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domingo, 10 de julio de 2022

El curiosísimo concepto de beca de la Comunidad de Madrid

     Me habían llegado vientos de cierta polémica por unas becas que ha convocado la Comunidad de Madrid, pero, como entre pitos y flautas he estado un tanto ajeno a los sucesos de este mundo miserable, no había podido enterarme muy bien del meollo del asunto. Por fortuna, ayer publicó "El Mundo" una entrevista a don Enrique Ossorio, consejero de Educación madrileño, gracias a la cual he podido informarme desde tan fiable fuente de lo que concierne al caso. Señalaré que la entrevista se la hace Olga R. Sanmartín y una vez más quiero aplaudir a esta periodista, porque se dirige sin complejos a los puntos polémicos y no elude las preguntas ni las objeciones incómodas: si alguna vez la elogié por no darle almíbar al dominante pedagogismo "progre", hoy debo hacerlo por negárselo a un político pepero: parece ser que la señora Sanmartín tiene la gratificante convicción del que el periodismo, si llega el caso, tiene que ser incisivo. 

    El titular de la entrevista, en la versión en papel en que la he leído, es esta frase del consejero: "Las becas se modificarán y se pondrá una nota mínima de acceso", lo cual me deja con los ojos haciendo espirales, porque implica que la Comunidad de Madrid había concebido y convocado unas becas sin un listón mínimo de excelencia para otorgarlas, que es como si mañana se dedicase a fabricar coches saltándose el pequeño requisito de ponerles ruedas para que corriesen. Obstinado como soy en mis ideas anticuadas, considero que la beca hay que ganársela, primero, acreditando unos conocimientos adecuados; segundo, mereciéndola a lo largo del tiempo con hechos, los cuales consisten simplemente en ir superando los estudios para los que a uno se le beca. Esto lo dejé muy claro en un artículo en el que critiqué severamente al ya por fortuna cesado Manuel Castells porque puso en marcha una política de becas universitarias en las que eliminaba el criterio del mérito. Supongo que entonces el PP clamaría al cielo por esta burrada del ministro socialista, y ahora, solo un par de años después, se despacha convocando unas becas para hacer Bachillerato en las cuales el listón será... ¡no haber repetido curso! Un cinismo vergonzoso, pero tranquilos, porque es posible que en el futuro pongan "una nota mínima de acceso a los alumnos. Puede ser un 5 o incluso más". Me desangro de horror solo de pensarlo, porque al precio a que se ha puesto con la LOMLOE el 5 en el título de ESO (el que abre la puerta al Bachillerato) esto es de una crueldad neroniana. 

    Hasta aquí los preliminares y las bromas, vayamos ya a lo serio y a la trampa de este enjuague, que, como muchos sabréis y otros supondréis, la tiene, y bastante miserable. Lo que la Comunidad de Madrid ha hecho ha sido dotar un fondo de 600.000 euros para proveer de becas de entre 2.000 y 3.750 euros a aspirantes a bachilleres, pero -y aquí es donde ha venido la polémica- sin tener en cuenta ninguna limitación económica. Simplificando: si una familia que ingresa 100.000 euros anuales tiene un hijo que nunca ha repetido y va a empezar Bachillerato, podrá optar a una beca, eso sí, de las de 2.000 euros, pues las de 3.750 estarán al alcance solo de las familias de 10.000 euros de renta para abajo. Desde aquí lanzo mi aplauso al señor Ossorio, que ha superado a Castells en su desnaturalización de lo que debe ser y ha sido toda la vida una beca, es decir, una ayuda al estudio para quienes tienen talento pero carecen de recursos económicos: Castells se cargó lo del talento, pero Ossorio ha dado un pasito más y se ha pulido también lo de la precariedad económica.

    Ante esta charlotada, la señora Sanmartín le hace al consejero esta pregunta: 

    -¿Por qué lo llaman beca cuando es un cheque escolar?

    -Porque son becas.

    Como muy bien ha captado la sagaz periodista, aquí está la clave del asunto: lo que el PP ha hecho en realidad con estas pseudobecas es ayudar a las familias sin ahogos económicos a que les salga un poco más baratito el Bachillerato en un centro privado, es decir favorecer a un sector social y a otro educativo tradicionalmente de su preferencia. Esta es la cuestión: nada de ayudar al talento perjudicado por la escasez económica, es decir, nada de becas: aquí de lo que se trata es de privilegiar a los sectores educativos privados o concertados y lo puedo demostrar con poderosas razones, la primera de las cuales son estas palabras del propio consejero: 

    Las familias que saldrán más benefciadas son las de la concertada. También nos gustaría que las de la pública puedan llevar a sus hijos a concertados o privados en Bachillerato. Nadie hay más defensor de las familias de la concertada que nosotros

