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Para contextualizar lo que quiero decir en este artículo, me ha parecido que podría ser muy útil la comparación entre las dos imágenes paralelas con que lo encabezo. La pregunta que me formulo es la siguiente: ¿se puede tomar una gran tragedia como pretexto para una juerga? Por supuesto, yo creo rotundamente que no, pero parece que hay gente que no lo tiene tan claro, a juzgar por lo que desde el 31 de agosto, día de su partida, hemos visto de la llamada Global Sumud Flotilla, ese desparrame náutico al que Ada Colau se presentó sonriente y enmochilada, como si fuera de excursión al monte. Decían que iban a llevar ayuda humanitaria a Gaza, pero este dignísimo objetivo casa muy mal con la propia imagen dominguera de la exalcaldesa, la verbena exhibicionista que se montó en el puerto de Barcelona para la despedida, la organización chapucera del dudoso socorro humanitario y el permanente jolgorio del que ha sido celosa cronista la inefable Barbie Gaza, señalada integrante de la aventura.
NO: eso no tiene nada de compromiso humanitario ni de acción solidaria, eso ha sido un vulgar cachondeo narcisista cuya principal finalidad era airear y promocionar la imagen de sus participantes, alimentar su ego. Por no servir, no ha servido ni para llamar la atención del mundo sobre la tragedia humanitaria que sufre Gaza, porque esta es ya bien conocida, no necesita tan abnegados propagandistas. Esto no ha sido para nada jugársela por Gaza, sino jugar con Gaza, lo cual, a mi juicio, constituye la mayor aberración de esta farsa, porque hace falta mucha vileza para montarse una falsa imagen de héroe a cuenta del sufrimiento y la muerte ajenos.
Por si la juerga no hubiera estado lo suficientemente animada, a las pocas semanas de su inicio, el Gobierno español decidió agregarse y tuvo la humorada de enviar como representante un buque de guerra llamado Furor. El Furor y la fiesta, la verdad es que la cosa acabó quedando a medio camino entre Faulkner y Hemingway, la estupidez, la hipocresía y la frivolidad pasándoselo en grande en la kermés de la muerte y la ruina. ¿Con qué finalidad cometió Pedro Sánchez la monumental torpeza de involucrar a España y a sus fuerzas navales en un reto a otro Estado enviando un patrullero junto a una flotilla de perroflautas provocadores? Según él, con la de ofrecerles protección, aunque, según otras voces, fue para contentar a sus socios gubernamentales de Sumar, fervorosos defensores de la flotilla.
En el momento en que escribo esto, se sabe ya que el estúpido disparate de la flotilla ha terminado como era de esperar: los israelíes la han interceptado muy lejos de Gaza, han desbaratado la aventura y han detenido a los intrépidos lobos de mar, que ahora están en trámites de ser devueltos cada mochuelo a su olivo. El cacareado propósito de llevar ayuda humanitaria se ha visto frustrado, cosa que seguro que no les importa mucho, porque insisto en mi convicción de que era un embuste, un mero pretexto, lo que quedaría confirmado si creemos al portavoz de la policía israelí, que está registrando los barcos, quien ironiza diciendo que no han encontrado mucha. Yo sí te creo, hermano. Soy de los que piensan que el montaje ha cosechado un espantoso ridículo, pero más por la grotesca imagen que han dado de sí mismos que por su fracaso, que ha sido relativo, pues algunos logros han alcanzado, ¿o me irán a decir que un mes de crucero de placer es poca cosa? ¡Lo que han bailado, lo que se han divertido! ¡Qué bello es vivir!, aunque... retorno a lo que dije arriba: ir en plan romería festiva a un lugar donde, desde los ataques de Hamas del 7 de octubre de 2023, han ocurrido cosas horrendas, es una vileza y una insensatez. También han tenido un relativo éxito propagandístico, porque a muchos sus andanzas nos parecen repugnantes, pero, entre sus afines -que también son muchos-, se han ganado la admiración.
Este artículo quedaría cojo si no incluyera alguna reflexión sobre el papel del Furor, y a tal efecto no puede haber una voz más autorizada que la de Margarita Robles, nuestra ministra de Defensa, que hizo unas declaraciones acerca de la farsa de la flotilla que merecen ser tomadas en consideración. Repite al menos tres veces la señora Robles que llevar alimentos y medicinas es una labor admirable, pero, sin la menor duda, ella tenía que saber desde el principio que de eso no había nada, así que estas palabras son un cínico brindis al sol. También insiste en otras dos cosas: en que el Furor no iba a penetrar en la zona de exclusión y en apelar a la responsabilidad de los miembros de la flotilla, pues se exponen a crear peligro para ellos y para otros. Pero esto, sin la menor duda, también tenía que saberlo la señora Robles desde el 31 de agosto, y aun desde antes, por lo cual uno se pregunta por qué ni ella ni el Gobierno lanzaron mucho antes las advertencias y las llamadas a la responsabilidad. ¿Por qué esperaron a que la flotilla llegase hasta un punto al que no debió llegar y el fregado con los israelíes se consumase? ¿Por qué no movieron un dedo para evitar un conflicto estéril y absurdo? ¿Para qué diablos mandaron al Furor a gastar combustible, cabrear más a los israelíes y darse media vuelta?
¿Sería que el Gobierno también quería bronca (o le convenía que hubiera tensión, como dijo uno una vez)? ¿Sería que le agradaba mucho llenar telediarios y periódicos con las insensateces de Ada, Barbie y Greta, a falta de otras cosas más sustanciosas de las que hablar? Pues así hemos estado más de un mes. Ya se ha terminado la flotilla, ahora empiezan las manifas. Y no olvidemos que en agosto fue la Vuelta Ciclista. ¡La de medidas rotundas que están tomando en España el Gobierno y la izquierda para arreglar lo de Gaza!
Llevar medicinas y alimentos es sin duda admirable, tanto como las delicadas increpaciones con las que obsequió a nuestros desventurados compatriotas valencianos....
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