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lunes, 27 de diciembre de 2021

El negacionismo educativo

     El título de este artículo lo tomo de otro que publicó el pasado día 24 "El País". Llevaba la firma de Juan Ignacio Pozo, un catedrático de Psicología de la UAM que con ese desbarre ha adquirido méritos sobrados para ser incluido en el registro de "expertos" delirantes que incluyo en este blog. 

    Sabéis que los psicopedagogos son un colectivo que se caracteriza por su enfermiza inclinación al embuste, la cual se concreta esencialmente en tres grandes ramas: a) el completo engaño que constituyen sus desvaríos; b) el falsario autobombo con que se definen a sí mismos  y c) el machacón bombardeo de calumnias con que martirizan a quienes no se tragan sus bolas. El artículo del Sr. Pozo comienza con un ejercicio de la modalidad b: después de una enumeración de disciplinas científicas, concluye sosteniendo que la psicopedagogía es otra de ellas, cosa que es clamorosamente falsa. No contento con atribuir a su disciplina unos méritos de los que carece, aún se permite luego agrandar la trola asegurando que algunas de las monsergas que defiende (el aprendizaje por competencias, la condena de la memoria o la figura del profesor-coleguilla) son verdades de rigurosa base científica.

    ¿Con qué finalidad despliega este psicopedagogo la cola de pavo real de las "virtudes" de su gremio? Fundamentalmente, con tres:

    La primera, desprendida de forma somera, lanzar alabanzas a la LOMLOE, a la que aplaude por incluir algunas de las benéfico-científicas propuestas de los psicopedagogos. Esto no extraña, pues estos "científicos" se prodigan en la adulación de aquellos poderes políticos a cuya sombra han medrado. 

    La segunda, inscrita en la modalidad c, lanzar un nuevo estigma contra quienes no comulgan con las ruedas de molino del psicopedagogismo, a quienes llama negacionistas. Teniendo en cuenta las tremendas connotaciones que tiene hoy en día este término, nadie podría negar que la estocada del señor Pozo es feroz y terriblemente malintencionada, pues es algo así como calificar a los padres, profesores, comunicadores, etc. que encierra en tan siniestro saco de irracionales, indocumentados, atrasados o ignorantes, léase el artículo para comprobar si miento. Lo hace, además, sustentando la mentira en otra, una de las favoritas del decrépito innovacionismo educativo: que quienes lo criticamos proponemos una vuelta al pasado. Y todo ello lo refuerza con fundamentos tan "científicos" como condenar una capacidad tan esencial para el conocimiento como la memoria, negar validez al sentido común (con la enorme carga de experiencia directa en enseñanza que implica) o no dar una sola razón sólida de lo que defiende, parece ser que basta con que lo afirme un científico como él para darle plena validez. Como sucedía con las reverencias a la LOMLOE, tampoco esto resulta sorprendente, pues, en su crispado intento de ocultar el fracaso de sus bobadas y el vacío de sus "novedades", los pedagogistas acostumbran a aderezar sus embustes con una buena carga de insultos y calumnias contra quienes les ponen en evidencia, luego se quejarán del amor que inspiran.

    Pero no vayamos a creer que esto es lo más retorcido, porque nos queda el tercer propósito del artículo, que quizás sea el principal y constituye un alarde de desfachatez. Para que no nos confundamos y veamos que en el fondo es un tío dialogante y un demócrata como la copa de un pino, el señor Pozo lanza un llamamiento a un gran debate sobre la enseñanza, pues a su juicio está hecha una pena por culpa de tanto negacionista como anda suelto por ahí. ¿Dónde está el truco de la cosa? En que a ese debate solo están invitados los que acudan provistos del conocimiento científico y los datos -o sea, él y los suyos-, y no de prejuicios y miedos, es decir, esos negacionistas que tanto le incomodan por defender el esfuerzo, la memoria, el conocimiento y la exigencia. ¡Qué cuco es el señor Pozo!: primero delimita quiénes son los sabios y quiénes los cavernícolas y después determina que los sabios como él son los únicos habilitados para cortar el bacalao, y a esto le llama "un debate social sobre la educación". Psicopedagogismo puro, vamos, pero andémonos con ojo, porque en el mismo artículo nos avisa de cuál es la pieza que se quiere cobrar con el proyecto: la formación docente, para que todos los profesores del futuro compartan sus creencias. Es, como se ve, una pieza de capital importancia, así que habrá que tener mucho cuidado para que este cazador y su partida no se la cobren, por el bien de la educación.

    En las últimas líneas de su artículo, el señor Pozo riza el rizo de la desfachatez, pues da a entender que sus propuestas están ajustadas a lo que de verdad sucede en las aulas, cuando cualquier profesor sabe que es justamente al contrario, que delirios pedagogistas como el colegueo con los alumnos o la prodigalidad al calificar son lo más alejado de lo que son las aulas, digo de las aulas de verdad, es decir, de los espacios escolares destinados al conocimiento y el aprendizaje, no de esos páramos de ignorancia y holgazanería en que se convierten cuando alguno les impone las reglas de los pedagogos, esos "científicos" como el señor Pozo que tanto bien le han hecho a la enseñanza.   

    

2 comentarios:

  1. Complete el espacio en blanco de forma adecuada:
    En lugar de acumular conocimientos.....
    Los que presuntamente son "científicos de la educación", con su habitual apología del analfabetismo. Ya se ha debatido este lamentable artículo de LO PAÍS en otros medios. Como ves, la bazofia habitual, envuelta en pseudocientifismo. Es curioso que el gran argumento sea rechazar la memoria y el conocimiento, pero reivindicar su uso. ¿Cómo se van a usar los conocimientos y la memoria si no se tienen? Muy catedrático de Psicología, pero es una falacia tan necia y con tan poca base que no sé cómo no se avergüenza de hacer el ridículo.

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    1. Estoy muy de acuerdo: hace falta tener la cara de cemento y/o estar muy desorientado para sostener las propuestas "educativas" que plantea este señor en su artículo. Las cosas que dice equivalen a que en el mundo de la natación saliera alguno diciendo que, para mejorar las marcas, los nadadores deberían lanzarse al agua con una tobillera de cinco kilos en cada pierna y utilizar las orejas en lugar de los brazos. Y que luego a eso le llamase natación científica y lo que se ha hecho hasta ahora lo despreciase por ser una obsoleta práctica tradicional. Lo de estos tipos es demencial. Busqué el perfil del Sr. Pozo en internet y encontré que tiene millones de libros y artículos publicados, con títulos que dan una idea muy clara de lo que se puede esperar de ellos, pero que supongo que son el púlpito desde el que él se considera con derecho a pontificar y lanzar anatemas. Pura vaciedad, me figuro que este será como Castells, alguien que si un día tiene que dar la cara fuera de la burbuja universitaria en que tan plácidamente se pegan la gran vida se pondrá en evidencia a los dos días.

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