La última de doña Esperanza ha sido decir que la fuga de jóvenes es motivo de optimismo y que tendrá un efecto muy positivo. Estoy de acuerdo, que empiecen de una vez a espabilar estos záganos y que sigan el ejemplo de la señora Aguirre para ganarse la vida. Aquí tenemos un consejo de oro dado por ella misma:
Escándalo, es un escándalo...(parafraseando a Raphael). Yo creo que todo es una provocación intencionada y alevosa.
ResponderEliminarBesos, querido Guachimán.
Pues estoy de acuerdo contigo, porque, si hace nada criticaron fuertemente a Báñez por descolgarse con una estupidez parecida, ¿qué otra intención sino la de provocar puede tener Esperanza Aguirre con esto de arrear otra vez en el mismo clavo? Un beso, Lola.
ResponderEliminar¡Qué mala pécora!
ResponderEliminarEsta mujer sigue tocando las narices y manipulando las mentes débiles. ¡Qué se marche la generación mejor preparada es genial! Nosotros los hemos preparado, mejoran la economía de otros países y se va haciendo mayor el número de mentes manipulables que conforman la sociedad española. ¿Es mejor desde qué punto de vista? ¿Del humano y social o el de los grupos de élites económicas que quieren seguir con sus privilegios a costa del resto?
Patricia, todos los mensajes de Aguirre son cargas de profundidad llenas de mala leche. En este caso, la fórmula es una envenenada mezcla de mentira y verdad. En los años 50 y 60, hubo una enorme emigración de españoles (en este caso, con la única cualificación casi en general de una enorme capacidad de sacrificio y unas enormes ganas de alcanzar una vida más digna) que a la postre redundó en una elevación de la cultura democrática y el saber de esas personas, más la inestimable aportación de divisas que suministraron a un país empobrecido, por no hablar del hecho de que, de haberse quedado aquí, habrían contribuido a ampliar el paro y la miseria. A ese en riquecimiento económico, a su regreso aportaron el de venir con unas perspectivas de modernidad y progreso que también enriquecieron al país. A corto, medio y largo plazo, estos jóvenes que se van ahora van a producir un beneficio similar. Lo que se calla esta simpática señora es el lado malo: que tanto entonces como ahora, esos que se van no lo hacen por gusto, sino expulsados por una España de opresión y miseria entonces, de corrupción y despilfarro ahora y de gobierno catastrófico en ambos momentos, para afrontar una emigración que no siempre es agradable. Su marcha es y fue el fruto de la injusticia y de la ineptitud y/o la corrupción de los gobernantes, entre los que está doña Esperanza.
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