    ¿Resulta poco covincente? Pues ahí va la segunda razón: si se analiza el contenido implícito de estas palabras, no cuesta mucho entender que en ellas aparece la enseñanza pública como una especie de horrible mal del que habría que salvar a los alumnos a toda costa: ¿con qué se come que un consejero de Educación diga eso de que "nos gustaría que las de la pública puedan llevar a sus hijos a concertados o privados en Bachillerato"? ¿Acaso es que para don Enrique Ossorio el Bachillerato que se ofrece en la pública es una patata podrida indigna de los alumnos madrileños? Pues no me lo explico, porque por fuerza tiene que saber que, en virtud de su cargo y le guste o no, está obligado a ser el principal defensor y perfeccionador del sector educativo público, pero tanto en esta entrevista como en ese andamiaje de sus "becas" la impresión que da es toda la contraria, y no solo por las palabras que he citado, sino porque parece que da por supuesto que esas "becas" serán provechosas solo en centros de un buen nivel educativo, y está claro que esos para él nunca serán ls públicos.

    Pero debería ser justamente al revés -tercera razón-, por un motivo muy sencillo: el Bachillerato es un nivel sobradamente cubierto por los institutos públicos de Madrid: ¿a qué viene que el Gobierno de la comunidad, responsable de esos centros, se meta a dar becas para que se estudien en los de otra titularidad? Da la impresión de que la Consejería de Educación desprecia el nivel de las enseñanzas que sus propios centros ofrecen. O a lo mejor es simplemente lo que dice la señora Sanmartín: que estas becas no son más que un cheque escolar disfrazado.

    Pero -cuarta razón- no nos engañemos, porque se trata de las dos cosas, la ya mencionada ruindad del chequecito escolar y el proverbial encono que el PP de Madrid ha tenido siempre contra le enseñanza pública, ahí están el arrinconamiento a que la ha sometido durante años, o la fobia que mostró contra ella Esperanza Aguirre, que señalé aquí en montones de artículos. ¡Qué bien le han venido durante décadas al PP de Madrid los desastres legales perpetrados por el PSOE, esa LOGSE, esa LOE...! Bajo ese paraguas necia y perversamente facilitado por el adversario, el PP ha tenido un puente de plata para permitir el empobrecimiento de los centros públicos y con ello favorecer la demanda y crecimiento de los privados y concertados, mientras arteramente clamaba contra los desmanes socialistas en la enseñanza. ¡Qué enorme daño les han hecho el PSOE, los pedagogos innovadores (¡ja!), CCOO, UGT y todo el progresismo escolar a los hijos de las clases pobres y medias! Le han puesto en bandeja a la derecha el clasismo ya desde la mismísima escuela: la gratuita para los menos favorecidos y el negocio (que no una enseñanza mucho mejor) para los que puedan pagarse el huir de la enseñanza emocional, los proyectos y los energúmenos adueñándose de patios y aulas. Y ahora, esa catástrofe llamada LOMLOE. Sea usted considerado, señor Ossorio, agradézcales al PSOE y sus amiguetes lo mucho que le han allanado el camino para esas "becas" suyas tan chulísimas, como diría la otra.   

2 comentarios:

  1. Es de sentido común que una beca debería primar un rendimiento académico mínimo y que no tiene sentido que sea un cheque escolar. Pero es que estamos en una desbocada carrera por agradar al cliente como estrategia electoral. Y si se denegaran becas por un rendimiento académico insuficiente, ese pequeño detalle repercutiría en el voto. Por otro lado, hay una campaña atroz contra la bien o mal llamada cultura del mérito. Y ya vimos que las medidas propuestas por el exministro Wert de establecer requisitos académicos para las becas universitarias fueron calificadas de "intolerables recortes". En el mundo educativo la realidad es que tanto la decadente progresía como su presunta alternativa se apuntan al "gratis total". Este mundo es un mercado, que ya lo dijo el clásico. Y estamos en permanente campaña electoral. Hay que competir con el que te da 2 por 1. Si no regalas nada, eres el malo. Vamos, irremediablemente, a una sociedad infantilizada.

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    1. O estamos ya metidos en ella. Si ya tiene poco sentido hoy en día becar el bachillerato, que lo puede hacer cualquiera a no más de un kilómetro de casa, becarlo al que saca un cinco es ya un insulto a los ciudadanos. Como muy bien le señaló la periodista, lo de Ossorio era un cheque escolar mal encubierto. Y lo de Castells suprimiendo el requisito de excelencia para becas universitarias es, además de un despilfarro, cargarse la universidad. A nadie le pagarían por hacer mal su trabajo, así que no entiendo que tengamos que pagarles entre todos los estudios a quienes no rinden: ¿qué hacen con el dinero?

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