Queridos amigos:
Vuestro seguro servidor el guachimán no sale a la calle gritando de alegría porque, sin la menor duda, a los cinco minutos, le iban a detener los guardias, y no estoy a mis años para acabar encarcelado, ahora bien, si no fuera por este pequeño detalle, estaría agarrando la puerta ahora mismo, gracias a esta noticia que acabo de leer:
Tiene su punto que la haya visto en "El País", periódico que, en los últimos... ¡pfff, prefiero no decir los años!, no hace más que darme disgustos. Es de una lógica y un sentido común aplastantes: el aprobado general sería un desastre, porque induciría a la inmensa mayoría de los alumnos a desentenderse del estudio, el aprendizaje y la consiguiente mejora, y eso no puede bendecirlo ninguna sociedad medianamente inteligente y sensata. Esto es lo que defiendo yo, que, como todo el mundo sabe, soy un Don Nadie, pero, cuando he visto que el Consejo Escolar de Estado abogaba por lo mismo, no he podido evitar venirme arriba. Y no valen objeciones de viabilidades o no viabilidades, pues, previniendo todas las casuísticas y consciente de las dificultades, la alta institución docente lo que recomienda es que se haga una evaluación por encima de todo, pero no necesariamente la misma para todos los alumnos, sino que la que sea posible de acuerdo con las circunstancias de cada situación, ya sea particular o colectiva. Otra coincidencia con lo que propuse cuando advertí que el aprobado general causaría un grave perjuicio: también se infiere de su recomendación que este asunto debería dejarse en manos de quienes están haciéndole frente y conocen mejor la situación, es decir, los profesores y los centros.
En mi artículo hacía extensivo esto último a las autoridades educativas, pero, después de ver el decepcionante tuit que la mayor de ellas (o sea, doña Isabel Celaa) publicó hace unos días, ya no estoy tan seguro. A la vista de que lo que la señora ministra piensa parece estar en contradicción con lo que recomienda el Consejo Escolar de Estado, espero que no se deje arrastrar por la tentación de hacer caso omiso o decretar nada en contra, pues sería una negligencia difícilmente explicable.
Se juega una paella, o mejor unos gazpachos manchegos, a que habrá aprobado general?
ResponderEliminarMe lo pone difícil en lo primero: ¿paella o gazpachos manchegos? En lo segundo veo más previsible el caos: habrá quienes den el aprobado general (pregonándolo o sin hacerlo) y habrá quienes evalúen y, entre estos, la gama entre una evaluación falsa y una seria va a ser amplia, pero hasta las más serias tendrán que ser benevolentes y sobre mínimos, porque la situación es la que es. Teniendo esto en cuenta, lo que va a haber en realidad va a ser muy cercano al aprobado general, pero el acto de la evaluación tiene que mantenerse aunque sea por mera formalidad, primero, porque la diferencia entre el naufragio y salvar los muebles puede estar precisamente en que se guarden o no las formas; segundo, porque manteniendo esa formalidad se evitará el aprobar al que no ha hecho nada de nada y se dará opción a que quienes hayan trabajado en serio puedan acceder a calificaciones que lo premien por encima del aprobado raspón y de sopa boba.
EliminarEstán en ello, la inefable Celaa, ya lo ha afirmado. Algunas autonomías parecen oponerse, pero el subjuntivo las delata. Pronto acatarán el imperativo.
EliminarDesde luego, lo de Celaa es el despropósito total: aparte de que ha abierto la puerta al aprobado general dándole otro nombre, dice unas cosas que uno no se explica que sea ministra de educación, es prolijo de explicar para un comentario. Al menos, se ha logrado que no se dé a todo el mundo un cinco, así que siquiera los que se hayan tomado las cosas en serio podrán tener una nota mejor. Dada la situación, para mí esto ya es mucho. Y también se podrá suspender a quienes no hayan hecho nada de nada, aunque se cometa la aberración de permitir que promocionen sin límite de asignaturas, lo que tampoco es ningún chollo para ellos, porque pasar con una ristra de pendientes es mal asunto. El punto delicado son las titulaciones, ahí ya habrá de todo. Con la excusa de evitar a toda costa suspensos injustos (peligro que estoy convencido de que ni existe ni ha existido), Celaa ha facilitado que se den muchos títulos inmerecidos, lo cual es también una injusticia.
EliminarVamos de cabeza a aquello de " licenciados en La Laguna, abstenerse" pero todo el país. Y de camareros, trabajan otros mucho mas barato
ResponderEliminarEn "El País", en el foro de una de las noticias que han salido estos días cuando ese medio y la secta pedagógica han estado presionando a favor del aprobado general, salió un comentario de alguien que contaba que en 1976, como hubo conflictos y cierres en la universidad, él, que estudiaba medicina, se vio "beneficiado" por el aprobado general que se dio. Según aseguraba, su promoción lo pagó caro cuando, con el paso de los años, tuvo que hacer frente a los exámenes del MIR. Los aprobados regalados al primero que dañan es al que los recibe, lo he dicho siempre.
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