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jueves, 28 de febrero de 2019

Unidas Podemos y la neolengua del feminismo radical

   Hemos conocido la noticia de que Podemos e Izquierda Unida volverán a ir juntos a las elecciones, pero esta vez lo harán bajo el nombre de Unidas Podemos. Sin perjuicio de las explicaciones que desde estos dos partidos puedan darse a tan pintoresco nombre, el cual violenta las reglas de la gramática española (¡gramática! ¡Española! Solo con estas dos palabras acabo de autodelatarme: soy un facha), debo decir que esta chiquillada no me ha sorprendido en absoluto. Como ya he contado en más de una ocasión, fue a mediados de los años ochenta cuando por primera vez tropecé (en el ámbito de mi trabajo) con esa política de retorcimiento de la lengua que hablamos que entonces se llamaba lenguaje no sexista. Lo que por aquellos años empezó con ese absurdo de "los niños y las niñas", "los vascos y las vascas" y demás extravagancias para dinamitar la norma española del masculino plural como género no marcado, bastantes años después, cuando el feminismo radical multiplicó su fuerza y su capacidad de expandir sus estupideces, dio un paso más y abordó el intento de imponer como género no marcado el femenino. La primera vez que lo vi por escrito fue en un librito sobre el 15-M que me compré en 2011, que se titulaba Nosotros, los indignados, así que ya no es ninguna novedad.  
   Tendré, no obstante, que rectificar algo que he dicho más arriba: esto no es una chiquillada, sino que es algo bastante más siniestro: el intento de imponer desde una corriente política un lenguaje tremendamente sectario, es decir, una neolengua. Tampoco me extraña que esto proceda de Podemos (perdón: de Unidas Podemos) y su entorno actual, donde tanta importancia ha ganado Irene Montero, quien está comprometida de un modo muy activo con esta campaña. He cogido el primer vídeo suyo que he encontrado en internet y, a pesar de que está elegido completamente al azar y de que dura solo algo más de seis minutos, ya nos ofrece algunas significativas muestras de lo absurdo que es este retorcimiento del lenguaje. Veamos primero el vídeo:

    Como habréis comprobado, la señora Montero hace uso tanto del femenino con valor universal (ese "nosotras" que repite varias veces, o el "orgullosas" del minuto 2:25) como de la forma analítica ("los pensionistas y las pesionistas", "algunos y algunas"...). Ahora bien, como este disparate es difícil de mantener, pues requiere mucha atención, en más de una ocasión la señora Montero vulnera su propia norma, como cuando en el minuto 1:33 dice "Los cinco diputados del PNV" (el grupo de este partido está compuesto por cuatro hombres y una mujer), o cuando en el minuto 4:01 dice "para todos los españoles", y no el "para todos los españoles y todas las españolas" que hubiera sido lógico en su inclusivo discurso.
    Hay otra cosa más significativa aún: como algunos llevamos observando desde hace tiempo, estos igualadores del lenguaje nunca hacen la geminación cuando el término que usan es negativo, es decir, nunca dicen cosas como, por ejemplo, "los asesinos y las asesinas" o "los ladrones y las ladronas". Como era de esperar, la señora Montero cae también en esta contradicción en este breve discurso, cuando dice "sacar a los corruptos del Gobierno" (y no a los corruptos y las corruptas), y poco después insiste, cuando dice: "Los corruptos no pueden estar al frente de las instituciones". ¿Qué debemos entender, que las mujeres son tan virtuosísimas que no caen en ningún vicio o que este galimatías del lenguaje inclusivo necesita bien poquito para que aflore su carácter maniqueo y sectario?
    El supuesto lenguaje inclusivo, cuyas miserias he podido sacar a la luz en un mensaje de solo seis minutos y elegido al azar, además de ser sectario, impuesto y artificial, es de una colosal estupidez, así que no creo que a Unidas Podemos le vaya a rendir sustanciales beneficios.

7 comentarios:

  1. Amigo guachiman, a estas tontachorradas no les queda ni un suspiro...

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    1. Cuánto lamento no estar muy de acuerdo contigo esta vez, Paco, porque no te haces una idea de cómo ha arraigado esto en la escuela, donde yo creo que nació. Te cuento una anécdota: hace tres o cuatro años, les puse a unos grupos de segundo de ESO una redacción con el título "Relaciones entre los hijos y los padres" y bastantes de esos alumnos me respondieron contándome solo cómo se llevaban con su padre, pero no con su madre. Cuando saqué a relucir el asunto, me dijeron que tenía que haber sido más claro y haber puesto el tema "Relaciones entre los hijos y los padres y las madres". Serían solo un diez o como mucho un quince por ciento, pero ya puedes ver el cacao que les están metiendo en la cabeza a los chicos algunos de mis colegas (tanto hombres como mujeres). Esta siembra se está haciendo de una manera tal vez más perjudicial desde la escuela que desde los medios y la política. Tenemos mucho que bregar aquí. Un saludo.

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    2. >esa política de retorcimiento de la lengua que hablamos que entonces se llamaba lenguaje no sexista.
      Pues sí, un retorcimiento de lo lindo (o retorcimienta de la linda), de tres pares de narices (o de napias).
      Y como "partido" es la palabra más reiterada en el discurso, propongo cambiarla por "partida" (política, claro... ¿o clara?), con la acepción de "conjunto (o conjunta) de personas reunidas con un (una) determinado (determinada) fin (finalidad)".
      Compañeros y compañeras (y viceversa), amigos y amigas, lectores y lectoras, blogueros y blogueras..., esta idioma es tan cansina que esta homa sapiensa se pasa definitivamente al inglés..., ¿qué tonta?... ¡a la lengua inglesa!

