Cinco horas con Mario" que interpretó tan brillantemente hace años. En un momento dado, han introducido una pequeña entrevista con Delibes y, tras ella, la entrevistadora ha dicho: "Estaba hablando del feminismo". ¡Una sandez y una manipulación vomitivas!, porque ni lo que había dicho tenía nada que ver con el feminismo ni esa obra, aunque critica ciertas posturas machistas de Mario (cosa en la que, por cierto, el progresismo no se ha fijado jamás), tiene mucho ni poco que ver con el feminismo, pero ahí lo ha dejado la señora, con la aquiescencia, lástima, de Lola Herrera, que sin duda conoce muy bien la novela, al contrario que la periodista, que me temo que no la ha visto ni por el forro. Acabarán haciendo feminista y defensor de los delirios LGTBI al mismísimo Quevedo.
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