¿Se ha forrado usted metiéndose en chanchullos de comisiones ilegales, financiación ilegal de partidos y otras honestas tareas? No se preocupe, ya que podrá llegar a tesorero del PP, como los señores Bárcenas, Sanchís o Naseiro.
¿Tiene un día tonto y le da por meterse por una autovía en dirección contraria y causar la muerte de una persona y lesiones graves a otra? No se preocupe, porque es posible que el Gobierno del PP le indulte, como ya sucedió con Ramón Jorge Ríos Salgado.
¿Es usted presidente de una comunidad autónoma y, de los asuntos de corrupción, apuntan hacia su persona más flechas que si estuviera en una película de indios, e incluso llega a ser juzgado por un patético asunto de trajes regalados y sale absuelto por los pelos? No se preocupe, que el PP le respaldará como a don Francisco Camps, quien, por cierto, tras su paso por el gobierno de Valencia, ha dejado a esta comunidad hundida en la corrupción y en la ruina. El último esperpento protagonizado por este señor, con el asunto de su paradero desconocido para no declarar en el caso Nóos y sus posteriores afirmaciones de que estaba en casa, es una muestra muy clara de la clase de individuos que en España hemos elevado a las más altas magistraturas.
¿Está usted condenado en firme por delitos diversos de corrupción urbanística? No se preocupe, sobre todo si es alcalde del PP, como Tomás Gómez Arrabal (Valle de Abdajalís), porque su partido le indultará.
Algo parecido está intentando hacer ahora con Pedro Hernández Mateo (Torrevieja), y en este caso, con alarmantes tintes clientelares, lo que abundaría en el temor de que el deterioro de nuestra supuesta democracia se va agrandando. Esto es una auténtica vergüenza y pone muy en duda la credibilidad de un Gobierno que acaba de aprobar una ley de transparencia con el apoyo de los muy poco fiables nacionalistas. La transparencia se demuestra con hechos, así que habrá que estar muy atentos.
Pero, ojito, que el PSOE también ha hecho de las suyas en este terreno, que se lo pregunten a Cristóbal Fernández, alcalde de Carboneras.
¿Para qué seguir?
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