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    3. Pepe: con tanto ruido, ese mundillo de los que se obstinan en manejar esa jerigonza (como diría Quevedo) está como un gallinero: lleno de gilipollos y gilipollas. Un abrazo.

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  3. La causa del lenguaje inclusivo, contra el plural masculino genérico, el género no marcado y otras manifestaciones de ese micromachismo propio de la cultura heteropatriarcal es una lucha que continúa, especialmente en esta semana en la que vamos a volver a vivir un 8M reivindicativo y preelectoral. No soy optimista respecto de la rehabilitación intelectual de las tontas y los tontos, que son muy contumaces en su sacrosanta causa de luchar contra el lenguaje falocrático y misógino. Pero respecto de lo que sí soy optimista es de la reacción de quienes disienten de tamaña estulticia y han estado callados durante años. Y ahora ya no se cortan a la hora de rechazarlo. Se han puesto tan plastas los del lenguaje políticamente correcto que son muchos los que empiezan a contestarles sin ambages ni cortapisas. Y no me refiero solo a los académicos, que de forma impecable, elegante y rigurosa han intentado, creo que sin éxito, desasnar a tan dogmáticas y dogmáticos enmendadores y enmendadoras de la viejuna y machistoide lengua de Quevedo, Cervantes y Galdós (tres despreciables machirulos que asomaban la patita de su misoginia patológica y reaccionaria). Son ya legión las personas que se hartan de esa imposición, porque de lo que se trata con esta neolengua, que empezó pegando fuerte en el mundo educativo hace ya décadas, aunque se había iniciado antes en ciertos “movimientos” sociales, sindicales y políticos unos años antes. Luego esos vanguardistas comprometidos (y comprometidas) de tan ridícula causa decidieron que la escuela tenía que cambiar el mundo. Y en lugar de llenar de conocimientos las mentes huecas decidieron vaciarlas aún más de saberes y henchirlas de doctrina. Doctrina estúpida, sin duda. La última muestra del "rollo que no cesa", parodiando al poeta de Orihuela, es la decisión de AENA de suprimir el vocativo "señores pasajeros". No lo han sustituido ni por arrobas, ni por x, ni por géneros duplicados ni por circunloquios. Lo han suprimido y punto. Algunos periodistas, no muy duchos en lengua española, han denominado a tan simpática iniciativa de "imposición del neutro". El neutro en español solo existe en el artículo que sustantiva adjetivos con carácter abstracto y generalizador y tamnbién en algunos pronombres (esto, algo, etc.). Lo que ha hecho AENA es no mencionar ningún género. En lugar de ser macho no es ni bisexual ni andrógino ni hermafrodita ni se refiere a "ambos sexos". Es asexual. Su llamamiento es aséptico. Como comentaba con sorna un "meme" el otro día, AENA no quiere que tantas viajeras pierdan su vuelo por no sentirse incluidas en el llamado de urgencia de los aeropuertos. En un hilo de Facebook que comentaba con chanza y jocosidad esta singular iniciativa de nuestra empresa pública aeroportuaria una profesora, para más inri compañera mía de curro, se preguntaba dolida y quizá airada que por qué a algunos les molestaba ese lenguaje inclusivo. Ni que decir tiene que las respuestas eran de descalificación de los académicos, a los que se dedicaban los habituales cariñosos epítetos con que los doctrinarios suelen dirigir a quienes no siguen sus consignas y se cachondean de su revolución onomástica. El 8M no hablará de conciliación familiar, ayudas a las mujeres trabajadoras del sector privado ni del tabú de las féminas en el mundo islámico (que lo tenemos en Europa, no hay que irse muy lejos). Seguirá hablándonos de sandeces porque quienes están a la cabeza pueden lucir muchos eslóganes, lemas, banderas y gestos. Pero de cabeza no andan muy bien que digamos.

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    1. Se mezcla el asunto de la ignorancia que tú mencionas al hablar de esos periodistas que hablan del neutro sin saber ni lo que es con el de la demagogia, es decir, el de los que se han apuntado al feminismo para quedar como los más progres del barrio: ahí tienes a Pepe Álvarez, el de UGT, que ha salido hoy hablando y llevaba morado hasta el bigote, o a Pablo Echenique y su partido, que acaban de pedirle a Pérez Reverte que ceda su sitio de académico a una mujer y de proponer que la RAE se componga de forma paritaria o se le retire toda ayuda económica pública. Esto es lo que hay: estupidez, demagogia y sectarismo totalitario. El feminismo de la izquierda está hoy inundado de esto. No es serio ni creíble. Ha caído en una criminalización de los hombres y en una guerra de sexos, se ha convertido en un ariete antisistema en el que se mueven muy a gusto demagogos de todos los colores: izquierdistas revenidos como Podemos, Sánchez, Carmen Calvo, la Colau. A ninguna de estas dos, ni a Irene Montero, ni a esas empoderadas de los tambores les he oído decir ni palabra ni en una sola de las muchas indecencias sexistas que se han lanzado contra Inés Arrimadas, la última, procedente de esa cloaca de odio y basura pornográfica que debe llevar instalada en la cabeza Toni Albà. ¡Ah, no!: ¿cómo van a decirle ni mu a un porgresista separatista como Albà por meterse con una facha como Arrimadas? Lo dicho: el feminismo de la izquierda, o se libera de su sectarismo y de ese empeño en criminalizar a los hombres en general, o será cada vez menos creíble. Pero lo malo es que su neolengua es muy del gusto de los medios y de grandes sectores de la política, es decir, de los amos de la palabra que más llega al público en España.

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